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Chile: sobre los mineros y el «estallido social»

octubre 22, 2022

por Olga Rojas

A 3 años del “estallido social”, una pregunta no deja de dar vuelta en la cabeza del pueblo trabajador en Chile: ¿dónde estuvieron los mineros para el estallido social?

La pregunta es importante, porque aunque sea en sentido de cuestionar a la clase obrera minera, deja de manifiesto que el rol de los obreros de la minería sí es importante para el pueblo trabajador en Chile. La gente no se cuestiona: dónde estuvieron los abogados, dónde estuvieron los publicistas, dónde estuvieron los sociólogos (guardando el respeto y admiración a todas las labores y profesiones). Preguntan dónde estuvieron los mineros.

Pero, ¿por qué es importante intentar responder esto? Porque la clase obrera minera en Chile, tiene un rol fundamental en la economía, especialmente si hablamos de mineros del Cobre, ya que la exportación de este mineral corresponde al 50% de las exportaciones que realizamos. Hoy, el sueldo de Chile sigue siendo el cobre. Si los mineros paralizan, ponen en jaque los intereses del gran empresariado de las multinacionales y del magnate Luksic (dueño de Antofagasta Minerals). Pero además, las maquinarias con las que trabajan en minería, podrían ayudar mucho en tareas de autodefensa frente a la represión del Estado y bandas ultraderechistas. Las Fuerzas Armadas dependen del dinero del cobre para funcionar y en las últimas décadas los oficiales se hicieron millonarios con esta riqueza.

Ahora, el proceso del 18 de octubre lo vivimos de manera más espontánea, no fueron los sindicatos en su mayoría los que organizaron la lucha, las y los trabajadores se organizaron en asambleas territoriales, en brigadas de primera línea, en brigadas de salud, etc. Los sindicatos estuvieron pero no de forma protagónica, y esto ocurrió también con la clase obrera minera.

Los mineros estuvieron en las plazas protestando cuando no tenían turno, muchos fueron parte de las primeras líneas, incluso un vídeo de la Mina El Teniente muestra a un grupo de mineros al son de “ya van a ver, las balas que nos tiraron van a volver”. La presión venía tan fuerte desde abajo, que los sindicatos de la minería y la CUT en conjunto con otras organizaciones, a través del Bloque Sindical de Mesa Unidad Social tuvieron que canalizar la presión llamando a una Huelga General para el 12 de noviembre.

¿Qué pasó el 12 de noviembre?

Este día se concretó el llamado a Huelga, los batallones más importantes de la clase obrera que se incorporaron fueron los Portuarios y una parte de mineros, estando los obreros de La Escondida a la cabeza. En el norte del país, la mayoría de las compañías mineras de cobre públicas y privadas mantuvieron a media máquina sus operaciones. En Calama y al interior de la ciudad de Antofagasta, cercana de algunos importantes yacimientos cupríferos, trabajadores instalaron barricadas, bloqueando vías e impidieron el paso de buses con personal y camiones de insumos hacia las faenas. Sin embargo, no fue un paro al 100%, pues muchos sindicatos ni bajaron la convocatoria a sus bases ni organizaron la manifestación, fue una salida embrionaria de la clase obrera, pero que generó un importante impacto.

También estuvieron sindicatos de pescadores artesanales, y por supuesto, la clase trabajadora protestando en varias ciudades del país. Esta combinación de la protesta en los territorios con autodefensa combativa y la entrada de batallones de la clase obrera, hicieron temblar a la gran burguesía.

Este fue el punto más álgido de la revolución, es por eso que todos los partidos políticos representantes del empresariado se reunieron de urgencia para llevar a cabo la desarticulación del proceso revolucionario, y es así como entregan algo que en décadas no querían dar: un Proceso Constituyente, pero amarrado hasta la médula por las reglas del famoso Acuerdo por la Paz, firmado entre gallos y medianoche. Es así que la Convención Constitucional tenía un carácter contradictorio: fue una conquista porque la tuvimos solo gracias a la lucha, los de arriba no querían darla fácilmente, pero a la vez que los partidos empresariales la entregaron, se encargaron de que estuviera diseñada para no tocar sus intereses (No se podía destituir a Piñera, no se podían tocar los TLCs, impuso a la Convención un altísimo quórum de ⅔, etc.).

El Partido Comunista, que en ese momento tenía buena parte de la dirección de la Mesa de Unidad Social que convocó a la Huelga del 12 de noviembre, no firmó ese Acuerdo por la Paz, sin embargo luego lo validó, y en la división de tareas, su rol fue mantener pasivo a todo el movimiento obrero y sindical. Como parte de esa tarea sacaron la demanda “Renuncia Piñera” del pliego de demandas de la Mesa de Unidad Social, quedando como cambio único relevante la Nueva Constitución, algo que supuestamente (ya vimos que no) sería otorgado por ese Acuerdo por la Paz. Pero otra cosa que hicieron, fue que luego de la triunfante jornada de lucha del 12 de noviembre, no volvieron a convocar una huelga así, dejando caer el movimiento.

Es así, que tanto el Frente Amplio que firmó el Acuerdo por la Paz, como el Partido Comunista que no lo hizo, dividieron sus tareas para salvar al gobierno de Piñera. Hoy el FA y el PC son gobierno, y ya vemos su cercanía con los partidos de los 30 años. Son más de lo mismo.

Los portuarios y los retiros de AFPs.

Si bien este texto es sobre los mineros, no está demás recordar el impacto que tiene la clase obrera cuando sale a la lucha, no solo como ocurrió el 12 de noviembre, sino también cuando se discutían los retiros de las AFPs. Piñera se negaba a entregar los retiros, en las poblaciones se hicieron barricadas, pero fue también la fuerza de los paros iniciales de los portuarios y sus declaraciones exigiendo los retiros de fondos de pensiones, fueron motor para doblarle la mano al gobierno.

Los mineros y la Convención Constitucional

Como la mayoría de la clase trabajadora, varios mineros tuvieron expectativas en la Convención Constitucional cuando estaba iniciando, es así que “delegaron” a los convencionales los cambios que “Chile” necesitaba. Sin embargo, hubo un sector más consciente de la minería, que junto a la Convencional María Rivera del MIT, impulsaron dos propuestas de normas centrales: La nacionalización de la gran minería del cobre; y la negociación por rama-derecho a huelga.

La iniciativa por recuperar el cobre para financiar los derechos sociales (al igual que la segunda iniciativa), estuvo encabezada por un sindicato muy nuevo: el Sindicato Interempresa de la Minería-18 de Octubre (SIM-18 de Octubre). La iniciativa por recuperar el cobre tuvo más de 24 mil firmas, incluso en la Convención fue aprobada por mayoría simple, sin embargo, el Acuerdo por la Paz impuso el quórum de ⅔ para cambios relevantes, y esta iniciativa no tuvo esos ⅔ en la Convención.

Los dirigentes del SIM-18 de Octubre, fueron parte del 38% de la población chilena que votó Apruebo, pero no porque confiaran en la Nueva Constitución o la defendieran, ya que se rechazó su principal demanda: recuperar el cobre. Pero aprobaron porque sabían que reconocía algunos mínimos derechos democráticos para la clase trabajadora, las mujeres, LGBTI, mapuche, etc. Y por la necesidad de decir NO MÁS a la Constitución de Pinochet. No está demás decir que en El Salvador, un campamento específicamente minero, ganó la opción del apruebo de salida.

Nuestra compañera María Rivera junto a dirigentes del Sindicato Interempresa de la Minería de Chuquicamata

Sin embargo, la mayoría de la clase trabajadora, y también por ende buena parte de los mineros, votaron rechazo, por un análisis que hicimos en otro texto.

¿Por qué no se profundizó el 12 de noviembre? ¿Había otra alternativa?

Con todo lo anterior, primero que todo, queda claro que los mineros sí estuvieron y han estado en la lucha, solo que no salieron sindicalizados o concentrados, lo cual es una debilidad, y ésto es así porque no existe una organización sindical -ni política- revolucionaria que organice su lucha, sus dirigentes siguen siendo en su mayoría dirigentes pro empresa incluyendo a miembros filo Partido Comunista.

El 12 de Noviembre no se profundizó debido a que el Frente Amplio, el PC y toda la burocracia sindical de “izquierda” y derecha prefirieron salvar al régimen de los 30 años, y con ello salvar a Piñera. Es por eso que no convocaron a ninguna otra Huelga, solo siguieron los pasos del Acuerdo por la Paz.

Otra hubiese sido la realidad si se convocaba a una segunda Gran Huelga general, incorporando a todo el sector obrero minero (o al menos la mayoría) y de las principales ramas de la economía, para hacer caer a Piñera y que todos los asesinos y represores pagaran, y además exigir una Nueva Constitución pero sin las trabas del Acuerdo por la Paz.

Sin embargo, bajo la realidad del Chile actual, es difícil que hubiese existido esa otra alternativa, pues aún no hay una alternativa de dirección política, construida en el seno de la clase obrera, en particular entre los mineros, y que le haga contrapeso al PC, al FA y a los partidos de los 30 años. Ni siquiera hay un sindicato minero u obrero en general que haga ese contrapeso en la lucha. El espontaneísmo que en un inicio fue progresivo, va mostrando los límites del proceso revolucionario. Pero ante esta dificultosa realidad, no podemos quedarnos de brazos cruzados, queda una gran tarea por delante.

La clase obrera minera sigue viva

La clase obrera minera, al igual que toda la clase trabajadora, con la dictadura sufrió un golpe brutal, su organización fue destruida. Y luego bajo los gobiernos «democráticos» de estos 32 años, los partidos, gobiernos y la burocracia sindical siguen ahogando el rol de la clase obrera. Dicen que ésta ya no existe como en los 60s o en el periodo de la Unidad Popular, y que solo existen ciudadanos o «pueblo». La ultraizquierda filo anarquista tiene en su centro referente al “poblador”, lo que es importante, pero niega el rol estratégico de la clase obrera.

Pese a la desorganización y a los golpes, la clase obrera está lejos de estar muerta. Según estudios, en Chile el año 1965 teníamos a 509.000 obreros y el 2020 teníamos alrededor de 2 millones. En el mismo periodo, en particular los trabajadores de la minería aumentaron de 43 mil a más de 200 mil. Puede que a nivel porcentual representen más o menos con respecto al conjunto de la clase trabajadora si lo comparamos con los años 60, pero lo que sí es claro que la clase obrera está lejos de estar muerta o desaparecida. ¡Hay una política totalmente consciente, del empresariado y de los partidos reformistas para poner a la clase obrera como muerta! ¡Pero la realidad les grita que la clase obrera sigue más viva que nunca!

Por todo ello decimos que es imprescindible reconstruir las organizaciones de la clase obrera, recuperar los sindicatos bajo un programa de lucha por las demandas de los trabajadores (sueldos, condiciones laborales, acuerdo marco, derechos sociales como vivienda, salud, pensiones, educación etc.) y también por demandas históricas, como la renacionalización del cobre con control de la clase trabajadora y el fin del capitalismo, un sistema de explotación y opresión.

Si la clase obrera se hubiese puesto a la cabeza de las movilizaciones el 12 de noviembre de 2019, todo podría haber sido distinto. Por ello, el MIT plantea construir una organización política en el seno de la clase obrera, que en un próximo estallido revolucionario pueda conducir al conjunto del pueblo para solucionar de una vez los problemas sociales y ambientales que existen en Chile y en el mundo.

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