Brasil: El PSTU cumple 30 años al servicio de la revolución por un futuro comunista
Por: Redacción PSTU Brasil
En junio, el PSTU cumple 30 años. En la escala de la historia de la lucha de clases en el Brasil, ha pasado muy poco tiempo desde que aquellos jóvenes obreros, estudiantes y activistas, provenientes de la lucha contra la dictadura militar, las grandes movilizaciones de los años 1980 y la construcción del PT y de la CUT, fueran expulsados del Partido de los Trabajadores y decidieran fundar una organización trotskista revolucionaria en el país. Pero es un tiempo considerable si se tienen en cuenta tantos hechos importantes desde entonces y, además, a toda una nueva generación que no vivió aquel momento.
Urgencia de la necesidad de la revolución
Las diferentes corrientes reformistas, cuanto mayor es la crisis del capitalismo, más insisten en que la revolución y el socialismo son temas para un futuro lejano, para un tiempo que nunca llega. Ahora, según ellos, lo importante es tener muchos votos en las elecciones y elegir parlamentarios. Todo lo demás es la ilusión de una izquierda pasada de moda, dicen.
La realidad ha demostrado algo muy diferente. Y este sentido de urgencia de la revolución y del socialismo no es capricho nuestro. La disyuntiva “socialismo o barbarie” no es sólo un eslogan que se plantea en las reuniones de las organizaciones socialistas. Es un hecho cada día más evidente. Basta mirar la pandemia, las guerras, el aumento de la explotación y de la opresión y la devastación del medio ambiente, que generan cada vez más miseria y violencia para una parte cada vez mayor de la humanidad.
Destruir el capitalismo antes de que este destruya a la humanidad
La catástrofe ambiental en Rio Grande do Sul muestra cómo el capitalismo, los grandes empresarios y los gobiernos, en la búsqueda de ganancias, están llevando a la humanidad al colapso. El altísimo número de muertos en la pandemia fue una demostración de cómo los intereses de los capitalistas están por encima de los intereses de la vida humana.
La guerra en Ucrania es un síntoma de cómo el capitalismo busca asfixiar, oprimir y responder violentamente a las luchas de liberación nacional. El genocidio promovido por Israel en Palestina, con el pleno apoyo de los imperialismos estadounidense y europeo, es una prueba de que el capitalismo, a la hora de defender sus intereses en áreas de influencia, no tiene escrúpulos.
Los multimillonarios capitalistas condenan a miles de millones al hambre, la miseria y el sufrimiento. Sus capitales aumentan y sus ganancias baten récords, mientras la desigualdad social se profundiza. Existe un régimen de explotación y opresión brutal en las fábricas y obras de construcción. Arrancan la piel a los trabajadores. Utilizan el Estado y la tecnología más avanzada para explotar y oprimir aún más. También hay violencia y degradación promovidas por el agronegocio en el campo. Y la violencia contra sectores oprimidos, como las mujeres, los negros, las personas LGBTI y los inmigrantes, también crece.
Pero las luchas y la resistencia de los trabajadores contra todo esto también están creciendo. Sólo en los últimos treinta años hemos tenido muchos ejemplos heroicos de resistencia de nuestra clase, como la Primavera Árabe; las rebeliones populares en Chile, Ecuador, Argentina, Colombia, Perú y Bolivia; las huelgas obreras en Europa y, más recientemente, en Estados Unidos; la resistencia del pueblo ucraniano; la resistencia del pueblo palestino, y un largo etcétera.
Lo que le falta a nuestra clase, para transformar esta creciente revuelta contra el sistema capitalista en una revolución socialista, es una dirección política capaz de conducir la lucha y la organización en este sentido.
Los reformistas no pueden cumplir este papel. Se adaptan cada vez más al papel de cómplices y agentes de la burguesía. Son los responsables por la proliferación de la lógica del “mal menor”, de la política limitada a posibilidades inmediatas, y de la construcción de caricaturas sobre posiciones revolucionarias.
Esto no significa que creamos que la revolución está a la vuelta de la esquina, especialmente porque aún no hemos resuelto el problema de la dirección política de nuestra clase. Somos revolucionarios porque creemos que la revolución es necesaria y urgente y que construir las condiciones para que ocurra es una tarea del presente y no de un horizonte que nunca llega, como es para los reformistas.
30 años del capitalismo revelando sus contradicciones
Hace 30 años vivíamos en un período marcado por una fuerte ofensiva del capitalismo, muy diferente de la crisis de este sistema que vivimos hoy. Era 1994, el apogeo de la implementación de los planes neoliberales en el Brasil. Había un retroceso de las luchas de los años 1980 y el mundo todavía estaba lidiando con los efectos inmediatos de la restauración capitalista en los antiguos Estados obreros degenerados, llevada a cabo por la burocracia estalinista.
La burguesía y el imperialismo vendían la idea de que la Historia había terminado. Que el capitalismo había demostrado su superioridad y que tendríamos democracia, libertad y crecimiento económico inagotables, en un mundo donde la burguesía y los trabajadores vivirían felices para siempre. Sería el paraíso en la tierra. Y fue así que los duros años ’90 se vivieron con muchas privatizaciones y ataques a los trabajadores.
Durante este período, muchas organizaciones que todavía decían ser socialistas, comunistas o revolucionarias abandonaron paulatinamente su programa, convirtiéndose cada vez más en defensoras de los capitalistas. En el Brasil, fue el período del ascenso del PT a la Presidencia de la República. De los últimos 30 años en el Brasil, el PT gobernó 16 de ellos.
Durante este período, contrariamente a lo que decían los petistas, sus gobiernos no ayudaron a desarrollar el camino para enfrentar a los capitalistas. De hecho, la gestión de la crisis capitalista llevada a cabo por sus gobiernos, junto con varios cambios más profundos en las disputas interburguesas y en la dinámica decadente del propio capitalismo brasileño y del mundial, fue lo que facilitó un retroceso importante, con el surgimiento de la nueva ultraderecha, trayendo de vuelta a la escena política amenazas de golpe bonapartistas, el papel de las Fuerzas Armadas en la política y propuestas capitalistas cada vez más radicales para la profundización de la explotación de los trabajadores.
La democracia burguesa brasileña, moldeada al final de la dictadura militar, viene debatiéndose en crisis y decadencia. Esto demuestra que no bastaba con poner fin a la dictadura y cambiar el régimen, sino que también era necesario transformar las condiciones sociales y acabar con el capitalismo.
Las luchas de la clase trabajadora son el combustible del partido
Ya sean dictaduras o diferentes gobiernos capitalistas en el régimen democrático, cada uno, a su manera, gobernó el capitalismo y con los capitalistas. El crecimiento económico sólo sirvió a la burguesía y a los multimillonarios, demostrando que no hay desarrollo que mejore la vida del pueblo si no hay la expropiación de la gran burguesía.
Los gobiernos del PT no escapan a esta regla. A pesar de algunas políticas sociales compensatorias, que trajeron beneficios limitados a sectores de la población, sus gobiernos garantizaron los intereses de los bancos y el gran empresariado, que ganaron mucho dinero a costa de la mayor explotación de los trabajadores y de la entrega del país a la rapiña del imperialismo.
Como en el resto del mundo, aquí también los trabajadores, la juventud y los sectores oprimidos lucharon durante estos 30 años. Tuvimos huelgas memorables en la clase obrera, en la función pública, movilizaciones estudiantiles, ocupaciones urbanas y rurales, y las jornadas de junio de 2013.
El PSTU fue parte integrante de muchas de estas luchas, movilizaciones y levantamientos de trabajadores y de la juventud. Y es interviniendo en estas luchas, apoyado en la herencia marxista, que busca desarrollar una base programática sólida que, a partir de una comprensión de la realidad, explique el mundo y levante un programa y políticas capaces de derrotar a la burguesía y revolucionar la sociedad.
Legado: el papel del PSTU en la historia pasada, presente y futura
“El que llega primero bebe agua limpia”, dice un dictado popular. Pero en la lucha política revolucionaria ocurre lo contrario. La generación futura podrá beber agua más limpia si las generaciones pasadas son capaces de aprender de sus errores y dejarlos atrás.
El PSTU ha cometido errores en su trayectoria hasta la fecha. Algunas importantes, que costaron muy caro a nuestro esfuerzo por construir la dirección revolucionaria que nuestra clase necesita. Pero siempre he sabido mirar de frente los errores cometidos y luchar para superarlos, apoyado en un trípode que, para nosotros, es fundamental: el apoyo en la teoría marxista, la búsqueda de una inserción cada vez mayor en la clase obrera, y una integración dada cada vez más profunda con la Internacional. La construcción de nuestro partido en el Brasil no puede explicarse a no ser en el marco de la construcción de la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional (LIT-CI).
Esta es la metodología en la que se basan las varias generaciones de trabajadores y jóvenes que valientemente construyeron este partido. Este es un legado importantísimo e indiscutible.
El PSTU se forjó en la lucha contra todos los sectores de la burguesía, de la derecha tradicional y de la nueva ultraderecha. Y también enfrentando a quienes, viniendo de izquierda, optaron por gobernar con y para la burguesía, convirtiéndose en nuevos administradores de los negocios capitalistas, como el PT, el PCdoB, en un determinado momento histórico, o incluso el PSOL, más recientemente.
En estos 30 años, el PSTU buscó los fundamentos sólidos del marxismo en el arraigo en la clase obrera, en el internacionalismo, en la agitación y la propaganda revolucionarias como actividades definidoras del partido; en la elaboración programática para comprender el mundo con precisión científica, y siendo parte de las luchas cotidianas de los trabajadores.
Incluso después de estos 30 años, sabemos que somos sólo un embrión de la organización revolucionaria que necesita construirse, en el país y en el mundo, para alcanzar nuestros objetivos. Los desafíos del presente y del futuro no han disminuido, sino que han aumentado. Pero estaríamos en condiciones mucho peores para enfrentarlos si no existiera el PSTU en el Brasil y la LIT en el mundo.
El hilo de continuidad histórico de los revolucionarios se perdió varias veces ante la represión y la persecución de la burguesía, el imperialismo, los reformistas y el estalinismo. La existencia del PSTU es el mantenimiento de un importante hilo de continuidad histórico entre lo mejor de la vanguardia obrera y del activismo juvenil que surgió en el Brasil, en los años 1970 y 1980, con las nuevas generaciones de valientes luchadores y luchadoras.
Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 6/6/2024.-
Traducción: Natalia Estrada.