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Brasil

Brasil: el significado de las manifestaciones del 13 de marzo

São Paulo – Manifestação na Avenida Paulista, região central da capital, contra a corrupção e pela saída da presidenta Dilma Rousseff (Rovena Rosa/Agência Brasil)
marzo 17, 2016

Manifestación convocó a 500.000 en la Av. Paulista. Brasil vivió este 13 de marzo lo que puede haber sido una de las mayores manifestaciones, en las calles, de su historia.

Por: Dirección Nacional del PSTU

¿Qué es lo que explica esto? Si es verdad que buena parte de la prensa, con O Globo al frente, insufló las manifestaciones, que tuvieron, en su mayoría, sectores de la clase media, también es verdad que ellas se apoyaron en el descomunal desgaste del gobierno Dilma en la población, en la indignación con la corrupción, y en un rechazo creciente y generalizado a los políticos.

En los últimos días, la crisis política se precipitó a una velocidad alucinante. La base de la denuncia adjudicada al senador Delcídio Amaral (PT-MS) y el testimonio forzado de Lula, reavivaron la fogata del impeachment, posibilidad que, en los primeros momentos del año, venía perdiendo fuerza.

Con eso, la oposición burguesa, capitaneada por Aécio, sectores del PMDB y parte expresa del empresariado, como la FIESP (Federación de Industrias de San Pablo), lanzaron una ofensiva en torno a los actos del día 13, sumándose a la convocatoria de los grupos liberales, como “Sal a las calles” y el “Movimiento Brasil Libre”. Pretendían hacer avanzar el proceso de impeachment y, al mismo tiempo, postularse como alternativa política a Dilma.

El primer objetivo fue conseguido y el gobierno de Dilma ya parece caminar para sus momentos finales. El segundo fue un fracaso completo. En la Avenida Paulista, por ejemplo, Aécio Neves, del PSDB, y el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, no solo no consiguieron dar su discurso y salir consagrados del acto como pretendían, como fueron expulsados de allí bajo abucheos e insultos. No fueron los únicos políticos abucheados. Marta Suplicy tuvo que correr hacia adentro de la FIESP y el Pastor Silas Malafaia, por su parte, fue abucheado en las manifestaciones en Brasilia. Si Temer, el sucesor de Dilma, en caso que el impeachment se efectivizara, hubiese estado en las calles, habría sido expulsado igualmente.

No es difícil entender la razón de eso. Aécio y Alckmin echan mano de toda la hipocresía del mundo para atacar la corrupción del gobierno de Dilma, pero todos saben que ellos son tan corruptos como el gobierno.

Eso muestra que si por un lado la burguesía viene llegando a la conclusión de que este gobierno es insostenible, por otro lado va a tener problemas para imponer un sustituto, ya que lo que sucedió con Aécio no fue un acto aislado. Hay en el país una crisis de representatividad enorme. Ninguno representa a la clase media de los actos y ni siquiera a la clase trabajadora.

Dificultad: Aécio y Alckmin son abucheados e insultados en la Paulista

La clase obrera y la periferia están igualmente contra el gobierno, pero no adhirieron a las protestas convocadas por estas direcciones liberales y, en la última semana en especial, por el PSDB y la mayoría de los partidos patronales.

¡Fuera todos ellos! Elecciones Generales ya: ni Dilma ni Temer ni Aécio

El PSTU no fue y llamó a los trabajadores a no ir a los actos del día 13. Desde el inicio afirmamos que el impeachment no resuelve la situación, ya que cambiaría a Dilma por el burgués y corrupto Temer-PMDB. Tampoco la impugnación de la lista Dilma-Temer, que corre en el TSE (Tribunal Superior Electoral) sería solución, ya que asumiría el notorio bandido Eduardo Cunha (PMDB), y tampoco las elecciones solo para presidente.

En todas estas hipótesis tendríamos la continuidad de un gobierno dispuesto a atacar los derechos de los trabajadores, a aplicar un duro ajuste fiscal, una nueva reforma de la Previsión, y la criminalización de nuestras luchas, como viene haciendo Dilma.

En los últimos días, por otro lado, viene ganando repercusión una tesis defendida por nada menos que Renán Calheiros (PMDB-AL) y el ex-presidente José Sarney: una especie de semi-parlamentarismo, que quitaría los poderes de Dilma y le daría más poderes al Congreso Nacional. Es, simplemente, un escarnio de estos corruptos a la población y a los trabajadores de este país. Sería dar más poder a un Congreso Nacional formado por corruptos de ficha récord, en que nada menos que 150 parlamentarios enfrentan algún tipo de proceso e investigación y 75% recibió financiamiento de contratistas.

No vivimos una «ola reaccionaria»

La manifestación del día 13, así como la de marzo de 2015, movilizó mayoritariamente a los sectores de la clase media y tuvo poca participación de la juventud.

A pesar de la indignación aún mayor hoy, con el gobierno y el PT, la clase obrera y toda la periferia no fueron a los actos del domingo. Eso porque, entre otros factores, percibe y rechaza el hecho de que tales actos hayan sido convocados por el PSDB, la FIESP y otros sectores burgueses.

Eso es muy positivo. Porque es la clase trabajadora movilizada, con la clase obrera al frente, quien puede enfrentar a estos dos lados de la misma moneda –el gobierno del PT con sus aliados, y la oposición burguesa de Aécio-Temer y Cía.–, y forjar una alternativa de los trabajadores para el Brasil: ganar o polarizar a la mayoría de estos sectores medios que fueron a las calles contra la corrupción, el gobierno y los políticos.

Muchos se impresionan con las demostraciones de fascismo, racismo, machismo y todo lo que de más atrasado ha emergido minoritariamente de estos sectores de la clase media, y que fueron tolerados también en los actos de este domingo. En una situación de polarización política y social, este tipo de demostraciones siempre aparece. Hoy es minoritaria, pero necesita sí ser duramente combatida.

Sin embargo, es necesario que se diga que las manifestaciones del día 13 no tuvieron cuño fascista. Tuvieron mayoritariamente un cuño anti-corrupción, anti-gobierno y contra todos los políticos. Y expresaron una monumental crisis de representatividad.

Es esto, también, lo que hace que el PSDB haya desistido hasta de la propuesta de elecciones para presidente, porque llegó a la conclusión que en una elección hoy puede ganar cualquiera. Su intento de “capitalizar” la protesta, en acuerdo con los grupos liberales que la convocaron, no fue acertado.

Por otro lado, como ocurrió con el mensalão (coimas mensuales), con Joaquim Barbosa, la referencia al juez Sergio Moro como “héroe” de la lucha contra la corrupción es de masas. Es necesario defender, junto a los trabajadores y toda la población, que no se debe depositar confianza en Sergio Moro, que si fuese realmente justo no participaría en comidas con millonarios como Dória del PSDB, comprometido también en denuncias de compra de votos en la propia convención de su partido.

Pero, como siempre, no se debe confundir la base con la dirección. La clase media está en la calle contra la corrupción, el gobierno y los políticos. Lo que defienden poner a la orden del día es muy diverso, contradictorio y no está definido. Existe una diferencia entre lo que defienden las direcciones burguesas y reaccionarias de estos actos y la gran mayoría de los manifestantes. Una investigación realizada en abril pasado muestra que, al contrario de la orientación ultraliberal de los organizadores de las protestas, la mayoría en las calles defendía servicios públicos y universales, como salud y educación, además de una aversión a todo el sistema político.

La dirección es reaccionaria y los trabajadores estuvieron acertados al no haber ido a esa manifestación. Pero, simplemente llamar a todos los millones que salieron a las calles este domingo de “mancos reaccionarios” y alardear que estamos en vísperas de un golpe parecido al del ’64, es un grave error. Este tipo de evaluación justifica llamar a los trabajadores a salir a las calles en defensa de este gobierno del PT, que gobierna para los banqueros y empresarios, de la misma manera que al PSDB, que hasta ayer estaba aliado a Cunha, Marco Feliciano, Maluf e innumerables otros exponentes de la derecha.

Al contrario de una ola reaccionaria y de la inminencia de un golpe, estamos ante una enorme crisis, y cualquier gobierno que salga de ahí será aún más frágil. Defender a este gobierno, que sigue ahí, significa obstaculizar la construcción de una alternativa de la clase trabajadora a la situación que vive el país.

Tanto los actos capitaneados por la oposición de derecha (esté ella escondida debajo del MBL o Vem Pra Rua), en defensa de una salida de Temer o Aécio, como los actos por “Dilma se queda” no representan a la clase trabajadora y, sí dos alternativas burguesas que seguirán aplicando los planes de los banqueros contra la clase trabajadora.

Ni el 13 ni el 18 ni el 31: ¡El día 1 de abril es contra todos ellos!

Los trabajadores y la juventud, especialmente la juventud negra de la periferia, están protagonizando importantes y heroicas luchas.

Vamos a unir las luchas y a sacar a las calles al bloque de la clase obrera, de los trabajadores, de la periferia, de los negros y negras, de las mujeres trabajadoras, de los LGBT’s y de la juventud, para sacar afuera a todos ellos y garantizar que no gobiernen ni Dilma ni Temer ni Aécio. Basta de arrojar la crisis sobre nuestras espaldas.

Si el día 13 no representó una alternativa de los trabajadores a la crisis, tampoco el próximo día 18, convocado, ni el día 31, llamado por los sectores oficialistas, nos representan. Apoyamos el llamado de la CSP-Conlutas y del Espacio Unidad de Acción a la jornada de luchas que se realizará el día 1º de abril, en los estados y regiones.

Creemos que la CUT y movimientos sociales oficialistas deben romper con Dilma y convocar a una huelga general contra el gobierno, la oposición burguesa, el Congreso Nacional y la criminalización de los movimientos sociales.

También el MTST y el PSOL necesitan romper con el “Frente Pueblo Sin Miedo” y los actos por el “Dilma se queda”, y venir con la CSP-Conlutas y el Espacio Unidad de Acción a construir una movilización el día 1º de abril, para dar un ¡“Basta” a todos ellos! Solo con la movilización independiente y de oposición a estos dos campos de la burguesía es posible forjar una alternativa de la clase trabajadora para el país.

¡Fuera todos! ¡Elecciones Generales Ya!

Solamente un gobierno socialista de los trabajadores, apoyado en la lucha y formado por consejos populares, puede atender nuestras reivindicaciones y tomar medidas como la prohibición de los despidos, la reducción de la jornada de trabajo sin reducción de los salarios, para crear más empleos y frenar la sangría de la deuda a los banqueros, para invertir en áreas como salud, educación y vivienda.

En tanto no tengamos esta alternativa, defendemos la convocatoria a elecciones generales (para presidente, diputados, gobernadores). Elecciones con otras reglas, sin el financiamiento privado, con tiempo igualitario en televisión, y mandatos revocables, sin ningún tipo de privilegio y con salario igual al de un obrero calificado, para presidente, diputado o gobernador.

Traducción: Laura Sánchez.

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