Dom May 19, 2024
19 mayo, 2024

Las manifestaciones golpistas, las Fuerzas Armadas y el gobierno de Lula

El silencio de Bolsonaro durante más de 40 días fue una forma de apoyar contundentemente las manifestaciones en defensa de un golpe militar y, al mismo tiempo, evitar ser preso. Primero, sus militantes bloquearon caminos, con la connivencia y hasta el apoyo explícito de militares de la Policía Federal de Carreteras (PRF). Luego, se dirigieron a campamentos coordinados en las puertas de los cuarteles.

Por Mariucha Fontana

Tanto el corte de ruta como los “patriotas” que reclaman “intervención federal” y no aceptan el resultado electoral son financiados por sectores de la burguesía, reciben apoyo político del gobierno, del Ministerio de Defensa, de militares de reserva y activos, y también cuentan con la connivencia de la cúpula de las Fuerzas Armadas (FFAA).

No por casualidad, el general Braga Netto, vice de Bolsonaro, consoló a una manifestante golpista en Brasilia diciéndole «no pierdas la fe» . El excomandante del Ejército, general Villas Boas, tras las elecciones, se pronunció en Twitter sobre “atentados contra la democracia”, por parte del Supremo Tribunal Federal (STF) y el Tribunal Superior Electoral (TSE), destacando que “la población sigue reuniéndose frente a los cuarteles pidiendo socorro a las Fuerzas Armadas”, en claro apoyo a las manifestaciones golpistas.

El 29 de noviembre, Ronaldo Travassos, sargento de Marina activo, actualmente adscrito al Gabinete de Seguridad Institucional (GSI), comandado por el general Heleno, declaró que “Lula no sube la rampa” , alentando acciones el día de la toma de posesión de Lula.

Manifestantes bolsonaristas pedem ditadura militar

Las FFAA, después de “fiscalizar las elecciones”, algo que ya no les corresponde, elaboraron un informe que no consiguió demostrar fraude alguno. Pero insistieron en enviar un mensaje dudoso, de que habría un “hipotético riesgo” de fraude, para alimentar a la militancia golpista.

Además, los comandantes del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea incluso amenazaron con abandonar sus cargos antes de la asunción de Lula, para no tener que prestarle continencia, en un acto de insubordinación y «protesta» contra el presidente electo y, de hecho, en apoyo a Bolsonaro.

Impunidad: herencia autoritaria que muestra su verdadera intención

Brasil salió de 21 años de dictadura, con todos sus horrores, garantizando la total impunidad de sus crímenes. A diferencia de Argentina, Uruguay y Paraguay, dejó intactas las FFAA, así como su “doctrina” autoritaria, sus privilegios y sus beneficios.

La Constitución de 1988 carga un escombro autoritario y negoció el artículo 142 con los militares, que lo interpretan a su antojo; es decir, afirmando que este les conferiría un “poder moderador”. Así, estarían por encima de los tres poderes de la República, para “garantizar la ley y el orden”.

En las escuelas militares se enseña una “Historia del Brasil” al revés, donde el golpe militar de 1964, la contrarrevolución, se celebra como una “revolución” y la dictadura como una “defensa de la democracia”. Donde torturadores como Brilhante Ustra son tratados como héroes.

La crisis capitalista que asola al país, la enorme decadencia, fruto de la subordinación del Brasil al imperialismo y la desindustrialización a que está sometido, permitieron el fermento social para que, ahora, estos sectores militares se pongan manos a la obra.

Bolsonaro nombró a 8.000 militares para cargos ejecutivos; hizo favores a la cúpula de las FFAA en la Reforma Previsional; buscó centralizar, a nivel federal, las Policías Militares; además de estimular y armar a 900.000 coleccionadores, tiradores y cazadores (CACs).

Amenazas: no habrá golpe, pero hay chantaje de golpe

No va a haber golpe militar porque no hay correlación de fuerzas entre las clases para que hoy se dé un golpe.

La burguesía y el imperialismo están divididos, pero tienen una mayoría categórica contra el golpe. Un golpe, en este momento, no tendría el apoyo de la mayoría de la población, ni del proletariado y ni siquiera de la mayoría de la clase media, donde se encuentra el grueso de los partidarios de Bolsonaro. Pero, la extrema derecha, incluida una parte de las FFAA, chantajea con el golpe, impunemente, y lo seguirá haciendo.

La política del gobierno Lula es de capitulación

El gobierno de Lula, del Frente Amplio con la burguesía, habla de “pacificación” y muchos activistas creen que no puede hacer ni decir otra cosa porque, supuestamente, “no habría correlación de fuerzas”.

Sucede que el PT, las centrales sindicales y los movimientos sociales son parte de la “correlación de fuerzas”. Mientras Bolsonaro moviliza a un sector de la extrema derecha, el PT (y también el PSOL y organizaciones similares) propone ser un gobierno burgués, para administrar el capitalismo en crisis, y llama a la clase trabajadora y el pueblo a desmovilizarse y confiar en el STF, en el Congreso, en el nuevo ministro de Defensa y en las propias FFAA.

Lula designó como ministro de Defensa a José Múcio Monteiro, exministro del Tribunal Federal de Cuentas (TCU) y exdiputado de los partidos que apoyaron la dictadura, porque es “aceptado” por los militares. De igual forma, nombrará a los jefes de las distintas Fuerzas, basándose en el criterio de “antigüedad”.

Además, no está claro si habrá una investigación a fondo y un castigo ejemplar para Bolsonaro y sus familiares ante las numerosas denuncias frente la pandemia, los múltiples casos de corrupción y las amenazas golpistas.

Independencia: la clase obrera debe confiar en su propia fuerza

En la segunda vuelta, el PSTU pidió el voto crítico a Lula para derrotar electoralmente a Bolsonaro; pero alertábamos que la clase trabajadora no debía depositar ninguna confianza en el gobierno de Lula y que tendría que haber una oposición de independencia de clase al mismo.

Alertábamos que, al gobernar el capitalismo, el gobierno de Lula atacará a los trabajadores y ni siquiera combatirá, de forma consecuente, a la ultraderecha. Porque la derrota de la extrema derecha exige la movilización independiente de los trabajadores y la autodefensa, así como el cambio en las condiciones sociales que dieron, y siguen dando, base al bolsonarismo, lo que exige enfrentar al imperialismo, a los banqueros, a las multinacionales y a los grandes latifundistas del agronegocio.

La clase obrera debe buscar su organización independiente de la burguesía, su movilización unificada por nuestras reivindicaciones, y confiar en sus propias fuerzas.

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 13/12/12022.-

Traducción: Natalia Estrada.

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