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Brasil

Brasil | La independencia secuestrada

septiembre 14, 2022

Bolsonaro demostró la máxima de Marx de que la historia sucede primero como una tragedia y después como una farsa. Tras meses de una intensa preparación, con una agitación masiva en sus bases y mucho dinero volcado por el gobierno y por sus amigos empresarios, el presidente convirtió las festividades del Bicentenario de la Independencia en una plataforma electoral.

Por: Redacción PSTU Brasil

Como farsa, porque Bolsonaro tomó prestada la idea de la dictadura militar que en 1972 convirtió las celebraciones del 150 aniversario de la Independencia en una serie de actividades para ganar apoyo para la dictadura.

Si la dictadura desfiló por el país con los huesos de D. Pedro I, esta vez el gobierno de Bolsonaro importó el corazón embalsamado del monarca para su macabra fiesta. La convocatoria del 7 de setiembre se dio junto a amenazas de golpe e intimidaciones por parte de un gobierno que, a menos de un mes de las elecciones, se ve con pocas posibilidades, incluso a pesar del multimillonario paquete electoral.

Feriado transformado en campaña electoral

Lo que se vio este 7 de setiembre, sin embargo, tuvo más tono de campaña electoral que de amenaza de dictadura, tratando de ir más allá del 30% de apoyo en el que se encuentra estancado y, al mismo tiempo, buscando producir imágenes para empaquetar su discurso de que es mayoría y solo no será reelegido si las elecciones son fraudadas.

Todo, por supuesto, permeado por el discurso machista y misógino de Bolsonaro y con toda la estructura del Gobierno Federal y de las Fuerzas Armadas.

El bolsonarismo movió algunas decenas de miles de personas para los actos en Brasilia, Río de Janeiro y São Paulo. Mostró que, aunque está atrás en las encuestas, sigue siendo capaz de movilizar a su núcleo más duro, incluida la base de las fuerzas de seguridad. Es decir, aunque pierda las elecciones, seguirá siendo una fuerza activa y movilizada en el futuro.

Fue vergonzoso el papel que jugó la dirección del movimiento, con el PT a la cabeza, que desmovilizó las protestas contra las amenazas bolsonaristas, promoviendo en su lugar mítines electorales.

Esto desarma a la clase, deja libre a la ultraderecha para seguir amenazando y pone más ilusiones en las elecciones, como si una victoria electoral fuera capaz de acabar con el bolsonarismo, más aún cuando son justamente la crisis del sistema y los fracasos de los gobiernos de conciliación con la burguesía, como los que hizo y pretende repetir el PT, los responsables por el crecimiento de la misma.

Una falsa independencia

La campaña y el discurso del bolsonarismo se agregan a un falso nacionalismo, que esconde el hecho de que su gobierno, con la cúpula de las Fuerzas Armadas a remolque, es uno de los más entreguistas de la historia. Un gobierno felpudo del imperialismo, dispuesto a entregar el país en bandeja, desde las empresas estatales hasta la Amazonía, pasando por todas nuestras riquezas.

La realidad es que el Brasil nunca fue un país independiente. La “independencia” sin abolición de la esclavitud y sin acabar con la monarquía fue pactada con la metrópoli portuguesa y sucedida por la sumisión al imperialismo británico y, más tarde, al norteamericano y demás países ricos.

En el último período, el país pasa por un acelerado proceso de recolonización, volviendo a su antiguo papel de mero exportador de commodities al mercado internacional, algo que Bolsonaro defiende y lucha por mostrarse como el mejor para llevarlo a cabo, batiendo continencia a la bandera norteamericana.

La fórmula Lula-Alckmin no representa una alternativa para que el Brasil conquiste su soberanía. Baste decir que durante los gobiernos de Lula y de Dilma, el país continuó con la política de Fernando Henrique cardoso (FHC), avanzó en esa localización de mayor desnacionalización de la economía y de proveedor de materias primas al mercado internacional, con el agronegocio y la industria extractiva, a costa de la desindustrialización, del deterioro tecnológico, de la destrucción del medio ambiente y de la vida de las poblaciones indígenas, quilombolas y ribereñas.

Pero eso no es todo. La economía del Brasil hoy en día está dominada por no mucho más de 100 grandes empresas. Y estas por unos pocos grandes inversores y banqueros internacionales. Son grandes grupos económicos que se apropian de lo que produce la clase trabajadora y se reparten las ganancias entre algunos multimillonarios nacionales y extranjeros.

Las remesas de ganancias y mecanismos como la deuda pública son ductos que canalizan gran parte de las riquezas que produce la clase trabajadora en el Brasil hacia megainversionistas extranjeros y países ricos, con la complicidad de una burguesía brasileña socia en la rapiña del país y a la que le importa poco si los trabajadores y la mayoría del pueblo brasileño viven de mal en peor.

Es imposible tener una verdadera soberanía y salirnos del yugo del imperialismo estando juntos y gobernando con los grandes empresarios, el mercado financiero, el agronegocio, y sectores de derecha como Alckmin.

En estas elecciones, la soberanía y la independencia son 16

Para tener independencia y soberanía plenas es necesario enfrentar al imperialismo, estatizar las 100 más grandes empresas y multinacionales que controlan la economía y prohibir las remesas de utilidades. Las empresas privatizadas deben reestatizarse, incluida la Petrobras, que actualmente tiene la mayoría de sus acciones negociadas en Nueva York. Así como suspender el pago de la deuda pública para invertir en empleo, salud, educación, vivienda, medio ambiente, saneamiento, reforma agraria y agricultura familiar.

No es posible tener soberanía e independencia sin atacar las ganancias y propiedades de las grandes empresas, nacionales y extranjeras, que en conjunto someten al país. Y eso solo lo puede hacer la clase trabajadora, junto con los sectores populares, con organización, movilización y un proyecto independiente de la burguesía, instituyendo un gobierno socialista de los trabajadores.

Esta alternativa solo puede garantizarse fortaleciendo un proyecto socialista y revolucionario en el país, ganando el mayor número de trabajadores, jóvenes y sectores oprimidos para la construcción de esta salida.

La fórmula del PSTU y del Polo Socialista Revolucionario, Vera y Raquel Tremembé, tiene el objetivo de fortalecer este proyecto socialista y revolucionario. Cada voto en estas elecciones es útil en la construcción de esta alternativa y, por lo tanto, es el único voto que puede fortalecer a la clase trabajadora, con conciencia, organización y lucha.

Únete a esta lucha con nosotros. ¡Vamos con la 16!

Artículo editorial de Opinião Socialista publicado en www.pstu.org.br, 9/9/2022.-

Traducción: Natalia Estrada.

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