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TEORÍA

El pobre de derecha o el mito de la naturaleza humana

agosto 3, 2018

Últimamente, ha tomado los círculos de izquierda un tema que se transformó en centro de grandes polémicas entre los fervorosos defensores de la justicia social: ¿cómo es posible que exista pobre de derecha? Esa cuestión ha quitado el sueño de los varios adeptos de lo que se ha convenido en llamar de izquierda, sea ella radical, anticapitalista, o cualquier variante autotitulada de grupos que se entienden defensores de aquellos desprotegidos en el interior de nuestra sociedad.

Por: Ana Godoi

No en vano, recientemente, un profesor de Derecho de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ) publicó un texto en su página personal en una red social que repercutió en internet, en blogs y sitios de la dicha izquierda. Responder a esa pregunta pasó a ser uno de los centros de la elaboración que intenta explicar por qué los más pobres pasaron a no defender el PT, migrando su voto para representantes de derecha y no para otros representantes del mismo espectro político, como el PSOL.

Comprendemos, no obstante, que esa pregunta posee en sí un conjunto de equívocos y por eso, gastaremos algunos párrafos para reflexionar sobre tales problemas, pues creemos que traen consecuencias importantes para el movimiento de los trabajadores.

Primero, es preciso entender que esa pregunta parte de un presupuesto que permea el imaginario de los defensores de esa izquierda. Para esas personas, existe una asociación mecánica entre algunos elementos de la realidad, produciendo una cadena causal necesaria dentro de las relaciones sociales. Lo que queremos decir es que esa pregunta parte de la comprensión de que hay una inclinación natural entre la posición social de las personas y sus posiciones políticas. O sea, existe una naturaleza humana que se expresa, entre otros aspectos, en el campo político.

Así, una persona que es pobre, al no poseer una vida digna, tiende naturalmente a apoyar a los representantes del espectro político de la izquierda o del socialismo, entendido aquí como una forma de sociedad más justa e igualitaria, y una persona rica, que posee bienes, tendería naturalmente a apoyar el espectro político de la derecha, sea ella más conservadora o más liberal. Como existen más personas pobres que ricas en nuestra sociedad, solo 1% detenta casi toda la riqueza, nuestra sociedad caminaría naturalmente hacia un gobierno de izquierda o al socialismo.

Además de eso, ¿quien, en principio, estaría contra la igualdad social? Moralmente, las personas quieren una sociedad mejor y sin males sociales. Todavía, según esa interpretación, ese camino del progreso no se completa porque los detentores del poder económico no lo permiten, impidiendo que el paraíso del derecho en la tierra se instaure, trayendo igualdad entre los hombres. Esos detentores del poder económico poseen una inclinación natural al individualismo y al egoísmo y, por eso, quieren toda la riqueza para sí. Luego, quieren un gobierno de derecha.

Dentro de este escenario, imaginar a una persona pobre yendo contra sus inclinaciones naturales, incluso de autopreservación, es algo muy difícil, raya incluso la irracionalidad. Por eso, líneas y líneas, textos y textos hechos para explicar por qué existe pobre de derecha. No en vano, ese profesor de Derecho y ex Procurador de la Justicia del Estado de Rio de Janeiro, al cual nos referimos, ha gastado tanto tiempo intentando responder esa pregunta.

La respuesta más obvia a la cuestión, entonces, sería: incapacidad, desconocimiento, una educación insuficiente o cualquier variante que explique el impedimento de esas personas, pobres, a tener acceso al conocimiento. O sea, ellas no saben que pueden querer una vida mejor, o si saben, no entendieron qué sería una vida mejor. Al final, es obvio que si entendiesen defenderían a los candidatos de izquierda. Las buenas ideas son las redentoras de la humanidad.

Como se parte de una relación mecánica entre condiciones de vida y defensa de alguna expresión ideológica de nuestra sociedad, la respuesta solo podría centrarse en entender qué lleva a esas personas a romper con esa lógica. Pero esa relación no existe. Antes que nada es preciso decir que las ideas no surgen de la nada. Ellas son fruto de las relaciones sociales efectivas y de las formas específicas que nuestra sociedad toma. Así, no existe idea que flote en la nube y que pueda ser accedida por una mente capaz. Ellas reflejan las necesidades reales, de los individuos reales insertos en relaciones reales. Y como esas relaciones reales poseen contradicciones, progresos y retrocesos, las ideas también poseerán todas esas características. Por eso, Marx jamás ató la adhesión masiva a las ideas comunistas como un presupuesto del comunismo, sino que afirmó justamente lo contrario:

(…) que tanto para la creación en masa de esa conciencia comunista como para el éxito de la propia causa se hace necesaria una transformación masiva de los hombres, lo que solo se puede realizar por un movimiento práctico, por una revolución; que la revolución, por lo tanto, es necesaria no solo porque la clase dominante no puede ser derrumbada de ninguna otra forma, sino también porque solamente con una revolución la clase que la derrumba detenta el poder de desembarazarse de toda la antigua inmundicia y de tornarse capaz de una nueva fundación de la sociedad (MARX, 2007, p. 42).

Lo que estamos diciendo es que la forma en que entendemos el mundo a nuestro alrededor está directamente relacionada a la forma como nosotros vivimos y las relaciones que establecemos. Y ellas solo pueden ser fruto de eso, sean ellas de cualquier naturaleza: moral, religiosa, política, cultural. Eso porque somos un producto social y como tal toda nuestra forma de ser dice respecto de nuestra forma de relacionarnos en sociedad.

Así, no existe naturaleza humana inmutable, no existen ideas eternas. A ese respecto, Marx dice de Max Stirner, un precursor distante del anarquismo, “que, a pesar de su falta de ideas –por nosotros constatada con paciencia y por él con énfasis–, permanece dentro del mundo de las ideas puras, naturalmente solo puede salvarse de ese mundo [el mundo real] por medio de un postulado moral” (MARX, 2007, p. 231).

Las posiciones políticas son fruto de ese proceso y están asentadas en las necesidades más inmediatas de las personas. Y en eso ellas son muy concretas. Ellas quieren garantizar, en primer lugar, su propia sobrevivencia, y buscan los mejores caminos disponibles para eso.

Y ahí reside otro error de la pregunta que investigamos. Ella parte de otro presupuesto, cual sea, que existe una relación entre el voto dado por las personas a un candidato y su posicionamiento ideológico en la sociedad. Los formuladores de esa pregunta entienden que un buen elector es aquel que parte de un determinado sistema de ideas para concretar su decisión política en el proceso electoral. Y como las personas están eligiendo mal, ellas precisan aprender a escoger su candidato adquiriendo ideas que ayuden en la opción adecuada. El problema es que las inclinaciones políticas no parten de ideas abstractas, elaboradas por los grandes ideólogos de nuestra sociedad. Ellas parten de las relaciones concretas. Así, cuando votan, las personas no tienen una elaboración amplia de cuales rumbos más generales debe seguir la sociedad. Y ellas no precisan de eso. Ellas parten de cuál será el camino que les garantice una vida mejor, cuál será aquel que irá a garantizar mejoras efectivas en sus vidas. Y es por eso que el problema no es la falta de instrucción o esa tal de naturaleza imperfecta que impide que las buenas ideas se materialicen en la realidad.

En el último período, la población brasileña, y en el interior de esta los más pobres hicieron una experiencia muy importante con esa dicha izquierda. Y, concretamente, vieron que la vida no cambió cualitativamente. Ellas continúan siendo explotadas y oprimidas cotidianamente, y sus pocos derechos son arrancados cada momento.

Las relaciones sociales hicieron a los pobres de este país producir ideas, cuales sean, de que aquel camino presentado por la izquierda, por el PT, no les servía. Es preciso otro. Pero el dicho campo de la izquierda se volvió un espejo del PT. Entonces, es preciso mirar para otro lugar.

Además, a lo largo de las últimas décadas, el PT hizo coro con la derecha diciendo que esta forma de sociedad era mejor, que esta forma de sociedad podría garantizar una vida digna para aquellos más pobres. Ese partido reforzó todas las concepciones burguesas de sociedad en el imaginario de la población más pobre de este país. Y, ¿por qué? Por el voto. Ganar a la población para la salida electoral hace parte del juego. Y así, lo que de fondo hace el PT es reforzar, en la práctica, las ideas liberales, aunque perfumadas con aroma de justicia social.

De lo que la tal izquierda debería preocuparse, en lugar de poner la culpa en la población, es de desenmascarar este sistema que construyó cotidianamente los males y los desequilibrios sociales. Es demostrar para la población más pobre que existe sí una salida, la transformación de la sociedad. Pero esa izquierda no puede hacer eso. Porque el combate a fondo de las ideas de derecha es un desvelamiento de la propia sociedad y ella no quiere romper con esa sociedad, ella quiere apenas el voto.

Cuestionar por qué un conjunto de la población piensa de una determinada forma sin cuestionar las bases materiales de las cuales esos individuos parten es parte del equívoco de la pregunta planteada. En el fondo, la pregunta que se quiere responder es: ¿por qué la mayoría de la población rompió con el PT? Y no será la naturaleza humana la llave para responder a esa pregunta, sino la naturaleza del PT.

Referencias

MARX, Karl; ENGELS, Friedrich. La ideología alemana. San Pablo: Boitempo, 2007.

Artículo publicado en Teoria & Revolução, Filosofía, 31/7/2018. Disponible en: teoriaerevolucao.pstu.org.br

Traducción: Natalia Estrada.

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