Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Evo Morales: ¿nacionalismo indígena en el poder?

Los actuales dirigentes estamos convencidos que no aceptaremos ninguna reducción clasista, convirtiéndonos sólo en “campesinos”. Tampoco aceptamos ni aceptaremos ninguna reducción étnica, que convierta nuestra lucha en un enfrentamiento de “indios” contra “blancos”. Somos herederos de grandes civilizaciones. También somos herederos de una permanente lucha contra cualquier forma de explotación y opresión. Queremos ser libres, en una sociedad sin explotación ni opresión, organizada en un Estado plurinacional, que desarrolle nuestras culturas y auténticas formas de gobierno propio (COMITE EJECUTIVO DE LA CSUTCB, Chaupimayo Marka (La Paz), octubre de 1983).

Por: Joallan Rocha

A finales de 2015 se cumplen 10 años de la elección de Evo Morales, el primer presidente de origen indígena en la historia de Bolivia, electo con 52% de los votos, en diciembre de 2005. La elección de Evo Morales ocurrió después de un ciclo de rebeliones populares entre los años 2000 y 2005, que marcaron profundamente la historia reciente del país. La primera fue la “Guerra del Agua”, como se conoce la revuelta popular en la ciudad de Cochabamba, en el año 2000, que derrotó el proceso de privatización del agua y expulsó a una empresa transnacional francesa.

En octubre de 2003, los bolivianos protagonizaron una revuelta popular en defensa de los recursos naturales, brutalmente reprimida por el ejército, causando la muerte de aproximadamente 65 personas. Las jornadas de octubre de 2003 o “Guerra del Gas”, provocó el derrocamiento del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, “Goni”. En mayo y junio de 2005, los bolivianos volvieron a las calles, ahora contra el presidente Carlos Mesa, vicepresidente de Goni. Entre las reivindicaciones, que unificaron a indígenas, campesinos, obreros y sectores de la clase media urbana, estaban la lucha contra la privatización del agua, la nacionalización e industrialización de los recursos naturales (gas, petróleo y minas) y la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

En diciembre de 2005, Evo Morales, del Movimiento al Socialismo (MAS), es electo con 53,74% de los votos. La victoria electoral de Morales significó una dura derrota de los partidos tradicionales que gobernaron Bolivia desde el fin de la dictadura, en 1982. Después de la victoria de Evo Morales, la derecha boliviana se reorganizó en el oriente del país, en particular en los departamentos más ricos, como Santa Cruz y Tarija, donde se concentran las mayores reservas de gas y petróleo, y los grandes agroindustriales de la soja. Entre 2006 y 2008, el país presenció una profunda polarización social e inestabilidad política. Las medidas del gobierno no fueron suficientes para resolver la crisis política.

Esta fue resuelta después de un pacto político entre el gobierno y sectores de la derecha en torno a la nueva Constitución, en octubre de 2008. El pacto significó el mantenimiento de los privilegios (el control sobre la tierra) de los grandes latifundistas del oriente. Este acuerdo contrarió a algunos sectores indígenas y campesinos del oriente, que reivindicaban la reforma agraria y la expropiación de los latifundios.

La nueva constitución pactada fue aprobada en un plebiscito nacional con 61,43% de apoyo y generó enormes expectativas en la mayoría de la población, en particular entre los indígenas y campesinos. Según el texto constitucional se fundaba el nuevo “Estado Plurinacional de Bolivia”. En diciembre de 2009 se realizaron nuevas elecciones presidenciales, y Evo Morales fue reelecto con 64,2%. En octubre de 2014, Morales es electo por tercera vez, con 61,36% y gobernará el país hasta 2020.

Esta breve síntesis histórica pone [en primer plano] la necesidad de una discusión más profunda sobre el carácter y la naturaleza de clase del gobierno de Evo Morales, un tema bastante polémico al interior de la izquierda y de la intelectualidad boliviana. Este artículo retoma parte del debate realizado por algunos de los intelectuales más importantes de Bolivia en la actualidad, entre ellos, destaco al actual vicepresidente Álvaro García Linera (1) y al filósofo y científico político Luiz Tapia (2) (ambos pertenecían a un grupo de intelectuales conocido como COMUNA).

La experiencia boliviana de los últimos diez años plantea, a la izquierda y a los marxistas, el desafío de entender la compleja sociedad boliviana y la naturaleza de clase del gobierno de Evo Morales. Este artículo es una pequeña contribución a ese debate. Para eso enfocaremos el análisis en la discusión sobre el origen, ideología, composición, programa y políticas implementas por el gobierno a lo largo de estos 10 años.

Movimiento al Socialismo (MAS): de la lucha campesina a la elección de Evo Morales

El MAS-IPSP (Movimiento al Socialismo-Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos) fue fundado el 27 de marzo de 1995, en la ciudad de Santa Cruz. En ese encuentro participaron cientos de indígenas, campesinos e intelectuales de izquierda. Esos sectores buscaban construir una alternativa política contra la ofensiva del neoliberalismo.

El MAS se construyó en una coyuntura de profundo retroceso del movimiento sindical. La Central Obrera Boliviana (COB) se encontraba extremadamente debilitada en los años ’90. Frente a la crisis del movimiento obrero, el MAS cumplió un papel progresivo en la resistencia al neoliberalismo, al organizar las luchas contra la criminalización del cultivo de la hoja de coca, en defensa de los pueblos indígenas y el derecho a la tierra y el territorio, además de las movilizaciones contra el racismo y la discriminación étnica. Según Lorgio Orellana, el MAS, (…) “surgió como un órgano político, de un movimiento campesino de clase, en el trópico de Cochabamba, con una visión, una ideología y una simbología antiimperialista e indigenista, de oposición a las políticas de erradicación y criminalización de los cultivos de coca, promovidas por el gobierno norteamericano pero, también, con una visión de oposición a las políticas neoliberales implementadas en Bolivia desde 1985” (Orellana Aillón, 2006, pp. 30-31).

El MAS fue la expresión política del surgimiento de los movimientos sociales indígenas-campesinos en los años ’90, en particular de los campesinos que cultivaban la hoja de coca, cuyo mayor líder es el actual presidente Evo Morales. En los años ’90, los movimientos sociales vinculados al MAS, como la CSUTCB (3), CIDOB (4) y el CONAMAQ (5), estuvieron en la línea del frente de la lucha contra el neoliberalismo.

(…) “A partir de un núcleo del sindicalismo campesino [es] que, al final, se organiza la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (ASP) que, luego, por cuestiones de reconocimiento electoral, adoptó el nombre de Movimiento al Socialismo (MAS). Este partido, básicamente, está compuesto por representantes cocaleros y está presente en el sistema de partidos, a través de Izquierda Unida, el frente de izquierda político que articulaba lo que restaba de la izquierda durante los años ’80 y ’90 (Tapia, 2010, pp. 142-143).

A partir de 2002, el partido amplió su base social en dirección a los sectores populares y la clase media urbana. A partir de ese momento, el partido fue cambiando paulatinamente su composición social. Los dirigentes de las organizaciones indígenas y campesinas fueron, poco a poco, sustituidos por intelectuales de izquierda oriundos de las clases medias urbanas, que pasaron a tener mayor preponderancia. El principal intelectual que adhiere al MAS es el sociólogo y ex militante del grupo guerrillero EGTK (Ejército Guerrillero Tupak Katari), Álvaro García Linera, quien estuvo preso durante 5 años (entre 1992 y 1997), bajo la acusación de promover el “terrorismo y la insurrección”.

La dirección del partido pasó a adoptar un discurso más moderado y conciliador, adaptado a las “instituciones democráticas” y a la estrategia electoral. Las elecciones presidenciales de 2002 marcaron un cambio significativo en el perfil político e ideológico del MAS, en relación con los años ’90. En estas elecciones, Evo Morales obtuvo el segundo lugar, con 20,9%, en tanto el presidente electo, Gonzalo Sánchez de Lozada, obtuvo 22,5%.

En las elecciones presidenciales de diciembre del 2005, la mayoría de la población encontró en el MAS y en la lista Evo Morales-Álvaro García Linera una alternativa real para derrotar a los partidos de la derecha tradicional, que gobernaron Bolivia desde el fin de la dictadura en 1982. Para la mayoría de la población, la elección de Evo Morales significaba, por un lado, el fin del saqueo de los recursos naturales y, por otro, el fin de la secular opresión étnica-cultural a la que fueron sometidos los pueblos y nacionalidades indígenas.

En ese sentido, la elección de Evo Morales, en diciembre de 2005, fue la expresión de un proceso creciente de polarización social y acumulación de fuerzas de los sectores populares, indígenas, campesinos, obreros, desde el año 2000. El Movimiento al Socialismo fue identificado por amplios sectores de la sociedad boliviana como una alternativa para resolver la crisis política, social y económica que atravesaba el país.

El presidente Evo Morales llegó al poder con un gran apoyo popular y una expresiva votación. Sin embargo, la crisis política y la polarización social, provocada por las rebeliones de 2003 y 2005, se mantuvo. Además de la presión popular, por el cumplimiento de las reivindicaciones de los diferentes grupos sociales, el gobierno sufrió la oposición de las élites económicas y políticas regionales, que gobernaban las principales provincias del oriente boliviano, en especial el departamento de Santa Cruz, donde se encuentran las principales reservas de gas y petróleo, y [existe] una fuerte presencia del agronegocio.

¿El “nacionalismo indígena en el poder”?

Cuando Evo Morales fue electo presidente, el país se encontraba geográfica y políticamente dividido. De un lado estaban los sectores conservadores y las clases dominantes del oriente del país, preocupados y temerosos con los cambios y medidas que pudiesen afectar su poder económico y político, sobre todo, el control ejercido sobre la propiedad de la tierra; del otro lado, las distintas organizaciones sociales y sindicales del campo y de la ciudad depositaban grandes expectativas en el gobierno, pero no estaban dispuestas a esperar pacientemente el cumplimiento de sus principales reivindicaciones.

Frente a este escenario, el gobierno buscó siempre una salida pactada y acordada para resolver la crisis política y contener la presión de los movimientos sociales. Para eso, hizo uso del respaldo y apoyo que tenía entre los movimientos sociales y sectores de la clase media y, en menor medida, del apoyo entre los trabajadores asalariados. Las principales organizaciones y movimientos sociales se integraron al aparato estatal y reconocían a Evo Morales como “su gobierno”.

El discurso político del gobierno de Evo Morales combina y articula dos matrices ideológicas: el “nacionalismo” y el “indigenismo”. Pero, ¿hasta qué punto estas representaciones corresponden a la realidad? El gobierno de Evo Morales y el MAS, ¿ha implementado un proyecto nacionalista y antiimperialista? El Estado Plurinacional y el proceso de descolonización, ¿cambiarán realmente las estructuras de dominación? ¿Bolivia está avanzando rumbo al socialismo comunitario? ¿El indigenismo del gobierno ha preservado y respetado las formas de autogobierno de las comunidades indígenas-campesinas (Ayllus)?

La respuesta a algunas de estas preguntas ha generado un profundo debate en Bolivia. Para el científico político Pablo Stefanoni (2006), la elección de Evo Morales significó la apertura de un nuevo ciclo nacionalista e indigenista en Bolivia:

“(…) A diferencia de las experiencias anteriores, este nuevo nacionalismo plebeyo no está articulado por las Fuerzas Armadas ni por las clases medias urbanas, sino por las masas indígenas-mestizas, que recuperaron parcialmente las escisiones propias del viejo nacionalismo boliviano (lucha entre la nación y la anti-nación, antiimperialismo y demanda de nacionalización de la economía y del Estado), pero incorporando un nuevo componente étnico-cultural y de auto-representación social en la construcción de una identidad colectiva popular, atravesada por múltiples identificaciones sindical-corporativas (Stefanoni, 2006, p. 38).

El actual vicepresidente y mentor intelectual del gobierno de Morales, Álvaro García Linera (2006), también corrobora la tesis de que el MAS representa un proyecto “nacionalista”, aunque busque diferenciarlo de los proyectos nacionalistas anteriores. En su opinión, “(…) el MAS representa el despertar de los sujetos subalternos para un nuevo nacionalismo revolucionario, pero eso no quiere decir que el movimiento de Evo Morales pretenda resucitar la vieja ideología del nacionalismo revolucionario” (Linera, 2006).

El triunfo del MAS abre la posibilidad de transformación radical de la sociedad y del Estado, pero no en una perspectiva socialista (al menos a corto plazo), como defiende una parte de la izquierda. “(…) El capitalismo andino-amazónico es la manera que, creo, se adapta más a nuestra realidad, para mejorar las posibilidades de las fuerzas de emancipación obrera y comunitaria a mediano plazo. Por eso, lo concebimos como un mecanismo temporal y transitorio (Linera, 2006).

Diferente del análisis de Stefanoni y García Linera, consideramos que el MAS y el gobierno de Evo Morales no representan un proyecto nacionalista e indigenista. Lo máximo que se podría decir es que en los primeros tres años de gobierno el MAS representó un “nacionalismo moderado y pragmático”, como respuesta a la presión popular. En cierta medida, el discurso “nacionalista” del MAS comparte algunos elementos del nacionalismo revolucionario del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) (6) de los años ’40 y ’50, en particular la tesis de que es necesario “desarrollar el capitalismo”, crear una “burguesía nacional” e “industrializar el país”.

En ese sentido, el “proceso de transformaciones”, la “revolución democrático-cultural” o el “socialismo comunitario” que impulsa el gobierno de Evo Morales son intentos de reformar el Estado boliviano y construir una sociedad capitalista “moderna” sin romper con las relaciones de dependencia y subordinación al imperialismo, como está expresado en la teoría del “capitalismo andino-amazónico”, del intelectual y vicepresidente Álvaro García Linera. En lo que concierne a la relación con el gran capital nacional e internacional, el nacionalismo indígena presenta grandes limitaciones. Desde el punto de vista de la relación con los recursos naturales, el MAS propone convivir como socios de las empresas transnacionales. Concordamos con la perspectiva del intelectual boliviano señalada por Luis Tapia: “(…) el MAS, de ninguna manera representa, encarna, defiende o desarrolla propuestas de un modo comunitario, de relación con la naturaleza y de transformación de la estructura económica boliviana, en que cada vez tengan más importancia o relevancia formas no capitalistas de dirección, propiedad y gestión más colectiva. El MAS encarna la continuidad y exacerbación del modelo de explotación extractivista capitalista, que se vuelve más agresivo, ya que, como si se concibiesen como representantes y controladores del “popular”, quieren imponer un nuevo ciclo u ola de expansión y depredación capitalista en territorios indígenas (Tapia, 2011, p. 128).

La retórica “antiimperialista y anticapitalista” del MAS y de Evo Morales, a diferencia del nacionalismo revolucionario, de inicios de los años ’50, parece representar, más que un proyecto, un discurso “nacionalista moderado y pragmático”. Para Tapia: “La nacionalización actual, que implica retomar parte de la experiencia histórica del pasado, básicamente significa estatización y una reorganización bajo el padrón del capitalismo de Estado, que comparte con el capital transnacional la explotación de los recursos naturales hidrocarbonatos. Los procesos de producción siguen básicamente a cargo de empresas transnacionales. En ese sentido, la principal reforma tiene que ver con el margen de control fiscal y la retención del excedente por parte del Estado (…). No hay ningún signo de que esto llevaría a la autogestión, cogestión u otras formas de socialización en la organización del régimen de propiedad y en la dirección de los procesos de producción. En ese sentido, no hay ningún componente de socialismo en esa perspectiva (Tapia, 2011, p. 97).

¿Un nuevo Estado Plurinacional?

La gran novedad, en el proceso político boliviano, es la aparición del elemento étnico, o sea, la incorporación, en el discurso político, de la “lucha indígena por la inclusión y reconocimiento” de las naciones y pueblos indígenas, históricamente excluidos y marginados por el Estado boliviano.

La idea del Estado Plurinacional es uno de los momentos más fuertes de la catarsis política, ya que implica defender el horizonte en el cual hay que pensar y organizar las formas políticas que contengan a todos los pueblos y culturas, no sólo como ciudadanos reconocidos y gobernados por un mismo conjunto de leyes e instituciones, sino que también los incluya en los procesos de toma de decisiones y de gobierno, a través de sus propias formas de vida política y autogobierno. La idea del estado plurinacional es uno de los componentes más importantes de la reforma moral e intelectual que se operó en la vida política boliviana en los últimos años, ya que implica un desvío del anglo y el eurocentrismo liberal modernos, aunque estos no son procesos completados o realizado, son una tendencia”. (Tapia, 2011, p. 94).

El discurso indigenista del gobierno se articula con la “defensa de la patria” [por] sobre los intereses “sectoriales”, “corporativistas” y de “clase”; el “nacionalismo indígena”, representado por el MAS y por Evo Morales, busca una reforma del Estado y del régimen político boliviano a través de la fundación del Nuevo Estado Plurinacional, fundado a partir de la aprobación de la Nueva Constitución Política del Estado, en enero de 2009. La Nueva Constitución establece que:

Artículo 1. Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho, Plurinacional, comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país. Artículo 2. Dada la existencia pre-colonial de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos y su predominio ancestral sobre sus territorios, garantiza su libre determinación, en el marco de la unidad del Estado, que consiste en su derecho a la autonomía, al autogobierno, a su cultura, al reconocimiento de sus instituciones y a la consolidación de sus entidades territoriales, como a esta Constitución y a la ley.

Artículo 3. La nación boliviana está conformada por la totalidad de las bolivianas y de los bolivianos, las naciones y pueblos indígenas originario-campesinos, y las comunidades interculturales y afro-bolivianas que, en su conjunto, constituyen el pueblo boliviano (Nueva Constitución Política del Estado, aprobada en enero de 2009).

El proyecto del MAS y de Evo Morales, expresado en la nueva CPE, consagra la incorporación, discursiva y mística, de ciertas reivindicaciones étnicas y culturales de los pueblos indígenas, a través de la “Refundación del Estado”, incorporando la Plurinacionalidad como principio fundante de la sociedad boliviana. Para el vicepresidente, Álvaro García Linera, esta definición establece “el reconocimiento de que Bolivia es una nación de naciones, donde estamos aymaras, quechuas, guaraníes, mestizos, afro-bolivianos, etc.; la nueva constitución reconoce que somos un Estado plurinacional (…). El Estado, el poder político, las instituciones, son, ahora, plurinacionales” (Linera, 2008, p. 13).

En esa perspectiva, el “nacionalismo indígena” o “indigenismo” es una construcción discursiva e ideológica y, aunque nos ayude en la caracterización del gobierno de Evo Morales, presenta grandes limitaciones, en la medida en que las políticas implementadas por el gobierno fueron a contramano del discurso de la Plurinacionalidad. Para Tapia (2011) “sólo de manera complementaria y como discurso de legitimación y conexión con parte de sus bases sociales, aparece el componente de Plurinacional” (Tapia, 2011, p. 99).

Las propuestas del gobierno han explicitado que el núcleo de su programa implica una ampliación del mismo núcleo extractivista predominante previamente, vale decir, represas en la Amazonia –que va a inundar territorios de pueblos y culturas–, que la nueva constitución reconoce, pero la política del gobierno apaga; por otro lado, la construcción de una calle que va a dividir al medio una de las principales áreas protegidas del país, afectando negativamente territorios comunitarios. Nuevamente, la idea de desarrollo, del gobierno, niega el reconocimiento plurinacional. Han forzado la aprobación para extender las áreas de prospección y explotación en territorios de comunidades indígenas. Los núcleos centrales del programa económico del gobierno implican la destrucción de la diversidad cultural y la negación del reconocimiento de la territorialidad indígena; ya que sobrepone las decisiones del poder ejecutivo, sobre las decisiones políticas y la deliberación de los pueblos que van a ser afectados (…). Durante el año 2010, el MAS ya explicitó, incluso de manera cínica, la línea anti-indígena que lo caracteriza. Está dispuesto a imponer sus planes de explotación de los recursos naturales, de explotación de las personas y de destrucción de sus formas culturales, sin ningún respeto por la opinión y la soberanía de los pueblos indígenas. De hecho, cabe ver ahí uno de los componentes centrales de la línea política estratégica que se está señalando. Las obras, que el gobierno pretende realizar, son parte del plan IRSA, quiere decir, de la geopolítica imperialista en el continente, que ha diseñado la infraestructura que necesitan los circuitos de acumulación transnacional para explotar, de manera más intensiva, los recursos naturales y a la población de nuestros países. Las obras son parte del núcleo central del programa de gobierno del MAS, y son aquellas las que responden, sobre todo, a los intereses geopolíticos del Estado brasileño. (Tapia, 2011, pp. 97-98).

A partir de estos elementos, es necesario avanzar en una caracterización de la naturaleza de clase del gobierno de Evo Morales, tomando como referencia la perspectiva teórica y crítica señalada por el intelectual boliviano Luis Tapia. En este sentido, no podemos considerar solamente los discursos, el origen social del MAS y del actual presidente, para caracterizar al gobierno y el carácter del “nuevo” Estado boliviano. Es necesario un criterio más objetivo, de clase, que tome en consideración “la relación del gobierno con las instituciones del Estado y las relaciones económicas, sociales y políticas que el gobierno protege, defiende e impulsa”. En el caso boliviano, el gobierno de Evo Morales ha impulsado el capitalismo dependiente y proimperialista, con un ropaje indigenista. A partir de este criterio, consideramos el análisis realizado por Lorgio Orellana Aillón, el que mejor se aproxima de una perspectiva crítica y marxista (2006):

Los nuevos gobernantes del MAS comparten, con sus oponentes neoliberales, el mismo respeto por la propiedad privada y por las instituciones del Estado capitalista; como los gobiernos anteriores, pretenden incentivar la inversión extranjera, promover la seguridad jurídica y trabajar en sociedad con las empresas transnacionales (…). El MAS comparte, con los anteriores funcionarios del Estado, el mismo respeto por las estructuras fundamentales del capitalismo (…). El ascenso del nuevo gobierno, entonces, no indica un cambio de régimen de acumulación sino la renovación de gerentes estatales, que ahora tratan de revisar las funciones regulatorias y redistributivas del Estado en el proceso de reproducción del capital monopolista asentado en el sector primario exportador, sin transformar estas funciones ni las bases económico-sociales en que se fundamentan: el control privado y transnacional, sobre las principales condiciones objetivas de la producción (Orellana Aillón, 2006, p. 33).

Entre la cooptación y el transformismo

Para cumplir el papel de “árbitro” entre las clases, el gobierno del MAS necesitó cooptar e integrar a las organizaciones campesinas, obreras y populares al aparato estatal. Este fue el destino de la gran mayoría de las organizaciones indígenas y campesinas, al inicio del gobierno, que pasaron a ocupar ministerios y vice ministerios. El mismo destino tuvieron las organizaciones sindicales urbanas, como la COB y la FSTMB (7); ambas organizaciones realizaron un pacto político con el MAS en las elecciones de 2014 y abortaron la construcción de un partido de los trabajadores, con el objetivo de elegirse como diputados y senadores (el ex secretario ejecutivo de la COB fue elegido senador y mineros de Huanuni fueron electos diputados por el MAS).

Sin embargo, a partir de 2010, el gobierno pasó a utilizar, de manera deliberada, la represión y criminalización de los movimientos sociales: fue así en el conflicto del “gasolinazo”, en la lucha en defensa del parque nacional indígena TIPNIS, y en la lucha de los trabajadores por la reducción de la edad de jubilación. Los sectores sociales y dirigentes sindicales que pasaron a cuestionar al gobierno, fueron perseguidos, procesados y acusados de hacer el juego a la derecha y al imperialismo, como ocurrió con los trabajadores mineros que impulsaron la construcción del Partido de los Trabajadores.

El gobierno de Evo Morales estableció un nuevo pacto entre el Estado y las organizaciones sindicales indígenas, campesinas, obreras y populares. Este proceso marcó la cooptación e integración de dirigentes sindicales en puestos claves del gobierno.

La cooptación de dirigentes populares en cargos ministeriales, como es el caso de los dirigentes de las asociaciones barriales de El Alto, de la Federación de Cooperativas Mineras, del sindicato industrial, además del decisivo control del MAS sobre las organizaciones campesinas e indígenas del país, indican la probabilidad de la formación de organizaciones populares y sindicatos paraestatales, que se constituirían en la base fundamental del nuevo gobierno y la base de su legitimidad (Orellana Aillón, 2006, p. 51-52, traducción del autor).

Este proceso se asemeja al que ocurrió durante los gobiernos del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), en las décadas del ’50 y ’60, que buscó integrar al gobierno y al Estado a las organizaciones sindicales, en especial a la COB y a la FSTMB. En una nueva clave explicativa, de matriz gramsciana, Luis Tapia analiza las transformaciones y cambios en el partido de gobierno, a través de la “noción de catarsis y transformismo, para hacer una caracterización de una de las tendencias dominantes en la acción política del MAS y sus líderes” (Tapia, 2011, p. 118).

“(…) mi hipótesis es que el núcleo dirigente del MAS y del actual gobierno ha entrado en una fase de transformismo, cada vez más acentuada. De ser intelectuales orgánicos de sectores campesinos, indígenas y populares, se han convertido en intelectuales orgánicos de un proyecto de reconstitución del estado-nación en Bolivia, en torno a un núcleo capitalista que está reacoplando las estructuras de poder y dominación patrimonialistas, con una nueva dirigencia de origen popular (…). Hay algo peculiar en este proceso de transformismo. Hoy no se trata de que los principales dirigentes del MAS están siendo cooptados por el viejo bloque dominante patrimonialista y burgués, en Bolivia, sino que ellos mismos están transformándose en el núcleo dirigente de un nuevo proyecto capitalista en el país, que articula, de manera complementaria y, en cierto sentido, subordinada al viejo bloque dominante. En ese sentido, hubo un recambio en la dirección política y en la modalidad del proyecto político. No se trata de una incorporación totalmente transnacionalizada al sistema mundial, sino a través de la reconstitución de un estado-nación. Las políticas económicas y los planes de desarrollo del gobierno, tienen como eje central el desarrollo del capitalismo: capitalismo de Estado que alimenta y apoya al capitalismo privado transnacional, sometido a un margen de contribución fiscal mucho más alto, capitalismo monopólico nacional, capitalismo mediano y pequeño, pero capitalismo al fin (Tapia, 2011, pp. 125-126).

La lucha por un “Estado Plurinacional” es fruto de una reivindicación histórica de los movimientos indígenas, en un país multinacional y multiétnico, donde existen, aproximadamente, 36 naciones y pueblos indígenas. Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, aproximadamente 70% de la población pertenece a algún pueblo indígena (aymara, quechua, guaraní, etc.). Estos sectores, mayoritarios en la sociedad boliviana, fueron, a lo largo de la historia del país, marginalizados, oprimidos y discriminados por la élite local, nacional e internacional. La opresión y el racismo siempre fueron una política de Estado en Bolivia.

Sin embargo, las políticas del Estado burgués/colonial, de homogeneización de la sociedad boliviana fracasaron rotundamente, en gran medida por la resistencia de los pueblos indígenas para preservar su cultura, sus costumbres, su territorio y sus prácticas de autogobierno. El surgimiento de las luchas indígenas en los años ’90 puso en el centro del debate político boliviano la lucha por un Estado plurinacional.

Esta reivindicación fue formalmente incorporada por el gobierno de Evo Morales en la Nueva Constitución Política, aprobada en enero de 2009. A pesar de la cantidad de veces en que habla de “Estado plurinacional” o de “economía comunitaria”, la nueva constitución legitima y mantiene intactos los grandes latifundios y el sistema político dominante, base material de la opresión y explotación de los pueblos indígenas. Las instituciones de la democracia liberal burguesa, como el parlamento (ahora Asamblea Plurinacional), la justicia y las fuerzas armadas bolivianas, a pesar de los cambios formales, fueron mantenidas intactas y jerárquicamente dominantes en relación con las formas de autonomía y autogobierno indígenas, que siguen limitados y subordinados.

(…) el proyecto político e histórico del MAS va en un sentido contrario a la construcción de un gobierno plurinacional en el país. El núcleo del proyecto político es [el] capitalismo, y el del Estado plurinacional opera como un discurso de legitimación en relación con los sectores populares con los cuales están reorganizando las relaciones de subordinación y dominación. En este sentido, considero que los liberales luchan contra fantasmas, cuando creen que lo central del nuevo Estado es lo plurinacional, y que este es el gran peligro que llevaría a la disolución del país. (Tapia, 2011, p. 126).

Los sectores más importantes de la economía boliviana, como los hidrocarburos (petróleo y gas) y la minería, continúan controlados por empresas multinacionales. El caso de la minería es emblemático y la mejor expresión del control que las multinacionales siguen ejerciendo sobre la economía boliviana. Según datos del propio Ministerio de Minería de Bolivia, la actividad minera representó en 2010, un 6,7% del PIB de Bolivia, y contribuyó con aproximadamente 30% de las exportaciones bolivianas. En 2011, apenas cuatro empresas extranjeras controlaban 56% de la minería boliviana. En 2012, las empresas privadas, nacionales y extranjeras, controlaban 75% de la producción minera, en tanto las cooperativas controlaban 22%, y la empresa estatal, COMIBOL, 3%. Lo que vemos es la reproducción de las formas más perversas del capitalismo dependiente y semicolonial.

Referencias

LINERA, A.G. El evismo: lo nacional-popular en acción. Revista OSAL Online, Observatorio Social de América Latina, Buenos Aires, v. 7, n. 19, 2006. Disponible en: <http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/osal/osal19/linera.pdf>. Accesado: 22 de setiembre de 2014.

La potencia plebeya: acción colectiva e identidades indígenas, obreras y populares en Bolivia. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2008.

Los tres pilares de la nueva Constitución Política del Estado Plurinacional, Economía Estatal y Estado Autonómico. Discursos y ponencias del ciudadano vicepresidente Álvaro García Linera. Vicepresidencia de la República, 4 de noviembre de 2008.

ORELLANA AILLÓN, Lorgio. Nacionalismo, populismo y régimen de acumulación en Bolivia. Hacia una caracterización del gobierno de Evo Morales. CEDLA, Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario, La Paz, Bolivia. Marzo de 2006. Disponible en la web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/bolivia/coyun11.pdf

STEFANONI, Pablo. El nacionalismo indígena en el poder. Revista OSAL, Observatorio Social de América Latina, Buenos Aires, v. 7, n. 19, 2006. Disponible en: <http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/osal/osal19/stefanoni.pdf>. Accesado: 11 junio de 2015.

Consideraciones sobre el Estado Plurinacional, en: BOLIVIA. Descolonización en Bolivia: cuatro ejes para comprender el cambio. La Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, FBDM, 2010. Disponible en: <http://www.iiicab.org.bo/Docs/MAESTRIA1/M1/unidad-1/4ejesparaelcambio.pdf>. Accesado: 12 de agosto de 2015.

TAPIA, Luis. El estado de derecho como tiranía. La Paz-Bolivia: CIDES-UMSA, 2011.

NOTAS

(1) Álvaro García Linera es el actual vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Es matemático y sociólogo, autor de importantes obras como La potencia plebeya, Forma valor y forma comunidad, La condición obrera en el siglo XX, etc.

(2) Luis Tapia Mealla es filósofo y científico político. Docente e investigador del programa de posgrado del CIDES- UMSA. Autor de diversas obras sobre la sociedad boliviana, como La velocidad del pluralismo, La condición multisocietal, Política salvaje, El Estado de derecho como tiranía, La Invención del núcleo común, La coyuntura de la autonomía relativa del estado, La dialéctica del colonialismo interno, Pluralismo epistemológico, Imperio, multitud y sociedad abigarrada, Pensando la democracia geopolíticamente.

(3) La Confederación Única de los Trabajadores Campesinos de Bolivia fue fundada en 1979 y está afiliada a la COB. La CSUTCB reúne las principales organizaciones y sindicatos campesinos del país. Esta organización nacional es la principal base de apoyo y sustentación del gobierno en los movimientos sociales.

(4) La Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia fue fundada en 1982. Su principal base social se encuentra entre los pueblos indígenas del oriente boliviano. La CIDOB representa a los sectores indígenas más críticos al gobierno y estuvo al frente de las manifestaciones en 2011, contra la construcción de una avenida que dividía al medio el mayor parque nacional indígena del país, el TIPNIS.

(5) El Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Quillasuyo representa las nacionalidades y pueblos indígenas de las tierras altas de Bolivia (occidente), donde se concentran las comunidades indígenas de aymaras, quechuas y urus, conocidas como Ayllus.

(6) El MNR fue fundado en 1941; se concentraba, sobre todo, en los sectores urbanos pertenecientes a la pequeña burguesía, pequeños comerciantes y profesionales liberales. Era un partido formado, básicamente, en torno a la crítica a la oligarquía minera y a los propietarios de tierras. Después de la Revolución Nacional de 1952, el MNR asumió la presidencia, con Víctor Paz Estenssoro.

(7) La Federación Sindical de los Trabajadores Mineros de Bolivia fue fundada el 11 de junio de 1944 y durante 40 años fue la organización sindical más importante de Bolivia, reuniendo a aproximadamente 50.000 trabajadores mineros en sus filas.

Traducción Laura Sánchez.

Artículo publicado originalmente en el blog Convergencia Socialista de Brasil

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