Pacto de impunidad

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Dos semanas después de la publicación del presente artículo en Bandera Socialista, prensa del Partido Socialista de los Trabajadores – Perú, la Comisión Permanente del Congreso de la República, que sesiona entre legislatura y legislatura, aprobó en segunda votación la Ley que declara prescritos los delitos de lesa humanidad cometidos antes de 2002.

Por Víctor Montes

La mayoría reaccionaria del Congreso, bajo el paraguas del gobierno de Dina Boluarte, aprobó en primera instancia, el pasado 7 de junio, una Ley que determina que los delitos de lesa humanidad y los crímenes de guerra, pueden prescribir en el Perú si se cometieron (convenientemente) antes de 2002.

Los autores del proyecto de Ley en cuestión, el congresista de Fuerza Popular Fernando Rospigliosi, ex ministro del interior del gobierno de Toledo y responsable por la represión durante el levantamiento popular contra la privatización de las empresas eléctricas de la ciudad de Arequipa (“el arequipazo”), y  el congresista de la bancada Honor y Democracia, Almirante en retiro de la Marina de Guerra, José Cueto, ex Presidente del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, señalaron al diario Perú 21 que con esta Ley, “…las sentencias de los militares y policías calificadas como delitos de lesa humanidad antes del 1 de julio de 2002 quedarán sin efecto y tendrán que ser corregidas…”

Es decir, pretenden absolver por Ley a quienes fueron unos de los protagonistas del genocidio al que fue sometido el pueblo pobre del campo, particularmente el pueblo ayacuchano, durante los 20 años que duró el conflicto armado interno (1980 – 2000).

¿Quiénes quieren la impunidad?

Limpiar y liberar a los policías y militares responsables por el asesinato de decenas de miles de inocentes (como en Putis), bajo el pretexto de enfrentar al terrorismo, es un viejo objetivo de los sectores políticos más reaccionarios y conservadores del país, como el fujimorismo y Renovación Popular, y de los grandes empresarios que apoyaron a la dictadura y sus crímenes mientras esta les garantizó por la fuerza una mayor explotación y por tanto, el incremento de sus ganancias.

Igual bajo los “democráticos” Belaúnde y Alan García (1980-1990), que bajo la dictadura fujimorista, poco o nada importó a los patrones (y no les importa ahora) las 69 mil personas asesinadas durante aquellos años, o las 20 mil personas desaparecidas del conflicto armado interno.

No les importa que esté comprobado por la investigación de la CVR que el 36% de esos asesinatos y desapariciones tuvieran como responsables a miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales.

Según la CVR, los agentes del Estado fueron responsables por más de 7.300 ejecuciones extrajudiciales, así como por más de 6.400 casos de tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes.

En realidad, lo que quiere el fujimorismo, Renovación Popular y demás partidos reaccionarios, así como la patronal, es establecer un régimen en el que se reconozca su derecho a matar a quienes consideran “terrucos” (terroristas). Esto es, a cualquiera que consideren que pone en cuestión o amenaza sus intereses.

Ni olvido ni perdón

La ley aprobada por el Congreso, es un paso hacia la concreción de ese régimen de impunidad contra el pueblo pobre y trabajador que quiere la patronal y los partidos reaccionarios. La misma impunidad que Boluarte espera recibir al término de su mandato, a pesar de los 49 asesinados por la represión.

La impunidad es justamente lo contrario a la justicia. Y Con esta Ley, los deudos de casos tan emblemáticos como Los Cabitos (1983), Putis (1984), Benito Baldeón (1984), Accomarca (1985), Cayara (1985), El Frontón (1986), Bustíos (1988), Barrios Altos (1991), Madre Mía (1992) y La Cantuta (1992) quedan exentos de justicia.

La clase obrera y sus organizaciones no podemos olvidarlo. Los trabajadores y trabajadoras debemos discutir en nuestros sindicatos, barrios y lugares de trabajo, la necesidad de estar en la primera línea de la lucha contra esta ley de impunidad, encabezando la movilización de todo el pueblo, por juicio y sanción ejemplar a todos los responsables de las masacres, torturas y desapariciones, tanto ejecutivos como políticos, de la violencia política y también de los asesinados “en democracia”.

No podemos ni debemos olvidar que la represión del Estado, como muestra la historia, se ceba principalmente contra quienes luchan y enfrentan la explotación y el abuso de los patrones y sus autoridades.

Así sucedió en la dictadura fujimorista, cuando la propia clase trabajadora, víctima del “terruqueo” (acusación de ser terroristas), sufrió la feroz represión del gobierno con la finalidad de destruir sus organizaciones, despedir a sus dirigentes, e imponer nuevas y mayores tasas de explotación y miseria.

Por eso, y por la solidaridad con nuestros hermanos directamente asesinados por las Fuerzas Armadas y policiales que hoy defienden a este gobierno también asesino y hambreador, debemos echar abajo dicha norma con nuestra movilización. Y para esto, debemos superar los límites que han impuesto a la lucha las actuales direcciones reformistas, como la CGTP, quienes someten la movilización a sus cálculos electorales.

Es posible la derrota militar de Israel

Hasta el año pasado era difícil pensar en la posibilidad de una derrota militar de Israel en su guerra genocida permanente contra el pueblo palestino. Hoy, importantes intelectuales, como Ilan Pappé, ya prevén el colapso de Israel o su derrota militar a corto plazo[1].

Por: José Welmowicki, Jorge Martínez y Américo Gomes

La crisis en el gobierno de Netanyahu y en el Estado de Israel ya existía antes del ataque de Hamás del 7 de octubre, sin embargo, el ataque de este día y la resistencia palestina, que no ha sido derrotada después de ocho meses de combates, la agravan.

Además de la heroica resistencia palestina, las grandes manifestaciones internacionales, principalmente en los países imperialistas, y algunas acciones de los trabajadores en esos países desenmascararon al gobierno israelí y potenciaron una grave inestabilidad política en Israel.

La política del imperialismo de imponer un enclave sionista en una región de árabes y musulmanes en el Medio Oriente puede estar al borde de una derrota histórica. Un dato sobre el que Ilan Pappé llama la atención es el número de judíos israelíes que están abandonando el país, preocupados con su seguridad. Él estima que alrededor de 500.000 israelíes adoptan esta actitud, es decir, alrededor de 10% de la población judaica. El ex primer ministro Naftali Bennet publicó un emotivo llamado a los judíos para que no abandonen Israel en este momento delicado[2].

Por lo tanto, desde el punto de vista político ya hay una derrota. Una expresión de esto es que la mayoría de la vanguardia de la clase trabajadora de los países occidentales ya identifica el Estado de Israel como un Estado represor y opresor que está llevando a cabo un genocidio contra todo un pueblo. La mayoría de la juventud judaica en EE.UU., país clave para el mantenimiento del Estado de Israel, ya no se identifica con Israel y participa masivamente de las manifestaciones contra el genocidio en Palestina. Ya se está produciendo una derrota política para el sionismo y la realidad de Medio Oriente ya no será la misma después de estos últimos meses.

Aunque no todos vean que este régimen nazi y racista necesita ser destruido y eliminado, lo que sólo puede ocurrir violentamente, el repudio es cada vez más generalizado, habiendo llegado a las mayores universidades de Estados Unidos, como Harvard y Columbia.

El problema es que la mayoría de las organizaciones obreras, incluso las que se presentan más a la izquierda, apoyan explícita o tácitamente la política de mantenimiento de los dos Estados y no desarrollan una política efectiva de apoyo militar a la resistencia palestina.

Debido a esta posición, la mayoría de las organizaciones no desarrollan una política efectiva de apoyo militar a la resistencia palestina ni se hace una política de exigencia a los gobiernos de la región para que rompan relaciones con Israel y se declaren solidarios y apoyen el esfuerzo de los palestinos para derrotar a Israel militarmente.

Por otro lado, si quienes dicen apoyar la victoria de la resistencia, como Hezbollah e Irán, efectivamente apoyaran y abrieran otro frente de combate, acelerarían la crisis y la derrota militar del enclave sionista.

La farsa de la democracia del Estado de Israel

Israel intenta presentarse como una democracia, incluso como que respeta a las minorías oprimidas, a diferencia de otros países de la región, como los Estados musulmanes.

Sin embargo, el régimen que allí existe es de apartheid. Israel es un Estado colonial de apartheid que practica la discriminación y segregación racial sistémica de una manera inhumana para oprimir a los palestinos. En realidad, los ciudadanos palestinos de Israel son de segunda clase y los palestinos en los territorios ocupados son sometidos a reglas coloniales[3] sin tener ningún derecho. Las cárceles sionistas están llenas con miles de prisioneros palestinos arrestados sin siquiera cargos formales, pero que permanecen detenidos durante meses o años sin tener acceso ni a un juicio.

Israel realiza elecciones periódicas, tiene un parlamento, una Corte Suprema e instituciones clásicas de una democracia, y una prensa en alguna medida libre para los israelíes, pero nada libre para los árabes. La propaganda sionista habla constantemente de ser la única “democracia” en Medio Oriente. En verdad, esta democracia parlamentaria es para los ciudadanos judíos, ya que los árabes son excluidos. Incluso en ella, en los últimos años se han tomado una serie de decisiones políticas y jurídicas autoritarias sólo para salvar el poder del actual gobierno de Netanyahu, que incluso han provocado protestas de masa de los propios israelíes en las calles.

En Cisjordania hay una serie de asentamientos judíos que son ilegales según las normas del derecho internacional y de la ONU, y además, los muros que separan a Israel de los territorios ocupados obligan a los palestinos que viven en las ciudades del área a atravesar una maraña de puestos de control si quieren desplazarse por estos territorios o ir a trabajar dentro de las fronteras de Israel de 1967, y donde son sometidos a humillaciones diarias y retenidos en filas durante horas y horas. Y los colonos judíos en estas áreas son la base de los grupos directamente fascistas que integran gobiernos como el de Netanyahu y de ministros importantes como Smotrich o Bengvir que hablan abiertamente del exterminio físico de los palestinos.

El hecho es que cinco millones de palestinos que están bajo ocupación israelí no tienen siquiera derecho a votar. Si todos los que están sujetos a la autoridad israelí tuviesen derecho a votar, la mayoría sería palestina. Si incluimos a los millones de refugiados palestinos fuera del país y que gustarían de regresar a su tierra natal, el panorama se vuelve aún más complejo para los sionistas. Por eso, la mayoría electoral sionista ha promulgado una serie de leyes discriminatorias que pretenden limitar cada vez más los derechos de los ciudadanos no judíos de Israel.

Estas son las principales razones por las que muchos observadores internacionales no consideran que Israel sea una verdadera democracia. Así como las entidades de derechos humanos responsabilizan cada vez más a Israel de cometer genocidio con su agresión asesina en Gaza y Cisjordania.

Israel no acepta el Estado palestino

A pesar de la farsa imperialista de la política de los dos Estados, para los partidos que gobiernan Israel la única opción posible en este momento es una solución de un Estado único, pero en tanto se mantenga el statu quo de un Estado con territorios ocupados y apartheid y ni consideran la posibilidad de un Estado palestino en Cisjordania y en Gaza, donde los palestinos tengan plenos derechos políticos.

La salida democrática reside en la propuesta original de la OLP de una Palestina única, libre, laica y democrática. La política de «dos estados» sólo sirve para encubrir a los países imperialistas que apoyan a Israel con una aparente política de «justo medio» pues plantean esta posición para atraer a un sector de la sociedad palestina y para justificar su posición pro-israelí y tratar de dar credibilidad a sus esfuerzos por imponer una «paz de los cementerios» que acabe con la revuelta palestina. Pero el sector que simboliza esta política dentro de la sociedad palestina, la ANP y su líder Abbas, tiene cada vez menos apoyo, y de hecho cumple el papel de policía interna de la ocupación sionista.

La política de dos Estados sirve también para ganar tiempo para llevar a cabo el genocidio del pueblo palestino, en la medida en que Israel aumenta su ocupación territorial ilegal, inflando la inmigración e intentando crecer con el aumento de la tasa de natalidad entre las comunidades religiosas fundamentalistas.

La verdadera política que se ve en la realidad es la que afirma el primer ministro Benjamin Netanyahu: “Vamos a convertir Gaza en una isla desierta. A los ciudadanos de Gaza les digo: deben irse ahora. Atacaremos todos y cada uno de los rincones de la franja”. Para los sionistas, la alternativa para los palestinos es evacuar o morir sin que los palestinos tengan donde huir.

Israel no es invencible

La invencibilidad militar de Israel cayó por tierra. Su gran desarrollo tecnológico y capacidad de monitoreo ha sido vendido a través de sus softwares espías, como Pegasus, a multitud de países en el mundo, incluidos países árabes.

El ataque de Hamás del 7 de octubre demostró que el sistema de inteligencia de las fuerzas israelíes, con sus drones de vigilancia, sus cámaras de seguridad y todo su aparato de recopilación de información resultó ser un fracaso.

Además de la confianza en su tecnología militar, Israel confiaba en su muro, construido a un alto costo, que los combatientes palestinos simplemente demolieron con excavadoras y camiones, lo atravesaron con motocicletas y jeeps, y lo sobrevolaron con alas delta.

Los soldados que lo custodiaban se vieron abrumados y mostraron poca resistencia, lo que demuestra que están con la moral baja. Desmoralización que se refleja en la incapacidad de las fuerzas armadas para derrotar la resistencia palestina después de ocho meses de combates y de toda la destrucción causada en toda Gaza.

Esta situación llevó al principal portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, contralmirante Daniel Hagari, a afirmar que «Hamás es una idea» que no se puede eliminar y no decirlo es «arrojar arena en los ojos del público«.

Recientemente el New York Times publicó un artículo en el que los principales generales de Israel defienden un alto el fuego en la Franja de Gaza, incluso con Hamás manteniendo el poder, mostrando que crece la diferencia entre el comando militar y el gobierno de Netanyahu, que sigue defendiendo que la guerra sólo terminará «después de haber alcanzado todos sus objetivos, incluida la eliminación de Hamás y la liberación de todos nuestros rehenes«. Los generales admiten que están mal equipados para el combate, con menos municiones, menos piezas de reposición y menos energía moral[4].

Estos hechos obligaron a Netanyahu a disolver su gabinete de guerra, más aún después de que el ex ministro de Defensa Benny Gantz lo acusara de obstaculizar la «victoria real«. La división en las altas esferas del Estado sionista es una expresión del fracaso de su ofensiva para aplastar la resistencia. Netanyahu ha sido acusado abiertamente de mantener la guerra para salvar su mandato, ya que una vez cese el conflicto corre el riesgo de ser juzgado no apto para el cargo debido a su corrupción. Las manifestaciones ya han ido creciendo, con decenas de miles de israelíes exigiendo un acuerdo de alto el fuego y que Israel acepte la propuesta de la resistencia palestina e intercambie rehenes israelíes por prisioneros palestinos hechos por Israel durante todos estos años de ocupación.

La resistencia palestina sigue fuerte en Gaza y Cisjordania

Además de no haber conseguido destruir la resistencia palestina en Gaza, el ejército israelí se está viendo obligado a reanudar los combates incluso en las áreas de la Franja que fueron ocupadas. A pesar de que el gobierno de Netanyahu afirma haber desmantelado el aparato militar de la Resistencia en el norte de la Franja de Gaza, en enero de 2024, en el barrio de al-Shujaiya de la ciudad de Gaza, desde hace meses se libran violentos combates contra las fuerzas blindadas y de infantería israelíes, que reciben refuerzos y están mejor equipadas y con mayor potencia de fuego, apoyadas por la Fuerza Aérea. Los combatientes de la Resistencia Palestina se enfrentan a las fuerzas hostiles y causan bajas permanentes al enemigo en esta región.

Según el sitio web Al Mayadeen, las Brigadas al-Quds de la Jihad Islámica Palestina (PIJ) atacaron los tanques israelíes Merkava 4, utilizando el Shawaz EFP (una ojiva autoformada) y cohetes al-Yassin (RPG). Los combatientes de Al-Qassam también se enfrentaron con las fuerzas de ocupación en Tal al-Hawa, otro barrio en el sur de la ciudad de Gaza, disparando un RPG contra los soldados.

Las fuerzas de ocupación en los asentamientos de Netsarim y Kissufim fueron atacadas en sus bases militares por combatientes de la Resistencia, que dispararon varios tipos de proyectiles de artillería y cohetes en su dirección[5].

En Jabalia, al norte de Gaza, y su campo de refugiados tras la invasión terrestre de la Franja de Gaza a finales de octubre de 2023, la Resistencia Palestina, con las Brigadas al-Qassam de Hamás, recuperó capacidades operativas eficaces.

En Rafah, la Resistencia Palestina continúa enfrentándose a las fuerzas de ocupación lanzando cohetes contra instalaciones militares israelíes, como en Sufa, al este de la ciudad, y en el barrio de al-Saudi, donde se encuentra la base militar Karem Abu Salem. Un equipo de francotiradores de Al-Assam logró abatir a soldados israelíes cerca de la mezquita de al-Shibli, en el este de Rafah. Las Brigadas también dispararon misiles RPG al-Yassin contra un vehículo blindado (APC) israelí en el barrio de Al-Saudi. En el barrio de al-Shaboura, combatientes de al-Qassam dispararon proyectiles RPG contra los tanques israelíes Merkava.

También en Cisjordania la resistencia está causando pérdidas a las tropas de ocupación sionistas. En Jenin, las Brigadas Al-Quds se enfrentan a las fuerzas de ocupación israelíes, que invadieron la ciudad, con sus artefactos explosivos improvisados ​​(IED). En la zona de Sahel Marj Bin Aamer, al norte de Jenin, varios soldados israelíes resultaron heridos. En lo que las Brigadas denominaron “Operación Furia de Jenin 2”. Los vehículos blindados israelíes, como el Panther Personnel Carrier (APC), fueron destruidos.

Demostraciones estas de que la disposición de los combatientes de la Resistencia Palestina es seguir luchando contra la ocupación israelí hasta que sea derrotada en Cisjordania y en la Franja de Gaza[6].

Estos combatientes necesitan apoyo político, contrabando de armas, y que las naciones árabes y musulmanas de la región se unan contra Israel y lo aíslen en toda la región.

Las maniobras imperialistas

Como la situación es adversa para Israel y los sionistas, han aparecido otras propuestas para una salida negociada. En el marco de la ONU, miembros del Consejo de Seguridad como China y Rusia intentan lograr una suspensión de las hostilidades, para que los negocios puedan volver a fluir. Sin embargo, estos países, a pesar de algunas declaraciones y críticas al Estado sionista, así como a los gobiernos de las naciones árabes y musulmanas, no hacen nada efectivo para ayudar a la Resistencia. Todos se disciplinan a las decisiones del Consejo de Seguridad, donde Estados Unidos, con su derecho de veto, impide cualquier política efectiva que obligue a Israel a retirarse de la invasión genocida a Gaza y de la represión asesina en Cisjordania.

Por lo tanto, de hecho, esperan que Israel aplaste a Palestina para que la región vuelva a la “normalidad”; mientras, el imperialismo, en cambio, unificado, habla de la política de los dos Estados, apuntando a derrotar la resistencia palestina con maniobras dilatorias y disuasivas.

Estados Unidos llegó a hablar de suspender el suministro de ayuda militar a Israel, pero nada de ello llegó a buen término, sino todo lo contrario[7]. Las solicitudes presentadas ante la Corte Penal Internacional (CPI) de órdenes de arresto para los líderes de Israel y de Hamás expresan el repudio masivo al genocidio que está siendo transmitido al mundo con imágenes en vivo, pero no tienen el poder de impedir que continúe la invasión ni el decisivo apoyo militar estadounidense a Israel. Y cuando España, Noruega e Irlanda reconocen formalmente a Palestina como Estado, intentan encontrar un camino para estabilizar la situación, con el objetivo de ganar tiempo para la derrota de la Resistencia Palestina, y la defensa de la política de dos Estados que mantenga la existencia del Estado de Israel.

Un programa para la victoria militar

Debido a que Israel es una potencia militar que pretende masacrar a un pueblo en condiciones de inferioridad militar incomparable, y además cuenta con fuerte apoyo de las potencias imperialistas, el esfuerzo por su derrota militar debe combinar una serie de factores.

Empezando por la movilización de la clase trabajadora, con actos y manifestaciones, pero también con boicots y bloqueos de materiales militares, al estilo del boicot a los productos israelíes a través del movimiento BDS (Boicot, Desinversión, Sanciones), y los embargos en puertos y aeropuertos al comercio con el agresor genocida. Pero también es necesario que la solidaridad con la Resistencia Palestina, además de política, sea militar, con envío de armas por parte de los países que reconocen que hay un genocidio.

 Los Estados árabes y de la región deben romper con los Acuerdos de Abraham y declarar su ruptura con Israel, empezando por Irán y Arabia Saudita. Pero no basta con romper las relaciones políticas y económicas. Además, los países de la región deben regionalizar el conflicto militar atacando el Estado sionista.

La causa palestina exige una “nueva Intifada regional”, con los palestinos que viven en Jordania y el apoyo que Egipto y otros países vecinos que puedan prestar apoyo militar directo a los palestinos perseguidos y cuyas vidas están amenazadas en Cisjordania y en Gaza. Hezbollah debe adoptar una postura ofensiva contra Israel a partir del conflicto en el sur del Líbano y el norte de Israel, en solidaridad con los palestinos de Gaza y Cisjordania. Además, los países de la región deben ponerse claramente del lado de los palestinos, situando la agresión sionista como un conflicto militar contra todas las naciones árabes y musulmanas de la región y aislando al Estado sionista.

Creer en la paz sin la derrota militar de Israel es una utopía reaccionaria. No hay posibilidad de paz en SWANA ni de existencia de una Palestina Libre y Democrática sin la destrucción del Estado de Israel.

Traducción: Natalia Estrada.


[1] https://outraspalavras.net/geopoliticaeguerra/o-colapso-do-sionismo-e-israel/

[2] Nota de Naftali Bennett.

[3] Para ver la expresión de esta actitud colonialista, en los casos que involucran a palestinos de los territorios ocupados se utilizan las reglamentaciones del período colonial británico sobre Palestina entre 1918 y 1947.

[4] Guerra en Gaza: sin municiones ni energía, los generales israelíes quieren un alto el fuego en el enclave palestino (globo.com).

[5] La resistencia palestina enfrenta una nueva invasión de al-Shujaiya – Al Mayadeen inglés.

[6] Palestinian Resistance confronts renewed invasion of al-Shujaiya, https://english.almayadeen.net/news/politics/palestinian-resistance-confronts-renewed-invasion-of-al-shuj

[7] La Casa Blanca ha informado al Congreso que planea enviar más de mil millones de dólares (£800 millones) en nuevas armas a Israel.

Bolivia: Lo que está por detrás de la acción del 26 de junio

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Por Alicia Sagra

El miércoles 26 de junio, Bolivia apareció en toda la prensa internacional. Parecía ser que la trágica historia de los golpes militares volvía a repetirse. En las primeras horas de la tarde 2 tanques y varias decenas de soldados al mando del ex Comandante en Jefe del Ejército general Zúñiga, ocuparon la Plaza Murillo. Uno de los tanques atropelló la puerta de entrada de la casa de gobierno, y Zúñiga junto a un grupo de soldados, entraron en búsqueda del presidente Luis Arce. El presidente salió, increpó al general, diciendo que él era su capitán y le ordenó que replegara a sus soldados.

Zúñiga no aceptó la orden de repliegue, pero se retiró del palacio para hacer declaraciones a la prensa. Declaró que la situación no podía seguir así, que tenía que haber cambios, que su objetivo era restablecer la democracia y liberar a sus presos, entre ellos la ex presidenta Jeanine Añez acusada de preparar el golpe de 2019.

Ningún sector político dio apoyo a esa acción militar. Incluso, la misma Jeanine Añez declaró que estaba en contra de cualquier golpe militar y que al MAS lo iban a derrotar en las urnas en 2025.

La COB llamó a huelga general indefinida, lo que fue apoyado por Evo Morales que también convocó a Bloqueos de Camino, para enfrentar al golpe y defender la “democracia”.

Mientras tanto el presidente Arce removió la cúpula militar, nombrando nuevos comandantes en jefe para las tres armas. Y, aún en horas de la tarde, el movimiento fue reducido y el General Zúñiga fue preso. Antes de ser llevado por la policía, hizo la siguiente declaración a la prensa: El día domingo, en el Colegio La Salle, me reuní con el presidente. Y el presidente me dijo: ‘La situación está muy jodida, esta semana va a ser muy crítica… Entonces, es necesario preparar algo para levantar mi popularidad’[1], dando así entender que había sido un autogolpe.  Acusación que fue desmentida por la ministra de la presidencia María Nela Prada.

El general Zúñiga, visto como cercano a Arce, había sido removido de su cargo de Comandante en Jefe del Ejército por injerencia en la política, después de que hizo declaraciones insultantes a Evo Morales, amenazándolo con meterlo preso si se presentaba como candidato a la presidencia.

¿Qué fue lo que pasó?

Esta es la pregunta que aparece en todos los medios de prensa bolivianos y seguramente es la se hacen los trabajadores, campesinos, estudiantes, que fueron convocados para enfrentar el “golpe”.

Nadie parece tener en claro lo que pasó y se barajan diferentes hipótesis. Por ejemplo, María Galindo, de la organización Mujeres Creando, hizo una fuerte declaración contra esa acción  militar, planteando tres hipótesis: 1- Fue una demostración de fuerza de los militares, para mostrar lo que pueden hacer en cualquier momento; 2- Se trató de una acuerdo entre el gobierno de Arce y el General Zúñiga, para mostrar a un presidente fuerte, dispuesto a enfrentar, a diferencia de lo que pasó con Evo en 2019, y así recuperar  parte del apoyo popular que ha perdido; 3- Fue un golpe, que aún permanece activo y del que no se conocen las verdaderas caras. Por otro, el profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, Manuel Camilo González, manifiesta: No hubo intención de derrocar a Arce ni tampoco acciones tendientes a ello. Más bien, hubo una presión indebida de la cabeza de los militares para obligar a Arce a crear un nuevo gabinete, presumiblemente con menos presencia del MAS, e incluso de liberar presos políticos como el opositor Camacho y la expresidenta Añez”.[2]

Independientemente de cuál de esas hipótesis, coincida con la realidad, lo concreto es que provocó miedo en la población, que conoce muy bien las consecuencias de muertes, cárcel, persecuciones, de la gran cantidad de golpes militares que ha habido desde 1950. Y se sabe también, que siempre fue la movilización obrera y popular la que permitió salir de esas situaciones. Por eso, fue correcto el llamado a huelga general indefinida realizado por la Central Obrera Boliviana ante esa acción militar.

El resultado de esa acción fue la agudización de la crisis económica, a la que se le suma una gran tensión política. Y si fue un intento de Arce de aumentar su popularidad, le salió mal, ya que todos los datos indican que el porcentaje de aprobación, que ya estaba en el 18%, cayó aún más, después de los incidentes del miércoles 26 de junio.

Por detrás de esta crisis boliviana hay tres elementos que se destacan: el enfrentamiento Arce-Morales, la crisis económica y el enorme descontento popular.

El enfrentamiento Arce-Morales.

Arce fue el ministro de finanzas de Evo, y se lo considera el “padre del milagro boliviano”. Sin embargo, hoy existe un fuerte enfrentamiento entre ellos que ha llevado a la división del MAS entre “evistas” y “arcistas”.

Hagamos un poco de historia para entender este enfrentamiento. El gobierno del MAS es consecuencia de la revolución obrera, indígena y popular de 2003 y 2005 que derrocó dos gobiernos burgueses Goni, Mesa e impidió la sucesión constitucional de Vaca Diez, hombre de confianza de la burguesía en ese entonces.  Para contener y desviar la revolución, la burguesía más lúcida recurrió a la salida extrema de aceptar un gobierno encabezado por un indígena y además cocalero, aunque eso significase enfrentar a los sectores burgueses más reaccionarios.  Y la táctica le salió muy bien a la burguesía, con el gobierno del MAS la revolución fue detenida. Y, por supuesto, Evo Morales (y Luis Arce después) aceptó las condiciones exigidas, así su gobierno “indígena” defendió, sin ninguna duda, el sagrado derecho burgués de la propiedad privada y  el monopolio total de las armas por parte de las Fuerzas Armadas de la Nación.

Como ya dijimos en otros artículos, el gobierno del MAS nunca fue revolucionario, pero para poder desviar la revolución obrera, indígena y popular tuvo que realizar importantes reformas democráticas, como la elección de los jueces por sufragio universal y otras con un gran carácter simbólico para un pueblo desde siempre oprimido y humillado, como la educación bilingüe, la wipala como símbolo nacional.  El Estado Plurinacional se contuvo dentro de lo simbólico y su mayor expresión material es la ampliación de la representación indígena campesina, obrera y popular en el Estado, diputados, funcionarios públicos y gobiernos locales. Todo eso, en medio de una situación económica favorable, por el alto precio de las materias primas, en especial el gas, que posibilitó un rápido crecimiento, estabilidad y capacidad para contener la inflación, lo que se dio en llamar “El milagro económico boliviano”.

Pero esta situación económica comenzó a cambiar en 2014. Eso sumado a la poca respuesta a las condiciones de vida de los obreros, la represión a los indígenas que protestaban por la construcción de una mega carretera que atravesaba sus territorios, y las maniobras de Evo para concretar su tercera reelección, fueron haciendo caer el prestigio del gobierno del MAS. Ese creciente desprestigio facilitó el reaccionario golpe militar impulsado por la derecha del Oriente Boliviano, que obligó a la renuncia de Evo Morales, en noviembre de 2019.

Ante el golpe se dio la tradicional reacción obrera y popular, que impidió que el gobierno golpista de Jeanine Añez se consolidara y   en las elecciones de 2020 volvió a triunfar la fórmula del MAS, encabezada por el profesor universitario Luis Arce.

Esa fórmula tuvo el apoyo de Evo Morales, pero pocos años después se hizo público el enfrentamiento que existía entre ellos.

En octubre de 2023, se realizó el congreso del MAS, que expulsó al presidente Luis Arce y al vice David Choquehuanca, (dirigente campesino, de origen aymara) y proclamó a Evo Morales candidato a la presidencia. Lo que provocó una impugnación, de parte de Luis Arce, que fue aceptada por la justicia.

Ese enfrentamiento público entre los dirigentes, se trasladó al parlamento y llevó a enfrentamientos entre las bases que respondían a uno u otro y a la división en las organizaciones sociales

Los dos se acusan, mutuamente, de corrupción. Evo acusa a Arce de ineficiente, Arce acusa a Evo de irresponsable, de poner en riesgo la institucionalidad.  EL gobierno de Arce acusa de corrupción en la industria del litio y manda detener a funcionarios ligados a Evo Morales. En enero febrero de este año Evo impulsa bloqueos de caminos exigiendo la renuncia de los jueces que confirmaron su inhabilitación electoral. Y así continúan, utilizando recursos del estado y a las organizaciones sociales, en su pelea.

Hasta ahora no aparecen diferencias políticas. Por ejemplo, la defensa de los recursos naturales era uno de los puntos de la Agenda de la revolución (2003-2005) y era una de las banderas del MAS. Sin embargo, se ha concretado una impresionante entrega del Litio del salar de Uyuni a la empresa privada china Citic Cuoan Group y a la estatal rusa Rosatom. Ante ese hecho, no hubo ninguna oposición de Evo, quien es, además, quien más impulsó (e impulsa) las relaciones con la dictadura capitalista china y las grandes empresas de ese país.

Todo parece indicar, y es lo que reflejan los medios de prensa bolivianos, que la pelea tiene que ver con la cuestión electoral. El apoyo popular al MAS no es el mismo que durante el primer gobierno de Evo, pero según todas las encuestas, estaría primero (si se presenta unido) en las intenciones de voto para la elección presidencial de 2025, ya que la derecha salió muy mal parada después del golpe de 2019 y de las movilizaciones que desestabilizaron al gobierno golpista.

Como la disputa es por quien será el candidato a la presidencia y, muy probablemente el próximo presidente de Bolivia. Pelea que no es por el prestigio del cargo, sino que está estrechamente ligada a la corrupción, a las prebendas que ese cargo ofrece, en la medida en que más se acercan las elecciones, la pelea se fortalece.

Es decir, exactamente igual a lo que ocurre en los partidos burgueses. Lo que no es extraño, porque ese tipo de partido, en la medida en que pasan años administrando el estado burgués, se van pareciendo cada vez más a los partidos burgueses. Y eso es independiente de que su principal dirigente sea un campesino de origen aymara o un ex obrero metalúrgico como Lula en el PT de Brasil. Incluso esos partidos pueden llegar a cambiar su carácter de clase.  Eso fue lo que pasó con el MNR, de origen pequeñoburgués, que después de la revolución de 1952 dio origen a una nueva burguesía boliviana, a partir de los beneficios obtenidos por la administración de las empresas estatales.

Y esa pelea entre estos dos dirigentes del MAS por la candidatura presidencial, de por sí complicada, ya que el prestigio de Arce ha caído mucho y Evo está impedido de ser candidato por la Constitución que sólo permite dos mandatos presidenciales, se complica aún más porque se da en medio de crecientes problemas económicos.

El deterioro económico

Bolivia se había destacado en Latinoamérica por su rápido crecimiento y capacidad para contener la inflación. Era cuando se hablaba del “milagro económico boliviano”.

Pero  en marzo de 2023 , se detectaron problemas, cuando se evidenció una graveescasez de dólares y comenzaron a aparecer en las calles largas colas de quienes intentaban comprarlos. Eso ha generado un mercado paralelo y se habla de que habría unos 13 tipos de cambio. El gobierno afirma que la economía sigue estable y que sólo se trata de un brote especulativo. Pero no es lo que dicen los expertos, que hablan de un problema mucho más profundo, que se explica por la caída del nivel de producción de gas natural, que posibilitó grandes ingresos al país después de la nacionalización de los hidrocarburos.

El economista y consultor financiero Jaime Dunn, explica: «Desde 2014 empezó a revertirse el efecto de esa bonanza y esto hizo que bajara el nivel de dólares que llegaban al país.»

En forma paralela, disminuyeron considerablemente las reservas internacionales. Según los informes del Banco Central, estas pasaron de US$15.122 millones en 2014 a US$1.796 millones en abril de 2024 (fecha en que se publicó el último informe).

Con esos recursos se han mantenido algunos de los programas sociales de los gobiernos de Evo Morales primero y Luis Arce después, como el subsidio a la compra decombustibles, que Bolivia tiene que importar y pagar en dólares en los mercados internacionales.

«Eso ha llevado al país a una crisis porque, a pesar de que se cayeron los ingresos, se mantuvo un gasto muy alto. Y desde 2014 los ingresos del gas natural se empezaron a reemplazar por deuda interna y externa»[3]

La escasez de dólares ha repercutido especialmente en los sectores que importan o exportan bienes. ENTE DE LA IMAGEN,GETTY IMAGES

La escasez de dólares también ha afectado directamente a la importación de combustible. Esto es problemático si se considera que, según el propio presidente Arce, Bolivia importa el 56% de la gasolina y el 86% del diésel que consume.

«Bolivia ha pasado de ser un país exportador neto de energía a ser un importador. Habiendo sido hace apenas 10 años atrás una especie de centro energético para Sudamérica», afirma Jaime Dunn.

 Claudia Pacheco, presidenta del Colegio de Economistas de Santa Cruz, señala “Bolivia es importador de insumos y de bienes de capital en casi un 80% por lo que se ha visto muy afectado por la escasez de dólares»,[4]

Y esa realidad se siente en la economía popular, con el aumento del valor de algunos productos básicos como el arroz o el tomate y con la falta de otros productos.

El descontento y la respuesta popular

Todo eso está generando un gran descontento popular que se expresa en diferentes acciones.

Comerciantes y transportistas han realizado manifestaciones y bloqueos de caminos en distintas ciudades del país. En 2023 hubo alrededor de 200 bloqueos, denunciando la escasez de dólares y de combustible.

En las estaciones de servicio se dan largas colas, con algunos que se quedan a dormir ahí, con el fin de conseguir combustible

Una gran marcha de vendedores ambulantes, de diferentes partes del país, se dio en La Paz denunciando la escasez de dólares y combustibles.

Perspectiva

Es evidente que existe una importante crisis política que se combina con la económica, situación incrementada por los acontecimientos del 26 de junio, en donde se volvió a jugar con los sentimientos y los temores del pueblo boliviano. Es difícil predecir en qué terminará el enfrentamiento de los dirigentes del MAS. Pero cualquiera sea el resultado de esa pelea y de las elecciones, lo cierto es que nada será a favor de los trabajadores y de los pobres de Bolivia.

A los sufrimientos económicos que se incrementan, se le suma una nueva frustración. Fueron muchos lo campesinos y trabajadores, que participaron en las revoluciones de 2003-2005 y que pusieron sus expectativas en Evo Morales y el MAS. Pero, lo que algún día fue el Instrumento Político de los Trabajadores, hoy se han transformado en un partido muy parecido a los burgueses, en donde los dirigentes se pelean por cargos, por prebendas y utilizan a los trabajadores y a sus organizaciones, como armas de esa pelea.

A los trabajadores, campesinos pobres, estudiantes, les queda sólo un camino para superar esa situación, la lucha por la revolución socialista, por el poder de los trabajadores que inicie el camino hacia el socialismo y, para lograrlo, la construcción del partido que oriente en ese camino: un partido obrero, revolucionario e internacionalista. Es una tarea difícil, pero es la única que puede brindar una salida.


[1]  Semana, 28-06-24, www.semana.com

[2] idem

[3] BBC New Mundo, 28-06-2024

[4] idem

¿Cómo fue derrotado el golpe de Kornílov?

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Por Murat Yakın

La «normalidad» capitalista no puede mantenerse indefinidamente… Las revoluciones son épocas en las que las masas intervienen en el curso de los acontecimientos históricos, a diferencia de las épocas «normales» en las que la historia la hacen los monarcas, los ministros, los burócratas, los parlamentarios y sus instituciones. En todos estos periodos de agitación, la burguesía trata básicamente de impedir que la clase obrera intervenga en los acontecimientos como clase independiente.

En el proceso de la lucha de clases, los trabajadores ponen en primer plano sus propias organizaciones, creando organismos autoorganizados del tipo de los soviets, que desempeñan un papel fundamental en las revoluciones. Sin embargo, como hemos visto, éstos pueden ser dirigidos por partidos y direcciones que están en las filas de la clase obrera pero que en realidad se comprometen con los objetivos de la burguesía y, por lo tanto, pueden ser deformados. Por lo tanto, en los momentos críticos en los que debe decidirse el destino de la revolución, la existencia de una dirección y un programa revolucionarios se convierte en un factor decisivo.

A medida que avanza el proceso revolucionario, surgen cada vez más nuevas formas de organización. Pero esto no significa que el partido revolucionario se construya espontáneamente. Se trata de una tarea estratégica que en tiempos «normales» ya debería haberse cumplido. 

Las libertades políticas, que habían sido avasalladas por la autocracia zarista, fueron recuperadas por las masas con el derrocamiento del régimen zarista en el gélido febrero de 1917. Sin embargo, pronto quedó claro que en esta primera fase de la revolución no se podía avanzar en la solución de los candentes problemas de los obreros, campesinos y soldados.  El pueblo ruso exigía la paz inmediata, mientras que el Gobierno Provisional se empeñaba en seguir en guerra y mantenerse fiel a los tratados imperialistas.

Entre el 3 y el 7 de julio -según el calendario juliano- los acontecimientos se descontrolaron. En las movilizaciones centradas en San Petersburgo, soldados y obreros industriales protagonizaron protestas masivas contra el «Gobierno Provisional». Las masas perdían poco a poco la esperanza en los «conciliadores». Tanto es así que la influencia de los mencheviques y eseristas en los soviets de obreros y soldados empezó a disminuir a medida que aumentaba su responsabilidad en el gobierno burgués, cada vez más odiado por el pueblo.

El 21 de julio Kerensky se convirtió en primer ministro. Cuando los eseristas y los mencheviques de la dirección soviética reconocieron también la autoridad del Gobierno Provisional, los soviets obreros se sometieron formalmente. Con la supresión de las manifestaciones, el periodo de doble poder llegó a su fin y el poder del Gobierno Provisional pasó a ser absoluto.

Sin embargo, la «contrarrevolución» se sentía ahora lo suficientemente fuerte como para ganar las calles.  Había llegado el momento de actuar para paralizar el proceso revolucionario.

Los primeros objetivos de la contrarrevolución, fueron prohibir las manifestaciones, ilegalizar el partido bolchevique y detener a sus principales dirigentes. El Gobierno Provisional se vio presionado por los terratenientes e industriales (organizados en la Unión de Terratenientes y la Unión Nacional de Comercio e Industria) y por los sectores militares asociados a la Unión de Oficiales y la Unión Militar para que actuaran con el fin de restablecer el orden político y el control militar. En estos momentos de caos, diferentes opciones bonapartistas competían entre sí.

De estas opciones, Kornilov representaba sin duda la más decidida a poner fin a la situación de doble poder en el país, a reforzar la autoridad del gobierno mediante la formación de un gobierno militar y a reorientar la participación de Rusia en la guerra.

Una serie de derrotas sufridas por el ejército ruso en agosto de 1917 proporcionó el pretexto para el golpe. Alemania había capturado Riga. Los reaccionarios se quejaron de la agitación bolchevique en el ejército. Se planeó un golpe de estado para el 28 de agosto, sexto aniversario lunar de la revolución de febrero en el calendario ruso. En el último momento, la noche del 27 de agosto, Kerenski se dio cuenta de que Kornílov planeaba derrocarle. Anunció su condena del golpe y destituyó a Kornilov como comandante en jefe.

Sin embargo, ya era demasiado tarde. Kornilov estaba decidido a terminar lo que había empezado. Tenía el apoyo de todos los oficiales. Envió algunos oficiales a Petrogrado para organizar un ejército de voluntarios de dos mil hombres. Tenía el apoyo de los gobiernos británico y francés. El 28 de agosto, las fuerzas contrarrevolucionarias avanzaban sobre la ciudad desde todas las direcciones y, por la tarde, algunas divisiones se encontraban a 33 km de la ciudad.

En este momento decisivo, cuando cada minuto contaba, los bolcheviques, que habían pasado a la clandestinidad, decidieron basar su línea principal en una transformación táctica. Lo que importaba ahora no era lo que quería Kerensky, sino lo que querían las masas obreras, que aún creían en los mencheviques y socialrevolucionarios. Pero querían defender la revolución.

Los bolcheviques llamaron a la acción conjunta de estos partidos para derrotar a Kornílov. Lenin tenía claro que luchar contra Kornílov no significaba apoyar al gobierno de Kerenski. El partido se dedicó a explicar esto pacientemente a las masas a través de una enorme red de publicaciones clandestinas.

Su política se concretaba en oponerse con las armas a la contrarrevolución en defensa de las conquistas de la revolución, sin que ello supusiera un apoyo al gobierno que representaba a la burguesía, al imperialismo y a su política belicista.

Cuando los marineros que regresaban a Petrogrado para defender la revolución visitaron a sus camaradas en la prisión de Kresty, donde estaba Trotsky, le preguntaron si había llegado el momento de derrocar al gobierno. Trotsky respondió: «No, aún no ha llegado el momento; pon tu fusil en el hombro de Kerensky y dispara a Kornilov. Estas palabras resumían la política de los bolcheviques, que no abandonaron la lucha contra el Gobierno Provisional, sino que sólo cambiaron el método de lucha.

A las puertas de Petrogrado se enfrentaban dos programas diferentes. El programa de Kornílov incluía la continuación de la guerra imperialista a toda costa, la restauración del antiguo régimen, la destrucción despiadada del proceso revolucionario y la militarización de las ciudades y las fábricas. Los bolcheviques se opusieron a este programa con una línea diferente, cuya línea básica era la detención de todos los oficiales que eran o se sospechaba que eran oficiales de la junta, el fusilamiento de los contrarrevolucionarios, el armamento inmediato de toda la clase obrera, en las fábricas  seguir bajo control obrero para aplastar la contrarrevolución. El último punto no vino de los bolcheviques, sino de Weinstein, un menchevique: La organización de un comité militar revolucionario.

Los bolcheviques, cuyos dirigentes seguían en la cárcel o en la clandestinidad, aceptaron unirse al Comité Militar Revolucionario junto con los socialistas revolucionarios y los mencheviques con una condición: La distribución de armas a los trabajadores. Se distribuirían 40.000 fusiles a los obreros, que formarían destacamentos organizados con los soldados en todos los distritos de la capital.

Aunque los bolcheviques eran minoría en este comité, en la práctica lo tomaron bajo su control. El «Comité Militar Revolucionario» iba a desempeñar un papel vital en la supervivencia del primer Estado obrero del mundo hasta el final de la guerra civil.

La alianza entre los Guardias Rojos de los Soviets Obreros y las filas del ejército, formado principalmente por campesinos reclutados para la guerra, comenzó a fortalecerse de nuevo.

Los obreros se armaron rápidamente. Las fábricas de armas trabajaban día y noche para producir las armas necesarias para la defensa de Petrogrado contra Kornilov. Los trabajadores de correos y ferrocarriles fueron movilizados a través de los sindicatos. Los trenes se desviaban, los telegramas no llegaban al cuartel general contrarrevolucionario, las locomotoras se averiaban misteriosamente, los soldados que se perdían o se separaban de sus unidades se encontraban con agitadores revolucionarios que les explicaban el verdadero significado de lo que estaba ocurriendo. En cuatro días la aparentemente invencible fuerza militar había sido destrozada.

Kornílov había sido derrotado, pero también Kerenski. La política bolchevique había llevado a miles de obreros y soldados a romper con los mencheviques y los socialrevolucionarios y a pasarse a ellos. El historiador menchevique Sujanov escribiría más tarde: «Después del asunto Kornílov, el bolchevismo empezó a florecer por todas partes y a echar raíces en todo el país»…

Elecciones de 2024: sin opciones para los trabajadores

Por John Leslie

Las elecciones de 2024 no ofrecen opciones reales para la clase trabajadora. Es el genocida Joe contra el mentiroso reaccionario y racista Trump. Incluso antes de su deslucida actuación en el debate presidencial del 27 de junio, Biden parecía estar a punto de perder. Durante el debate, Biden tuvo dificultades para dar sus respuestas, lo que reforzó las preocupaciones sobre su edad y si es apto para el cargo. Un activista demócrata fue citado por el  Philadelphia Inquirer  después del debate diciendo: «Aunque Trump estaba diciendo tonterías todo el tiempo, estaba hablando con claridad».

El lector debe preguntarse si las ofertas en estas elecciones son realmente lo mejor que la clase dominante estadounidense  puede ofrecer para engañar al electorado.

De hecho, tras el debate, el pánico se apoderó de los círculos de la clase dirigente y de las filas de la dirigencia del Partido Demócrata. Un ejemplo de ello es el editorial del New York Times  que se publicó al día siguiente, en el que se afirmaba que el presidente en funciones debería tirar la toalla y despejar el camino para que los demócratas nominaran a alguien más capaz de desempeñar el cargo.  El Times escribió: “El camino más claro para que los demócratas derroten a un candidato definido por sus mentiras es tratar con la verdad al público estadounidense: reconocer que Biden no puede continuar su carrera y crear un proceso para seleccionar a alguien más capaz de ocupar su lugar y derrotar a Trump en noviembre”. El 30 de junio, el  Atlanta Journal-Constitution  se unió al NYT al pedir a Biden que  “pasara la antorcha”.  

CNN , la cadena que presentó el debate, lo expresó así: “Si Joe Biden pierde las elecciones de noviembre, la historia registrará que bastaron sólo 10 minutos para destruir una presidencia”.

Por otra parte, algunos de los partidarios de Biden —desde la vicepresidenta Harris hasta el senador de Pensilvania Fetterman y el Philadelphia Inquirer— han pasado a defender el desempeño de Biden, y  Harris ha afirmado  que, a pesar de un “comienzo lento”, Biden presentó un “contraste muy claro con Donald Trump en todos los temas que importan al pueblo estadounidense. Sí, hubo un comienzo lento, pero fue un final sólido”. La manipulación del electorado, en la que se les dice a los votantes que no vieron el desempeño vacilante de Biden, recuerda al chiste de Richard Pryor: “¿A quién vas a creer, a mí o a tus ojos mentirosos?”. 

Biden no es una alternativa

Biden, que ha pasado su carrera al servicio de Wall Street, no es amigo de los trabajadores. Ha continuado con  políticas migratorias reaccionarias  a pesar de la retórica del Partido Republicano que acusa a los demócratas de mantener una frontera “abierta”. Un  funcionario de la administración Biden  se jactó de haber deportado “a más personas que en cualquier año desde 2015”.

Biden ha demostrado ser incapaz de calmar las preocupaciones de la clase trabajadora sobre la inflación, y él y su partido han redoblado su apoyo al  estado de apartheid israelí . El día del debate, un grupo de  62 demócratas en el Congreso votó con el Partido Republicano  para ocultar el número de muertos en Gaza impidiendo que el Departamento de Estado cite las estadísticas del Ministerio de Salud de Gaza.

La carrera temprana de Biden se basó en la oposición a la desegregación escolar a través del transporte en autobús, y nunca debemos olvidar su papel en la aprobación de la  Ley contra el Crimen de 1994 , que ayudó a crear el régimen de encarcelamiento masivo en los EE. UU.

Luego está la forma en que los demócratas, con Biden a la cabeza,  traicionaron los intereses de los trabajadores ferroviarios  en medio de las negociaciones para un contrato justo. Como informó anteriormente Workers’ Voice: “Después de hablar a favor del derecho de los trabajadores ferroviarios a un contrato decente, los miembros del llamado Squad, que son vistos por muchos como demócratas ‘de izquierda’, votaron el miércoles para imponer el acuerdo podrido propuesto por el liderazgo del Partido Demócrata. Demostraron claramente que existe una contradicción entre sus palabras de apoyo y sus acciones. El núcleo de su política procapitalista se expresa en sus votos”.

Biden merece perder, pero ¿Trump merece ganar? 

La retórica de Trump durante la campaña electoral es a veces violenta, ya que critica a los trabajadores inmigrantes por “envenenar la sangre de nuestro país”. En el mundo de Trump, los trabajadores inmigrantes son criminales, violadores y asesinos, que están aquí para ocupar el lugar de los estadounidenses “reales”.  Durante el debate  , dijo: “Están tomando los empleos de los negros y están tomando los empleos de los hispanos, y aún no lo han visto, pero van a ver algo que será lo peor de nuestra historia…”

Trump ha repetido un tema de la “teoría del gran reemplazo” de los nacionalistas blancos , que sostiene que las “élites” (a menudo judíos) están reemplazando a los trabajadores estadounidenses por inmigrantes de América Latina. Las ideas nacionalistas blancas como la teoría del reemplazo, que en el pasado sólo sirvieron de inspiración a milicias violentas y grupos neonazis, se han convertido en una corriente principal de la política republicana en los años de Trump. El propio Trump hizo llamamientos en clave a la extrema derecha en sus campañas. Los defensores republicanos de la teoría del reemplazo evitan la terminología más descarada, pero el mensaje es claro: “ellos” tienen la intención de arrebatarles el futuro a los estadounidenses blancos. A esto a veces los reaccionarios se refieren como “genocidio blanco”. 

Trump también ha prometido “erradicar a los comunistas, marxistas, fascistas y matones de la izquierda radical que viven como alimañas dentro de los confines de nuestro país”. Ha prometido un  “baño de sangre”  si no gana las elecciones de 2024.

Durante el primer gobierno de Trump, las nominaciones a la Corte Suprema y los nombramientos en tribunales federales provocaron un brusco giro hacia la derecha en todos los niveles. La llegada de Trump al poder significó un ataque concertado a los derechos reproductivos, los derechos LGBTQ, el medio ambiente y el derecho al voto. Y el 1 de julio, la Corte Suprema protegió parcialmente a Trump del procesamiento del 6 de enero, con su fallo que hace que los presidentes estadounidenses sean inmunes al procesamiento por actos potencialmente ilegales que hayan llevado a cabo en el curso de sus funciones “oficiales”.

El Proyecto 2025

En el plano institucional, una nueva administración de Trump sería más eficaz en sus ataques contra la clase trabajadora y los oprimidos. El  Proyecto 2025 , un plan detallado de 900 páginas para gobernar en la próxima administración, promovido por la reaccionaria Heritage Foundation, establece un programa que pondría prácticamente toda la burocracia federal bajo el control presidencial. Eliminaría departamentos enteros y apuntaría a los empleados federales que actualmente están protegidos por las normas del servicio civil. Los empleos federales se convertirían en nombramientos políticos otorgados a partidarios leales del régimen.

El proyecto también intentaría “detener la guerra contra el petróleo y el gas natural” recortando la financiación de proyectos de energía renovable y sustituyendo las metas de reducción de carbono (por limitadas que sean) por planes para aumentar la producción de energía. Redoblaría la apuesta por las medidas antiinmigrantes y buscaría financiación para construir un muro en la frontera con México.

Según The Guardian , “junto con el documento, el grupo está creando una base de datos de personal potencial para una administración entrante de Trump, así como también capacitándolos sobre cómo debería funcionar el gobierno como parte de una ‘Academia de Administración Presidencial’. El paso final será un manual de transición presidencial que busca ayudar al próximo presidente a comenzar con buen pie una vez que asuma el cargo”.

Además de Heritage, más de 100 organizaciones de derechas participan en el Proyecto 2025, que representa un enfoque mucho más integral de una “revolución” de derechas que el reaganismo o el Contrato de América de Newt Gingrich. El director de la Fundación Heritage, Kevin D. Roberts, explicó los cuatro “frentes amplios que decidirán el futuro de Estados Unidos”.  Estos son : “1. Restaurar la familia como la pieza central de la vida estadounidense y proteger a nuestros hijos; 2. Desmantelar el estado administrativo y devolver el autogobierno al pueblo estadounidense; 3. Defender la soberanía, las fronteras y la abundancia de nuestra nación contra las amenazas globales; 4. Asegurar nuestros derechos individuales otorgados por Dios a vivir libremente, lo que nuestra Constitución llama ‘las bendiciones de la libertad’”.

Roberts  afirma  que “la inflación está devastando los presupuestos familiares, las muertes por sobredosis de drogas siguen aumentando y los niños sufren la normalización tóxica del transgenerismo, con drag queens y pornografía invadiendo sus bibliotecas escolares”.

Los capitalistas no tienen soluciones

El crecimiento de la extrema derecha es un síntoma de la crisis del sistema capitalista, de la incapacidad de la clase dominante y de la subordinación de la independencia de clase a la idea del mal menor por parte de la “izquierda” reformista. A los votantes se les da a elegir entre dos males y se espera que acepten que así son las cosas. Ninguno de los partidos capitalistas tiene soluciones para las múltiples crisis interconectadas del capitalismo, por lo que juegan a las guerras culturales y a la indignación fabricada.

Un sector de la clase dominante está impaciente con la democracia burguesa, que, como sabemos, en el mejor de los casos no es más que una pantalla para ocultar la dictadura de la clase capitalista. Mientras tanto, los llamados defensores de la democracia burguesa, al tiempo que denuncian a Trump como una amenaza a sus normas “democráticas”, han hecho el juego a los ataques neomacartistas contra los partidarios de la liberación palestina. Lejos de defender derechos democráticos como el derecho a la protesta o la libertad de expresión, los demócratas, incluido Biden, se han sumado al coro que difama a los palestinos y a sus partidarios tachándolos de antisemitas y “partidarios de Hamás”.

Las elecciones no son el mejor método para derrotar el avance de la derecha. La derecha está librando un ataque en dos frentes, dentro y fuera del Partido Republicano. Grupos de extrema derecha como los  Proud Boys o el Patriot Front pretenden estar a favor de los trabajadores, pero en realidad representan una agenda política que busca derrotar decisivamente a la clase trabajadora y a los oprimidos. Derrotar a la extrema derecha requerirá la movilización masiva de todos los oprimidos y explotados independientemente de los partidos de los patrones. Las alianzas electorales multiclasistas y el sometimiento al mal menor no nos salvarán de la extrema derecha. Los tribunales, la policía y los políticos capitalistas no están de nuestro lado.

Los reformistas intentarán canalizar la energía de los movimientos populares hacia el Partido Demócrata. Las campañas de Bernie Sanders de 2016 y 2020 fueron un ejemplo de este tipo de política y de la desorientación de la izquierda. Los reformistas utilizaron las campañas de Bernie para desviar la verdadera ira contra el sistema hacia las tranquilas aguas del Partido Demócrata. En lugar de romper con los demócratas y construir un nuevo partido de la clase trabajadora, la burocracia sindical, las grandes ONG y los reformistas de todo tipo subordinaron los intereses de los oprimidos y explotados a las promesas de uno de los dos grandes partidos de Wall Street.

¿Qué hacer a continuación? 

En primer lugar, decimos al diablo tanto con Biden como con Trump. Ambos son enemigos de la clase trabajadora y oprimidos. Como dijo el socialista francés del siglo XIX Jules Guesde: “Entre el cólera y la peste, no se puede elegir”. Sin alternativas reales que ofrecer, ambos partidos avivan temores sobre el otro. El Partido Republicano afirma, sin pruebas, que una victoria demócrata significaría la destrucción del país. Los demócratas afirman que una victoria del Partido Republicano significaría el fin de la “democracia”, mientras que sus apologistas educados de la “izquierda” ignoran los crímenes de guerra de Biden y nos piden que votemos por los demócratas para “detener el fascismo”.

Ninguno de los problemas que enfrentamos, incluida una segunda administración de Trump, se puede resolver votando por los demócratas. Las soluciones residen en nuestra capacidad de construir movimientos democráticos de masas contra los patrones e independientes de ambos partidos burgueses. Nuestro futuro depende de la actividad real de la clase trabajadora y los oprimidos, no de los políticos ni de los tribunales.

En esta elección, es posible registrar un voto de protesta para los candidatos socialistas independientes, romper con los demócratas y comenzar el duro trabajo de construir una alternativa de la clase trabajadora digna de ese nombre.

Los trabajadores y los oprimidos necesitamos un partido propio. Este partido debe estar basado en una ruptura clara con los demócratas, sin adaptarse a la idea del mal menor. Un partido así lucharía por los intereses de los oprimidos y explotados en las urnas y en las calles. En última instancia, la verdadera transformación social no llegará por medios electorales, sino a través de la movilización y organización independientes de la clase obrera y sus aliados.

Perú: Retorna la lucha contra el gobierno y el Congreso

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Por Partido Socialista de los Trabajadores – Perú

El reciente 12 de junio, la Junta de Fiscales Supremos se pronunció para rechazar el proyecto de Reforma que declara en reorganización a la Junta Nacional de Justicia y al Ministerio Público, y convocaron a la ciudadanía a sumarse a la “defensa de la democracia y el Estado de Derecho”. Varias ONG y partidos acogieron ese llamado, mientras organizaciones sindicales y populares anuncian movilizaciones contra el gobierno y el Congreso, lo que abre la perspectiva de una lucha que el PST hace suya. La situación exige de parte de las centrales un plan de lucha nacional que permita que esta voluntad popular se cumpla.

La línea autoritaria del gobierno y el Congreso comenzó con la impunidad de los asesinatos, la criminalización de la protesta social y el blindaje de Dina Boluarte y muchos congresistas. Muchos creyeron que podían soportar al gobierno hasta el 2026, pero los hemos confirman que los costos son inaceptables y amenazan libertades y derechos fundamentales; la bicameralidad y la reelección de congresistas fueron impuestos contradiciendo la voluntad popular expresada en referendo; y los movimientos políticos regionales fueron inhabilitados para reforzar el monopolio de los partidos corruptos en la representación política. 

El indulto a Fujimori fue otra muestra de autoritarismo. Además, el Congreso está copando otras instituciones del Estado con la finalidad de asegurar por lo menos dos de sus principales y más urgentes prioridades: 1) Impunidad en los procesos penales que enfrentan los líderes de los partidos en el poder, especialmente Keyko Fujimori, y 2) Control del próximo proceso electoral para obtener ventaja y asegurar su permanencia en el poder.

El pacto de los corruptos avalado por la patronal

Los principales partidos del fujimorismo y los partidos más derechistas como principales aliados lograron alinear a otras bancadas significativas, incluidos Perú Libre y Bloque Magisterial, a cambio de concesiones menores. Es el llamado “pacto de los corruptos” que sostiene al gobierno para sostenerse a sí mismos, y cuentan con el apoyo de los sectores empresariales.

En efecto, el gobierno de los corruptos es la forma que ha tomado la política patronal por capturar completamente la conducción del Estado. Primero fueron los intentos aislados del fujimorismo de imponerse sobre el gobierno de PPK y luego sobre Vizcarra, quien más bien terminó cerrando el Congreso, aunque el nuevo Congreso logró vacarlo para imponer al gobierno usurpador de Merino que solo duró una semana, cayendo bajo una combativa movilización.

Esta correlación cambia durante el proceso electoral de 2021, cuando Pedro Castillo pasa a la segunda vuelta con un programa y un discurso que amenaza algunos cimientos del dominio neoliberal. La burguesía descarga en esa ocasión su primera ofensiva atacando la candidatura de Pedro Castillo y volcando todo su apoyo a la procesada Keyko Fujimori, y el resultado fue una derrota para ellos; la segunda ofensiva fue contra el gobierno de Castillo, primero desconociendo su victoria y luego hostilizándolo permanentemente con intentos de vacancia.

La tercera ofensiva es la que está en marcha, con la imposición a sangre y fuego del gobierno de Boluarte sin convocatoria a elecciones generales inmediatas.

Entonces, el objetivo de la ultraderecha y la patronal que la respalda es tomar el control del régimen “democrático” por la vía electoral, para imponer una situación que destrabe definitivamente los proyectos mineros y se implementen nuevas reformas neoliberales, y una represión más ofensiva, libreto que ya se experimentó en la coyuntura 2022-2023.

De vuelta a las calles

Pese a los pronunciamientos de varios partidos en defensa de la democracia no se ve hasta el momento un plan de acción concreto para hacer efectiva la caída del gobierno; el eje de su política es tocar las puertas de las instituciones internacionales y hacer llamados a la conciencia de los sectores patronales que apoyan el pacto de los corruptos, y siguen enfocados en su estrategia electoral que implica esperar al 2026.

Es clave recordar que esos sectores, reformismo de izquierda y centroderechistas, tuvieron el control político después de la caída de la dictadura fujimorista, y son los responsables de haber empantanado esa revolución y mantener la Constitución de 1993, lo que hizo posible la continuidad del plan neoliberal impuesto por la dictadura. La falsa creencia de que eso iba a abonar en favor de la modernización del Estado, de la institucionalidad democrática y de los derechos democráticos de la población, fue comprobado por experiencia propia por la gran mayoría de peruanos y es justamente la causa del descontento social y la crisis de fondo.

La crisis política que se vive desde el 2016, es en gran parte la expresión del fracaso de ese proceso. Y ahora, ante el debilitamiento de aquellos sectores políticos y la ausencia de una alternativa de clase, quienes se han fortalecido con la crisis son los sectores más derechistas. En contraste con esa política, los sectores obreros y populares vienen impulsando la lucha en las calles y anuncian reeditar la marcha de los cuatro suyos del año 2000 hasta poner fin al gobierno y el congreso. Ante esa situación, las direcciones políticas y sindicales tienen responsabilidad en viabilizar un verdadero plan de lucha nacional que haga cumplir la voluntad popular.

Kenia: William Ruto reprime manifestaciones, paga la deuda y envía tropas a Haití

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Kenia estuvo muy visible en la prensa mundial en los últimos días. Destacaron dos hechos. Uno fue la nueva ola de movilizaciones contra el gobierno de William Ruto y el otro fue el envío de soldados para reprimir en Haití. Síganos, intentaremos explicar este intrincado juego de sumisión a los países imperialistas, en especial, actualmente, Estados Unidos.

Por César Neto y J. G. Hata

Kenia: herencia colonial y bonapartismo

El gobierno bonapartista de William Ruto reconoció oficialmente la existencia de más de veinte muertos en las dos últimas semanas de junio. Los videos y fotografías que nos llegan nos hacen pensar en un número mucho mayor. Para explicar toda esta violencia podemos tomar varios puntos de partida. Uno de estos puntos es la historia reciente del país.

En la partición de África por el imperialismo europeo, Inglaterra invadió y ocupó, entre otros países, a Kenia. Las tierras kenianas eran ideales para el cultivo de té. Té que muchos se empeñan en decir que es inglés, cuando en realidad es keniano. Las tierras fueron invadidas paulatinamente y la población local quedó con pequeños espacios para sobrevivir sobre la base de una cultura de subsistencia. Los pueblos Kikuyo, Meru y Embu organizaron importantes procesos de resistencia contra el invasor. Las más conocidas fueron la Resistencia Nandi (1895-1905), luego la Revuelta de Giriama (1913-1914); Revuelta de las Mujeres de Muranga contra el trabajo forzado (1947), Revuelta de Kolloa (1950)[1].

Durante el período del colonialismo inglés, los kenianos necesitaban, para moverse dentro de su propio país, del Kipande, un tipo de pasaporte otorgado por las autoridades inglesas. Pero esa no fue la única violencia. Los colonos ingleses (settlers) recibieron entrenamiento militar del ejército británico para defenderse del pueblo negro. La violencia fue tanta que Winston Churchill aconsejó que se evitaran asesinatos en tan grande escala. En otras palabras, Churchill dijo: “maten, pero no maten a tanta gente”.

A principios de los años cincuenta se combinaron dos procesos. Por un lado, el pueblo Kikuyo inició un largo proceso de revuelta, combinado con el surgimiento del movimiento militarista Mau Mau. Los soldados y oficiales que regresaban de la Segunda Guerra Mundial, que habían servido en Birmania bajo órdenes británicas, concluyeron que la lucha por la independencia sería armada. Entonces, confluyeron dos movimientos. Uno de carácter proletario y popular de los pueblos Kikuyo y otro militarista.

Para reprimir a los kikuyos se envió la 7.ª División Blindada del Ejército inglés, que de 1943 a 1944 fue uno de los principales batallones en la Segunda Guerra Mundial. Además, se estacionaron tropas de ocupación inglesas en Uganda, Tanganica, Mauricio y Egipto. Hubo más de 25.000 hombres que implementaron el terror a través de campos de concentración, al igual que los nazis en Alemania. En estos lugares se violaba a mujeres y niños y se castraba a hombres. Además de la migración forzada de poblaciones enteras.

Los años cincuenta del siglo pasado estuvieron llenos de violencia imperial contra los pueblos originarios en la disputa por la tierra. Las mejores tierras del país fueron ocupadas por los ingleses para la producción de hojas de té y gran parte fue industrializada por la multinacional Unilever.

A principios de los años sesenta, Inglaterra, ante la radicalización y extensión del movimiento, propuso una salida negociada que incluía la liberación de los presos políticos, entre ellos Jomo Kenyatta.

Kenyatta estudió economía en Moscú por la intervención directa de George Padmore. Cuando este último rompió con la Internacional Comunista, Kenyatta regresó a Inglaterra y junto con Kwame Nkrumah fundó la Federación Panafricana.

La trayectoria de Jomo Kenyatta, por tanto, fue construida en la militancia panafricanista junto con Padmore, Nkrumah, C.L.R. James, Eric Williams, entre otros. Kenyatta fue nombrado primer ministro el 1 de junio de 1963 y posteriormente presidente a partir del 12 de diciembre de 1964. Cargo que ocupó hasta su muerte el 22 de agosto de 1978. En su gobierno, los ingleses blancos preservaron sus privilegios y tierras robadas a los colonos.

Para controlar el movimiento que venía desde 1950, Jomo construyó un régimen bonapartista, extremadamente autoritario y represivo.

Tras la muerte de Kenyatta, el régimen bonapartista continuó su curso con el gobierno de Daniel Arap Moi (1978 a 2002); Mwai Kibaki (2002 a 2013); Uhuru Kenyatta (2013 a 2022) y William Ruto (desde 2022). Es decir, de 1963 a 2022 el país tuvo sólo cuatro presidentes.

Kenia: un país semicolonial inmerso en la crisis capitalista

Como la mayoría de los países semicoloniales, Kenia exporta productos básicos no procesados ​​(commodities) e importa productos industrializados, lo que se ve agravado por tres décadas de desindustrialización[2].

Kenia exporta té (1.200 millones de dólares), flores (766 millones de dólares), café (262 millones de dólares), petróleo refinado (247 millones de dólares) y mineral de titanio (194 millones de dólares). Por otro lado, importa: petróleo refinado (3.530 millones de dólares), aceite de palma (1.260 millones de dólares), medicamentos envasados ​​(554 millones de dólares), automóviles (549 millones de dólares) y hierro laminado en caliente (508 millones de dólares). ). De estas exportaciones, 30% se destina a países africanos que también están en crisis. En cuanto a las importaciones, 70% proviene de China e India, lo que explica parte del endeudamiento con estos países.

La relación exportación-importación determina el desequilibrio comercial y, en 2021, Kenia fue la 59° economía del mundo en términos de PIB, la 109° en exportaciones totales, la 81° en importaciones totales y la 142° economía en términos de PIB per cápita. El IDH del país, medido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), está clasificado como bajo, ubicándose en el puesto 152 entre 191 países.

La deuda pública asfixia aún más al país. En 2021 la deuda rondaba los 71.000 millones de dólares. Ocho años antes era de 16.000 millones. 30% de sus ingresos se utiliza para pagar el servicio de la deuda, es decir, sólo los intereses. 69,1% del PIB corresponde a la deuda. Entre las 50 economías con mayor riesgo de incapacidad para pagar sus deudas, Kenia ocupa el sexto lugar, según la agencia de inversiones Bloomberg.

La inflación de los alimentos tras el inicio de la ocupación de Ucrania es sentida directamente los trabajadores kenianos. La inflación en 2023 fue de 10%, pero este porcentaje no expresa exactamente el aumento de los precios en la mesa de las familias kenianas. El precio de los alimentos se disparó. El azúcar, por ejemplo, aumentó 58% en un año.

Además de los problemas estructurales típicos de una economía semicolonial, el país tiene que afrontar años sucesivos de déficits en la balanza comercial, recesión y aumento de las tasas de interés, que hacen que la deuda externa se dispare. No hay salida para este país si no suspende los pagos de la deuda, nacionaliza las tierras y tiene un fuerte plan de obras públicas para generar empleo. En este caso, ni William Rutto, actual presidente, ni el candidato derrotado en las últimas elecciones, Raila Odinga, están dispuestos a enfrentarse al FMI, al Banco Mundial y a las transnacionales. Por el contrario, William Ruto y la burguesía keniana optaron por aliarse con el enemigo para seguir sobreviviendo como veremos más adelante.

William Ruto: elecciones cuestionadas, crisis económica y movilizaciones

Ruto fue elegido en agosto de 2022. Venció a su ex compañero de gobierno Raila Odinga por un estrecho margen, menos de 1,6% (50,49% vs. 48,85%). Odinga nunca aceptó el resultado y así Ruto empezó a gobernar con la mitad del país en su contra.

Odinga y Ruto fueron aliados durante muchos años, especialmente después de la violencia policial contra manifestantes en 2007, que mató a más de mil personas. El entonces presidente Uhuru Kenyatta y Ruto fueron acusados ​​por la Corte Penal Internacional de crímenes contra la humanidad. Los casos fueron posteriormente archivados, y la ex fiscal jefe de la CPI, Fatou Bensouda, dijo que una incesante campaña de intimidación de víctimas y testigos hizo imposible un juicio[3].

El gobierno de Ruto se ha enfrentado a grandes manifestaciones. Cuando el gobierno cumplía seis meses, en 2023, se dieron las primeras grandes manifestaciones, que tuvieron lugar en marzo. En julio hubo tres días de manifestaciones y represiones violentas. Para esta ola de movilizaciones, en julio, el gobierno de Ruto ya se basó en los acuerdos militares de contrainsurgencia firmados entre EE.UU. e Israel y la policía y las Fuerzas Armadas de Kenia. El resultado de esta asociación entre Estados Unidos, Israel y el aparato represivo fue la muerte de al menos nueve personas.

Junio ​​de 2024: el gobierno repite los ataques de 2023 y las masas repiten las luchas

En julio de 2023, el gobierno intentó imponer un aumento de 8 a 16% en los impuestos sobre los derivados del petróleo y aumentar los impuestos sobre la renta en otro 1,5%. Las movilizaciones, como dijimos anteriormente, fueron violentas.

Este año, en la tercera semana de junio comenzó una nueva ola de movilizaciones que se extendió hasta el final de la cuarta semana. El motivo fue un nuevo paquete de medidas económicas que aumentarían los impuestos sobre varios productos de consumo popular, como alimentos, combustibles, etc.

El primer día de manifestaciones, 200 personas fueron arrestadas. Las manifestaciones obligaron a Ruto a dar su primer retroceso, pero aun así las movilizaciones continuaron después de la votación en el Congreso y la ira aumentó. Parte del edificio del Congreso fue invadido, incendiado y los parlamentarios tuvieron que huir. Luego de este hecho, la principal bandera política pasó a ser: Fuera Ruto. Al final de dos semanas de movilizaciones, 25 personas fueron vistas muertas en las calles. Cientos de heridos fueron trasladados a hospitales, muchos de ellos de gravedad, y existe la posibilidad de aumento de la cifra de muertos.

William Ruto: el nuevo administrador colonial del imperialismo norteamericano

Las relaciones exteriores en el ámbito político y económico en los últimos años han sido principalmente con China. Ante la inestabilidad política del régimen bonapartista de William Ruto, este buscó nuevos aliados y encontró el apoyo que necesitaba en Estados Unidos.

Para la aproximación del gobierno keniano al de Estados Unidos, jugó un papel fundamental la embajadora Meg Whitman, ex directora ejecutiva de Hewllet-Packard y eBay, que el año pasado acompañó a Ruto en una visita al Silicon Valley que incluyó visitas a Google, Apple e Intel. Whitman se ha convertido en una fuerte defensora de la creación de empresas estadounidenses en Kenia, un próspero centro y nuevas empresas (startups) tecnológicas y de innovación, por veces llamado la Sabana del Silicio de África. Microsoft y una empresa de los Emiratos de inteligencia artificial, la G42, informaron que invertirán mil millones de dólares en un centro de datos ecológico en Kenia, la mayor inversión digital jamás realizada en el país.

Este movimiento se extendió también al ámbito militar. En febrero, Kenia fue sede del mayor ejercicio militar del Comando de los Estados Unidos para África Oriental. Es un hecho relevante ya que en otros países los militares estadounidenses fueron expulsados, como en Níger, a favor de grupos mercenarios rusos.

El día antes de que comenzaran las manifestaciones de junio de 2024, Joe Biden nombró formalmente a Kenia como un gran aliado no perteneciente a la OTAN, y Ruto envió los primeros 400 militares de un grupo de 1.000 a Haití.

El envío de militares a Haití

Toda la historia anterior pretende describir la violencia heredada del período colonial y que continuó después de la independencia con el régimen bonapartista vigente desde entonces. Combinado con el bonapartismo hay una gigantesca crisis económica y la proporcional respuesta del movimiento de masas. A toda esta situación se suma la crisis interna desde las últimas elecciones, donde el resultado pro Ruto fue cuestionado en el parlamento, en el Poder Judicial y principalmente en las calles. Así, el envío de tropas para la represión en Haití es parte de la política de apoyo al régimen bonapartista keniano por parte del imperialismo norteamericano.

Kenia tiene una larga historia de participación en las mal llamadas fuerzas de paz. Actuó en Timor Oriental, Bosnia-Herzegovina, Sierra Leona y Namibia. Actualmente participa de la intervención militar en Somalia y en la República Democrática del Congo.

William Ruto, presionado por las manifestaciones de 2023, tomó la iniciativa de proponer el envío de tropas a Haití, para ganar la simpatía del imperialismo norteamericano y reducir la presión interna. La Administración Biden apoyó la decisión y presionó al Consejo de Seguridad de la ONU para que no sólo aprobara el despliegue de tropas kenianas y de otras, sino también para que designara a Kenia para asumir el liderazgo de esta fuerza multinacional. La resolución aprobada en setiembre del año pasado “fue en parte obra de Estados Unidos, que la redactó junto con el Ecuador”[4].

“Los 1.000 kenianos que se espera intervengan en Haití serán seleccionados entre fuerzas policiales especializadas, como la Unidad de Despliegue Rápido (Unité de Deploiement Rapide), la Unidad de Patrulla Fronteriza (Unité de Patrouille Frontalière) y la Unidad de Servicios Generales (Unité de Service Général), un ala paramilitar generalmente llamada a reprimir diversos conflictos internos”[5].

A las masas haitianas les espera un futuro sombrío. El New York Times definió a la policía keniana de la siguiente manera: “Fuerza excesiva. Ejecuciones extrajudiciales. Una larga historia de brutalidad e impunidad[6].

Además de las fuerzas kenianas, “según el Consejo de Seguridad de la ONU, se unirán a las kenianas fuerzas de países como Bahamas, Bangladesh, Barbados, Benín, Chad y Jamaica, para un total de 2.500 policías que serán desplegados en fases, a un costo anual de alrededor de 600 millones de dólares”[7].

La oposición burguesa a William Ruto mostró toda su hipocresía ante el envío de tropas a Haití y el asesinato de activistas en la última ola de movilizaciones. La principal coalición opositora, Azimio, encabezada por el veterano Raila Odinga, acusó al gobierno de “liberar fuerza bruta” contra los manifestantes e instó a la policía a “dejar de disparar contra niños inocentes, pacíficos y desarmados[8].

Denunciar esta violación a la soberanía del pueblo haitiano

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el envío de tropas a Haití sin que fuera discutido con la población. Al mismo tiempo, los organismos del Estado burgués no tienen un gobierno legítimo que pueda autorizarlo. Desde el asesinato del ex presidente Jovenel Moïse, el país está gobernado por un Primer Ministro títere, con los mandatos de los parlamentarios expirados y un poder judicial completamente corrupto. El Primer Ministro gobierna por decreto, no hay Parlamento, no hay gobernantes electos en la República de Haití; por lo tanto, el envío de tropas es un atropello a la soberanía del país.

Denunciar al gobierno de Ruto por matar a su pueblo y exportar violencia

El gobierno de Ruto es responsable de una fuerza policial que utiliza métodos de exterminio en las movilizaciones. El año pasado fueron asesinadas nueve personas en las manifestaciones de julio y este año otras 25. Sin contar los asesinatos extrajudiciales. El libertador Simón Bolívar dijo: Maldito el soldado que apunta su arma contra su pueblo. En el caso del gobierno de Kenia, además de matar a su pueblo, intenta ser servil al imperialismo e intervenir en un país que nunca ha pedido este tipo de ayuda, y mucho menos a Kenia, que ni siquiera tiene embajada en el país caribeño.

Apoyar la lucha de los haitianos en la diáspora

Miles de haitianos se encuentran en la diáspora en América Latina, especialmente en Argentina, Brasil y Chile. Además de los que migraron a Estados Unidos y Europa. En todos estos países, los haitianos sufren racismo y xenofobia. Las organizaciones de la clase trabajadora y de la juventud en estos países de acogida deben estar a la vanguardia del apoyo a la lucha de los haitianos en la diáspora y contra sus gobiernos.

Apoyar e impulsar la construcción de organizaciones haitianas independientes en la lucha contra el imperialismo y sus agentes

Es necesario ayudar a los haitianos a construir un programa antiimperialista y anticapitalista. Y, a partir de este programa, construir una organización con ese perfil, uniendo a trabajadores y estudiantes hacia la construcción de una organización independiente, rumbo al socialismo. Basta de capitalismo. El capitalismo mata. Muerte al capitalismo.

Todo apoyo y solidaridad al pueblo keniano contra el gobierno de Ruto.

Fuera William Ruto, agente del FMI, del Banco Mundial y del Consejo de Seguridad de la ONU.

Militancia activa contra la ocupación de Haití por tropas extranjeras al servicio del imperialismo norteamericano.

Por un gobierno de los trabajadores haitianos.

Traducción: Natalia Estrada.


[1] Kenia: rebelión anticolonial de los Mau Mau, genocidio y primeras reparaciones – https://litci.org/es/kenia-rebelion-anticolonial-los-mau-mau-genocidio-primeras-reparaciones/

[2][2][2] Kenia: tres semanas de movilizaciones contra el gobierno recién elegido – https://litci.org/es/kenia-tres-semanas-de-movilizaciones-contra-el-gobierno-recien-elegido/

[3] Ruto and Sang case: ICC Trial Chamber V(A) terminates the case without prejudice to re-prosecution in future – https://www.icc-cpi.int/news/ruto-and-sang-case-icc-trial-chamber-va-terminates-case-without-prejudice-re-prosecution

[4] Déploiement de policiers kényans en Haïti : « une aventure mal préparée » ?  https://www.jeuneafrique.com/1491787/politique/deploiement-de-policiers-kenyans-en-haiti-une-aventure-mal-preparee/

[5] Ídem.

[6] Kenyan Police, a Force With a Bloody History, Confront Protesters at Home and Gangs in Haiti – The New York Times, June 25, 2024.

[7] Haitians react to expected arrival of police force from Kenya – https://www.africanews.com/2024/06/25/haitians-react-to-expected-arrival-of-police-force-from-kenya/

[8] Kenya: William Ruto retire le projet de budget conteste – https://www.jeuneafrique.com/1581773/politique/kenya-william-ruto-retire-le-projet-de-budget-conteste/

Elecciones europeas 2024: un voto contra los regímenes burgueses, capitalizado por la derecha

Declaración del Ejecutivo del Partido de Alternativa Comunista (PdAC) – Italia

En términos generales, se puede resumir de la siguiente manera: las elecciones europeas confirman y profundizan la crisis, que lleva años en curso, de los regímenes burgueses de la Europa de los banqueros y resaltan la desconexión entre un sector creciente de las masas populares y las fuerzas políticas burguesas, que están (o parecen) más comprometidos con las políticas antipopulares del gran capital.
En ausencia de partidos comunistas y de clase con arraigo de masas, esto resulta, en primer lugar, sobre todo en Italia, en un crecimiento exponencial de la abstención electoral (en dirección a la protesta pasiva) y, en segundo lugar, en el crecimiento porcentual, y en algunos casos incluso numérico, de la derecha, en en particular de las extremas que se presentan como antisistema: Le Pen en Francia, AfD en Alemania, etc. Partidos de derecha a los que, utilizando la demagogia populista, les resulta fácil presentarse como una supuesta alternativa a las políticas antiobreras de los grupos de centro izquierda más comprometidos con la Unión Europea de los banqueros. Esto se combina, además, con el mecanismo de «péndulo», de alternancia, según el cual entre los votantes (un número cada vez menor), el partido que gobernó en último lugar y cuyas fechorías fueron más recientes es penalizado principalmente: ver el resultado de la votación en Alemania y en Francia (en este último caso, el presidente Macron convocó a elecciones políticas dentro de un mes, en un intento de recuperarse en la segunda vuelta recurriendo al habitual llamamiento «democrático» y «antifascista»).

Meloni: aulladora «del pueblo»

El caso italiano, a pesar de sus particularidades, no difiere de esta tendencia general.
Fratelli d’Italia, que también puede presumir una victoria política por el crecimiento porcentual después de dos años del gobierno de Meloni, pierde en números absolutos 700.000 votos (probablemente por la abstención), sólo parcialmente reemplazados por el agotamiento del electorado de la Liga de Salvini en colapso vertical. Por lo tanto, en general, incluso en Italia el gobierno está perdiendo en votos absolutos, aunque esto no se refleje en el cuadro general. De hecho, el resultado se ve contrarrestado por el efecto parcialmente negativo del liderazgo del gobierno (que sin embargo aún no ha mostrado con toda su brutalidad las medidas que está preparando) y el perfil (al menos por el momento) de fuerza «por el cambio», «popular», incluso paradójicamente «de oposición», encabezada por la aulladora «popular» Meloni (que luego utiliza tonos muy diferentes en los salones europeos o cuando ofrece su frente al beso de Biden).

La demagogia de Schlein (Partido Demócrata)

El Partido Demócrata capitaliza, en lo inmediato (con un crecimiento también en votos absolutos), la actual colocación en la oposición y la cara aparentemente «nueva» de la secretaria del partido Schlein, que puede permitirse, al no estar en el gobierno nacional, hacer amplio uso de una demagógica defensa del bienestar (hundido en el pasado por anteriores gobiernos de centroizquierda y hoy por los consejos regionales en los que gobierna el Partido Demócrata) y de una ostentosa defensa de los derechos civiles y de sectores doblemente oprimidos, en particular las mujeres y LGBT+. Schlein, haciendo un amplio uso de la personalización, también gusta de presentarse como la iniciadora de una «nueva temporada» (la enésima) del Partido Demócrata, orientada hacia la izquierda. Gracias a todo esto, también absorbe parte de los dos millones de votos perdidos por Conte y el Movimiento Cinco Estrellas, cuyo perfil «antisistema» está ahora empañado.

Avs, rueda de auxilio del Partido Demócrata

A la «izquierda» (por así decirlo) del Partido Demócrata crece, en porcentaje pero también en votos absolutos, la Avs [Alianza Verde e Izquierda] de Fratoianni y Bonelli, que (según los datos disponibles al momento) también se debe en parte al colapso de Conte (Movimiento 5 Estrellas), pero también y sobre todo por la abstención, por las diversas izquierdas que al no presentarse a votar dieron indicios de voto para Avs junto con sectores del movimiento, jóvenes y estudiantes, activistas antifascistas, centros sociales e incluso anarquistas (tradicionalmente abstencionistas) que sólo fueron a votar para apoyar la candidatura de Salis [anarquista prisionera en el cárcel de Orban] y en parte también a otros rostros populares como el alcalde Mimmo Lucano.

No se trata de un hecho que vaya de contratendencia real al colapso de toda la izquierda más o menos reformista en Europa (Die Linke, lo que queda de Refundación, Podemos, etc.). Más bien, parece ser un resultado aleatorio vinculado principalmente a la candidatura de Salis.

La eventual y probable liberación de Salis de las cadenas de Orban es, evidentemente, un hecho positivo que también nosotros saludamos. Lamentablemente, hay que decirlo con claridad, esto se ve contrarrestado por el uso cínico que del casi 7% obtenido harán Fratoianni y Bonelli, ya generosos con declaraciones de apoyo a la unidad con el Partido Demócrata de Schlein y de los banqueros. Continuando la larga carrera de rueda de auxilio del Partido Demócrata que ha caracterizado a esta formación que en los últimos años, nunca ha dejado de apoyar no sólo las políticas antiobreras de la centro izquierda, sino también (más allá de las declaraciones) las medidas de represión de los movimientos iniciados o prolongados por varios gobiernos (como el de Conte 2). Por lo tanto, las expectativas de quienes ven el voto en Avs como una especie de anclaje a la izquierda del Partido Demócrata pronto se verán frustradas.

No es casualidad que Schlein haya saludado el resultado de Avs, que, lejos de constituir un obstáculo, considera justamente como una especie de estructura contratada del Partido Demócrata, una dependencia del que sigue siendo el principal partido de referencia de los sectores centrales de la gran burguesía italiana por haber logrado, en las últimas décadas, garantizar mejor que cualquier otro grupo político las ganancias de los patrones en detrimento de los trabajadores y las trabajadoras.

El enésimo fracaso de Refundación (con Santoro)

Resta decir algo sobre el resultado de Paz, Tierra y Dignidad, es decir, la lista del periodista Michele Santoro, de la que Refundación Comunista actuó como portador de agua. La invocación de la «paz» (asociada a la confirmación de querer refugiarse bajo ese «paraguas de la OTAN» del que también hacía uso el Berlinguer que hoy algunos lamentan y alaban) tampoco fue suficiente para garantizar esta vez el pasaporte al palacio.

Tampoco esta vez (hemos perdido la cuenta) funcionó el enésimo intento de la dirección del partido, en detrimento del sacrificio de activistas y militantes, divididos internamente sobre cuál es la mejor táctica para encontrar un atajo que permita volver a los niveles inferiores del poder. La lista de Santoro y del secretario de Refundación Acerbo (que por el camino ha perdido su alianza con Potere al Popolo [Poder al Pueblo]), además de quedarse en la mitad del quórum para elegir diputados, suma un número de votos probablemente insuficiente para dar credibilidad a la oferta de apoyo a las ambiciones de gobierno del Partido Demócrata, que puede contar, más aún después de estas elecciones, con la ayuda más consistente de la Avs de Fratoianni.

Construir las luchas y una alternativa real de sistema

Al no estar en condiciones de presentarnos en las elecciones europeas, que habríamos utilizado como tribuna de propaganda para un programa revolucionario, no nos presentamos. Pero las elecciones son sólo un momento de la batalla política y ciertamente no el más importante.

Para cerrar realmente el paso a los vientos de la derecha es necesario construir, unificar y relanzar las luchas de los trabajadores y de los jóvenes, a partir de esas instancias y de esas plazas que también se han llenado en los últimos meses (especialmente para apoyar la causa palestina): plazas y peticiones que no tuvieron contrapartida en estas elecciones y que no las encontrarán en ninguna de las fuerzas que se presentaron: ni en Avs de Fratoianni ni (si no se disuelve) en la lista de Santoro-Acerbo.

Hay necesidad urgente de algo más: construir ese partido comunista y revolucionario que aún no existe, basado en la independencia de clase de todas las facciones burguesas, sobre un programa de alternativa real al sistema capitalista, parte de una internacional revolucionaria. Este es el camino que seguiremos recorriendo, buscando en las plazas, lugares de trabajo y escuelas el apoyo de un número creciente de trabajadores y trabajadoras en lucha y de los jóvenes. Artículo publicado en www.partitodialternativacomunista.org, 13/6/2024.-Traducción: Natalia Estrada.

India: Entender el veredicto de las elecciones

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Las elecciones indias de 2024 fueron un momento crucial en la historia de la nación. El Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party – BJP) estaba a punto no sólo de ganar un histórico tercer mandato consecutivo, sino también de mantener su peligrosa supermayoría en el Parlamento. El eslogan del BJP era «400 paar», que significa a través de 400. Se habían fijado el objetivo de conseguir 400 escaños de los 543 del Parlamento. De este modo, obtendría una súper-mayoría, una mayoría absoluta en el Parlamento que le permitiría impulsar enmiendas constitucionales. Ese poder le permitiría aplicar finalmente su agenda hindutva, busca, mediante la agitación religiosa entre hindúes, controlar los resortes del poder e imponer la uniformidad cultural.

Las consecuencias serían desastrosas si lo hubieran conseguido. Afortunadamente, el BJP se ha visto privado de esta victoria. Lejos de los «400», ha obtenido 240 escaños. Aunque sigue siendo el mayor partido del Parlamento, le faltan 32 escaños para alcanzar la mayoría parlamentaria. La alianza Alianza Nacional Democrática (NDA por sus siglas en inglés), liderada por el BJP y con la que venía gobernando Modi, contaba con 294 escaños.

En la situación actual, el BJP depende de sus socios para mantener su gobierno de coalición. Esto retrotrae las cosas al estado de cosas que existía en el último gobierno del Congreso en 2009, cuando una coalición dominada por el Congreso ostentaba el poder. En cualquier momento, esta coalición gobernante puede deshacerse si tres o cuatro de los principales socios de la alianza deciden desertar hacia la Alianza Progresista Unidad (UPA por sus siglas en inglés) liderada por el Partido del Congreso Nacional Indio, partido fundado originalmente por Gandhi, o retirar su apoyo. Por primera vez desde 2014, el gobierno de Modi se tambalea.

En la actualidad, el mayor partido de la oposición es el Partido del Congreso, que lidera una coalición de partidos que se ha asegurado 240 escaños en el Parlamento. Esto representa un influyente bloque de oposición que puede frustrar cualquier intento de aprobar leyes avasalladoramente, como había estado haciendo el BJP hasta ahora.

Mientras que el bloque opositor burgués ha vuelto con fuerza, los partidos estalinistas siguen estancados.  Aunque no han conseguido recuperar terreno en sus antiguos bastiones del este de la India, han ganado un poco en Rajastán y siguen firmes en sus bolsillos del sur de la India. En general, la trayectoria de los partidos estalinistas sigue siendo de declive en la esfera electoral. Sorprendentemente, los partidos maoístas han ganado en el estado oriental de Bihar.

Podría decirse que el mayor ganador de las elecciones es el TMC de Bengala Occidental. Aunque parece que en estas elecciones se ha frenado la marea ascendente del BJP, éste ha sido capaz de construir una base en el estado de Bengala Occidental. Esto marca la aparición de una ola reaccionaria en el estado, que históricamente ha sido un bastión de la política de oposición y progresista en la India.

Si bien hay mucho alivio entre muchos al ver que el BJP pierde su supermayoría, vale la pena recordar que la coalición NDA liderada por el BJP sigue gobernando el país, y la marea reaccionaria que había surgido con la victoria del BJP en 2014 sigue en su lugar, al igual que la vasta infraestructura propagandística y organizativa que ha creado en los últimos diez años sigue intacta.

Esta elección también afirma el control burgués sobre la oposición, con los únicos otros partidos de la clase obrera en la forma de los partidos estalinistas relegados a los márgenes.

Causas de las derrotas del BJP

El BJP, que había estado cabalgando en lo alto de una supermayoría durante los últimos diez años, se ha visto humillado por los resultados de estas elecciones. De más de trescientos escaños en el parlamento, ha quedado reducido a 240. Esto significa que el BJP ya no puede formar gobierno por sí solo y tiene que depender de socios de coalición para formar un gobierno estable.

Las mayores pérdidas de escaños se han producido en el norte de la India, Bengala Occidental y Maharashtra. Son las tres circunscripciones más grandes del parlamento. Aunque las causas de estas derrotas son variadas, todas ellas tienen en común el descontento de una gran parte de los votantes indios, que han hecho pagar al BJP su arrogancia, sus promesas fallidas de crear empleo y su descarado apoyo a la oligarquía multimillonaria.

Las minorías religiosas perseguidas y los dalits encontraron una causa común contra el BJP una vez que su programa hindutva de castas quedó al descubierto, nada menos que por sus propias acciones. El odio hacia los musulmanes y el aumento de la discriminación contra los dalits unieron a un poderoso bloque antihindutva que también contribuyó a las derrotas del BJP en Maharashtra y Uttar Pradesh. Mientras tanto, en Bengala Occidental, donde existe una considerable minoría musulmana, votó en gran número contra el BJP, que fue incapaz de canalizar el descontento contra el partido burgués gobernante en el estado, el TMC. Aquí, la cuota de escaños del BJP se redujo de unos competitivos 19 de los 42 escaños a tan solo 12.

El poder del BJP ha ido en declive en toda la India desde la agitación de los agricultores y su precedente agitación contra la CAA. Los llamamientos a la Hindutva y al nacionalismo no han logrado influir en las masas como ocurrió en 2014 y 2019, y ahora el BJP se encuentra humillado. Sin embargo, hay que recordar que, aunque la agenda más amplia de la Hindutva se ha visto frustrada por ahora, el BJP sigue en el poder.

Un sector considerable de la población votó por cuestiones regionales más inmediatas, y el núcleo de apoyo reaccionario del BJP se movilizó con éxito por el atractivo comunal del BJP. En estados como Rajastán, Madhya Pradesh y Gujarat, estos llamamientos se vieron recompensados con amplias victorias. Incluso en los estados de Uttar Pradesh y Maharashtra, donde el BJP perdió, conservó un gran número de escaños.

Puede decirse que algunas de estas victorias son el resultado de un amaño a gran escala. Aparecieron vídeos de partidarios del BJP grabando cómo manipulaban las máquinas de votación electrónica (EVM). En otros casos, ni siquiera se permitió a los candidatos que no pertenecían al BJP presentar su candidatura. En Varanasi, Surat e Indore se produjeron casos de manipulación.

El BJP tenía un exceso de confianza y estaba animado por la falsa creencia de que podía obtener una supermayoría. Esta falsa creencia se vio alimentada por las encuestas a pie de urna, que predecían que el BJP podría mantener su supermayoría y obtener al menos más de 300 escaños en el Parlamento. Las predicciones a pie de urna provocaron un repunte en el mercado de valores, e incluso el Ministro del Interior pidió a la gente que comprara acciones. La caída se produjo en cuanto se conocieron los resultados. El BJP se quedó muy lejos de la supermayoría, y el nuevo gobierno que se formó era de coalición. La arrogancia del BJP fue destruida, y quedaron humillados. Sin embargo, ni siquiera este resultado se habría conseguido si el BJP no hubiera contado con el apoyo de la comisión electoral, su monopolio sobre la financiación de las elecciones y la influencia que ejerce sobre la burocracia y las instituciones gubernamentales.

En última instancia, ni siquiera esto bastó para dar al BJP la victoria arrolladora que buscaba. Había sufrido una serie de fracasos en las elecciones estatales tras la agitación de los agricultores. Las elecciones nacionales también reflejaron el descontento de los agricultores y el impacto de su agitación.

La agitación campesina

La agitación de los agricultores sigue siendo una de las movilizaciones más importantes de los últimos años en la India. La agitación comenzó en diciembre de 2020 contra la aprobación de tres leyes agrícolas. Al igual que los Códigos Laborales, la derogación del artículo 370, la aprobación de la Ley de Enmienda de la Ciudadanía y la repentina declaración de la desmonetización, el gobierno del BJP había aprovechado su supermayoría en el parlamento para aprobar las leyes que quisiera y actuó en favor de los intereses de sus mayores benefactores, como las corporaciones Adani y Reliance.

La principal reivindicación de la agitación era la derogación de las tres leyes agrícolas que promovían la penetración agresiva de las fuerzas del «libre mercado» y el fomento de los intereses de las grandes empresas agrícolas para hacerse con el control del comercio y la producción agrícolas. La segunda reivindicación central de la agitación era la aplicación del MSP (Minimum Support Price, precio mínimo de apoyo) para las compras. La crisis agrícola del norte de la India es la culminación de décadas de prácticas agrícolas insostenibles y del control del comercio por parte de las empresas agrícolas. El declive de la agricultura del norte de la India, junto con una crisis de desempleo, creó las condiciones objetivas para la agitación de los agricultores.

El poder y la organización de esta agitación hicieron que se mantuvieran durante la pandemia de cólera, sufriendo los peores excesos y violencia. Esta agitación fue notable no sólo por las cifras y el poder que acumuló, sino por el hecho de que fue consumada y dirigida en su totalidad por una organización campesina independiente. Ningún partido de la corriente dominante lideró la agitación. Podría decirse que la falta de liderazgo político y de visión fue uno de sus puntos débiles, pero también garantizó la independencia de la fallida dirección de los principales partidos burgueses y estalinistas.

Las protestas aparecieron en un momento en que el BJP estaba en la cima de su poder y parecía inquebrantable. Las protestas contra la CAA acababan de ser aplastadas, los Códigos Laborales se mantenían fuertes y sin oposición, Cachemira se había convertido en una gigantesca prisión con detenciones masivas y apagones de Internet. El gobierno convirtió en un infierno la vida de millones de trabajadores migrantes con sus declaraciones arbitrarias de cierres patronales y su total mala gestión del transporte, causando indirectamente miles de muertes de trabajadores migrantes por accidente, fatiga o inanición. Sin embargo, se mantuvo inquebrantablemente en el poder.

La agitación de los agricultores es doblemente significativa, no sólo porque desafía al gobierno del BJP, sino porque rompe su ilusión de poder hegemónico. Cuando el gobierno se vio obligado a derogar las tres leyes agrarias, fue una victoria sentida por todos. De repente era posible vencer al BJP.

El descontento latente empezó a hacerse más patente, pues ahora el pueblo tenía un modelo y una inspiración que replicar. Los asediados partidos burgueses de la oposición vieron aquí una oportunidad, para replicar la situación de 2012 y 2014, cuando el BJP tuvo éxito en canalizar el descontento público contra el gobierno del Congreso para tomar el poder. El BJP solo podía responder realmente a este desafío de tres maneras: aumentando su control sobre las instituciones electorales, jugando a dividir y gobernar apelando al Hindutva y movilizando a su base de apoyo reaccionaria, y reprimiendo abiertamente a sus rivales políticos.

A pesar de estas tácticas, el BJP siguió perdiendo las elecciones estatales, primero en Bengala Occidental en 2021, y después en Rajastán, Karnataka, Bihar, Maharashtra y Haryana. Los organismos de agricultores tomaron la decisión de hacer campaña contra el BJP durante las elecciones nacionales. El alcance de su influencia es discutible, pero los resultados que tenemos ante nosotros no lo son.

La agitación de los agricultores fue la primera y más decisiva sacudida al proyecto hindutva y al poder absoluto del BJP. La burguesía se vio obligada a cambiar de táctica, el Congreso como alternativa más «blanda» y asistencialista parecía ahora más deseable.

El sindicato campesino de izquierdas All India Kisan Sabha desempeñó un papel clave en la organización de la agitación campesina. El All India Kisan Sabha está vinculado al CPIM, pero como la mayoría de las organizaciones vinculadas al CPIM, hay un abismo entre el partido y el sindicato. Los estalinistas no supieron canalizar la energía de la movilización para obtener beneficios políticos, lo que quedó patente en las elecciones que se celebraron justo después de la agitación campesina.

El BJP ha sido derrotado, pero no el Hindutva

Puede que para muchos sea un alivio que se haya humillado la arrogancia del BJP y que se le haya arrebatado la supermayoría en el Parlamento, pero conviene recordar que la columna vertebral organizativa e ideológica del BJP sigue intacta. El RSS y el movimiento Hindutva en general son hoy más fuertes que nunca.

Las raíces del movimiento Hindutva se encuentran en las ansiedades de las capas más reaccionarias de la casta superior hindú, la nobleza terrateniente, la aristocracia obrera y la intelectualidad. El Hindu Mahasabha, la primera organización hindutva, se fundó en 1915 y el RSS, la mayor organización hindutva, en 1925. Nunca participaron en la lucha por la independencia, y el propio Savarkar incitó a los hindúes a abandonar la lucha por la independencia y unirse al esfuerzo bélico británico en la Segunda Guerra Mundial.

Aunque el fascismo proporciona el modelo organizativo para las organizaciones hindutva, el núcleo de su ideología está arraigado en la hegemonía de las castas y el mantenimiento del dominio de las castas superiores sobre la sociedad hindú.

Durante el periodo de gobierno del BJP, hemos visto al RSS trabajar activamente para el BJP, proporcionando gran parte de su liderazgo y cuadros para que el partido los utilizara. El BJP, que nació combinando una facción escindida de derechas del partido del Congreso (el Congress O) y el Bharatiya Jana Sangh, tiene hoy menos rasgos del primero y cada vez más del segundo. El RSS ha conseguido aumentar su control e influencia sobre el partido, lo que se refleja en su búsqueda de una postura más abiertamente hindutva.

Cabe mencionar que en el nuevo gobierno formado por Modi no hay ni un solo diputado musulmán, sij, budista o cristiano. Las castas superiores hindúes están sobrerrepresentadas en el gabinete, mientras que las castas y tribus desfavorecidas están infrarrepresentadas. Este es el gobierno que gobierna hoy la India, donde más del 16% de la población no tiene representación.

Esto representa una victoria para la agenda hindutva, han conseguido expulsar a las minorías religiosas de la representación en el parlamento.

El mayor partido de la oposición, el Congreso, sí cuenta con minorías musulmanas y religiosas como miembros del parlamento, pero menos que la proporción de musulmanes en la población. Entre otras cosas, esto pone de manifiesto la ineptitud del partido del Congreso, que puede posar a favor de las minorías religiosas, pero carece de acción.

En las cinco décadas que lleva en el poder, el Congreso no ha conseguido acabar con el RSS ni desmantelar la ideología hindutva. Las minorías religiosas, los dalits y las tribus desfavorecidas han permanecido marginadas o se han empobrecido. El Congreso insiste en la prohibición temporal que se impuso al RSS justo después del asesinato de Gandhi, sin señalar que la prohibición se levantó poco después. Incluso después de que se produjeran pogromos antimusulmanes, a menudo instigados por el RSS, el gobierno del Congreso no tomó medidas. El RSS y el BJP encabezaron la campaña de la babri masjid, que culminó con la demolición de la histórica mezquita de Babri en Ayodhya, y con disturbios en los que murieron más de mil personas.

El fracaso del Congreso abrió el campo para que el movimiento hindutva emergiera de los márgenes de la política electoral a la corriente principal a través del BJP. Ganarían el poder en 1998. Incluso después de la derrota del BJP y de estar fuera del poder durante 10 años en el centro, el BJP volvió con fuerza en 2014. Sigue en el poder o incluso ha crecido en varios estados, y domina por completo el estado oriental de Orissa, rico en minerales. Su poder sigue sin control en Assam, donde el BJP ha llevado a cabo una feroz campaña de deportación contra los llamados inmigrantes ilegales, ha privado a millones de ciudadanos y ha arrojado a muchos a campos de detención. Los resultados en Gujarat y Madhya Pradesh estaban cantados, donde el férreo control del BJP ha dado lugar a un fraude tan descarado que los candidatos de la oposición ni siquiera pudieron presentar su candidatura.

Derrotar electoralmente al BJP ha demostrado ser bastante factible, y repetidamente, a pesar de todo el apoyo institucional y el poder del dinero. Derrotar al Hindutva es el mayor desafío y sigue siendo uno de nuestros principales retos hoy en día.

La burguesía controla la oposición

La eliminación del Partido del Congreso en 2014 redujo sus escaños en el parlamento de más de 200 a unos míseros 44. Fue un giro dramático para el Partido del Congreso. Fue un giro dramático para el partido que había dominado la política india desde antes de la independencia. El partido de Gandhi y Nehru quedó reducido a menos de una sombra de lo que fue. Para algunos, el partido del Congreso estaba descartado y el futuro quedaba en manos del BJP. La dirección del Congreso estaba en crisis y luchaba por salvar lo que pudiera de su influencia.

La caída del Congreso fue acompañada por la igualmente dramática eliminación de los partidos de izquierda en las elecciones. Sin embargo, el Congreso ha conseguido recuperarse, a diferencia de los partidos de izquierda estalinistas.

Si se miden los ingresos de los partidos, el Congreso se sitúa en segunda posición frente al BJP en financiación global. La antigua opción preferida de la burguesía india sigue viéndose favorecida, al menos hasta cierto punto. Si el BJP se vuelve demasiado poderoso para la oligarquía gobernante de la India, tiene una opción a la que recurrir: el Congreso.

Tal y como están las cosas ahora, no hay ninguna voz no burguesa en el parlamento. El parlamento indio siempre ha sido uno para los multimillonarios, pero desde 2014 lo es aún más. El fortalecimiento del Congreso y sus aliados en numerosos partidos regionales es motivo de celebración para algunos, especialmente para aquellos que ignoran la importancia de la lucha de clases en la sociedad. En realidad, es una demostración de poder de la burguesía, que tiene el control tanto del gobierno en el poder como de la oposición. El viejo bonapartismo de la era de Indira Gandhi no volverá en el reinado de Narendra Modi, esto lo han asegurado los resultados actuales. Queda por ver si el patrón se mantiene o no en las próximas elecciones nacionales.

El éxito del partido del Congreso puede atribuirse a dos factores clave. Aparte de la ventaja de contar con una gran presencia organizativa y el respaldo de sectores de la burguesía, el Congreso también ha logrado esta vez canalizar el descontento popular contra el Gobierno de Modi y su arrogancia.

La derrota del BJP en Uttar Pradesh se vio favorecida por sus descaradas actividades de desarrollo en ciudades como Ayodhya, donde miles de casas y cientos de templos antiguos fueron destruidos en campañas de demolición para construir el idealizado templo de peregrinación de Modi. Los habitantes de Ayodhya no se beneficiaron de esta urbanización desenfrenada, pero los constructores se forraron. Mientras Modi seguía insistiendo en el hindutva y el miedo a los musulmanes, la gente se quedaba sin trabajo y se enfrentaba a una crisis agraria.

El Congreso y su aliado, el Partido Samajwadi, han arrasado en Uttar Pradesh, propinando al BJP una gran derrota. Este fue sin duda el giro más decisivo de las elecciones. La derrota del BJP se repitió en varios otros estados clave, especialmente Maharashtra, Punjab y Haryana, Bengala Occidental y Tamil Nadu.

El fracaso del BJP en los estados del norte de la India fue decisivo para obtener estos resultados electorales. En todos estos estados, la angustia agraria había alimentado la agitación de los agricultores.

El fracaso de los estalinistas

Uno de los acontecimientos políticos más significativos de las dos últimas décadas fue el debilitamiento de los partidos estalinistas en la India. Tras alcanzar un máximo de 52 escaños en el parlamento y el control de tres estados de la India. Desde entonces, los estalinistas han descendido a 5 escaños en el parlamento, y apenas conservan el estado de Kerala, donde el partido del Congreso ha arrasado en las urnas.

El giro decisivo fue el levantamiento campesino de Nandigram y Singur contra la adquisición forzosa de tierras para las multinacionales. El movimiento fue secuestrado por el TMC y utilizado como combustible para impulsarlo al poder, que ha permanecido en el poder en el estado de Bengala Occidental desde las elecciones estatales de 2011.

Las elecciones de 2009 acabaron con gran parte de los logros políticos de los partidos estalinistas. El Partido del Congreso aumentó su dominio, mientras que el CPIM se hundió, perdiendo su control sobre Bengala Occidental. La derrota es la culminación de su política de apoyo al Partido del Congreso y a cualquier alternativa burguesa al BJP.

Una de las piedras angulares de la política del CPIM ha sido movilizar a la clase obrera y al campesinado en favor de la alternativa burguesa progresista. Esta política se ha convertido en una política del mal menor, en la que el CPIM apoya plenamente al Partido del Congreso y a la alianza INDIA. Esto parece encaminarse hacia la liquidación.

Esto no quiere decir que los partidos estalinistas sean necesariamente débiles o incapaces de movilizar a las masas. La masiva manifestación «insaaf» de hace un año en Calcuta demuestra que las organizaciones estudiantiles y juveniles vinculadas al CPIM aún pueden movilizar a miles de personas. Lo mismo puede decirse del All India Kisan Sabha, vinculado al CPIM y al CITU. Estas organizaciones cuentan con cientos de miles de miembros y han sido capaces de movilizar a millones en protestas.

Sin embargo, esta energía casi nunca se traduce políticamente. A pesar de los mítines de DYFI y SFI en Calcuta, los partidos estalinistas no obtuvieron ningún escaño. Su confusa posición liquidacionista de apoyo a la alianza INDIA, liderada por el Congreso, como alternativa progresista, significó que no podían desafiar eficazmente al TMC, que formaba parte de la alianza. Su apoyo al Congreso también les llevó a desaparecer en el crítico estado de Kerala, mientras que fracasaron en Tripura, su antiguo bastión.

Aunque puede que los estalinistas ya no tengan mucha voz en el parlamento ni la influencia política de antaño, sería un error concluir que están agotados. Los partidos estalinistas de la India están en declive, pero aún no están agotados.

Los cambios en las condiciones políticas y nuestro enfoque:

Las elecciones burguesas no son una expresión exacta de la voluntad de las masas, sino una expresión distorsionada. Las elecciones indias no son una excepción. Sin embargo, hay que llegar a una conclusión ineludible: la lucha siempre dará sus frutos. Los revolucionarios debemos recordarlo mientras adaptamos nuestras tácticas y estrategias a las nuevas condiciones. 

La humillación del BJP se debe más a la heroica agitación de los agricultores en 2020 que a cualquier estrategia política ganadora de los corruptos partidos burgueses.

También hay que concluir que por muy hegemónico que parezca un partido, por muy exhaustivo que sea su control sobre las instituciones, por mucho dinero que consiga, por muchos cuadros que pueda movilizar, aún puede sufrir una derrota a manos del pueblo. La derrota del BJP en Uttar Pradesh, y especialmente en la circunscripción de Feyzabad, donde se encuentra el templo del Ram de Ayodhya, es una derrota vergonzosa para el Hindutva.

Al mismo tiempo, debemos reconocer que, aunque el BJP ha sido humillado, no ha sido expulsado del poder. Sigue teniendo mayoría en el Parlamento y una enorme influencia en los principales medios de comunicación. Las mayores empresas de noticias están vinculadas a corporaciones favorables al BJP, o están dirigidas por presentadores con simpatías hindúes. Todas las noches se difunden por las ondas radiofónicas discursos de derechas.

Al mismo tiempo, con estos resultados electorales, el aura de invencibilidad del BJP se ha visto perforada. Es una prueba del descontento de las masas, que puede canalizarse políticamente. La agitación de los agricultores debe abrirnos los ojos ante la inminente angustia agraria que se agrava en todo el norte de la India, junto con la crisis a la que se enfrenta la juventud. El aumento del desempleo, junto con el modelo neoliberal centrado en la privatización a expensas de los servicios públicos, ha creado una situación miserable para los jóvenes. Aunque su ira pudo canalizarse durante algún tiempo hacia fines reaccionarios, esto no pudo mantenerse, por mucho que los medios de comunicación amplificaran la propaganda de derechas.

Como consecuencia de las elecciones nacionales, el prestigio y el atractivo de los partidos burgueses, incluidos los partidos burgueses regionales, pueden aumentar. Esto planteará una nueva serie de retos para la construcción de una alternativa revolucionaria. La burguesía tiene un control total sobre la oposición parlamentaria, y ha conseguido reforzarla. Esto les da un arma potente para diluir la ira de clase, desviándola hacia políticas identitarias o hacia el reformismo.

Desafiarles y denunciar su hipocresía debe ser un objetivo clave de las fuerzas revolucionarias. Debemos oponernos a la política de los estalinistas que siguen desviando a las masas hacia estos partidos burgueses como baluarte contra la reacción hindutva. La verdad es que su oposición al Hindutva, si es que la tienen, es sólo superficial y oportunista y se muestra más claramente cuando los políticos de estos partidos desertan al BJP para salvar su pellejo o son atraídos por dinero.

Debemos centrarnos en conseguir apoyo entre los jóvenes trabajadores, los estudiantes y las clases rurales de campesinos y trabajadores agrarios. Este es el baluarte de la política revolucionaria. Al mismo tiempo, construir alianzas con los grupos oprimidos y las nacionalidades oprimidas. El Frente Unido de obreros, jóvenes, campesinos, trabajadores agrícolas, dalits, minorías y pueblos oprimidos de Cachemira y del Noreste es lo que hay que construir para hacer frente a las fuerzas del Hindutva.

Argentina: Un salto en la dependencia al capital extranjero

Sumisión a las potencias imperialistas, disputas del botín y represión a los que resisten. La cueva de bandidos cumplió su cometido, a espaldas del pueblo y a beneficio de sus intereses, los senadores dieron quorum y votaron la «Ley de Bases» que envió Milei.

El 12 de junio después de horas de sesión el senado argentino voto la ley bases, sin dudas es una entrega cualitativa al capital extranjero y nativo, es una respuesta del capital concentrado para recuperar la tasa de ganancia mundial producto de la crisis económica iniciada en 2008.

Por ese motivo no alcanza con rifar al país y sus recursos naturales, necesitan además, modificaciones tributarias, achicar el estado pero lo fundamental aumentar la plusvalía del sector obrero, por ello la reforma laboral es vital para ese objetivo estrechamente vinculado con la reforma previsional que aumente la edad jubilatoria y que vuelva las AFJP.

Un botín en disputa

La ley bases tiene como objetivo dar garantías y reglas claras para las inversiones extranjeras, pero todos sabemos que está al servicio del saqueo de nuestros recursos naturales, de apropiarse de determinados sectores industriales, financieros, de pymes y servicios.

Esta entrega será sin duda, una disputa de las potencias económicas extranjeras como EE.UU, China, la Unión Europa, incluso de países de la región como Brasil o México.

Por ello, más allá de los “cacareos” de Milei contra “los comunistas Chinos” viajará allí para darles la noticia de que está en marcha la ley bases, cabe recordar no sólo los intereses capitalistas Chinos en nuestro país a través de bancos, supermercados, petroleras, tienen además que resolver sobre las minas de litio, la pesca y las 2 represas en Santa Cruz.

Resistir la entrega

Esta ley no hubiera pasado en diputados, ni senadores sino fuera por la traición descarada de la CGT y las 2 CTA, que no llamaron a un paro nacional ni siquiera a un plan de lucha de respuesta acorde al nivel de entrega.

Sin embargo aquellos sindicatos y sectores que llamaron a movilizar y rechazar, lo hicieron de manera tibia e insuficiente y fueron funcionales a la represión al retirarse de la plaza, es más tomando en cuenta la escalada represiva y judicial desde el 11 de diciembre pasado, siguen movilizando de manera pacifista sin organizar el cuidado y protección de las columnas obreras, que de la única manera posible es formando cordones y comisiones de autodefensa en cada sindicato, movimiento piquetero, asamblea popular o centro de estudiantes.

Fue así que la concentración el 12 de junio fue casi testimonial y pasado el mediodía se fueron retirando de a poco hasta abandonar la plaza congreso cerca de las 16hs.

Capítulo aparte fue la actitud del peronismo en todas sus vertientes desde La Campora y sus satélites como Patria Grande, los intendentes y todo el aparato del PJ que hicieron el mínimo esfuerzo para tirar la ley bases, solo “llamar a votar bien en las cámaras” dejando vacías las calles y plazas del país, que sólo le sirvió al gobierno y su plan.

La represión: necesidad imperiosa del gobierno para que se imponga sus leyes y plan económico

El código penal argentino creado en 1920 fue escrito por los ricos y al servicio de los ricos, para su fin pusieron toda una serie de artículos y penalidades para encarcelar, enjuiciar, perseguir y condenar a los trabajadores y trabajadoras, pueblos originarios, mujeres, jóvenes y todo aquel que luche contra los intereses de los patrones y ricos del país.

Por eso el uso del monopolio de las fuerzas armadas están al servicio de jueces y fiscales que permiten la represión, y con ello el poder judicial hace todo a su alcance para su “justificación y reglamentación”

La cacería el 12 de junio con unos 39 detenidos, ha sido un ensayo en buscar nuevas caratulas para encarcelar años atrás Menem ordenaba a sus jueces que usen “la asociación ilícita” mecanismo que dejaba un par de meses en la cárcel a los luchadores, Macri sugirió que usen la caratula “intimidación pública” la recordamos muy bien desde el 18 de diciembre del 2017, ahora Milei sugirió “intento de golpe de estado moderno” y es por la cual tienen 5 detenidos en penales de máxima seguridad con imputaciones de hasta 15 años de prisión.

También se reglamentó por DNU firmado por Milei, las penalidades de la ley anti terrorista que votaron en el gobierno de Cristina Kirchner a pedido del departamento de estado de los Yanquis, sin dudas no hay grietas en la represión y judicialización a quienes luchan.

Unidad, solidaridad y el pliego único de reclamos

Los salarios están a la baja, la recesión hace mella en nuestra clase con despidos, hambre y tarifazos.

Todos los sectores tenemos algo porque salir a las calles a luchar, pero deberemos hacerlo con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de ellos, pero lo fundamental es la coordinación de todas las luchas y que en cada reclamo se sumen todos los reclamos incluidos la autodefensa obrera y fundamentalmente la libertad de los presos y presas por luchar.

La solidaridad activa nacional e internacional debe ser retomada con fuerza, como nos enseñaron hace más de 100 años el monumento obrero mundial cuando se levantó por los mártires de Chicago, por Sacco y Vanzetti, por la revolución española de 1936.

Desde el PSTU y La LIT nos ponemos a disposición de esa tarea.