Sáb Sep 07, 2024
7 septiembre, 2024

EE.UU. Trump herido: ¿Qué viene ahora?

Por Carlos Sapir

Donald Trump estuvo a un palmo de la muerte el 13 de julio, recibiendo un balazo en la oreja pero aparentemente en buen estado después de que un hombre armado disparó contra él en un evento de su  campaña. El presunto responsable de los disparos fue abatido, y ha sido identificado por las autoridades como un registrado republicano de 20 años llamado Thomas Matthew Crooks.

La noticia del ataque fue recibida con una inmediata efusión de simpatía y mensajes públicos de calma por parte de los partidos burgueses y la prensa, con todos, desde Biden a Alexandra Ocacio-Cortez (AOC), denunciando la “violencia política” y deseándole a Trump una pronta recuperación. Tienen un motivo obvio en estas condenas: el asesinato de candidatos políticos burgueses amenaza la capacidad del sistema electoral para atraer a los votantes a lo que se presenta como un proceso político eficiente, eficaz e imperturbable.

Inmediatamente, circularon rumores que especulaban con que todo el ataque era una maniobra para aumentar la popularidad de Trump, aunque esto parece poco probable. Incluso los medios de comunicación desfavorables a Trump, que inicialmente informaron “se oyen fuertes ruidos en el mitin de Trump” mientras se desarrollaban los acontecimientos, han confirmado ahora las heridas de Trump, la muerte de una persona en el público y un sospechoso abatido en el sitio del incidente. Dado el nivel de impopularidad de Trump, no es nada raro que hubiera un intento de asesinato.

Mientras tanto, algunos políticos republicanos culparon a los demócratas del tiroteo. Poco después del intento de asesinato, el senador de Ohio J.D. Vance, a quien muchos han considerado favorito para ser elegido candidato a vicepresidente en la candidatura de Trump, dijo: “Lo de hoy no es un incidente aislado. La premisa central de la campaña de Biden es que el presidente Donald Trump es un fascista autoritario al que hay que detener a toda costa. Esa retórica condujo directamente al intento de asesinato del presidente Trump”.

Parece probable que sobrevivir a este atentado impulse las posibilidades electorales de Trump. Incluso si el intento de asesinato hubiera tenido éxito, su efecto en las elecciones habría sido incierto: eliminar a Donald Trump no elimina la política de sus aliados en todo el gobierno estadounidense y la clase dominante en general. Lo que es aún más probable es que esto aumente el grado de represión estatal contra las protestas y los movimientos sociales. Podríamos ver cómo las fuerzas policiales y los gobiernos locales de todo el país intentan utilizar el pretexto de las amenazas de violencia política para prohibir las protestas y responder a ellas con un mayor uso de la fuerza.

Incluso si Trump pierde las elecciones, un segundo mandato de Biden no hará nada significativo para impedir que la derecha siga ganando fuerza (incluyendo lo que surja del movimiento trumpista MAGA). La alegre adopción por parte de los demócratas de medidas reaccionarias contra la inmigración y contra la asistencia sanitaria para personas LGBT, representa ataques inmediatos contra los oprimidos, incluso mientras el partido cede terreno ideológico a la extrema derecha.

Mientras tanto, el fracaso de la administración Biden a la hora de abordar el dolor económico que siente la clase trabajadora proporciona el impulso para que la gente desconfíe de los sindicatos y de las organizaciones de justicia social que han apoyado a los demócratas a pies juntillas, y en su lugar recurran a soluciones de derechas. No podemos derrotar a la extrema derecha apoyando a los dirigentes del sistema capitalista que alimenta su crecimiento; tenemos que presentar una alternativa política independiente al capitalismo que pueda derrotarlo rotundamente.

Los intentos de asesinato no son una táctica eficaz para la lucha contra el capitalismo. Como escribió Trotsky en 1911, el terrorismo contra la clase dominante desmoviliza a la clase obrera, y escoge una batalla con toda la fuerza del Estado en un terreno extremadamente desfavorable. La idea estratégica clave del marxismo es que es la participación directa de los trabajadores en la producción económica la que, si se organiza, nos permitiría tomar el control de la sociedad. Nuestro poder político sólo puede construirse sobre la base del control de la producción, control que no puede tomarse fácilmente por la fuerza porque requiere trabajadores vivos para llevarlo a cabo.

Aunque puede ser catártico ver morir a políticos odiados, al capitalismo no le faltan aspirantes  que llenarían gustosamente los zapatos dejados por un “mártir”. Para vencer al capitalismo, no basta con atacar su fachada, sino que hay que atacar las raíces de su poder. De momento, estamos a punto de ver una vez más como el Estado responda después de que alguien dispare contra el rey y falle. Pero quizá el mejor consejo para este momento sea el famoso adagio de Joe Hill: “¡No llores, organízanse!”.

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