¡El Canal es de Panamá!
Mientras la segunda administración Trump se prepara para tomar posesión de su cargo, Trump mismo se ha enfocado en Panamá, haciendo varias declaraciones de que él quiere que EE.UU. retome el Canal.
Por Carlos Sapir
En sí mismos, estos comentarios son un insulto descarado e imperialista. Si estos comentarios tienen una gota de verdad detrás de ellos, representan la mayor amenaza contra el bienestar de los panameños desde la construcción original del Canal. Además de ser el punto central de la economía moderna de Panamá y una ruta clave del comercio internacional, la historia del Canal de Panamá es una historia del imperialismo y de la lucha anti-imperialista internacional.
La construcción del Canal fue planeada por primera vez por una empresa francesa a finales del siglo XIX, inspirada por el éxito del Canal de Suez en Egipto, con trabajadores predominantemente chinos y afrocaribeños que llegaron a Panamá (entonces todavía una provincia de Colombia) para construirlo. Los ingenieros europeos, que no conocían el clima de Panamá, no previeron adecuadamente la temporada de lluvias, lo que provocó catástrofes, la muerte de miles de trabajadores y el estancamiento del proyecto. En 1903, aprovechando de una crisis política interna en Colombia, el presidente Theodore Roosevelt envió la flota estadounidense para bloquear los intentos colombianos de restaurar el control sobre Panamá y, de paso, estableció un estado panameño independiente bajo control militar estadounidense. La construcción del Canal, ahora dirigida por EEUU, comenzó inmediatamente, y en este estado de coacción el recién nacido gobierno de Panamá firmó un tratado por el que se concedía a EEUU la custodia del Canal y de una franja de tierra que lo rodeaba (y que, por tanto, dividía el país en dos), conocida como la Zona del Canal de Panamá. En aquel momento, incluso los buenos amigos del imperialismo estadounidense como The New York Times denunciaron la toma como «un acto de sórdida conquista». Aunque estaban más preparados para llevar a cabo el proyecto, la construcción seguía siendo muy peligrosa, y miles de trabajadores pagarían con sus vidas el verdadero precio de la construcción del Canal.
Aunque los panameños (con razón) se indignaron de inmediato por la entrega de bienes vitales a una potencia imperial y a menudo se organizaban manifestaciones a las fronteras de la zona del Canal, el siguiente capítulo de la historia del Canal de Panamá comienza con una oleada de solidaridad con la acción antiimperialista internacional emprendida contra otra imposición imperial similar en la década de 1950: la nacionalización del Canal de Suez por fuerzas egipcias libres que desafiaban al Imperio Británico, y el fracaso de una coalición imperialista de fuerzas británicas, francesas e israelíes que intentaban retomarlo. Inspirada por la victoria antiimperialista en Egipto, la actividad de protesta y el sentimiento antiestadounidense surgieron en Panamá, con los estudiantes a la cabeza de las protestas. En 1964, estudiantes de secundaria panameños marcharon por la Zona con una bandera panameña, y fueron atacados por la policía y el personal estadounidense, que destrozaron la bandera. Siguieron otras manifestaciones llenas de coraje, que se convirtieron en disturbios al enfrentarse a las fuerzas policiales de la Zona. La policía de Zona abrió fuego contra la multitud, y los panameños contraatacaron. Los valientes panameños que perdieron la vida -y especialmente los estudiantes de secundaria- son conmemorados anualmente el 9 de enero, conocido como Día de los Mártires.
Los hechos del Día de los Mártires, y el clima político general que los rodeó, dejaron claro al gobierno estadounidense que el pueblo de Panamá no les permitiría retener el Canal indefinidamente. En 1977, el presidente Jimmy Carter firmaría un acuerdo con el gobierno panameño prometiendo la devolución del Canal en 1999. Aunque este tratado se cumplió en última instancia, los años intermedios también serían testigos de primera mano de lo que el despliegue militar estadounidense en la Zona del Canal significaba para la política panameña.
A lo largo de la década de 1980, Panamá sufrió bajo la sombra del militar Manuel Noriega. General panameño, Noriega era también un colaborador muy importante de la CIA y tenía amplias conexiones con el tráfico internacional de drogas. Tras la muerte del presidente Omar Torrijos en 1981, Noriega se convirtió en el dictador de facto del país desde la sombra, con el apoyo del poder estadounidense. De esta manera, Noriega convirtió a Panamá en un conducto tanto para las drogas como para el apoyo militar contrarrevolucionaria de Estados Unidos a regímenes reaccionarios de todo el continente, quizá el más infame de ellos los Contras de Nicaragua, todo ello mientras asesinaba a disidentes políticos, reprimía las protestas y hacía retroceder los derechos democráticos. Sin embargo, a Noriega se le acabó la suerte y, a finales de la década, la administración de H. W. Bush decidió que se había convertido en más lastre que recurso. Tras un intento de desestimar el resultado de las elecciones en 1989, Estados Unidos empezó a presionar a Noriega para que dimitiera. En lugar de catar, Noriega se puso indignante y comenzó a empujar contra la presencia estadounidense en Panamá, y al mismo tiempo oficialmente se autodenominó como jefe de Estado de Panamá por primera vez. Fue un error, y H. W. Bush respondió con una invasión militar en toda regla de Panamá, lanzada desde el interior de la Zona del Canal. Noriega fue detenido, y varios centenares de panameños murieron en el combate. Aunque el pueblo panameño recuerda a Noriega como un tirano y un villano, la invasión estadounidense puso de manifiesto la amenaza que se cernía sobre la política de Panamá desde que comenzó la construcción del Canal: mientras un ejército extranjero controle la Zona del Canal que divide a Panamá en dos, detentará el verdadero poder sobre el país y cualquier régimen que se forme en Panamá sólo podrá gobernar a su discreción. Y lo que es más importante, la experiencia del régimen de Noriega demuestra que el apoyo estadounidense a un gobierno en Panamá no se basaba en ningún tipo de principio democrático. No fue la burla de la democracia por parte de Noriega en Panamá lo que provocó la intervención estadounidense -lo había estado haciendo desde que tomó el poder a principios de la década-, sino su caída en desgracia como fiel de la CIA e instrumento del poder estadounidense en América Latina fue lo que condujo a su derrocamiento mediante la invasión estadounidense.
Hoy, tras la entrega en 1999, el Canal es un punto central de la economía panameña. También está inmerso en problemas ecológicos, tanto por el impacto del Canal en las zonas circundantes como por la amenaza de que el cambio climático ponga el Canal fuera de servicio por completo debido a los cambios en las lluvias y el caudal de agua. Las decisiones sobre cómo gestionar y mantener el Canal deben tomarlas los panameños que vivirán con las consecuencias, no los imperialistas irresponsables de Norteamérica. En 1977, en la época del tratado Carter-Trujillo, se dice que el senador segregacionista estadounidense Strom Thurmond dijo “el canal es nuestro, lo compramos y pagamos por él, debemos quedarnos”. Si los trabajadores tienen derecho al producto de su trabajo, el Canal de Panamá no puede pertenecer a los capitalistas imperialistas: pertenece a los trabajadores de Panamá, que se enfrentaron a corrimientos de tierra, enfermedades e inundaciones para construirlo, que marcharon contra la Zona cuando dividió su país, y que siguen operando el canal hoy en día, veinticuatro horas al día para satisfacer las necesidades del comercio internacional y los caprichos del capitalismo. Sólo la clase obrera panameña, en solidaridad con los trabajadores y los pueblos oprimidos de toda América, puede luchar para poner el Canal al servicio de las necesidades del pueblo y desvincularlo de la cuenta de resultados capitalista a la que sirve hoy en día.
No está nada seguro de que Trump planea despojar de nuevo a Panamá de su patrimonio; lo que sí es seguro es que si el imperialismo estadounidense lo intenta, el pueblo de Panamá estará allí para recordarle por qué tuvo que retirarse de Panamá en primer lugar. Desde dentro de EEUU, nosotros, como La Voz de los Trabajadores, nos uniremos a la comunidad panameña y a todos los otros indignados por la codicia imperialista para exigir:
¡Fuera las manos de Trump y EE.UU. de Panamá!
Notas
McCullough, David (1977). The Path Between the Seas: The Creation of the Panama Canal, 1870–1914. New York: Simon & Schuster. ISBN 0-671-24409-4.
Meding, Holle Ameriga. «The Día de los Mártires—Spontaneous Demonstration, Heroic Myth, or Political Instrument? The 1964 Panamanian Flag Riots in the History of US-Panamanian Relations.» Global Histories: A Student Journal 4.2 (2018).
Parker, Matthew (28 February 2007). «Changing course». The Guardian. ISSN 0261-3077. Archived
Galván, Javier A. (December 21, 2012). Latin American Dictators of the 20th Century: The Lives and Regimes of 15 Rulers. McFarland. ISBN 978-0-7864-6691-7.