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Brasil

Al defender a Maduro, Lula ayuda a legitimar una dictadura capitalista que reprime a la clase trabajadora

marzo 13, 2024

Por: Redacción PSTU Brasil

Aquí en el Brasil fue muy importante derrotar a Bolsonaro en las urnas. Esto se debe a que, de triunfar, su gobierno continuaría avanzando contra las libertades democráticas e instalaría una dictadura en el país.

Un activista o militante venezolano que lucha por sus derechos en el país, algunos de los cuales incluso están en prisión, ciertamente entendió esa movilización contra Bolsonaro y el peligro que representaba. Lo que le debió causar perplejidad fueron las recientes declaraciones de Lula en defensa de las elecciones en el país y de Maduro. Lula defendió la equidad del proceso y destacó que “no pueden surgir dudas antes de que se celebren las elecciones ”, previstas por el régimen venezolano para el 28 de julio.

Bueno, si Bolsonaro instalaría una dictadura aquí, en Venezuela ya hay un régimen dictatorial, que reprime y persigue cualquier tipo de oposición. Apoyar a Maduro, como hace Lula, es apoyar una dictadura capitalista, que ni siquiera posee algún carácter “antiimperialista”, como algunos quieren hacer parecer.

No es secreto para nadie que el régimen venezolano es una dictadura apoyada en las Fuerzas Armadas y tiene pleno control sobre la Corte Suprema de Justicia del país, incluido el Consejo Electoral. Procesar, destituir y arrestar a los líderes de la oposición que podrían amenazar a Maduro se ha convertido en la regla. La exdiputada María Corina Machado, elegida por la llamada Plataforma Unitaria Democrática para presentarse a las elecciones, fue declarada inelegible por 15 años por presunta “traición a la patria”, y llegó a ser detenida en diciembre.

El 8 de marzo, su coordinador de campaña, Emil Brandt, fue detenido por los servicios secretos del gobierno de Maduro, sin ninguna acusación. Se espera que sea acusado de “traición” o “terrorismo”, como suele ocurrir con los opositores de Maduro. Ya sean opositores de derecha o líderes populares y sindicales.

En presencia del presidente de gobierno del Estado español, Pedro Sánchez, Lula no sólo defendió la legitimidad de las elecciones en Venezuela, sino que también se burló de la detención y expulsión de la candidata de los comicios. “Me impidieron postularme en 2018. En lugar de llorar, indiqué a otro candidato ”, afirmó.

La realidad es que Lula sabe muy bien que Venezuela no tiene nada que ver con Brasil. Lo que Maduro impuso a su país, en realidad, fue precisamente el plan que Bolsonaro ideó en su candidatura a la reelección: el control del Supremo Tribunal Federal (STF), de las Fuerzas Armadas, y de todas las instituciones del régimen. De tal manera que lo que existe hoy en Venezuela no es la democracia de los ricos que prevalece aquí, es decir, un régimen que favorece a multimillonarios y multinacionales, con algunas libertades democráticas, como la de expresión u organización, sino una dictadura capitalista que persigue, arresta y reprime a los opositores.

Los trabajadores son las mayores víctimas

Quien más sufre la represión del gobierno de Maduro ni siquiera es Corina Machado, una política de derecha vinculada al Partido Republicano estadounidense y a Trump, con un programa abiertamente neoliberal. Los que más sufren son los trabajadores, que sufren una crisis económica sin precedentes, una política de endurecimiento aplicada por el gobierno, y sin derecho, al menos, de protestar. 

A principios de año, varios trabajadores de empresas estatales y gremios del sector público, principalmente de la enseñanza, realizaron una serie de movilizaciones con demandas como aumento de salarios acorde a la inflación de la canasta básica alimentaria, por la revocación del quite de derechos, por libertad sindical, con elecciones libres en los sindicatos (que hoy no existen), libertad de protesta, y la liberación de los trabajadores presos por luchar.

El gobierno respondió intensificando la represión y arrestando a varios dirigentes obreros, como el presidente del Sindicato de Trabajadores de la Educación del Estado de Barinas, Víctgor ​​Venegas, y de su hermano, José Gregorio Venegas. El puño dictatorial de Maduro también recae sobre activistas, como la abogada de derechos humanos Rocío San Miguel, detenida el 9 de febrero. 

Como denuncia la Unidad Socialista de los Trabajadores (UST), sección de la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) en el país: “En todos estos casos se repite el mismo patrón, detención arbitraria sin orden judicial previa, desaparición forzada por varios días, presentación posterior sin contacto con los familiares y sin presencia de abogados defensores, imputación por acusaciones de ‘terrorismo y conspiración’ y ninguna información oficial del centro de reclusión”. La organización recuerda también que varios dirigentes obreros importantes permanecen en prisión, como los sindicalistas de SIDOR (Siderúrgica del Orinoco), Leonardo Azócar y Daniel Romero, detenidos tras una protesta que reivindicaba el cumplimiento de la contratación colectiva de los obreros de la empresa.

El gobierno de Maduro es una dictadura, apoyada y amparada por las Fuerzas Armadas, que ha ido incrementando aún más la represión para contener las protestas y poder arrojar la crisis a las espaldas de los trabajadores. Como también afirma la UST: “la escalada represiva del gobierno de Maduro obedece, por un lado, a su carácter de dictadura burguesa, enemiga de los trabajadores, que necesita ser cada vez más represiva para continuar aplicando el ajuste brutal con el que descarga el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y los pobres del país. Y, por el otro, a su miedo a las protestas y movilizaciones obreras”.

Una dictadura y, al contrario de lo que intentan argumentar sectores de izquierda, capitalista, sin nada de izquierda ni de progresista. Un régimen que se beneficia de renta petrolera, exportado a varios países del mundo, y de multinacionales como Chevron, y sobre la cual se formó la llamada “boliburguesía”, una burguesía próxima e incrustada en el gobierno y en las Fuerzas Armadas, y que cuenta con el Ejército y sus milicias privadas para mantener su poder.

La diferencia entre el régimen de Maduro y la oposición encabezada por Machado se reduce a qué sectores de la burguesía controlarán los miles de millones de dólares del petróleo, manteniendo al país en su condición de dependencia y subordinación, y al pueblo en la miseria. La oposición de derecha, de hecho, ni siquiera representa una alternativa más “democrática”, vistos los sucesivos intentos de golpe que ya ha intentado llevar a cabo bajo los auspicios de Estados Unidos.

La dictadura venezolana y la boliburguesía se benefician de esta relación, y el imperialismo aún más. O sea, más allá de las palabras, Maduro no es “antiimperialista” ni se propone enfrentar al imperialismo. Pero supongamos que así fuera y que hubiera una confrontación real con los imperialismos estadounidense, chino o europeo. Aun así, no justificaría una dictadura capitalista contra los trabajadores y la población.

En un hipotético enfrentamiento, se podría incluso discutir una unidad de acción con el chavismo, pero nunca apoyando una dictadura o la prohibición de la oposición y las restricciones a las libertades democráticas de los trabajadores.

Apoyar a Maduro es apoyar una dictadura capitalista

No era la primera vez que Lula, en su tercer mandato, defiende la dictadura de Maduro. En 2023, el presidente recibió a Maduro con pompa. Ahora ayuda a legitimar un simulacro de elecciones que todo el mundo sabe que sólo servirán para consagrar la dictadura que está en el poder. Lula, así, ayuda a legitimar y fortalecer un régimen que sobreexplota a la clase trabajadora de su país, reprime a activistas y protestas sociales, y cualquier tipo de oposición. Un papel que también cumplen aquellos sectores de izquierda que insisten en ver algún papel “antiimperialista” en este régimen.

Maduro no es demócrata, no es antiimperialista y mucho menos socialista. Es un dictador capitalista, y es lamentable que quien se dice socialista guarde silencio y, más aún, apoye las declaraciones de Lula. Ya sea en defensa de Maduro, o en defensa de otras dictaduras igualmente capitalistas, como la Ortega, Putin o Xi Jiping. Es tan absurdo como apoyar a Netanyahu, Orban y compañía.

Artículo publicado oen www.opiniaosocialista.com.br, 11/3/2024.-

Traducción: Natalia Estrada.

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