Brasil está atascado en la carretera de la recolonización

La huelga de los camioneros se chocó con el proceso de recolonización del Brasil que, en este momento, está siendo conducido por Temer. Ellos se dieron de frente con la dolarización del precio de los combustibles y con la privatización y la desnacionalización de la Petrobrás, que despelleja a los trabajadores y el pueblo para dar ganancia a un puñado de millonarios internacionales. Mientras tanto, la población más pobre está cocinando con alcohol y leña porque no consigue pagar por el gas de cocina.
Por: PSTU – Brasil
Brasil se está volviendo una colonia de los Estados Unidos y de los demás países ricos: exporta productos básicos e importa productos con mayor tecnología. Es de esta forma que, teniendo la mayor reserva de petróleo del mundo, privatiza y desnacionaliza el presal y las refinerías de la Petrobrás. Ellos disminuyen la producción aquí y el país exporta petróleo crudo e importa derivados.
Con la crisis mundial del sistema capitalista, los países ricos y sus multinacionales quieren arrancar más riquezas y ganancias de aquí. Los banqueros y los grandes empresarios brasileños son sus socios menores, son multimillonarios entregando el país y arrojando la crisis en nuestras espaldas. Desde la dictadura, pasando por Collor, FHC, Lula, Dilma y Temer, el Brasil fue siendo cada vez más privatizado y desnacionalizado. De Collor para acá, además, se fue desindustrializando.
Los camioneros dieron un “parate” en el “conductor” que mantiene el país en este atolladero: Temer, que después de esta huelga es un muerto vivo. Sin embargo, todos los que actuaron para desmontar la huelga e impedir una huelga general y la caída de Temer no están de hecho dispuestos a enfrentar a los países ricos, a los banqueros, las multinacionales y la colonización del Brasil.
De Lula a Bolsonaro, pasando por el Ejército (que algunos tienen ilusión de que sería nacionalista), Alckmin, Meirelles, Ciro Gomes, Marina, y todos ellos, nadie se propone contrariar el mercado, que es nada más y nada menos que el 1% que domina el Brasil. Nuestro país tiene 70% de su economía controlada por multinacionales y sus lacayos socios brasileños.
El mercado tiene miedo de que Temer no consiga evitar o reprimir una explosión social, una rebelión popular. No tiene certeza sobre si Temer llega hasta las elecciones de octubre. En las elecciones, quieren cambiar el conductor para seguir en el mismo camino. Mientras tanto, el muerto vivo y todos los demás al volante insisten en la colonización, la explotación y la corrupción.
Primero, quieren dividir a los de abajo y echar la culpa a los camioneros para que el gobierno saque dinero de la educación y de los presupuestos sociales y no de los banqueros, multinacionales y corruptos. Segundo, la entrega del país no para. Van a privatizar dos campos de presal esta semana. Temer quiere entregar la Eletrobrás y poner la energía del país en manos de las multinacionales. ¿Qué país es este que permite que un sector estratégico quede en manos de otros países? Solo una colonia.
Otra noticia es que las Fuerzas Armadas están cerrando un acuerdo con los Estados Unidos para que este opere la Base de Alcántara en el Maranahão [norte del país]. Así, los Estados Unidos tendrán una base militar en nuestro territorio.
Quieren aumentar la explotación y la entrega. De ahí las reformas que garantizan más dinero para los banqueros vía el pago de la deuda pública, un robo legalizado. Para ver el robo, basta hacer una cuenta: quede debiendo mil reales a un banco durante un año y vea cuánto va a pagar; tome el mismo dinero, deposítelo en un ahorro y vea cuánto va a recibir.
Un proyecto socialista para una segunda independencia
Brasil es uno de los países más desiguales del mundo. Seis multimillonarios concentran una renta equivalente a 100 millones de personas.
Para cambiar la vida del pueblo y garantizar lo mínimo –gas de cocina, empleo, salud, educación, vivienda, saneamiento, en fin una vida digna– es necesario hacerle frente a la recolonización del Brasil, a los banqueros, a las multinacionales y sus lacayos. Es preciso reducir la jornada de trabajo sin reducir los salarios, anular la reforma laboral, impedir la reforma previsional, acabar con las privatizaciones y suspender el pago de la deuda, que da a los banqueros, todos los años, la mitad de todo lo que se recauda. Es necesario, además, estatizar y poner bajo control de los trabajadores las 100 empresas más grandes que controlan la economía del país, entre ellas los bancos, las estatales privatizadas y las multinacionales.
Los candidatos a la Presidencia que están ahí, con excepción de Vera, precandidata del PSTU, no hablan de parar de pagar la deuda a los banqueros ni de reestatizar las estatales privatizadas. Todos prometen al mercado hacer la reforma previsional. El Brasil precisa de una segunda independencia. Sin acabar con la sumisión del país no se resolverán los problemas de la mayoría del pueblo brasileño ni la corrupción.
¡Rebelión popular! Obreros y pueblo en el poder, ese es el camino
Para cambiar todo lo que está ahí, el camino no será la vía de las elecciones, mucho menos una intervención militar. Precisamos organizar a los de abajo para derribar a los de arriba. Este país precisa de una Rebelión, de un proyecto socialista que ponga a los obreros y el pueblo en el poder para gobernar por medio de consejos populares.
Lea: Opinião Socialista n.° 556, 7 de junio de 2018.-
Traducción: Natalia Estrada.