Este 1° de mayo hay que salir a las calles demandando que se vaya el gobierno y se dé solución a las demandas obreras y populares

Por Partido Socialista de los Trabajadores – Perú
Nos preparamos para salir una vez más a las calles este 1° de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, recordando a nuestros mártires y las luchas heroicas que ha librado la clase obrera para mejorar sus condiciones de vida. Nuestra mira está puesta en la conquista de un mundo justo y libre, con un Gobierno de los Trabajadores y los Pobres.
Hace 140 años, con inmenso sacrificio, la clase obrera se levantó y libró una batalla histórica que conquistó la jornada de 8 horas. Desde entonces, la lucha no ha cesado y se ha extendido por el mundo. Sin embargo, el capitalismo solo nos ha traído guerras, muerte, destrucción ambiental y hambre generalizada, junto con la degradación absoluta del trabajo. Hoy, la jornada de 8 horas existe solo en el papel. El «derecho al trabajo» que la burguesía presume es, en realidad, precario, inestable y escaso. Esto ocurre en un momento en que la humanidad ha alcanzado avances tecnológicos capaces de mejorar nuestras vidas, pero que, en manos privadas, solo enriquecen a la clase capitalista.
La condición obrera hoy
Celima S.A. es un claro ejemplo de la realidad actual de la clase trabajadora. Tras 20 años de aprovechar coyunturas económicas favorables y aplicar políticas de sobreexplotación y abusos, la empresa acumuló ganancias hasta convertirse en una corporación líder en el mercado nacional e internacional, enriqueciendo a la familia Belmont-Cassinelli, sus principales accionistas.
Pero ahora, Celima busca deshacerse de la mayoría de sus trabajadores—los mismos que hicieron posible su crecimiento—para liquidar al sindicato y los derechos que conquistó en largas luchas, reemplazándolos por “carne nueva” y sin derechos. Para ellos, las ganancias nunca son suficientes: siempre quieren más.
En los últimos dos años, la empresa ya había despedido a 250 trabajadores bajo diversos pretextos. Ahora pretende echar a otros 250 mediante un procedimiento de cese colectivo (despidos masivos) facultado por la ley, tramitado desde hace 8 meses en el Ministerio de Trabajo.
Esta situación no es exclusiva de Celima. Ocurre en cualquier empresa medianamente grande del país, donde la lógica capitalista exige maximizar ganancias a costa de los trabajadores. Desde 2018, los ceses colectivos se han aplicado en más de 100 empresas, dejando a miles de obreros en la calle y desapareciendo sindicatos combativos.
Sin embargo, hoy un gran sector de la clase trabajadora está tomando conciencia de esta realidad. La lucha ejemplar del Sindicato Celima, que se moviliza, denuncia y llama a la unidad obrera, ha abierto los ojos de muchos.
Más allá de los ceses colectivos: los ataques sistemáticos
Los ceses colectivos son solo la punta del iceberg. Las empresas niegan la negociación de pliegos de reclamos, incluso durante huelgas que superan los 100 días, forzando a los trabajadores a la derrota. El derecho a huelga es recortado cuando las empresas declaran «puestos indispensables» para impedir la paralización. El derecho a sindicalizarse es castigado: los afiliados, especialmente los dirigentes, son marginados, perseguidos y despedidos bajo falsos pretextos.
Y cuando los trabajadores esperan al menos recibir utilidades, estas les son robadas. En la práctica, los derechos laborales solo existen en el papel, y los empresarios actúan con impunidad, por lo general con el aval del Ministerio de Trabajo.
Como si fuera poco, ahora buscan eliminar la compensación por tiempo de servicio (CTS) y las gratificaciones bajo el pretexto de una «unificación salarial», derogar el Decreto Supremo 001-2022-TR que limita la aplicación de la tercerización laboral y aplicar otros ajustes dentro del paquete llamado “shock desregulatorio”, destinados a abaratar aún más el valor del trabajo y beneficiar las ganancias empresariales.
El trabajo precario e informal
Si en las empresas medianas y grandes la situación es grave, en el resto es aún peor. Los trabajadores de textiles, confecciones y agroexportación están sometidos a regímenes «especiales», con contratos mensuales que impiden su organización y la lucha por sus derechos. Los tercerizados, las empresas services y los CAS en el Estado son otras formas de precarización. Y una gran mayoría de la clase trabajadora sobrevive en la informalidad total, sin derechos, seguridad social y sin siquiera un salario mínimo.
En los últimos años, con el avance tecnológico, ha surgido una nueva clase trabajadora joven: repartidores de Uber, Driver, PedidosYa, etc. Trabajan a destajo o por comisiones y sin ningún tipo de derechos laborales, asumiendo sus propios costos (equipos, vehículos, servicios), mientras los propietarios de las plataformas los explotan con el cuento de que son «independientes».
Así, la burguesía no solo sobreexplota, sino que divide y fragmenta a la clase trabajadora, dificultando su organización y conciencia.
La FETRIMAP y la lucha aislada
Pese a todo, algunos sectores resisten: el Sindicato Celima, los trabajadores de tiendas Ripley, los obreros municipales de Lima, los huelguistas de Holcim–Agregados Calcáreos (más de 100 días en paro), los trabajadores de Telefónica en lucha contra su liquidación, los trabajadores de Medifarma en lucha contra el cierre de la empresa. Pero hay un problema: cada uno pelea por su lado, como si su conflicto no fuera parte de una ofensiva general del capital.
Cuando las empresas rechazan negociar pliegos, sabotean huelgas o aplican ceses colectivos masivos, no son casos aislados: es parte de una política de ajuste patronal.
Los empresarios actúan con total impunidad, respaldados por la CONFIEP y la Sociedad de Industrias, que impulsan leyes antiobreras. Financiaron a Keiko Fujimori, sabotearon a Pedro Castillo, apoyaron el gobierno de Boluarte y la masacre del sur, tachando a los protestantes de «terroristas». Ahora colocan a sus operadores en el Ministerio de Trabajo para imponer sus planes.
Frente a esto, las dirigencias de las centrales sindicales, como la de la Federación de Trabajadores de la Industria Peruana (FETRIMAP) no unen las luchas y encasillan las protestas a la defensa legal. Los resultados están a la vista: en Celima y Agregados Calcáreos hasta ahora son desfavorables y las resoluciones parecen redactadas por las propias empresas.
La CGTP: complicidad con el poder
La Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), controlada burocráticamente por el Partido Comunicta Peruano – Unidad (PCP) desde su reconstitución hace 55 años, aplica una política de colaboración con los gobiernos patronales. Tras la vacancia de Castillo, cuando el estallido social del sur llegó a Lima, la central no se puso al frente, sino que convocó marchas paralelas y una huelga indefinida destinada al fracaso, aislando a la clase obrera de la lucha popular. Así, contribuyeron a estabilizar el gobierno de Boluarte, que luego desató la ola de ataques que hoy vivimos.
La trampa electoral
Otra trampa es el carrerismo electoral. Mientras la mayoría de las organizaciones de «izquierda» se enfocan en las elecciones –prometiendo que desde el Congreso aprobarán leyes favorables–, la realidad es otra. En 2021, la «izquierda» tuvo 40% del Congreso e incluso el gobierno con Castillo, pero no aprobó medidas a favor de los trabajadores, no derogó ni la ley de cese colectivos. Además, muchos de esos congresistas de “izquierda” votaron por la vacancia de Castillo y pasaron a hacer parte de la mafia que co-gobierna.
Hoy, figuras como la congresista Isabel Cortez Aguirre solo presentan proyectos para simular trabajo, engañando con la idea de que el cambio vendrá desde el Parlamento y no desde la movilización. Y como si fuera poco, en su afán por candidatear de nuevo, no tienen ni rubor al incorporarse a las filas de partidos patronales y mafiosos como Podemos.
Por una nueva dirección obrera
El gran desafío que enfrenta la clase obrera es construir una nueva dirección: independiente, clasista y combativa, que una las luchas en lugar de aislarlas, que fortalezca los organismos sindicales afiliando a la mayoría de trabajadores y democratizándolos (con asambleas generales y delegados permanentes), que priorice la acción directa, y que asuma como suyos las banderas de todos los explotados y oprimidos.
Esta dirección debe encaminar la lucha por una salida de fondo con una Asamblea Constituyente y un Gobierno de los Trabajadores y Pobres, que nacionalice las grandes riquezas bajo control obrero y popular.
Esta es la nueva dirección que con urgencia necesitamos poner en pie. Es un desafío grande. Pero la solución empieza por tener claro el problema.
La misma historia nos enseña que la construcción de una verdadera dirección de clase es la que necesitamos resolver para ganar la pelea. La Jornada de 8 horas la ganamos en 1919 con una huelga indefinida organizada y comandada por una dirección revolucionaria (los anarcosindicalistas). En julio de 1977 realizamos el más grande Paro Nacional de nuestra historia, paro que derrotó a una feroz dictadura y permitió la recuperación de las libertades, gracias a que en frente de él se colocó una amplia vanguardia clasista que la impuso y garantizó su realización combativa, rebasando el control burocrático de la central.
Los elementos para dar pasos en este camino surgen en cada lucha, con dirigentes independientes y combativos al frente de sus sindicatos base. Están en los dirigentes del Sindicato Celima, que no solo son independientes, sino se identifican y abrazan un proyecto claro en ese sentido, como parte de una corriente obrera que realiza el mismo esfuerzo y labor en otros países, mostrando que son lo más avanzado de la clase obrera peruana; por eso no es casual que encabecen una lucha verdaderamente ejemplar.
¡Todos a las calles este 1° de Mayo!
Es con este proyecto, con en el que también nos sentimos comprometidos desde el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), es que llamamos a conmemorar este 1° de Mayo en las calles, en forma masiva y combativa, con las siguientes banderas:
✅ Derogatoria de la ley de cese colectivo y reposición de todos los despedidos (como los compañeros de Celima).
✅ Solución a los pliegos de reclamos congelados.
✅ Defensa del empleo en Telefónica: ¡Renacionalización sin pago y bajo control obrero!
✅ Derogatoria de los regímenes laborales precarios (textiles, agro) y fin a la tercerización.
✅ Aumento general de salarios según el costo de la canasta familiar.
✅ ¡No a Tía María! ¡Gasoducto al Sur!
✅ Juicio y castigo a los responsables de los crímenes en las protestas del 2022-2023.
✅ Autoorganización y autodefensa popular contra la criminalidad.
✅ ¡Fuera Boluarte y su Congreso corrupto!
Y siempre, con la bandera de un Gobierno de los Trabajadores y Pobres, que garantice nuestra independencia nacional y ponga las riquezas en manos de las mayorías.