Si no quieren recurrir a Marx… por lo menos a Sócrates
El resultado electoral de II – SP ha sido para la inmensa mayoría de quienes hemos formado parte de la candidatura más que satisfactorio, todo un triunfo frente al Gobierno y al régimen monárquico.
El resultado electoral de Iniciativa Internacionalista- La Solidaridad entre los pueblos (II-SP) ha sido para la inmensa mayoría de quienes hemos formado parte de esta candidatura más que satisfactorio, todo un triunfo frente al Gobierno y al régimen monárquico. Pero la valoración final, como todo lo que ha rodeado a esta candidatura, ha originado alguna polémica. Para los detractores la no obtención de un diputado «muestra» el fracaso.]
Para otros, a mitad de camino, el resultado en Euskal Herria es bueno pero pésimo en el resto del Estado. Hay quien se anima incluso a calificar de «autojustificativo» el balance público hecho por Corriente Roja donde, tomando las palabras de Alfonso Sastre se afirma: «El movimiento de solidaridad que ha despertado II-SP es ya un éxito».
¿Cómo hacer entonces el balance de esta candidatura con un mínimo, cuando menos, de rigor?. Vamos a eludir el hecho cada vez más obvio, que nos robaron una parte sustancial de votos, y haremos el balance remitiéndonos exclusivamente a los que oficialmente nos reconocieron en el recuento provisional, los 175.895 votos.
Más allá de las conclusiones finales que cada cual extraiga ¿es posible utilizar algunos parámetros comunes para poder medir?. Entre gente que se sitúa en la izquierda ¿es posible traducir las pasiones y las sensaciones al idioma de la razón?. Para nosotros desde el punto de vista del razonamiento cabría apelar a Marx y recordar que para el razonamiento dialéctico toda definición es relativa, que definimos en relación a algo. Pero quizás es mucho pedir que algunos intenten siquiera razonar como marxistas, entre otras razones porque se consideran de izquierdas pero no necesariamente marxistas.
Apelemos entonces a un sabio griego, a Sócrates. Según Sócrates para hablar con rigor de algo, lo que fuere, habría que poder definir previamente ese algo. Para entendernos, si Sócrates hubiera sido candidato de II-SP, cuando el periodista de turno le hubiera interpelado diciéndole: «Sr. Sócrates, ¿condena usted la violencia?», seguramente el sabio griego haciendo alarde de su fina ironía le habría respondido: «créame que me gustaría responderle pero me resulta rigurosamente imposible. Pues para poder hacerlo habría que saber qué es la violencia. Así pues defíname usted qué es la violencia y yo con sumo agrado contestaré a su pregunta». Sin duda que la respuesta de Sócrates en este dialogo imaginario hubiera sido la prueba irrefutable para el Ministro Rubalcaba de que el filósofo griego es del «entorno». Pero en rigor lleva razón Sócrates, pedir un juicio de algo sin previamente definir el algo no garantiza rigor alguno al juicio emitido. Volvamos entonces al origen de este artículo ¿Cómo valoráis el resultado electoral? No se puede contestar con un mínimo de rigor a esa pregunta si no se define primero a cual era el objetivo de la presentación de la candidatura.
Que se escuche la voz de los trabajadores y la izquierda independentista
Tuve el privilegio de ser invitado al acto de cierre de la candidatura de II-SP en Rivasvaciamadrid. Era el último día de campaña y valorando todo lo hecho e independientemente de los resultados del día 7 decíamos: «en relación a la valoración general, nosotros estamos a estas alturas ya cansados porque además la campaña nuestra ha sido larguísima, tuvo pre-precampaña, precampaña y luego campaña, y entonces hay cansancio pero sin embargo la satisfacción es muy grande». Esa misma satisfacción la recogía en forma categórica la declaración de Corriente Roja la misma noche de las elecciones.
Hacia el mes de febrero, la gente de Corriente Roja, discutíamos sobre qué íbamos a hacer en estas elecciones europeas. Eran unas Elecciones marcadas por lo que luego se corroboró a lo largo de la campaña y la votación final misma, una indiferencia general tremenda. En medio de esa indiferencia nosotros llegamos igualmente a la conclusión de que estas elecciones eran importantes, porque en realidad había dos razones de mucho peso. La primera, es que iban a ser las primeras elecciones que se celebraran en medio de esta crisis económica mundial del sistema capitalista. Y entonces, quisieran o no, iban a tener que hablar de la crisis, y de qué proponen, qué dicen, qué salidas hay, etc..
Y la segunda razón, para nosotros tan importante como ésa, era que estas elecciones podían ser la consumación de un fraude democrático sin precedentes en el estado español. ¿Por qué decimos fraude democrático sin precedentes? Porque en el mes de marzo en la elecciones en Euskadi se había consumado una brutalidad antidemocrática que pasó, no para el pueblo vasco, pero si desgraciadamente allende de aquellas fronteras, bastante desapercibido o cuando menos tolerado por completo.
Se había impuesto en virtud de la Ley de partidos, la imposibilidad del voto a un sector de la población vasca y habían llegado las cosas a tal extremo que no les importó dejar fuera a miles de personas y su derecho a voto, para conformar así un gobierno diferente. No se conformaron con ilegalizar, encarcelar, perseguir a un sector mas que significativo del pueblo vasco, a la izquierda abertzale, trastocaron la voluntad popular para conformar un Parlamento vasco y un gobierno a su medida.
Entonces las elecciones europeas eran un drama, porque de alguna manera se iba a consumar lo que en Euskadi ya se había consumado, una afrenta antidemocrática sin precedentes. En medio de esa discusión en Corriente Roja se nos planteaba: ¿Bueno, que puede hacer una pequeña organización para una tarea tan complicada como es presentar candidatura? Y si finalmente se lograra esa candidatura ¿cual sería su objetivo? Pues era obvio que las cosas que debía decir esa candidatura navegaban contra corriente en todos los terrenos. Y lo resumíamos en una expresión «Nosotros queremos que se escuche la voz de los trabajadores y de la izquierda independentista, y en particular la izquierda abertzale». Ese fue nuestro propósito y ese debía ser el objetivo de una candidatura si lográbamos montarla.
Ahí comenzó todo un tiempo de intenso trabajo, de trabajo paciente, de reuniones de tiras y aflojas, hasta que finalmente con la voluntad de mucha gente de muchas organizaciones, de muchos militantes, de intelectuales comprometidos con las luchas democráticas, pusimos entre todos y todas en pie esta candidatura.
Que se escuche la voz de los trabajadores y de la izquierda independentista, de la izquierda abertzale, ese fue nuestro propósito. Por eso no solo estábamos felices en la campaña, lo seguiríamos estando, y además orgullosos, pasara lo que pasara el 7J, porque con creces, ¡con creces! el objetivo se cumplió. La candidatura y toda la campaña sirvió para ese propósito que era tan difícil de hacer como se demostró, pero acabó convirtiéndose en una victoria política frente al Gobierno y frente al régimen monárquico.
Cuatro aspectos para remarcar un balance más que satisfactorio
Hay, a nuestro juicio, cuatro aspectos de la presentación que merecen ser destacados y que corroboran la afirmación tan positiva que tenemos del balance:
1. Se desenmascaró con más claridad la antidemocrática Ley de Partidos
La candidatura y la campaña ha servido para desenmascarar una Ley de Partidos que es una afrenta a los derechos democráticos más elementales básicos. En Europa se habla mucho, y con razón, de Berlusconi, de las bravatas y brutalidades del Presidente italiano. Nosotros tenemos un gobierno que presume de «talante» y de ser un modelo de «progresismo» en el mundo, pero la ley más reaccionaria que existe en toda Europa es esta Ley de Partidos, que encarcela a la gente por delitos de opinión.
Por ejemplo, tanto que criminalizan a Otegi, tengamos la opinión que tengamos de las posiciones políticas de Otegi: ¿Por qué a Otegi le han mandado a la cárcel? ¿En qué acto violento detuvieron a Otegi?. Lo detuvieron cada vez que acudió a una rueda de prensa a presentar una candidatura. Eso gracias a esa Ley de Partidos. Que nos haya tocado fuera de las fronteras de Euskadi sufrir las consecuencias de esta ley ha servido cuando menos para que mucha gente que tenia otra opinión, otra percepción de la realidad, comience a ver la realidad que nos ha tocado vivir. Ya decimos que lamentamos que haya sido en nuestras costillas, pero por lo menos que ha servido para arrojar luz sobre esa infame Ley.
Que pese al empeño del Gobierno y del Tribunal Supremo en la ilegalización y que con toda la criminalización que rodeó la candidatura al final pudiéramos presentarnos es en sí todo un balance por la victoria que representa frente este Gobierno, al PP, al coro mediático reaccionario y a este régimen heredado del franquismo.
2.- Se abrió una brecha importantísima contra el cerco a Euskadi
Creo que también hay un aspecto muy positivo, sobre todo para la gente más veterana, lo que ha supuesto romper el cerco al País Vasco. Porque con esta candidatura, lo decían los propios compañeros vascos y lo señalaba en un mitin en Barcelona Felipe Alegría, se han quebrado quizá 25 años de aislamiento cada vez más profundo de Euskadi con respecto al resto del Estado. Solo por eso ya ha merecido la pena la candidatura.
Seguramente compañeros más jóvenes o gente no tan involucrada en la militancia política no le den valor a algunas cosas aparentemente sencillas, pero hay otros que si le damos muchísimo valor a lo que significa escuchar a un sindicalista abertzale en un mitin en una Plaza de Madrid. Hacía años que un sindicalista abertzale no hablaba, no podía opinar, decir lo que quisiese en un acto público en las calles de Madrid y esta candidatura lo ha logrado. Y de nuevo, para nosotros por ese solo hecho también mereció la pena II-SP.
Pero también mereció la pena además, porque recupera una vieja tradición que se rompió. Hay toda una generación de veteranos luchadores que crecieron haciendo bandera de la solidaridad con el Pueblo Vasco y con las nacionalidades, en Madrid, en las calles, y todo eso se perdió. Se quebró esa unidad entre el movimiento obrero vasco y su izquierda independentista y el resto de la izquierda estatal. Se quebró por muchas razones pero especialmente por el papel infame en la sumisión al régimen de esa izquierda estatal, y para nosotros esta candidatura ha servido para recuperar esos viejos lazos y hay por tanto que estar muy orgullosos y muy contentos de haber recuperado ese hilo rojo roto.
3.- Se conformó una candidatura obrera
Para nosotros también ha sido una candidatura y una campaña que ha merecido la pena, porque hemos escuchado a muchos trabajadores y trabajadoras hablar como candidatos desde esta lista. Nosotros queríamos una candidatura obrera, una candidatura de los trabajadores y trabajadoras que luchan contra los ERES, contra los despidos, contra las privatizaciones… Queríamos escuchar a los y las dirigentes sindicales en los actos hablando no de convenios, ni de aclarar las nóminas, nosotros les queríamos ver y oir explicando para miles, para cientos de miles qué significa una política de clase y eso es lo que hemos escuchado en esta campaña.
Hemos escuchando a dirigentes sindicales, a trabajadores que toman sus problemas y los del resto de los oprimidos desde la óptica de una clase social, la clase obrera. Y así fue, una candidatura de trabajadores que habló de la crisis, de los ERES, de poner nombres y apellidos a los responsables de la crisis, de cómo enfrentar al capital, de qué medidas, explicando que hay salida a la crisis, proponiendo medidas anticapitalistas y hablando del socialismo. Pero también les hemos escuchado hablar de todos los oprimidos. Han hablado de la juventud, de los inmigrantes, de las mujeres y han hablado y mucho del problema de la soberanía de los pueblos, porque ese es un drama para la clase obrera de este país.
Hay muchos trabajadores, sindicalistas y gente concienciada que dice: «Si, unidad de los trabajadores, los trabajadores tenemos que unirnos», pero se les olvidan algunos «detalles»: Si la clase obrera no se pone al frente de las tareas democráticas de este país, en primer lugar de los derechos de las nacionalidades, no hay unidad de los trabajadores. Y no sólo no va haber unidad de los trabajadores, van a ocurrir toda clase de desdichas, porque en este país hay un nacionalismo infame, el más peligroso de todos porque identifica como nacionalistas a los demás pero no se reconoce como nacionalista así mismo: el nacionalismo español. Si los trabajadores no somos conscientes de eso, estamos condenados a ser la infantería del nacionalismo español y acabar en nombre de la unidad de España y gaitas por el estilo, siendo carne de cañón porque las guerras siempre son así, las guerras las organizan los de arriba pero las pagamos los de abajo, esto es así, es la ley de la vida.
Entonces si nosotros no tomamos esas banderas como nuestras, otros las van a tomar y contra nosotros. Esta candidatura ha tenido ese enorme mérito, escuchar a trabajadores hablar de esas cosas, hablar de lo que había que hablar y explicar desde una opción de clase, qué significa ese tema.
4.- Se demostró que es posible construir un referente político unitario de la izquierda
Y creemos, por último que ha sido muy importante la campaña de II-SP, porque se ha demostrado que se puede construir un referente político unitario de la izquierda, que gente que venimos de tradiciones muy distintas, ideológicamente en un sentido también, con muchas diferencias, pero eso no quita que haya puntos, un programa de clase y democrático, de ruptura con el régimen monárquico. Cosas básicas, esenciales en las que podemos ponernos de acuerdo y luchar por ellas.
La candidatura ha demostrado que todo eso no es un deseo, que es una realidad. Alrededor de esos dos grandes temas: la salida obrera a la crisis y la defensa de los derechos nacionales, se ha conformado una candidatura que ha vuelto locos a esta gentuza. Y eso es posible y ha servido para organizar a mucha gente, luchadores, sindicalistas, estudiantes, intelectuales, escritores y artistas, toda esa gente que ha echado una mano, que no son militantes, pero que en momentos como estos se suman y eso es muy importante porque la candidatura se ha convirtiendo en un instrumento de organización.
Entonces hay muchas razones por las que podemos estar muy satisfechos y felicitarnos todos y todas, la gente de la candidatura y los que han apoyado y hecho posible la campaña.
Entre el cretinismo antiparlamentario y el oportunismo electoralista
La adaptación al sistema capitalista y al régimen monárquico del PSOE como gestor y de los PCE-IU, BNG y ERC como acólitos, ha tenido siempre una de sus máximas expresiones en el parlamentarismo. Son organizaciones, completamente adaptadas a un sistema político cada vez más desacreditado, convierten la presentación a las elecciones en un fin en si mismo y en su razón de ser, incluyendo la fuente de financiación y la dependencia de esos fondos así como los vergonzosos privilegios de los que gozan los diputados.
En repudio a todo eso fue creciendo en estos años un legitimo sentimiento antiparlamentario en muchos activistas de la izquierda.
Ese rechazo sin embargo acabó, en no pocos casos, convirtiéndose en una deformación política que actúa como la otra cara de un alma gemela: convertir en un principio el no presentarse a las elecciones. El viejo Lenín en su polémica con los llamados «ultraizquierdistas», definía ese tipo de posición política como «cretinismo antiparlamentario»
Corriente Roja concurría por primera vez a una cita electoral, por eso desde el principio dejó constancia clara del propósito de una candidatura:
«Desde Corriente Roja no hemos creído nunca que los parlamentos sean un verdadero órgano de soberanía popular y menos si cabe el Parlamento europeo. Sabemos que de ellos no podemos esperar soluciones a los problemas de trabajo, derechos sociales y libertades democráticas que sufrimos los trabajadores y los pueblos.
Pero las elecciones son un terreno de lucha política que no se debe despreciar ni eludir, si se quiere arrancar a los trabajadores y a los pueblos de la nefasta influencia de las instituciones y los partidos del sistema. Por eso en estas elecciones europeas hace falta que se escuche la voz de los trabajadores y de la izquierda soberanista.
En Corriente Roja no hicimos especulación alguna con el número de votos que se podían sacar. Obviamente cuantos más mejor, pero no se planteó objetivo alguno al respecto porque, como hemos dicho anteriormente, el objetivo era otro, lograr una candidatura obrera y democrática que pusiera voz a los que el régimen monárquico, el gobierno y el sistema mismo se la niega. Y no especulamos además con el número de votos porque éramos plenamente conscientes de que esta candidatura iba a realizar una campaña enteramente contra corriente: contra el gobierno, el régimen monárquico, el sistema capitalista y sobre todo contra la «opinión pública» y la conciencia dominante en la propia clase obrera a la que nos dirigimos.
Una campaña electoral como la que hemos vivido, viendo cientos de activistas en todo el estado apoyando la candidatura, moviéndose por ella. Viendo tal cantidad de actos (II-SP ha sido la tercera fuerza política en numero de actos organizados, solo por detrás del PP y PSOE) y viendo la repercusión mediática de la lista, aunque fuera para criminalizarnos, ha generado sin duda expectativas, demasiadas ilusiones en algunos sectores de ese mismo activismo, lo que es más que compresible. Más que compresible porque la candidatura puso en marcha tal cantidad de energías, de activistas, colectivos, y recibió tanto entusiasmo en los actos que acabó generando una especie de burbuja en la que se acaba perdiendo en parte el sentido de la realidad.
Pero cuando las pasiones se traducen al lenguaje de la razón la conclusión entre ese mismo activismo no deja sombra de duda sobre el balance más que positivo de todo lo hecho.
Y aquí entran en escena los oportunistas de rigor, un inevitable tributo que las organizaciones revolucionarias que se sitúan en el candelero tienen que pagar. Para nuestros detractores los 40.000 votos obtenidos (reconocidos) fuera de Euskal Herria son «ridículos».
Y entonces volvemos a lo señalado anteriormente, ¿puede sacar doscientos, trescientos mil votos fuera de Euskal Herria, una candidatura que dice hoy en Castilla, Andalucía, Murcia, Extremadura, Ceuta y Melilla.. saturada de españolismo por los cuatro costados, que los vascos tienen derecho a la independencia si así lo deciden? Puede sacar hoy ciento cincuenta mil, doscientos mil votos fuera de Euskadi una candidatura que brinda sus espacios y sus actos a los satanizados dirigentes abertzales? ¿II-SP podía sacar 200.000 votos fuera de Euskadi diciendo, en un país donde la xenofobia y el racismo siguen creciendo, que los inmigrantes y los nativos somos las misma clase obrera, que queremos papeles para todos, el cierre de los centros de internamiento y la derogación de la Ley de extranjería?
Cuando uno escuchaba hablar a nuestros candidatos y candidatas de la soberanía de los pueblos, de que la crisis la paguen los capitalistas, decir no a los Eres, nativa o extranjera la misma clase obrera, etc, sentía orgullo porque estaban diciendo lo que había que decir, sentía que muchos trabajadores y jóvenes vascos verían en II-SP su candidatura y sentía cómo miles de trabajadores inmigrantes nos votarían… ¡si pudieran votar!. Pero sentía con la misma fuerza que cada afirmación de ese programa restaba por miles votos de trabajadores y jóvenes en la «España profunda» y en sectores de las nacionalidades mismas porque hoy por hoy su conciencia no es otra que la conciencia de la clase dominante.
¿Cuántos votos dio a la candidatura en Euskal Herria el anuncio de Otegi apoyando II-SP? ¿ Y cuantos ese mismo anuncio restó fuera de Euskadi? La diferencia radical entre oportunistas y revolucionarios es que los segundos, con paciencia, con toda la pedagogía del mundo, decimos lo que hay que decir, lo que en ese momento corresponde a una política de clase y democrática, de o quite votos.
Así pues, los poco amigos de basar su política en sólidos principios acaban navegando como un corcho, a la deriva. Y donde ayer ponían en tela de juicio la presentación misma como cretinistas antiparlamentarios hoy cuestionan el resultado electoral porque como todos los oportunistas la política empieza y termina en el número de votos y los diputados que se obtienen.