El significado de la guerra de Israel y Trump contra Irán

Por Fabio Bosco (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado – Brasil)
El 13 de junio, el Estado de Israel lanzó una agresión militar a gran escala contra Irán. Además de objetivos militares y nucleares, los criminales sionistas atacaron las principales ciudades, complejos de viviendas, hospitales y centrales eléctricas de Irán, asesinando a 935 iraníes. Más del 60% de ellos eran civiles, incluyendo hombres, mujeres y niños. Los ataques siguieron el modelo de Gaza y el Líbano, de devastación generalizada y dirigidos tanto contra civiles como contra militares.
Los ataques sorprendieron al gobierno iraní, ya que la sexta ronda de negociaciones nucleares entre Irán y Estados Unidos estaba programada para el 15 de junio. Además de los intensos bombardeos de la fuerza aérea israelí, agentes del Mosad lanzaron drones dentro de Irán. Tres generales iraníes de alto rango y 14 científicos nucleares murieron.
Por otro lado, Israel se sorprendió por la reacción iraní. Andanadas de drones y misiles balísticos lograron superar las poderosas defensas antimisiles israelíes y alcanzaron, por primera vez en la historia, el centro de Tel Aviv, destruyendo el centro de inteligencia militar y la principal refinería de petróleo israelí en la ciudad de Haifa. Según el gobierno sionista, Irán lanzó 370 misiles balísticos, de los cuales 30 alcanzaron objetivos terrestres.
El éxito de los ataques iraníes impulsó al gobierno israelí a prohibir la venta de billetes de avión para evitar un éxodo masivo. Aun así, unos 50.000 israelíes lograron huir por mar, principalmente a Chipre.
Trump ataca e impone alto el fuego
El 21 de junio, Trump ordenó un brutal ataque contra tres instalaciones nucleares iraníes clave, utilizando cerca de 125 aeronaves, incluyendo siete superbombarderos que lanzaron 14 bombas de 13 toneladas. También se lanzaron treinta misiles Tomahawk desde un submarino contra la instalación nuclear de Isfahán.
Al día siguiente, Irán lanzó un ataque simbólico y preavisado contra una base militar estadounidense en Catar. No hubo muertos, heridos ni daños significativos, ya que los pocos misiles lanzados fueron interceptados. El objetivo de Irán era impedir que Estados Unidos se involucrara en la guerra, y lo logró.
El 23 de junio, Trump anunció un alto el fuego total y exigió al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que devolviera los aviones enviados a bombardear Irán. Al mismo tiempo, el gobierno catarí negoció un alto el fuego con el gobierno iraní.
Ganadores y perdedores
El mismo día del alto el fuego, Trump, Netanyahu y las autoridades iraníes proclamaron la victoria y ocultaron los hechos.
Trump afirmó haber destruido el programa nuclear iraní, a pesar de los informes de su propio gobierno, que indicaban que las instalaciones nucleares iraníes estaban parcialmente dañadas y podrían volver a funcionar en pocos meses. Aun así, Trump se anotó una victoria al aplicar su doctrina de «golpear para negociar» y erigirse como el líder del país más poderoso, con amplia capacidad militar para atacar a otros pueblos e imponer un alto el fuego, sin grandes pérdidas para su país.
Netanyahu lanzó un ataque a gran escala y logró destruir las defensas aéreas de Irán, además de dañar su producción de misiles y drones. Sin embargo, no pudo evitar que los misiles iraníes alcanzaran ciudades israelíes. En otras palabras, las fuerzas israelíes pueden perpetrar un genocidio en Gaza contra la resistencia palestina, que cuenta con armas ligeras, o devastar aldeas y barrios libaneses contra las milicias de Hezbolá, pero tienen grandes dificultades para proteger sus ciudades en una guerra convencional contra un ejército nacional como el de Irán. Podemos afirmar que el proyecto de Israel de convertirse en la potencia hegemónica en Oriente Medio, que había avanzado mediante ataques criminales en Gaza, Cisjordania, Líbano, Siria y Yemen, fracasó en la guerra de 12 días contra Irán.

El gobierno iraní afirmó haber ganado la guerra porque se enfrentó a la mayor potencia militar del mundo y a la principal potencia regional, y no fue aplastado. Al contrario, sus misiles alcanzaron objetivos israelíes hasta el último día y respondió al ataque estadounidense (aunque simbólicamente). Además, conservó 408 kilogramos de uranio enriquecido y sus instalaciones nucleares solo sufrieron daños parciales. Sin embargo, perdió la capacidad de defender sus ciudades al ser destruidas todas sus defensas aéreas. Al mismo tiempo, se vio aislado dentro del orden imperialista, ya que el imperialismo ruso y el imperialismo chino se negaron a brindarle apoyo militar.
El futuro del programa nuclear de Irán
El régimen iraní se enfrenta a un dilema. Por un lado, la realidad ha demostrado que la única manera de defender al país de futuros ataques israelíes o estadounidenses es desarrollar una bomba nuclear. Sin una bomba, cualquier negociación o acuerdo podría convertirse en palabras vacías de la noche a la mañana. Irán ya posee suficiente uranio para construir 10 o 20 bombas, ya cuenta con la tecnología para enriquecerlo con fines militares y ya posee tecnología de misiles que necesita ser adaptada para portar una bomba nuclear. Un sector minoritario del régimen, que se ha fortalecido, defiende esta alternativa.
Por otro lado, Estados Unidos, a través de su representante Steve Wittkoff, propuso intercambiar el fin del programa nuclear iraní por una inversión de hasta 30 000 millones de dólares en un programa de generación de energía nuclear civil, similar al de los Emiratos Árabes Unidos. Además, propuso descongelar 6 000 millones de dólares de fondos iraníes en el extranjero y reducir las sanciones contra Irán a cambio de abrir los mercados iraníes a las empresas estadounidenses. Esto ahuyentaría el capital chino que se beneficia de la abundancia y el bajo precio del petróleo y de los planes para integrar la economía iraní en la cadena de producción china a través de la Nueva Ruta de la Seda (Iniciativa de la Franja y la Ruta). Hoy en día, Irán es, en la práctica, una semicolonia del imperialismo chino.
Estas negociaciones con Estados Unidos siguen siendo la principal apuesta del régimen iraní. Incluso uno de los principales candidatos a suceder al ayatolá Jamenei, Hasán Jomeini, nieto del ayatolá Jomeini, se inclina por esta alternativa.
La solución más probable es una solución intermedia, con la apertura del mercado al imperialismo norteamericano a cambio de la reducción de las sanciones, junto con el simultáneo desarrollo clandestino del programa nuclear, tal como lo hizo Israel a fines de la década de 1950 con el apoyo del imperialismo francés.
La cuestión palestina vuelve al centro de la agenda internacional de los pueblos
Quizás el mayor triunfo de Netanyahu haya sido mantener el genocidio de Gaza fuera de los titulares internacionales. Pero los horrores de Gaza regresan con más fuerza, exponiendo los crímenes del Estado sionista.
Ciento setenta ONG de derechos humanos denuncian el uso del hambre como arma de guerra. Más de 500 palestinos han sido asesinados en las colas para conseguir comida. Soldados israelíes denuncian que se les ordena disparar a palestinos en las colas sin motivo alguno.
La combativa relatora de la ONU para los territorios palestinos, Francesca Albanese, ha anunciado un nuevo informe en el que denuncia los negocios de las empresas tecnológicas (incluidas Google, Amazon y Microsoft), de defensa (Elbit y Lockheed Martin, entre otras) y de maquinaria pesada (como Caterpillar y Hyundai) como la lucrativa “economía del genocidio”, y pide sanciones internacionales.
Además, Netanyahu tuvo que admitir que contrató y armó a una milicia llamada Fuerzas Populares, liderada por Yasser Abu Shabab. Fue arrestado por Hamás en 2015 y condenado a 25 años de prisión por tráfico de drogas. Después del 7 de octubre de 2023, escapó de la prisión de Khan Younis y, con ayuda israelí, estableció una milicia con unos cientos de miembros y una base militar cerca del puesto de control israelí de Kerem Shalom, por donde entra la ayuda humanitaria. Su actividad consiste en robar ayuda humanitaria, venderla en el mercado negro, realizar incursiones de reconocimiento en nombre de las fuerzas israelíes y atacar a Hamás y a las fuerzas de la resistencia palestina. Uno de los miembros de las Fuerzas Populares es Issam al-Nabahin, también miembro de Daesh (una organización que se autodenomina Estado Islámico) en la península del Sinaí. La colaboración de Abu Shabab con Israel llevó a su familia a repudiarlo, es decir, a dejar de reconocerlo como miembro de la familia.
Preocupado por la condena mundial del genocidio en Gaza y el Estado de Israel, Trump abogó por la retirada de todos los cargos contra Netanyahu en los tribunales israelíes y un alto el fuego para liberar a los israelíes encarcelados en Gaza. Es cierto que la popularidad de Netanyahu ha aumentado tras los ataques contra el Líbano desde octubre pasado, cuando asesinó a los líderes de Hezbolá, y contra Irán. Pero no es seguro que su coalición pueda ganar las elecciones. Esto ocurrió en las últimas elecciones porque dos partidos de la oposición, Meretz (sionista de izquierda) y Baladi (nacionalista palestino), no lograron alcanzar el coeficiente electoral por un estrecho margen. Por lo tanto, Netanyahu debe satisfacer a su base nazi-sionista, que desea expulsar a los palestinos y colonizar toda Cisjordania y Gaza. Para ello, mantener el genocidio en Gaza es estratégico.
La fuerza de Trump para doblegar a los tribunales israelíes y salvar a Netanyahu se pondrá a prueba en el calor de la gran ola de solidaridad con el pueblo palestino, especialmente en los países imperialistas occidentales.

¡Ruptura de relaciones con Israel! ¡Palestina libre, del río al mar!
El PSTU llama a la clase trabajadora y a la juventud a redoblar la presión sobre el presidente Lula para que pase de las palabras a los hechos y rompa todas las relaciones económicas, diplomáticas y militares con el Estado de Israel, aislando aún más al monstruo sionista.
Mantener relaciones con el Estado asesino convierte a Brasil en cómplice del genocidio, lo cual es inaceptable.
La ruptura de relaciones es un paso importante para aislar a los sionistas, poner fin al genocidio y apuntar hacia la única solución justa, que es el fin del Estado de Israel y la formación de una Palestina libre, laica y democrática desde el río hasta el mar, como parte de la lucha por una Palestina socialista en una federación de países árabes socialistas.