search

La juventud en la lucha revolucionaria

julio 27, 2011

Artículo publicado en el Dossier Juventud de la Revista Correo International (Nueva Época) N° 5, junio de 2011.

 

“Ayer éramos todos tunecinos, hoy somos todos egipcios. Mañana seremos todos libres.” La frase entonada por una multitud de jóvenes los días que antecedieron la caída del dictador Mubarak expresa bien el fenómeno político que ganó  la atención del mundo a inicios de este año. La juventud árabe tomó su lugar en la historia y, contrariando la propaganda neoliberal, probó que nada es imposible de cambiar.




La actualidad no parece confirmar más aquella ideología “las revoluciones son imposibles” o “cosas del siglo pasado”, y que las “masas son incapaces de definir sudes destinos”. Y, así, la presencia irrefutable de millones de jóvenes en acción es, hoy, característica definidora de las principales luchas sociales de inicios del siglo XXI, a nivel mundial.



Para desaliento del imperialismo y de los gobiernos de todo el mundo, la generación posterior al mito del “fin de la Historia”1 está, ella misma, transformándose. Y cuando los ojos del mundo se vuelven al mundo árabe y a los conflictos en Europa, ven a esa juventud desfilar nuevamente por las calles, con combatividad y esperanza.



Cuando esos chicos y chicas, jóvenes trabajadores y estudiantes, despertaron para retomar en sus manos el futuro, pudieron protagonizar enormes acontecimientos, de aquellos que, cuando acaban, cambiaron el mundo.



Los jóvenes son el blanco preferencial de la crisis económica



Desde la explosión de la crisis económica mundial, en 2008, el imperialismo y los gobiernos de todo el mundo intentan salvarse imponiendo al conjunto de la clase trabajadora el desempleo, la precarización del trabajo y la pérdida de derechos sociales.



En todo el mundo, la juventud sufrió de forma más acentuada ese proceso. Los propios órganos de la burguesía admiten eso: el informe de la OIT (Tendencias Globales de Empleo para  la Juventud, 2010) concluye que la tasa de desempleo juvenil alcanzó el mayor nivel ya registrado. A finales de 2009, 81 millones de jóvenes, entre 15 y 24 años, un 13% de los jóvenes económicamente activos. La tasa de desempleo en la juventud es dos veces más alta que en el resto de la población.



Entre 1997 y 2007, la década que precedió a la crisis económica, el número de jóvenes desempleados aumentaba en una escala pequeña: una media de 191.000 por año. Pero entre 2007 y 2009, el ritmo se aceleró enormemente y, en esos años, se sumaron 7,8 millones de jóvenes desempleados.  El estudio apunta además que, entre los jóvenes que tiene empleo, 28 % están en situación de extrema pobreza sobreviviendo con 1,25 dólares por día.  



Las altas tasas de desempleo tiene efectos de largo plazo, una parte significativa de la juventud comienza a desistir de buscar empleo. La participación de los jóvenes en la fuerza de trabajo ya fue fuertemente afectada. En 56 países del mundo, existen 1,7 millones de jóvenes que ya ni siquiera forman parte de los índices de desempleo porque han abandonado la búsqueda de su primer empleo.



En el norte de África, la juventud tiene una enorme fuerza social: por ejemplo, en Egipto, 2/3 de los 80 millones de habitantes tiene menos de 30 años. Sin embargo, la economía está lejos de absorber ese ascendente crecimiento demográfico, el índice de desempleo llega a 50%. La participación de los jóvenes en el mercado de trabajo es la más pequeña del mundo.



Entre aquellos que tienen empleo, las condiciones son muy malas: bajos salarios, pocos derechos sociales y ninguna organización sindical. El auxilio estatal a los desempleados, las pensiones y los derechos sociales sólo son garantizados a los funcionarios públicos. La mayoría de los nuevos empleos creados en el país son en el mercado informal. Por eso, muchos jóvenes con diploma universitario desempeñan funciones que nada tiene a ver con su formación profesional.



La crisis económica dio a los jóvenes europeos muchos motivos para identificarse con los jóvenes egipcios.  En España, la tasa de desempleo juvenil entre los jóvenes alcanza 40%, el número absoluto de desempleados es el mayor desde 1976. Los países desarrollados fueron los más alcanzados por la crisis, estar “à la rasca” (sin perspectivas) era, hasta hace algunos años, un hecho típico de la periferia del sistema capitalista pero de los países imperialistas. La crisis aproximó las realidades: los países desarrollados son responsables por sólo 10% de la fuerza de trabajo joven en el mundo, pero concentran 72 % del aumento total del desempleo. Entre 2007 y 2010, el número de jóvenes desempleados en esos países aumentó 37%.



¿Una generación perdida?



Basado en un pronostico de que el impacto de la crisis económica va a ser duradero, el informe de la OIT alerta para el legado de “una generación perdida”, sin perspectivas de futuro y ninguna esperanza de garantizarse una vida mejor, o al menos igual, a la de sus padres. Ese es el proyecto que el capitalismo quiere imponer para la juventud.   



Pero los millones de jóvenes que vemos luchando en las calles, contagiados por la fuerza de la “primavera árabe”, saben qué quieren. Con la irreverencia y la vitalidad que les son características, la juventud trabajadora y estudiantil nuevamente entra en escena para decir su futuro. En las plazas españolas, exhiben sus carteles, ironizando con la frase típica del jefe del imperialismo: “Yes, we change” (Sí, podemos).



La caída de las dictaduras, el cuestionamiento a los planes de austeridad y el redescubrimiento de su poder transformador por parte de las masas en movimiento, enfrentaron, de contenido, al imperialismo. Y los jóvenes de todo el mundo, que llegaron a tener expectativas en torno a la elección de Obama, ven ahora a quien recibió el premio Nobel de la Paz retomar la típica agenda de guerra del imperialismo.



A la vez, la enorme simpatía que generó en los pueblos oprimidos del mundo ver a aquellas multitudes transformar las plazas y calles en escenarios de revoluciones, puede ser el aliento definitivo para nuevas y poderosas luchas en la arena mundial.



El día 6 de abril de 2008, probablemente, aquellos muchachos y chicas egipcios que comenzaron a reunirse para organizar un movimiento ni siquiera sabían lo que les reservaba el futuro, más allá de la solidaridad a las luchas obreras que se estaban produciendo. El 25 de Enero llevó millones de jóvenes mucho más allá: el inicio de una reorganización juvenil era ya el preanuncio del protagonismo de la juventud en las conmociones que estaban viniendo. Además de golpeada por la crisis económica y social, esa generación ya no podía ver sentido en el despotismo de sus gobiernos.



Los pueblos árabes están enfrentando poderosas dictaduras y los europeos están lidiando con la “dictadura del mercado”. Aquéllos exigen libertades democráticas, éstos piden “democracia real”. Lo que está por detrás, en ambos casos, es el sistema capitalista donde el más democrático de los regímenes es una feroz dictadura del capital.  



La lucha de “cara nueva”



La nueva generación de jóvenes luchadores fue, así, dando su imagen a los acontecimientos en que era una pieza clave. Tomemos como ejemplo, la experiencia de los cuatro amigos que crearon una invitación a un “evento” en el Facebook, en Portugal. El llamado estaba destinaba a los “desempleados, ‘quinhentoseuristas’2 y otros mal remunerados, esclavos disfrazados, subcontratados, contratados a plazos, falsos “trabajadores independientes”, trabajadores intermitentes, becarios, trabajadores-estudiantes, estudiantes, madres, padres e hijos de Portugal”. De ser un fenómeno en internet, la manifestación de la “Geraçaõ à Rasca” (generación sin esperanzas) se transformó en la mayor movilización en el país desde la Revolución Portuguesa, en la década de 1970.



En España las movilizaciones que llenaron las plazas de más de 60 ciudades utilizaron del Facebook. Igualmente, en el mundo árabe, las redes sociales y otras herramientas de internet, ampliamente utilizadas por los jóvenes, se hicieron instrumentos de articulación de las luchas. Y el desdén de los “especialistas” que hablan del “fin del movimiento organizado” o de la “revolución virtual”  no tiene sentido: la juventud se apropia de nuevos medios para retomar con fuerza la movilización callejera, el vigor de las consignas y el orgullo de ostentar sus carteles y banderas.



Los jóvenes tienen el mundo a ganar



La juventud, que incorpora los medios más modernos, también lucha sin el peso de los viejos aparatos y de las direcciones traidoras. Los jóvenes tienen nada que ver con las derrotas que encabezaron las direcciones de las generaciones anteriores. Las revoluciones en el Este europeo les quitaron a los estalinistas la autoridad de hablar en nombre de la Revolución de Octubre. El espacio para las reivindicaciones democráticas y el fuerte sentimiento antiburocrático presentes, tanto en España como en Egipto, son fuertes expresiones de que ni el estalinismo ni el fundamentalismo islámico capitalizan globalmente los anhelos de la juventud. Y eso les permite a los jóvenes ir más allá.



Desde el punto de vista programático, por más que la realidad (en su conjunto) dicte límites a la conciencia de la numerosa vanguardia juvenil mundial, la decadencia de los aparatos abre espacio para la construcción de una alternativa revolucionaria frente a esas luchas.



La burguesía y el imperialismo van a intentar todo tipo de maniobras para frenar y desviar esas luchas. Hasta ahora, la más eficaz de ellas ha sido incorporar, cooptar, absorber lo nuevo que surge para adentro del régimen democrático burgués.



En su contenido, el conjunto de esas movilizaciones chocan con el capitalismo. La única solución estratégica para las tareas planteadas es la ruptura con el sistema. Pero quien no sabe contra quién lucha no puede vencer. Por eso, es preciso dar una fuerte batalla política e ideológica para que esta generación abrace la lucha por el socialismo.
_____________________________________________________________________



1 En 1992, poco después de la caída de la URSS, el politólogo estadounidense Francos Fukuyama escribió el libro El Fin de la Historia en el que expone la tesis de que el devenir histórico habría terminado con el triunfo del capitalismo sobre el socialismo.


2 ‘quinhentoseuristas’: aquellos que ganan el salario mínimo portugués de 500, totalmente insuficiente para sustentar una familia.

(*) los autores son miembros de la Secretaria Nacional de la Juventud del PSTU – Brasil
__________________________________________________________________
Leer otros artículos del Dossier Juventud

Las “generaciones à rasca”

¡Para ser realmente libres hay que hacer la revolución socialista!

 


Lea también