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África

África subsahariana: nueva partición o lucha por la Segunda Independencia

julio 5, 2025

Por Cesar NetoJ.G. Hata

El actual ciclo de crisis del sistema capitalista mundial se refleja de forma intensa en el continente africano. Las consecuencias son variadas, tales como: aumento de la explotación minera y natural del continente africano, desplazamiento de poblaciones enteras, degradación del medio ambiente, y una caída aún mayor de la calidad de vida de las masas. En este texto queremos abrir un debate que nos prepare para comprender y explicar mejor estos procesos y, sobre todo, ayudar a la vanguardia luchadora a elaborar un programa que parta de la necesidad de una segunda independencia hacia una sociedad socialista revolucionaria. Este texto pretende, por lo tanto, explicar cómo la actual crisis capitalista incide en la política interna de cada uno de los 54 países africanos.

Los cuatro grandes ciclos económicos posteriores a la independencia desde los años 1960

Existe una gran diversidad en el desarrollo capitalista de los países africanos. Hay economías, como las de Sudáfrica, Nigeria y Angola, que son más avanzadas que las demás, a pesar del enorme retraso respecto de los países sudamericanos, por ejemplo. También hay países, como Ruanda y Uganda, que actúan como centro de tráfico de oro y de otros materiales, y cumplen un papel de gendarme de los intereses imperialistas en la región. Los datos del PNUD sobre el Índice de Desarrollo Humano, publicados en 2025, con datos de 2023, indican que de los 193 países enumerados, entre los diez peores, nueve son del África subsahariana.

Los cuatro grandes ciclos

I. De 1960 a 1980, años de crecimiento económico: fue un período marcado por la construcción de infraestructuras para poder administrar los países tras la independencia política y, posteriormente, para mostrar fuerza y poderío a la población local. Como ejemplo, podemos citar las obras realizadas en Ghana[2] y Costa de Marfil[3].

Entre 1967 y 1980 se produjo un importante crecimiento del PIB, que se situó en torno a 6 %. Un crecimiento que podría compararse con el de algunos países asiáticos. Las economías de Ghana y Costa de Marfil, por ejemplo, crecieron más que las de Malasia e Indonesia, respectivamente.

II. De 1980 a 2000, el rápido declive de la economía del África subsahariana: debido a factores externos, como el aumento del precio del petróleo, la disminución de los términos de intercambio y la crisis de la deuda, el PIB, que había alcanzado 6 %, cayó a 2,1 %.

El carácter monoexportador y la caída de los precios internacionales de las materias primas son los principales factores del declive de la economía subsahariana. En 1975, un tractor nuevo costaba el equivalente a ocho toneladas métricas de café africano; en 1990, el mismo tractor costaba el equivalente a cuarenta toneladas métricas del mismo café.

Esta caída continuó, de manera tal que en 2015 una tonelada de cacao valía 1.300 dólares y una camioneta 4×4 valía 120.000 dólares. Es decir, se necesitaban 92 toneladas de cacao para comprar una 4×4. Una tonelada de cacao requiere ocho hectáreas; como la mayoría de los productores tienen una hectárea, significa que se necesitarán quinientos años de trabajo para comprar una 4×4.

III. De 2000 a 2007, un nuevo ciclo de crecimiento: si entre 1967 y 1980 la economía creció un promedio de 6 % anual, de 2000 a 2007 volvió a crecer, pero a un ritmo menor, alcanzando un promedio de 3,9 %. Este nuevo ciclo de crecimiento se debió en gran parte al aumento significativo de los precios de las materias primas.

IV. De 2007 a 2022, resultado de la crisis económica mundial: la desaceleración de las economías europea y norteamericana y la reducción de la economía china provocaron el descenso del consumo de materias primas y la caída de los precios.

Estos períodos de crecimiento del PIB que hemos mencionado anteriormente no se correspondieron con la elevación del nivel de vida de las masas, sino todo lo contrario, como podemos ver en el ejemplo de Nigeria:

El fin del ciclo de expansión y la caída de la tasa de beneficio en África

Como parte de la crisis mundial, las corporaciones transnacionales y las grandes empresas nacionales africanas han experimentado una fuerte caída en la tasa de ganancia. Los datos publicados en 2023 y 2024 muestran que en ese período acumularon casi 25 % de ganancia, pero los datos publicados en 2025 apuntan a una fuerte desaceleración. Estamos hablando de empresas mineras, de telecomunicaciones, de e-commerce, etc.

Según los datos publicados en 2025, de las 500 empresas más grandes, tomando como ejemplo las primeras 387, el margen medio de beneficio se sitúa en 6,3 %, es decir, una caída muy pronunciada en los dos últimos años. Las razones de esta caída fueron la inestabilidad monetaria y la caída de los precios de las commodities. En este último período, solo unas pocas empresas vinculadas a la explotación de oro y hierro, así como empresas específicas del sector de la aviación, lograron una tasa de beneficio ligeramente superior.

Tomando como referencia los datos publicados en 2023, de las 351 empresas más grandes, la tasa de beneficio tuvo un récord de 14,9 %. De los datos publicados en 2024, teniendo en cuenta las 377 empresas más grandes, la tasa de beneficio fue de 11,5 %, y los datos publicados en 2025 apuntan a 6,3 %.

El capital financiero, por su parte, ha obtenido resultados expresivos. En el continente hay algo más de 300 bancos. Analizando sus orígenes, llegamos a la conclusión de que, de los diez primeros bancos, cinco son de Nigeria, tres de Egipto, uno de Angola, y uno de Mauricio. La gran mayoría se ha desarrollado favorecida por los préstamos públicos, la fluctuación del tipo de cambio y, en algunos casos, las ganancias derivadas del servicio de la deuda pública. El rendimiento sobre el patrimonio neto de los bancos estudiados se ha situado por encima de 30 %.

A pesar de la rentabilidad de los bancos, esta se produce dentro de la curva descendente de la economía mundial, con posibilidades de crecimiento corto y frágil. Sin temor a equivocarnos, podemos afirmar que la era de crecimiento acelerado de los gigantes corporativos africanos ha llegado a su fin, con sus márgenes de beneficio cayendo cada vez más rápido.

La crisis capitalista de 2008-2009 y las crisis posteriores y sus repercusiones en la economía africana

Los datos económicos anteriores demuestran el impacto que la crisis capitalista, iniciada en 2008-2009, ha tenido y sigue teniendo en el continente africano, especialmente en la región conocida como subsahariana. Varias economías históricamente debilitadas entraron en default frente a la deuda externa, varios gobiernos cayeron, se intensificó la explotación de los recursos minerales y un dato alarmante fue el aumento del hambre, debido a las cuestiones climáticas y a la reducción de la ayuda alimentaria enviada por el Programa Alimentario de las Naciones Unidas. Esta reducción se debe a la inflación en los precios y al impago de los países que contribuían para tal fin.

El nuevo reparto de África: EE. UU., China y Rusia al frente de las principales iniciativas

EE. UU.: la presencia estadounidense en África se remonta a mucho antes de los procesos de independencia de los años ’60 del siglo pasado. Hay varios ejemplos que demuestran esta presencia, siendo uno de los más emblemáticos la extracción y el transporte de uranio, que fue enviado en secreto a EE. UU. durante la Segunda Guerra Mundial para la fabricación de las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Después de la guerra, continuaron extrayendo uranio para nuevas bombas, imponiéndose así como potencia atómica en el mundo. Este proceso de extracción exigió una gran inversión de capital en la construcción de carreteras, ferrocarriles y puertos.

Durante el gobierno de Obama se intentaron varias iniciativas que luego fueron abandonadas por Trump. En el gobierno de Joe Biden, esta política se reanudó a través de la Cumbre de Líderes Estados Unidos-África de 2022, en la que estuvieron presentes 49 de los 54 países representados por la Unión Africana. Según un comunicado de la Casa Blanca, «comenzamos con los países que tienen una buena reputación ante la Unión Africana. Por lo tanto, hay cuatro países que han sufrido cambios inconstitucionales en el gobierno y que han sido suspendidos de la Unión Africana: Guinea, Sudán, Malí y Burkina Faso. Y no tenemos relaciones diplomáticas plenas con Eritrea, por lo que tampoco ha sido invitada»[4]. Sudán, Malí y Burkina Faso, por estar en la órbita de los rusos, no han sido invitados, obviamente.

El actual gobierno de Trump, a través del secretario de Estado adjunto interino para Asuntos Africanos, Troy Fitrell, ha anunciado que Estados Unidos promoverá, en octubre de este año, una nueva Cumbre de Líderes Estados Unidos-África, en Nueva York. El objetivo de este nuevo encuentro, según el secretario Troy, se centrará en cuestiones de comercio e inversión. «No será una cumbre para hablar solo de política, guerra y cosas por el estilo. Dará prioridad al intercambio entre socios y las relaciones entre iguales». Y añade: «aumentar las exportaciones y las inversiones de EE. UU. en África, eliminar los déficits comerciales e impulsar la prosperidad mutua (…) EE. UU. tiene un plan de seis puntos para impulsar el comercio y la inversión de EE. UU. en África, en cooperación con la comunidad empresarial, para revertir finalmente décadas de estancamiento durante las cuales África ha representado menos de 1 % del comercio de EE. UU.».

Sin embargo, todo este esfuerzo por celebrar la Cumbre de Líderes de EE. UU. y África, en plena recesión económica, iniciada con la gran recesión de 2008-2009, será muy limitado: 1. por la retirada de EE. UU. del Banco Africano de Desarrollo, debido a que esta agencia defiende una política climática que no es la prioridad del actual gobierno de EE. UU.; 2. por el proyecto de ley presupuestaria conocido como One Big Beautiful Bill, que propone un impuesto federal de 3,5 % sobre el dinero enviado al extranjero por ciudadanos no estadounidenses. Si se aprueba, esta ley tendrá un impacto enorme en las maltrechas economías africanas: en Senegal, por ejemplo, estas remesas representan 10 % del PIB; 3. por la restricción de la entrada de personas de siete países africanos en EE. UU.; gobiernos como el de Chad ya se han manifestado duramente en contra de esta restricción; 4. y, por si fuera poco, por el aumento de los aranceles de importación del gobierno estadounidense, entre otras medidas.

En pocas palabras, ¿cuál es la prioridad, las decisiones de la Cumbre de Líderes, o los recortes de Trump? En realidad, ya han pasado los tiempos en que el imperialismo estadounidense hacía lo que quería. Hoy sigue mandando, pero en ritmo de decadencia.

China: el país tiene relaciones con África que se remontan a 1970, cuando financió y construyó el ferrocarril TAZARA (Tanzania Zambia Railway), de 1.860 kilómetros, para transportar cobre y otros minerales desde Zambia hasta el puerto tanzano de Dar es Salaam, en el océano Índico. Esta carretera fue muy utilizada en la época del apartheid y posteriormente quedó en desuso.

En setiembre de 2024, los chinos celebraron el IX Foro de Cooperación China-África (FOCAC), con la participación significativa de 51 países. El FOCAC estuvo marcado por el debate sobre la deuda externa. China, durante la pandemia, suspendió el pago de la deuda y ahora, tres años después, los países africanos deben empezar a pagarla, lo que está estrangulando sus economías, hasta tal punto que, por ejemplo, el gobierno angoleño ha anunciado públicamente que retrasará el pago de los funcionarios públicos para poder pagar el servicio de la deuda.

Ante la crisis de la deuda, China prometió 50.700 millones de dólares en líneas de crédito y financiación durante los próximos tres años para invertir en infraestructura en el continente africano. «Los treinta nuevos proyectos de infraestructura anunciados en la FOCAC en sectores clave como el transporte y la energía forman parte de la iniciativa más amplia Belt and Road Initiative (BRI). La BRI integra las economías africanas más firmemente a los mercados y cadenas de suministro chinos, consolidando aún más la influencia y la presencia a largo plazo de China en el continente».[5]

La exportación de capital, según Lenin, es una de las principales características del imperialismo, y el presidente chino Xi Jinping, en el FOCAC, fue muy claro al respecto: «Juntos construimos carreteras, puentes, ferrocarriles, escuelas, parques industriales (…), proyectos que han cambiado la vida de millones de personas».

Aunque China tiene inversiones en varios países africanos, podemos decir que las más importantes se encuentran en cinco países: Guinea, Zambia, Sudáfrica, Zimbabwe y la República Democrática del Congo (RDC). Zambia, Zimbabwe y la República Democrática del Congo son las mayores fuentes de energía verde del continente. Es el llamado cinturón de cobre de África, y también la mayor reserva de litio, cobre y cobalto.

Más de 70 % del cobalto del mundo se produce en la RDC, siendo China el principal inversor extranjero. Este país posee alrededor de 72 % de las minas activas de cobalto y cobre de la RDC, incluida la mina Tenke Fungurume, la quinta mina de cobre y la segunda mina de cobalto más grande del mundo.

El Grupo CMOC de China es la empresa líder mundial en minería de cobalto. Puede producir hasta 70.000 toneladas gracias a la nueva mina de Kisanfu. En 2019, la RDC y China representaron alrededor de 70 % de la producción mundial de cobalto y 60 % de las tierras raras.

Zimbabwe es otro país en el que China ha invertido en el contexto de la carrera por la energía verde. El país alberga las mayores reservas de litio de África, un elemento fundamental en la producción de baterías para vehículos eléctricos. En 2023, Prospect Lithium Zimbabwe, una filial de la empresa china Zhejiang Huayou Cobalt, inauguró una planta de procesamiento de litio de 300 millones de dólares. Tiene capacidad para procesar 4,5 millones de toneladas al año de litio de roca dura en concentrado para la exportación, en un escenario global de alrededor de 200 millones de toneladas producidas anualmente.

Rusia: de 1990 a 2015, Rusia tuvo poca participación en África. Moscú se retiró estratégicamente de la región durante ese período, pero en los últimos diez años ha ido aumentando su participación. Los ingresos comerciales entre Rusia y los países africanos casi se duplicaron, pasando de 9.900 millones de dólares en 2013 a 17.700 millones en 2021. Las exportaciones de cereales son de especial importancia, ya que casi 30 % del suministro de cereales de África proviene de Rusia.

En la Cumbre Rusia-África de 2023, Putin prometió enviar cereales gratuitos a seis países afectados por los efectos de la guerra en Ucrania. Todos ellos (Burkina Faso, Zimbabwe, Malí, Somalia, Eritrea y República Centroafricana) son aliados de Putin.

Las empresas estatales o mixtas rusas son la punta de lanza de los negocios rusos en el continente africano. Rosneft, Tatneft y Gazprom, gigantes petroleros, participan en grandes proyectos de hidrocarburos en el norte de África; Rosatom, empresa de energía nuclear, también tiene varios proyectos, entre ellos la construcción de la primera central nuclear en Egipto; Alrosa, la principal empresa minera de diamantes de Rusia, ha ampliado sus operaciones en Angola, Congo y Zimbabwe.

Los datos publicados en 2023 muestran que los lazos comerciales entre Rusia y África siguen siendo modestos. Estos datos rusos son los oficiales, aunque existen dudas sobre la existencia de datos ocultos. Los ingresos comerciales entre Rusia y los países africanos ascienden a unos 17.700 millones de dólares, mientras que el valor del comercio de África con la Unión Europea, China y Estados Unidos es actualmente de 295.000 millones, 254.000 millones y 65.000 millones de dólares, respectivamente. Rusia también invierte poco en África, ya que representa menos de 1 % del total de la inversión extranjera directa (IED) destinada al continente.

El avance ruso en la región también puede medirse a través de las votaciones en la ONU. En la Asamblea General del 7 de abril de 2022, por ejemplo, se votó una resolución en la que se pedía la suspensión de la afiliación de Rusia al Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Nueve países africanos votaron en contra, 24 se abstuvieron, y 11 no se presentaron a votar. Esto significa que, de los 54 países, 44 no votaron a favor de la resolución.

El imperialismo japonés, el europeo, y las submetrópolis

Japón: el país siempre ha dado prioridad a las inversiones en Asia y ha relegado a un segundo plano las inversiones en África. Por ejemplo, en 2020, la inversión extranjera directa realizada por Japón fue de 6.100 millones de dólares, por detrás de Singapur y de Suiza, con 21.000 millones y 17.000 millones de dólares, respectivamente. Esto no quiere decir que no haya inversiones japonesas en el continente africano. Podemos citar su participación en la financiación del puerto de Mombasa, en Kenia, o la propia presencia de Mizuho Financial Group Inc. como uno de los diez mayores accionistas de Black Rocks, que, a su vez, si tomamos las diez mayores empresas mineras no chinas que operan en África, vemos que es accionista de las siguientes empresas mineras: Rio Tinto, Vale, BHP Billiton, Freeport-McMoran, Newmont Mining, Alcoa, Anglo American, Barrick Gold, y Tech.

Francia: de los países imperialistas europeos, el que más llama la atención por la decadencia de su imperialismo es Francia. Derrotada militarmente en el Sahel, ha visto cómo sus gobiernos títeres caían, uno tras otro, y la humillante retirada de sus tropas de la región.

Los países africanos que anteriormente fueron colonias francesas[6], con el proceso independentista de los años ’60 del siglo pasado, rompieron sus relaciones políticas con el antiguo colonizador, pero mantuvieron relaciones económicas y comerciales según el modelo de la antigua colonia. Así, los acuerdos impuestos por Francia fueron: a) las deudas contraídas por Francia en nombre de las colonias serían pagadas por los países recién independizados; b) los países recién independizados mantendrían obligatoriamente 65 % de sus reservas financieras depositadas en el Banque de France y, además, un 20 % adicional para cubrir riesgos financieros, es decir, más de 85 % de las reservas estarían controladas por los franceses; c) Francia tendría preferencia en la explotación de todos los recursos naturales descubiertos en el país; d) Francia y las empresas francesas tendrían prioridad en la contratación para la construcción de obras públicas; e) Francia mantendría la exclusividad en el suministro de equipos militares y la formación de los oficiales; f) Francia tendría derecho a intervenir militarmente en el país para defender sus intereses; g) el país mantendría el francés como lengua oficial; h) sería obligatorio utilizar el franco CFA como única moneda local; i) obligación de enviar anualmente a Francia un informe sobre la situación de las reservas monetarias; j) cualquier alianza militar con otro país solo se concretaría con la autorización francesa; k) tendría la obligación de aliarse con Francia en caso de guerra o crisis mundial.

La curva descendente de la economía mundial y sus consecuencias para África provocaron una enorme ola de movilizaciones en varios países africanos y, así, varios gobiernos fueron derrocados por golpes militares (Malí, Burkina Faso, Níger), por procesos electorales (Senegal y Chad) o se estabilizaron cerrando aún más el régimen (República Centroafricana y Costa de Marfil).

La primera gran derrota francesa se produjo tras las últimas elecciones ganadas por Faustin-Archange Touadera en la República Centroafricana. Touadera ganó las elecciones, pero los diferentes grupos milicianos vinculados al contrabando de diamantes controlaban aproximadamente 70 % del territorio y azotaban al poder central. La ONU aceptó el envío de asesores militares rusos, que enviaron al Grupo Wagner, que pasó a encargarse de la seguridad de Faustin Touadera, a negociar y a controlar a las milicias. Dada la superioridad militar de Wagner, los grupos hostiles fueron controlados y el gobierno adquirió estabilidad. Como parte del acuerdo, Rusia pasó a controlar la comercialización y el transporte de los diamantes. El modelo aplicado en la República Centroafricana pronto fue adoptado en Malí, Burkina Faso y Níger.

Francia se fue debilitando como país imperialista frente a sus colonias, y sus empresas fueron perdiendo el espacio que ocupaban en el pasado, siendo el caso más emblemático el del Grupo Balloré, que operaba en el transporte y la logística en África y que fue vendido al gigante suizo MSC. La venta se consideró una «huida», debido a los numerosos casos de corrupción que salpicaban a la empresa en Togo, Guinea, Camerún, Ghana, Costa de Marfil y la República Democrática del Congo.

En 2018, el gobierno francés privatizó la empresa Areva, que entre otras actividades explotaba el uranio en Níger. En su lugar entró Orano, supuestamente con capital francés, pero que en realidad tiene capital japonés (Japan Nuclear Fuel Limited y Mitsubishi Heavy Industries). Sus instalaciones en Níger corren un grave riesgo de ser sustituidas por empresas rusas, según Bloomberg News. En 2022, Níger fue responsable por 4 % de la producción mundial de uranio. Esto representa 15 % del uranio utilizado por Francia para abastecer sus reactores nucleares, que garantizan 65 % de la electricidad del país.

Países como Arabia Saudí y Brasil tienen una larga trayectoria en la explotación petrolera africana, pero también están avanzando en la ocupación de grandes extensiones de tierras fértiles y especiales para la agroindustria.

Arabia Saudita: «El Parlamento sudanés aprobó una ley que permite a Arabia Saudita arrendar por 99 años un millón de acres de las fértiles tierras de Setit y Upper Atbara. Se trata de un acuerdo colonial, denunció la Asociación Nubia de Lucha contra las Presas».[7] Al mismo tiempo, el país actúa con intervenciones militares directas y actividades políticas, financieras y religiosas que influyen en la región.

Brasil: el 23 de mayo de 2025, el gobierno de Lula y el dictador angoleño João Lourenço firmaron un acuerdo de cooperación por el que el Brasil tendrá acceso a 35 millones de hectáreas de las mejores tierras angoleñas para la agricultura. El ministro de Agricultura del gobierno de Lula fue categórico: «[hay] oportunidades no solo para vender los productos brasileños, sino también para plantar, ocupar tierras fértiles, de oportunidades, que, si Brasil y los brasileños, que tienen la tecnología y el desarrollo tecnológico de la agricultura tropical, no ocupan, seguramente lo harán productores de otros países»[8].

Emiratos Árabes Unidos: realiza importantes inversiones en varios países africanos en los sectores de la minería, el petróleo, las infraestructuras, la logística y la agricultura, ganando el control de partes significativas de sus economías nacionales. Los EUA tuvieron un papel decisivo en el control de las protestas de la llamada Primavera Árabe y están directamente involucrados en la guerra del Sudán, apoyando a la milicia Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Han alentado y apoyado a milicias que utilizan mercenarios en varios conflictos del continente. El apoyo a las RSF está vinculado al contrabando de oro hacia los Emiratos Árabes Unidos (EUA).

Irán: fallecido en 2024, el expresidente de Irán, Ebrahim Raisi, visitó tres países africanos (Kenia, Uganda y Zimbabwe) con proyectos comerciales y de infraestructura. Kenia sigue siendo el segundo socio comercial más importante de Irán en África, solo por detrás de Sudáfrica. El comercio bilateral se centra en las exportaciones de té de Kenia y el petróleo y los productos químicos iraníes. Además de su importancia económica, estos tres países votaron en contra de las sanciones a Irán en la Agencia Internacional de Energía Atómica. Cyril Ramaphosa, actual presidente de Sudáfrica, cuando era vicepresidente estuvo en Teherán durante tres días para firmar el Programa de Acción Integral Conjunto para levantar las sanciones a Irán.

Otros países también invierten intensamente en África, como es el caso de Malasia, Singapur y Turquía. Sin embargo, no detallaremos estas participaciones, debido a la importancia desproporcionada de Estados Unidos, China y Rusia.

El mayor conflicto se da entre Estados Unidos y China, pero Rusia está ganando cada vez más protagonismo. Estos tres actores merecen un estudio más detallado sobre cómo se desarrollan estas disputas.

¿Guerra comercial o disputa interimperialista entre Estados Unidos y China?

Los grandes medios de comunicación de la burguesía y los intelectuales de diferentes tendencias reducen todo el problema de EE. UU. y China a una guerra comercial. La burguesía, obviamente, nunca reconocerá que existe el imperialismo, y los intelectuales, por diferentes caminos, terminan reduciendo todo a una disputa meramente comercial, y para ellos, los aranceles que Trump intentó imponer a China y no logró son la expresión de esta disputa comercial.

La verdad no es esa y, en el caso africano, tenemos innumerables ejemplos que demuestran que se trata de una disputa interimperialista.

Un caso emblemático es el del ferrocarril TAZARA, de 1.860 km, que une Zambia con el puerto de Dar es Salaam, en Tanzania, con ramificación hacia la República Democrática del Congo. Esta carretera fue construida por los chinos en 1970 y muy utilizada en la época del apartheid. Una vez terminado el régimen de segregación y normalizada la situación en Sudáfrica, las mercancías comenzaron a salir del continente por el puerto sudafricano de Ciudad del Cabo. A partir de ese momento, el ferrocarril quedó en desuso. Sin embargo, hoy en día vuelve a tener mucha importancia y se articula con la Ruta de la Seda, transportando el cobre de Zambia, y otros minerales de la República Democrática del Congo, al océano Índico y, desde allí, a China. Los Estados Unidos intuyeron lo que esto representaba y se propusieron construir y financiar otro ferrocarril con salida al Atlántico: el Ferrocarril Atlántico de Lobito se construirá con capitales de los Estados Unidos y de la Unión Europea. La construcción de este ferrocarril tiene como objetivo ampliar el acceso a minerales esenciales controlados por China y reducir la dependencia de las cadenas de suministro controladas por el país asiático. En la disputa interimperialista entre EE. UU. y China, el llamado Corredor de Lobito ha cobrado tal importancia que Joe Biden viajó a Angola para firmar el acuerdo.

La disputa por el petróleo pasa por la búsqueda de nuevos yacimientos, pero también por la privatización y desnacionalización de la producción petrolera en los dos principales productores de la región: Nigeria y Angola.

Angola es uno de los mayores productores de petróleo del continente africano, pero, contradictoriamente, la producción de combustible es extranjera. Desde la época de Eduardo Santos, la empresa estatal Sonangol ha sufrido un proceso de falta de inversiones y deterioro. De este modo, se abrió la posibilidad de privatización con la construcción de la refinería de Cabinda, controlada por capital inglés a través de Gemcorp Capital LLP, que controla 80 % de sus acciones; 10 % pertenece a Sonaref (filial de Sonangol) y el 10 % restante se encuentra repartido entre accionistas privados. Y la refinería Soyo, esencialmente privada, sin Sonangol, debería ser controlada por el Consorcio Quanten, integrado por cuatro empresas: tres estadounidenses (Quanten LLC, TGT INC y Aurum & Sharp LLC) y una angoleña (ATIS Nebest). Así, el petróleo, que costaba 160 kwanzas, subió a 300, para acercarse a los precios internacionales. En realidad, tiene que llegar a más de 500 kwanzas.

Según el sitio web estadounidense VoA, la refinería de Lobito se construiría en asociación con China, pero el gobierno angoleño no aceptó las imposiciones chinas, ya que toda la producción debía enviarse a China. Tras distanciarse de los chinos, Angola votó a favor de la condena de Rusia en la Asamblea General de la ONU y, en la página web de la Presidencia de la República, João Lourenço publicó una larga carta en la que afirma que la asociación con los EE. UU. avanza hacia «niveles cada vez más altos», en «circunstancias iguales» y con una «colaboración directa floreciente a todos los niveles y en todos los ámbitos». La refinería de Lobito ya no será una sociedad con China, y todo apunta a que se hará con EE. UU. y con una participación marginal de los gobiernos de Zambia y Namibia.

No se puede subestimar a Rusia

Con la salida de Francia de los principales países del Sahel hay un clima de celebración entre los panafricanistas y la izquierda reformista. La salida de Francia y de sus tropas y la ruptura de varios acuerdos son victorias importantes, pero son victorias parciales, en la medida en que el espacio ha sido ocupado por gobiernos militares y por Rusia.

La ocupación del Sahel comenzó por la República Centroafricana. En realidad, la RCA no forma parte exactamente del Sahel, pero sí forma parte del mismo proceso histórico y económico. Ya hemos descrito anteriormente el proceso de consolidación de la presencia rusa en el país y, al ser «victoriosa» esta alternativa, otros gobiernos comenzaron a reivindicar esta posibilidad.

Después de la RCA, Malí, que atraviesa un período de luchas de profesores, ferroviarios y empleados públicos, encontró en el golpe de Estado la salida para controlar el movimiento de masas. Así, el gobierno aliado de los franceses, IBK (Ibrahim Boubacar Këita), fue derrocado por un golpe militar ampliamente celebrado en las calles. El nuevo gobierno, encabezado por el coronel Assimi Goïta, se apresuró a vincular las desgracias del país al colonialismo francés y trajo a los rusos del Grupo Wagner para que le brindaran la misma protección que le dan al gobierno de Faustin-Archange Touadera (República Centroafricana). A cambio, los rusos pasaron a controlar parte de la extracción de oro del país y a contrabandear el mineral a Rusia o a los Emiratos Árabes Unidos.

Después de Malí, llegó Burkina Faso. Sacudido por los ataques de las milicias islámicas, el país vio cómo casi 10 % de la población se refugiaba en primera línea para derrocar al entonces presidente Roch Marc Christian Kaboré, para luego sustituirlo por Paul-Henri Damiba, que acabó siendo derrocado por un nuevo golpe militar, ahora liderado por Ibrahim Traoré.

Animados por los éxitos de la República Centroafricana, Malí y Burkina Faso, los militares de Níger dieron un golpe de Estado con un claro contenido antifrancés y con banderas rusas. Las masas salieron a las calles durante varios días para celebrar la retirada de los franceses y la llegada de los rusos.

Assimi Goïta, Abdourahamane Tchiani e Ibrahim Traoré representan gobiernos nacionalistas burgueses, con características de bonapartismo sui generis, como lo fue, en su momento, Hugo Chávez en Venezuela. Las arbitrariedades de estos gobiernos van desde la represión mediante la proscripción de los partidos de oposición hasta la prolongación de sus propios mandatos gubernamentales y la represión directa, como ocurrió en la Universidad Joseph Ki Zerbo, en Uagadugú, Burkina Faso.

La comparación con Chávez es válida y pedagógica, aunque, como toda comparación, es en sí misma abusiva, pero podemos verificar que la política de control del movimiento de masas sigue el modelo del bonapartismo sui generis. En relación con la economía, al igual que Chávez, que «nacionalizó» las cuatro empresas del Complejo de José, lo mismo está ocurriendo en Malí.

El caso de la canadiense Barrick Gold merece atención. El gobierno de Malí exige que Barrick respete el Nuevo Código Minero (2023). La empresa, obviamente, no lo aceptó y se abrió un proceso público de denuncias contra ella, que dio lugar a la detención de cuatro empleados de la Barrick en noviembre de 2024 y la emisión de una orden de detención contra su director general, Mark Bristow, en diciembre del mismo año. Barrick Gold acaba de anunciar (12 de junio de 2025) que retirará de sus planes la posible producción en las minas del complejo extractivo de oro Loulo-Gounkoto. Esta medida supone una reducción de 15 a 20 % de la producción mundial de la Barrick. Dicho complejo es compartido entre la empresa canadiense y el Estado de Malí, y los medios de comunicación hablan de nuevas empresas en la exploración de oro en el país. Chávez, apoyado por los sindicatos y los comités de base, impuso en Venezuela la nacionalización de Chevron, Conoco Philips, Total, Statoil y la china CNPC, de la que el Estado venezolano pasó de ser accionista minoritario a mayoritario, sin grandes conflictos con las multinacionales y sin transparencia en la operación. Este es el modelo que se está aplicando en Malí al servicio del imperialismo, incluso con la ayuda de exasesores de Hugo Chávez.

El Sahel es una amplia región que separa el África árabe o del norte del África subsahariana, con selvas húmedas subsaharianas, que se extiende desde el océano Atlántico hasta el mar Rojo. Rusia se está instalando en esta región, controlando directamente Malí, Burkina Faso y Níger, pasando por la República Centroafricana. Chad, que era el principal socio militar francés en este proceso de ruptura con Francia, ordenó a los europeos que retiraran sus tropas militares del país. La guerra en el Sudán también está vinculada a los rusos, a través de la alianza Putin-Hemedti, del grupo miliciano de las Fuerzas de Intervención Rápida. Hemedti y sus milicias controlan la región de Darfur, fronteriza con Chad, y presionan a este último para que se acerque a los rusos. El gobierno sudanés, que se enfrenta a las milicias de Hemedti, ha autorizado a Rusia a construir un puerto en el mar Rojo. Así, desde la proximidad del océano Atlántico, a lo largo de todo el Sahel, Rusia tiene libre tránsito de mercaderías, que serán transportadas a través del puerto del mar Rojo.

Luchar por la Segunda Independencia y la construcción de la revolución socialista

Ya hemos visto anteriormente que el proceso de independencia de los años ’60 del siglo pasado se limitó a cuestiones políticas, sin afectar los intereses de los grandes grupos económicos extranjeros y de los pocos grupos económicos nacionales de ese período. Al no expropiar los grandes grupos económicos, estos continuaron con su dominación, ahora con un nuevo formato colonial. Los acuerdos impuestos por Francia, por ejemplo, expresan esta continuidad colonial. Hoy, con la lucha contra el imperialismo francés, la izquierda panafricanista y las organizaciones reformistas aplauden a China y a Rusia y no denuncian a estos países como parte del sistema imperialista. No tenemos un imperialismo predilecto, luchamos por la Segunda Independencia, hacia la construcción de una sociedad sin clases, socialista y con democracia obrera.

Los retos que se plantean y se plantearán en la lucha por la Segunda Independencia los desarrollaremos en la segunda parte de este artículo, que se publicará en breve.


[1] Por una cuestión pedagógica (y en cierto sentido arbitraria), hemos dividido este debate en varias partes. Dado que África cuenta con 54 países con una gran diversidad histórica, económica y política, hemos optado por esta división formal para poder explicar mejor y enriquecer con datos los principales elementos de la situación africana y sus principales actores, es decir, el imperialismo, las submetrópolis, las burguesías locales y las luchas que han tenido lugar en el último período.

[2] En Ghana, Kwame Nkrumah construyó un suntuoso edificio para el instituto que lleva su nombre.

[3] Félix Houphouët-Boigny, el primer presidente de Costa de Marfil, construyó el Hotel Ivoire, que entre otras cosas tenía una pista de patinaje sobre hielo. Para el diario inglés The Economist, «El vasto complejo hace que un hotel de Las Vegas parezca un Holiday Inn» – edición digital 13.05.2025.

[4] Background Press Call on the U.S.-África Leaders Summit. Disponible en: https://bidenwhitehouse.archives.gov/briefing-room/press-briefings/2022/12/08/background-press-call-on-the-u-s-africa-leaders-summit/.

[5] China-Africa summit: Why the continent has more options than ever. Disponible en: https://www.chathamhouse.org/2024/09/china-africa-summit-why-continent-has-more-options-ever.

[6] Camerún, Costa de Marfil, Burkina Faso, Gabón, Benín, Congo, Malí, República Centroafricana, Togo, Níger, Chad y Senegal.

[7] Sudán: el juego de intereses del gran capital y del imperialismo estadounidense en particular. Disponible en: https://litci.org/pt/2023/06/12/sudao-o-jogo-de-interesses-do-grande-capital-e-do-imperialismo-americano-em-particular/?utm_source=copylink&utm_medium=browser.

[8] Acuerdo Brasil-Angola: ¿Desarrollo para la agroindustria brasileña o para el pueblo angoleño? Disponible en: https://cspconlutas.org.br/n/19463/acordo-brasil-angola-desenvolvimento-para-o-agronegocio-brasileiro-ou-para-o-povo-angolano.

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