¿Es posible “salvar” esta “democracia”?
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Por Víctor Montes
Pocas veces se puede ver con tanta claridad que el Congreso es una cueva de delincuentes. Ya no bastan los “mocha sueldos” o “come pollos1”, etcétera. Ahora sabemos que incluso montan redes de prostitución al interior del parlamento para asegurar votos a cambio de favores sexuales. Y para que nadie se entere, asesinan a las personas implicadas, al igual que las bandas de extorsionadores que pululan por el país.
No es extraño, entonces, que el 88% de la población, según un reciente estudio de Ipsos, manifieste su rechazo.
¿A qué se debe esta situación? ¿Cómo nos afecta a los trabajadores, trabajadoras y al pueblo pobre? ¿Existe alguna posible salida?
Una “democracia colonial”
A diferencia de lo que dicen los medios de comunicación patronales, y también muchos de los medios “alternativos” que se precian de “democráticos” y “progresistas”, el basurero en el que se ha convertido el Congreso no tiene que ver, fundamentalmente, con las cualidades o el grado de instrucción de las personas que postulan al Congreso. Sino esencialmente, con el carácter prácticamente colonial de la economía del país controlada por el capital extranjero, bajo la continuidad del modelo económico neoliberal.
Un modelo y una “democracia” que actúan contra los grandes intereses populares e incluso, verdaderamente nacionales, entendiendo a la nación como la inmensa mayoría del pueblo pobre y trabajador.
Por eso, esa “democracia”, elección tras elección, solo ha podido burlar las expectativas de cambio de las clases populares, y ha perpetuado la entrega de las riquezas del país. Ha reforzado la impunidad patronal para explotar a la clase trabajadora. Ha reprimido y asesinado a quienes protestan. Y por supuesto, ha blindado a los asesinos del pueblo, tanto policías como militares y políticos.
Todo se compra y se vende
Pero los servicios prestados por esa “democracia” no son gratuitos. El Estado es un enorme botín, con recursos y acceso a dinero para quienes lo administran. Para tener una idea, sumando todos los ingresos que por ley se les asigna, el sueldo parlamentario ha ascendido, en 2024, a 26 mil 17 soles por mes… ¡23 veces el actual (y miserable) sueldo mínimo! No es extraño que el mayor anhelo de los congresistas sea la reelección.
Y junto al sueldo oficial, se encuentra la corrupción, que no es otra cosa que la venta del poder a las grandes empresas, como Odebrecht o las mineras. Pero también a los grandes negocios informales e ilegales (la minería, tala o pesca ilegal, o al narcotráfico), así como a los mercaderes de la educación superior, como los Acuña, los Luna y etc.
Desde Perú Libre, hasta Renovación Popular. Desde Alianza Para el Progreso, hasta el “Bloque magisterial”. Desde Acción Popular, hasta Podemos Perú y Avanza País… con Fuerza Popular, por supuesto, a la cabeza. En total, son 13 las bancadas en las que está dividido el actual Congreso, cada una buscando asegurar sus intereses, y cada cual más servil que la otra a los diversos sectores empresariales que succionan la riqueza del país y pagan sus servicios.
De ahí que la degeneración y descomposición parlamentaria, que tiene su correlato en la podredumbre del gobierno y su Consejo de ministros, y en el avance del autoritarismo, sea el producto legítimo y natural del dominio capitalista del país.
¿Es posible salvar la “democracia”?
Entendida así, desde una perspectiva obrera, la democracia colonial y patronal, que fortalece su cara autoritaria para asesinar impunemente a los que luchan, ni merece, ni puede ser salvada.
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Y sin embargo, a eso se reduce toda la preocupación de las organizaciones que se dicen “de izquierda” en el país. Desde Nuevo Perú, hasta el Partido Comunista y Patria Roja, pasando por los más diversos grupos estudiantiles y ONG´s, así como por sus representantes más conocidas, Sigrid Bazán, Indira Huilca, etc. Todos proponen “recuperar la democracia”… lo que para esos grupos significa ganar las elecciones.
Lo que no reconocen esos mismos partidos, organizaciones y personalidades, es que fueron ellos los responsables de la desilusión de las masas con esa “democracia”.
¿Por qué afirmamos esto? Primero, porque esas organizaciones y partidos renunciaron a hacer realidad, en 2001, la caída completa de la constitución de 1993. Aceptaron su continuidad y con ella, la del modelo económico neoliberal que nos ha convertido en un país miserable, como puso en evidencia la pandemia, y dominado casi colonialmente por el capital extranjero.
En segundo lugar, porque una y otra vez han levantado expectativas falsas en diversos candidatos y candidatas que, cuando ganaron, terminaron abandonando sus ofrecimientos de campaña para pasarse a la defensa del modelo económico neoliberal, y a la extensión de las redes de corrupción dentro del Estado.
Y tercero, porque ellos mismos han actuado igual a los partidos patronales tradicionales: robaron y se corrompieron. Dando armas a los partidos más reaccionarios del régimen para golpear a los sectores que votaron por ellos.
La salida está en la lucha por el poder obrero y popular
Si en algo tienen razón, esas organizaciones que se dicen “de izquierda”, es que tras la desazón con la democracia, se levanta el peligro del advenimiento de un régimen autoritario, tal como sucedió en los 90 con Fujimori2.
Y sí, el fracaso de la democracia y de sus auspiciadores “de izquierda” desmoraliza a las masas, comenzando por las “clases medias”, los profesionales y pequeños empresarios que comienzan a exigir, tras su frustración, “mano dura”. Con mayor razón si el país se sumergido en una espiral de violencia criminal.
Por eso resulta urgente que se levante una alternativa obrera y popular. ¡No hay posibilidad de “salvar” o “recuperar” esta democracia colonial, asesina, corrupta y patronal!
Es, por el contrario, preciso echarla abajo, como plantearon los compañeros del sur durante su levantamiento, entre diciembre de 2022 y marzo de 2023, para construir un nuevo Estado y una democracia obrera, campesina y popular que realmente represente los intereses del pueblo peruano. Esta aspiración, que se manifestó en la consigna de Asamblea Constituyente, es completamente justa y necesaria, y sigue representando hoy, ese anhelo de cambio profundo y radical. Sin embargo, esa lucha que fue ahogada en sangre, y traicionada por las dirigencias nacionales “de izquierda”, requiere que el poder pase a manos de las organizaciones de lucha de los trabajadores y el pueblo para que sus más sentidas demandas, incluida la Asamblea Constituyente, se hagan realidad, delineando un Estado bajo el control del pueblo, donde todo representante sea elegido y revocado en forma directa, y donde ninguno perciba un sueldo mayor al de un maestro o maestra de escuela, entre otras medidas que garanticen el verdadero control de los trabajadores, trabajadoras y el pueblo pobre, sobre el Estado y el país.
- Apelativos con que se han conocido a Congresistas por imponer a los trabajadores y trabajadoras de sus despachos el cobro de un porcentaje de su sueldo para mantenerlos en el puesto, o que han inventado comprobantes de pago falsos, por ejemplo en restaurantes de preparación de «pollos a la brasa», para justificar sus honorarios por representación y quedarse con el dinero. ↩︎
- Según el reporte, Perú, junto a Bolivia, es el país de la región que solo alcanza un 10% de satisfacción con su democracia. https://peru21.pe/opinion/el-latinobarometro-la-democracia-resiliente-y-los-democratas-insatisfechos-yesenia-alvarez/ ↩︎