Activista belga expulsado por la dictadura consigue victoria judicial

Expulsado de Brasil durante la dictadura cívica-militar brasileña, Jan Honoré Talpe consigue victoria judicial contra el recurso de la AGU (Procuraduría General de la Unión) y aguarda la definición de su pedido de amnistía política al Ministerio de Justicia.
El día 20 de julio fue el juicio, en el Tribunal Regional Federal de la 3ª Región, del caso de Jan Honoré Talpe. Al llegar de Bélgica, el 5 de abril del 2014, fue retenido e impedido de entrar a Brasil por la Policía Federal, en el Aeropuerto Internacional de Guarulhos.
Al desembarcar en tierras brasileñas, el belga fue doblemente sorprendido: primero, por la retención ya que en 2005, había entrado al país sin ningún problema. En segundo lugar, por los motivos alegados para la prohibición: el encargado impidió su entrada en razón de su expulsión en 1969, fundamentada por el Decreto Ley 417/69.
Este acto normativo entró en vigencia en 1969, al año siguiente de la instauración del AI-5 [Acta Institucional Nro.5], período de recrudecimiento de la dictadura cívica-militar brasileña. Sus términos permitían al jefe del Poder Ejecutivo, por acto discrecional, expulsar a los extranjeros que “por cualquier forma, atentaran contra la seguridad nacional, el orden político o social, la tranquilidad y moralidad públicas y la economía popular, o cuyo procedimiento se convierta en nocivo o peligroso a la conveniencia o a los intereses nacionales”(Art. 1º).
El mismo año, Jan, junto con otros militantes, fue preso por seis meses en el DOPS/SP (Departamento de Orden Político y Social/Sao Paulo) y, enseguida, expulsado de Brasil por involucrarse en la lucha contra el régimen autoritario. En esa época, era sacerdote y profesor de la Escuela Politécnica de la USP (Universidad de San Pablo).
Frente a la situación embarazosa de Jan Honoré, fue presentado un hábeas corpus con pedido de decisión cautelar a la Justicia Federal de Guarulhos. Las primeras medidas tomadas por los abogados fueron por la suspensión inmediata del acto ilegal de impedimento de entrada al país y por la liberación de Jan Honoré, retenido por la Policía Federal. Sustentaron, incluso, que la arbitrariedad cometida, en pleno auge de la dictadura cívica-militar brasileña, no podría subsistir.
El juez federal emitió la decisión cautelar con los siguientes argumentos: “Como revela la simple lectura de la enmienda del DecretoLey 417/69, este acto normativo fue expedido en pleno recrudecimiento de la represión del gobierno dictatorial de entonces, con base en las atribuciones otorgadas al Presidente de la República, por el Acta Institucional Nº 5, del 13 de diciembre de 1968, el infame AI-5 de triste recuerdo en la memoria política nacional”.
A partir de la decisión favorable, Jan fue liberado y consiguió finalmente entrar a Brasil. Meses después, la sentencia confirmó la decisión proferida cautelarmente. Pero la AGU presentó un recurso contra la decisión, afirmando que el Decreto 417/69 fue reproducido por la Ley Nº 6815/80 y acogida por la Constitución Federal de 1988. Por este punto de vista, la expulsión de Jan en 1969 continuaría siendo “legal” y su entrada en 2014 no podría ser ratificada por el Tribunal. Además, la Unión afirmó que el Poder Judicial no tiene atribución legal para anular el acto discrecional del jefe del Poder Ejecutivo.
La defensa de Jan contestó el recurso de la AGU y el Tribunal decidió por el mantenimiento de los términos de la cautelar y de la sentencia. Aún caben recursos legales que pueden ser interpuestos por la Unión. Se espera, sin embargo, que la AGU no insista en la demanda.
Aunque haya alcanzado una victoria judicial importante, la solución definitiva para que Jan Honoré pueda entrar a Brasil sin pasar por nuevas restricciones depende de la definición de su pedido de amnistía política por la Comisión de Amnistía del Ministerio de Justicia brasileño.
El episodio se remonta a lo más autoritario de la época de represión vivida en el país y debe ser blanco de profunda indignación. No hay ningún motivo que justifique la voluntad de hacer valer un acto arbitrario de 1969. La única explicación posible es el posicionamiento político de la AGU frente al caso que, en la práctica, está defendiendo la decisión del ex-presidente Arthur da Costa y Silva y los resquicios del régimen militar bajo el manto de la formalidad de los actos jurídicos.
Una historia de vida dedicada a la lucha
Jan llegó a Brasil en enero de 1965. En esa época, era sacerdote y doctor en física por la Universidad Católica de Lovaina y no encontró ninguna dificultad para entrar al país. Para el sector de migración brasileña, el padre era “mano de obra calificada extranjera”, contratada por el arzobispo de San Pablo, Don Agnelo Rossi, para profesar enseñanza religiosa.
A mediados de 1965, Jan Honoré Talpe consiguió una bolsa de la FAPESP (Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de San Pablo) en el área de resonancia paramagnética, lo que posibilitó el contacto con la Escuela Politécnica de la USP. Enseguida, fue contratado como docente de la universidad.
Viviendo en el CRUSP (Conjunto Residencial de la Universidad de San Pablo), Talpe comenzó a conocer las demandas estudiantiles y a apoyar y actuar en las luchas al interior de la universidad. En el mismo lugar, vivía Paulo Krischke. Ambos, por medio del contacto con los estudiantes, pasaron a integrar clandestinamente la Acción Popular (AP).
En julio de 1967, intentando impedir la realización del congreso de la UNE (Unión Brasileña de los Estudiantes), la Policía Militar invadió el Bloque F de la CRUSP y expulsó violentamente a los estudiantes. Aunque no habían subido al cuarto piso donde se alojaban los docentes, Talpe y Paulo descendieron para intentar impedir la truculencia. Acabaron detenidos, luego liberados.
En 1968, el CRUSP fue cerrado por la Policía Militar y Jan y algunos amigos, como Ida Kremer, Clemens Schrage y Paulo Krischke, fueron a vivir a una casa próxima a la USP. Poco tiempo después, convencido de la necesidad de actuar en el movimiento obrero, Jan fue a vivir a un barrio obrero, en Osasco [Gran San Pablo], junto con el Padre Antonio Soligo, y pasó a participar de la vida y de las luchas del lugar. En razón de su compromiso con el movimiento obrero, fue preso a inicios de 1969, lo que también ocurrió con Soligo, Clemens e Ida.
La detención llegó a conocimiento de los miembros de la Iglesia cuando el comandante del II Ejército, Manoel Rodrigues de Carvalho Lisboa, el 5 de marzo de 1969, se la comunicó al cardenal arzobispo de San Pablo, Agnelo Rossi. Este fue notificado sobre las detenciones de los padres Jan Honoré Talpe y Antonio Soligo e informó en el mismo oficio que los presos fueran entregados al DOPS, el 28 de febrero de 1969.
Al recibir el oficio del II Ejército, Agnelo Rossi envió un comunicado al presidente del Consejo de Presbíteros, entregando las informaciones sobre la detención de los padres, la ocasión en que ocurrió y el estado de salud en que estaban. En palabras del arzobispo:
“Por este oficio se sabe:
1º) que los dos padres no fueron detenidos juntos, como referí en mi carta. (…)
2º) que el Cónsul de Bélgica, por injerencia de Itamarati (a pedido de la embajada) obtuvo, hasta ahora, apenas una vez el permiso de estar con el padre Talpe, 50 minutos, en que, en flamengo, hablaron libremente. Informaciones del cónsul:
a) El padre Talpe está bien de salud, al menos aparentemente. Se quejó de haber sufrido choques eléctricos, pero el cónsul dijo que no tenía marcas de golpes.
b) El padre Talpe tenía alquilada una casa en Osasco (por lo que entendí, juntamente con el padre Soligo), donde iba también Ida Kremer.
c) Fue detenido en Osasco cuando el Ejército buscaba a Ida Kremer, por intermedio de su amante Clement, anteriormente apresado. (…)
3º) En contacto con el ministro Magallanes Pinto, el día 8, hablé con él sobre el caso de los padres y le pedí que hablase al Presidente sobre las torturas físicas y la prisión de personas no bien identificadas.
4º) Intenté un contacto con el padre Talpe, sabiendo que había sido transferido al DOPS, pero me respondieron que estaba bajo órdenes del Ejército y sólo con autorización de este, podría ser visitado”.
En la cárcel, Talpe conoció a diversos militantes y las luchas que estaban en curso contra el régimen y por la liberación de los presos políticos. Después de seis meses en la prisión, perdió su empleo de profesor en la USP yfue expulsado del país, el 8 de agosto de 1969.
Fuera de Brasil, continuó su actividad política contra las dictaduras latinoamericanas. Junto con otros compañeros, formó el FBI (Frente Brasileño de Informaciones), que poseía secciones en varios países; organizó la asistencia a exiliados brasileños y chilenos; participó de la organización del movimiento de boicot al Brasilian Export de 1973, en Bélgica; realizaba conferencias para la juventud y estaba al frente de diversos actos por la democracia.
Entre ellos, merece mención los realizados en el teatro de Piccolo, en Milán, y enLa Mutualité, en París. Este último, realizado el 15 de enero de 1970, reunió a representantes de partidos políticos, sindicatos y personalidades de la izquierda mundial. George Casalis, profesor de la Facultad de Teología de París, presidió la ceremonia, en la cual participaron de la mesa Miguel Arraes, el abogado de Jean-Jacques de Félice, Jean-Paul Sartre, Michel de Certau (padre jesuita redactor de la revista NotreCombat), Pierre Jalée (presidente del Comité de Defensa de la revista Tricontinental), LengiMaccario (secretario General de la Federación Italiana de Metalúrgicos) y Jan Talpe.
Hasta hoy, con 82 años de edad, Jan continúa luchando por la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores (as) y para la construcción de una sociedad verdaderamente libre.
Después de una larga jornada de lucha contra las atrocidades cometidas por las dictaduras en América Latina, Jan es una de aquellas personas cuya trayectoria debe ser motivo de gran orgullo e inspiración. El será siempre muy bienvenido y su presencia es demasiado grande para ser impedida por la misma violencia contra la cual lucha desde hace cinco décadas.
Traducción Laura Sánchez