Ni el proyecto capitalista de Bolsonaro ni el proyecto capitalista de Lula: los trabajadores necesitan su propio proyecto

Diversos sectores comienzan a luchar en defensa de sus demandas, contra la privatización del saneamiento, del metro, los ataques de los gobiernos y por los derechos de los trabajadores y estudiantes. Estamos hablando del plebiscito contra la privatización en São Paulo, de la lucha de los estudiantes de la USP, pero también de las movilizaciones de los petroleros en Río de Janeiro, del rechazo de los metalúrgicos a PDV [plan de retiro voluntario], y de otros movimientos en todo el país.
Por: Redacción PSTU Brasil
Hay una bronca contra los gobiernos estaduales de ultraderecha como el de Tarcísio en São Paulo, Zema en Minas Gerais y Castro en Río de Janeiro, y sus agresivas agendas de privatización y ataques. Pero también contra los gobiernos estaduales del PT, como el de Jerónimo en Bahía, que también privatiza, crea Asociaciones Público Privadas [PPP] y masacra igual que los gobiernos de la derecha bolsonarista.
Lula tuvo un aumento de popularidad, como muestran las últimas encuestas. Pero esto no impide que haya luchas, experiencias y descontento en diferentes grados entre los trabajadores organizados . El relativo mejor momento de la economía que vive el gobierno tiene más que ver con los efectos de las ayudas de emergencia transformadas en Bolsa Família y una cierta desaceleración de la inflación, que con la inversión en capacidad instalada, empleos mejor remunerados y derechos.
Pero este pequeño crecimiento también ayuda a fomentar las luchas. A favor de este comienzo de movilización entre los trabajadores y los estudiantes está la percepción de que será necesario luchar para resistir los ataques de todos los gobiernos, para conquistar alguna demanda, y que el momento es propicio para eso.
La relativa actitud defensiva del bolsonarismo también juega a favor de la lucha tras la revelación de los engaños golpistas y los efectos de la derrota electoral. Y esto sucede a pesar de que el gobierno no toma medidas contra el bolsonarismo. Lo cual es grave, porque sabemos que seguirán existiendo mientras continúe esta decadencia capitalista, que gobiernos como el de Lula-Alckmin mantienen y profundizan.
Las luchas están todavía en su inicio y es seguro que quienes defienden a los trabajadores deben hacer todo lo posible para que la lucha crezca. Sin embargo, es necesario que la lucha enfrente a los gobernadores de derecha, pero también los ataques impulsados por el gobierno federal y su proyecto económico.
El gobierno de Lula, en primer lugar, no hace nada para detener las privatizaciones ni para enfrentar a los gobiernos estaduales de la ultraderecha bolsonarista. Por el contrario. Es aliado suyo en la privatización de los puertos, de los metros [subterráneos] o del saneamiento, de la educación y de la salud, a través de las PPP [Parcerías (Asociaciones) Público Privadas] y también de la entreg pura y simple de empresas, como ocurrió en el caso del metro de Belo Horizonte. Esto se ve agravado con el hecho de dejar correr a los militares golpistas y seguir colocando el centro bolsonarista hacia adentro del gobierno, como la entrega del Ministerio de Puertos a un privatista amigo de Tarcísio de Freitas, gobernador de São Paulo. Por no hablar de “Fufuca”, o de Zanin en el STF [Supremo Tribunal Federal], que defiende pautas conservadoras iguales a las de los bolsonaristas.
De hecho, lo aprobado hasta ahora sólo demuestra el compromiso de Lula y el PT con la gobernabilidad capitalista y los planes neoliberales, dado el marco fiscal, la reforma tributaria y el proyecto de desarrollo económico basado en la venta del país a multinacionales y asociaciones público-privadas (PPP) . La ONG de Paulo Lemman, uno de los hombres más ricos y delincuentes del Brasil, responsable de la estafa de Americanas [Tiendas], ocupa espacios en el gobierno Lula en el área de la educación hasta el punto de acceder a 6.000 millones de reales del Ministerio de Educación y Comunicación.
El proyecto de Lula desde el punto de vista económico, siendo diferente al de Bolsonaro en el por menor, en el por mayor es capitalista y subalterno al imperialismo de la misma manera, y por lo tanto no sólo no garantiza la ampliación de derechos para la clase trabajadora, sino que ni siquiera garantiza conservar los pocos que restan. Tampoco garantiza ni un milímetro más de soberanía nacional, al contrario, el país sigue siendo entregado a los monopolios internacionales y subordinado a los intereses de los países ricos. El gobierno habla de “reindustrialización” y ofrece mano de obra barata y regalías para que los países ricos produzcan, en las palabras del ministro de Finanzas Haddad, “aluminio, textiles, celulosa y acero”. Y llama a eso “neodesarrollismo”. Los multimillonarios hacen la fiesta, mientras que los de abajo siguen igual o peor.
La lucha va a continuar y nos entusiasma. Pero los trabajadores deben avanzar a tener su propio proyecto y luchar por él. Porque el gobierno Lula, al implementar una política económica neoliberal, hacer alianzas con la derecha y gobernar al servicio de los ricos, no resolverá los principales problemas sentidos por los trabajadores.
Para eso, sería necesario enfrentar verdaderamente a las multinacionales y los grandes monopolios capitalistas. A partir de la reestatización de las empresas privatizadas. Ponerlas bajo el control de los trabajadores y no de media docena de magnates como se hizo con la Eletrobras [energía] o como pretenden hacer ahora con el agua. Pronto privatizarán hasta el aire.
Enfrentar a los multimillonarios y reestatizar sería un camino para tener servicios mejores, más baratos y para todos los brasileños. Además de posibilitar que la riqueza producida por estos grandes monopolios fuese utilizada por los trabajadores, destinada a universalizar servicios públicos como saneamiento básico, mejores salarios, pleno empleo, inversión en las áreas sociales y necesidades reales del país, posibilitando romper la dominación imperialista.
Lo que impide que el Brasil se desarrolle es el dominio de las grandes empresas que controlan todo, desde la economía hasta la política.
Por eso, para cambiar es importante tener independencia de clase. En otras palabras, los trabajadores no pueden apoyar el gobierno Lula -Alckimin, que gobierna con el centrão bolsonarista y todas la gran patronal, aplicando un proyecto capitalista atado a los intereses de los multimillonarios y sus megaempresas y bancos. Para que los trabajadores ganen, se debe atacar la propiedad monopolista y multinacional.
Debe existir la unidad de acción de todos los que están a favor de luchar. Pero es necesario construir la independencia de clase de los trabajadores en el movimiento. Es decir, exigir que las organizaciones de los trabajadores sean independientes del gobierno y defender los intereses de los trabajadores hasta el final, contra la patronal y el gobierno controlado por ella. Además del movimiento, es necesaria una salida política, otro proyecto. De ahí la necesidad de construir una oposición de izquierda, de clase y socialista.
Nadie quiere que regrese la ultraderecha. Pero quienes ayudan a la ultraderecha son los gobiernos del PT, que tienen un discurso a favor del pueblo pero, en la práctica, siguen apoyando y ayudando al capitalismo y a los multimillonarios. La mejor vacuna contra el virus de la ultraderecha es la independencia de clase del gobierno de Lula y el fortalecimiento de una alternativa revolucionaria y socialista de oposición de izquierda al gobierno, incluso para enfrentar también a la derecha.
Artículo publicado en www.pstu.org.br, 27/9/2023.-
Traducción: Natalia Estrada.