La crisis energética agrava la situación del pueblo
Por Miguel Merino
La crisis es profunda y sistémica
La situación del Ecuador se agrava más cada día en el contexto de la crisis global del capitalismo. Es una crisis múltiple y sistémica. Es socioeconómica pues el país no crece, o su crecimiento bordea apenas el uno por ciento del PIB, como en la pandemia covid. En consecuencia empeoran los problemas estructurales del desempleo, la pobreza y la falta de acceso a servicios básicos como el agua, la salud, la educación.
Es una crisis política, pues el gobierno de Daniel Noboa, fue elegido para durar solamente dieciocho meses, debido a la renuncia anticipada del gobierno del banquero Lasso. Éste optó por el mecanismo de la muerte cruzada, la cual significó también el cese y la renovación de la Asamblea Nacional. Noboa, miembro de uno de los grupos empresariales más grandes del país, ha continuado las políticas neoliberales de Moreno y Lasso, sometiéndose incondicionalmente a los designios del FMI y el gobierno norteamericano y favoreciendo los intereses de los grandes grupos empresariales del país y de empresas extranjeras como las mineras. Muchas de sus acciones obedecen a su deseo de ser reelegido para la presidencia en el próximo período a través de una fuerte y engañosa campaña publicitaria.
La crisis de inseguridad y la escalada de violencia a todo nivel se ha constituido en la principal preocupación de los ecuatorianos en los años recientes. El Ecuador, según diversas fuentes internacionales, es uno de los países más violentos y peligrosos de América Latina, no sólo por los altos índices de homicidios que en el 2023 llegaron a su pico más alto (47 por cada cien mil habitantes), sino por el incremento de secuestros, extorsiones y la presencia de bandas de narcotráfico y crimen organizado, tanto nacionales como extranjeras.
El gobierno de Noboa se abanderó del problema de la inseguridad, para lo cual ha decretado ocho estados de excepción y declaró conflicto militar interno o guerra interna, lo que se reflejó en shows mediáticos donde cientos de militares salieron a las calles de las zonas y ciudades más conflictivas por unos días, pero sin logros significativos para pacificar al país. También se firmó acuerdos de cooperación con el Comando Sur de los Estados Unidos, donde está latente la posibilidad de que arriben al país tropas norteamericanas, con clausulas humillantes y lesivas para la soberanía del país. Ahora Noboa plantea realizar una reforma constitucional que tendría que ser sometida a consulta popular, para la reinstalación de bases militares extranjeras, como la base de Manta que salió del país durante el gobierno de Correa.
Noboa y su equipo han militarizado al país porque creen que la solución a la inseguridad es con cárcel, armas y represión, ignorando las necesidades urgentes del pueblo como acceder a empleo y la satisfacción de sus necesidades básicas. Este supuesto combate a la delincuencia fue el pretexto para subir el IVA del 12 al 15% y luego el precio de los combustibles. Sin embargo los resultados no se ven por ningún lado, pues si bien las cifras oficiales hablan de una disminución en el índice de muertes violentas en el último año (17%), otros delitos como extorsiones casi se han duplicado (de 8,900 en el 2023 han subido a 15.800 en lo que va del presente año). Además en los operativos militares se han denunciado varios abusos por la detención de varios inocentes en las barriadas pobres, falsos positivos e inclusive casos de asesinatos extrajudiciales.
No hay cómo dejar de mencionar la crisis ética, moral y cultural, resultado en buena medida de la crisis estructural, que se expresa en la corrupción a todo nivel y la pérdida de valores, reflejada en fenómenos como el maltrato intrafamiliar, el incremento en el consumo drogas y estupefacientes, los feminicidios y delitos sexuales de los que son víctimas sobretodo las mujeres, los niños y los sectores más débiles y excluidos de la sociedad.
La corrupción se ha enraizado no solamente en la instituciones estatales como la función judicial, sino en las llamadas fuerzas del orden como la policía y las Fuerzas Armadas, pero también en los sectores empresariales más poderosos como el financiero que permite el lavado del dinero ilícito (expertos han calculado en 4 mil millones de dólares el lavado por tráfico de drogas y delitos conexos), o exportadores de banano vinculados al tráfico de drogas, o medios de comunicación que manejan la información a conveniencia de las élites. La presencia del narcotráfico y el lavado de dinero sucio ha penetrado tan fuertemente a la sociedad ecuatoriana en todos los niveles, que varios analistas se refieren al país como un narcoestado, aunque más apropiado sería hablar de narcoeconomía.
La crisis energética, una tragedia social que afecta a los más empobrecidos
A la grave situación descrita se ha sumado la crisis energética, es decir cortes continuos y prolongados de energía eléctrica que han alterado la vida cotidiana de los ecuatorianos. A las millonarias pérdidas económicas, calculadas por la Cámara de Comercio en 12 millones diarios aproximadamente (8 mil millones en más de dos meses de apagones consecutivos) se suman el incremento de la inseguridad, la suspensión de las actividades educativas en varios establecimientos, la interrupción de servicios básicos como el agua potable, la imposibilidad de atención en varias entidades públicas y servicios, el deterioro de salud mental de la ciudadanía, entre otras consecuencias. Los más afectados son los pequeños negocios y emprendimientos que no cuentan con recursos para adquirir costosos generadores eléctricos.
El déficit de energía eléctrica para atender la creciente demanda no es un fenómeno nuevo en el Ecuador, pero en el período actual ha llegado a límites intolerables. Es innegable que este fenómeno se explica por la prolongada sequía que soporta el país desde septiembre del presente año, en el marco del cambio climático mundial, pero los técnicos venían alertando sobre la necesidad de prever lo que podía ocurrir desde hace más de un año. Ya en el gobierno anterior se presentaron los apagones. Noboa, en el debate electoral previo a las elecciones ofreció solucionar el problema en nueve meses, pero lejos de enfrentarlo se dedicó a pagar la deuda externa, fortalecer la Reserva Monetaria Internacional y debilitar al sector público para inducir a la privatización de las empresas estratégicas del sector público, como las energéticas.
Más allá del estiaje, las causas de esta crisis están en que los gobiernos anteriores de Moreno y Lasso no ejecutaron las directrices técnicas del Plan Maestro de Electrificación que planteaba la construcción de nuevas plantas tanto hidráulicas como térmicas, e inclusive la implementación de otras formas de energía como la solar, la eólica, la geotérmica, porque es muy conocido que en épocas de estiaje las primeras tienen menor capacidad para aportar energía.
El Ecuador actualmente depende sobretodo de la energía hidroeléctrica (cerca del 60%), gracias a las megacentrales que se construyeron desde la década de los 70 y los 90 (complejo Paute) con la creación del INECEL (Instituto Ecuatoriano de Electrificación). En el gobierno de Rafael Correa se puso en marcha 14 nuevas hidroeléctricas, la más importante de las cuales es Coca Codo Sinclair, lo que permitió al país duplicar la generación con fuentes de energía renovable, ser excedentario de energía y alejar el fantasma de los apagones por trece años (Primicias, 20-11-24). Sin embargo en los últimos siete años se descuidó el tema de las plantas térmicas que debían ser mantenidas adecuadamente para operar en caso de déficit, provocado por la falta de lluvias.
La política de Noboa ha sido totalmente errática en materia de energía, ya que cuatro ministros se han turnado en la cartera correspondiente, la mayor parte sin conocimientos ni experiencia en el cargo. En el caso de la ex-Ministra Andrea Romo, experta en Ciencias Políticas, fue acusada de sabotaje y destituida por el propio presidente Noboa y actualmente enfrenta un juicio político en la Asamblea Nacional por incumplimiento de funciones. Además, las declaraciones del gobierno han sido totalmente engañosas y contradictorias. Varias veces ha ofrecido disminuir el tiempo o poner fin a los apagones, pero no ha cumplido sus ofertas. Hace meses se contrató, de manera poco transparente, una barcaza turca que actualmente opera en el golfo de Guayaquil y le cuesta al país 120 millones de dólares, pero proporciona menos de 100 megavatios, cantidad que no cubre ni mínimamente el déficit de energía calculado entre 1.500 y 1.800 megavatios. Al momento se espera la llegada de nuevos generadores térmicos y la única fuente adicional que funciona es la venta de energía por parte de Colombia.
Bajo nivel de reacción del campo popular
Si bien varias voces se han levantado frente a los atropellos y las políticas antipopulares del gobierno de Noboa, en especial las protestas contra la extracción minera y petrolera en las zonas rurales, también contra los despidos y por atención de salud y la defensa del IESS en las ciudades, no se han producido las movilizaciones masivas y grandes levantamientos que muchos esperaban en base a situaciones históricas que se dieron en períodos anteriores, como Octubre del 2019 y Junio de 2022.
Las explicaciones de este fenómeno son varias y complejas. Hay causas objetivas y subjetivas. Entre las primeras está la situación de violencia y el incremento de la delincuencia que ha llevado a la aceptación y legitimación de la salida militarista represiva que han utilizado los anteriores gobiernos y la continuó con fuerza el actual. El miedo inducido por los gobiernos y magnificado por los grandes medios de comunicación es un arma efectiva para paralizar la protesta social.
Otro factor que no ha sido analizado debidamente es la crisis económica, la cual ha provocado que los trabajadores traten de mantener o buscar fuentes de empleo aunque sea en condiciones precarias, a fin de tener algún ingreso que les permita llevar algo de pan para sus familias. En otros términos, las necesidades de sobrevivencia se han vuelto prioritarias, en desmedro de actividades como la organización social y la capacitación política.
Entre las causas subjetivas de la desmovilización podemos mencionar el debilitamiento y fragmentación de las organizaciones sociales como es el caso del FUT (Frente Unitario de Trabajadores) y la CONAIE, la organización más representativa del movimiento indígena) que han sido históricamente la vanguardia y los protagonistas fundamentales de la lucha popular. Desde el período de Correa y luego con los últimos gobiernos neoliberales, estas organizaciones fueron divididas y cooptadas, al igual otras como los gremios estudiantiles y de educadores. También se debe reconocer que muchas de estas organizaciones han caído en procedimientos de control burocrático y no han dado paso a procesos democráticos internos para la renovación de sus dirigentes.
Ante los cambios y readecuaciones del sistema capitalista mundial, donde las diversas actividades económicas y los avances tecnológicos (la cuarta revolución industrial) han experimentado grandes cambios en la forma de producir, en los servicios y la utilización de mano de obra más calificada, el sindicalismo y la izquierda tradicional no han tenido una respuesta acorde a los nuevos tiempos. Ante la corrupción y el oportunismo que prevalece en la mayoría de los partidos políticos, no solamente de derecha sino también de la izquierda y los llamados populistas, muchos ciudadanos han optado por repudiar o alejarse de la actividad política y este fenómeno se ha traducido en la despolitización social, especialmente entre los jóvenes.
Los cambios se han extendido no solamente a la esfera económica y estructural sino también a las superestructuras ideológicas y culturales, al ámbito educativo, de la información y el entretenimiento, del arte y el espectáculo, la moda y las formas de comportamiento. Han tomado fuerza nuevos movimientos sociales como los feministas, los ecologistas, los étnicos que agudizan las contradicciones sociales y políticas. La sociedad actual es muy móvil y fluida (sociedad líquida la denominan algunos sociólogos).
El mercado capitalista aprovecha estos nuevos fenómenos para generar más consumismo, más individualismo, más egoísmo e indiferencia ante problemas tan graves como las guerras, genocidios como el de Palestina por parte de Israel, migraciones masivas, el cambio climático, la desigualdad social y la brecha creciente entre la burguesía cada vez más rica y el ejército de trabajadores empobrecidos y excluidos de la abundancia del mercado.
La realidad es siempre cambiante y los cambios se operan por las contradicciones e intereses de clase opuestos. A nivel mundial y también en la sociedad ecuatoriana, se va fraguando el descontento, la inconformidad, la indignación que podría desembocar eventualmente en protestas y estallidos sociales. Ya se han producido en las semanas anteriores algunas movilizaciones que han sido reprimidas con brutalidad por las fuerzas policiales y militares.
La coyuntura electoral
Sin embargo, lo dominante en la coyuntura actual es la lucha electoral. Las fuertes contradicciones que han surgido a nivel político al interior de la burguesía en el marco de la profunda crisis sistémica que afecta al Ecuador, serán dirimidas en la arena electoral. El 9 de febrero del 2025 se realizarán elecciones para definir el poder ejecutivo y el legislativo. Aunque existen 16 candidatos a la presidencia y una gran dispersión de partidos y movimientos políticos inscritos legalmente, se da nuevamente una polarización entre la derecha tradicional neoliberal encabezada por el Presidente-candidato Noboa y Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana (correísmo). Es muy difícil que se fortalezca una tercera opción como la de Leonidas Iza, candidato del movimiento indígena, patrocinado por el movimiento Pachakútik y que constituye la única candidatura que no responde a los intereses de la clase dominante. Aunque faltan solamente dos meses para que se realice el proceso electoral, el panorama social está lleno de dudas e incertidumbre. Recordemos que en las elecciones anteriores se produjo el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, hecho que afectó sustancialmente los resultados electorales permitiendo el ascenso del joven y desconocido Daniel Noboa. Por eso en un país como el Ecuador nada está dicho, todo puede suceder.