Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

Autodefensa popular. Ejercer el derecho de defenderse

Sea cual fuere el resultado de este segundo turno, la lucha de los trabajadores para preservar sus derechos y sus pocas conquistas entrará en una nueva fase. Si Bolsonaro gana, gobernará con un sector de las Fuerzas Armadas y con amplio apoyo de la alta jerarquía de las policías militares. Su ida al cuartel del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE) de Rio de Janeiro es una imagen de campaña que refleja profundamente sus intenciones.

Por: Ricardo Ayala

La violencia utilizada por el Estado brasileño para mantener a la mayoría de la población al margen de cualquier derecho ya es una realidad en los barrios de la periferia de los grandes centros urbanos, algo que es denunciado por distintas organizaciones como una política de exterminio de la juventud negra.

En el campo, la violencia es producto de la polarización social por el avance de la concentración de tierras de un modelo económico agroexportador. Además del Estado, el latifundio siempre utilizó bandas paramilitares para asesinar campesinos, quilombolas y trabajadores rurales sometidos a la semiesclavitud. No obstante, ahora todo eso puede convertirse en política de gobierno.

La política de asesinatos en el campo

Según la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), en 2015 fueron asesinadas 50 personas en conflictos agrarios. En 2016 ocurrieron 61 muertes, y en 2017 por lo menos 65 personas fueron asesinadas por los mismos conflictos. El Consejo Indigenista Misionero (CIMI) publica anualmente un informe y viene destacando un aumento de la violencia relacionada a los conflictos por tierras.

El robo de tierras y la violencia practicados por la expansión de la frontera agrícola, así como la aplicación de la reforma laboral en el campo, que impone una jornada de 60 horas de trabajo semanal, son parte de la realidad cotidiana enfrentada por millones de trabajadores.

No es por otro motivo que latifundistas fueron los primeros en embarcarse en la campaña de Bolsonaro. Tampoco Bolsonaro dejó dudas sobre su política para los quilombolas y la demarcación de las tierras indígenas, no solamente en videos sino en el programa de su candidatura.

Una posible victoria de Bolsonaro no solo tiende a legalizar el robo de tierras para la expansión de la frontera agrícola como también amplía la violencia utilizada ya por los latifundistas y sus capataces.

Asentamientos, áreas de campamentos, reservas extractivistas, territorios indígenas y áreas de los quilombolas, desde ya deben prepararse para su defensa. Sea cual fuere el resultado de las urnas, la fracción de la clase dominante encargada de mantener y aumentar el Brasil como proveedor de productos agrícolas para incrementar sus ganancias acrecentará constantemente la frontera agrícola y la explotación desenfrenada. Esta se siente fortalecida por la votación de Bolsonaro y por una posible elección de su representante más legítimo.

No esperar. Autodefensa, un derecho democrático

Los ataques contra activistas entre el primero y el segundo turno, con el objetivo de polarizar aún más las elecciones, hechos de forma cobarde y para intimidar a quien está contra Bolsonaro, son una señal de que esos grupos e individuos pueden sentirse liberados para actuar mañana. No solamente contra individuos aislados.

El segundo aspecto del tema está relacionado a los grupos de ultraderecha y fascistas en torno a la candidatura de Bolsonaro. Será el desarrollo de la lucha de los trabajadores, su capacidad de impedir los planes de reforma de la previsión y de otros del futuro gobierno que planteará el problema de una forma más amplia. Aún no sabemos en qué medida esos sectores pasarán de la propaganda a la acción contra los sindicatos y movimientos sociales.

Frente a esa posibilidad, no podemos quedarnos pasivos. Debemos comenzar por la solidaridad inmediata y una amplia red de apoyo a los sectores que hoy están siendo blanco de estos bandos de asesinos. Debemos llevar a conocimiento de toda la clase trabajadora que nuestros hermanos están siendo asesinados en el campo.

No podemos ser indiferentes a la muerte de un sin tierra o de un quilombola. La solidaridad amplia crea las condiciones para su propia defensa, en caso de ser necesaria.

Por eso, cada sindicato debe votar en sus bases la lucha por mantener todo el terreno conquistado, el derecho de organización y de lucha, divulgar ampliamente las barbaridades ocurridas. Un caso es el asesinato de Luísio Sampaio, dirigente del Sindicato de los Trabajadores y Trabajadoras de la Agricultura Familiar, bárbaramente asesinado dentro de la casa el 11 de octubre, en Castelo dos Sonhos (Pará). O el caso de Moa do Katendê, maestro de capoeira asesinado en Salvador por un simpatizante de Bolsonaro. O del ataque ocurrido el 7 de octubre en el Campamento Maria Petit, en Duartina (San Pablo), cuando los acampados se habían desplazado hasta la ciudad para votar y al retornar encontraron el campamento en llamas.

Artículo publicado en Opinião Socialista n.° 563, PSTU Brasil.

Traducción: Natalia Estrada.

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