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Brasil

Noviembre Negro: Zumbi, Dandara y Palmares en disputa

diciembre 5, 2024

Por Hertz Dias

Este “Noviembre Negro”, daremos el puntapié incial para las movilizaciones hacia “Zumbi+30”; es decir, la celebración de los 330 años de inmortalidad de Zumbi dos Palmares, que tendrá lugar en noviembre de 2025. Un evento que seguramente será escenario de una lucha encarnizada por la “narrativa palmarina” o contra ella, en sus sentidos políticos y estratégicos.

Habrá quienes se limitarán a pedir mayor protagonismo para Zumbi y Dandara en la “galería de los héroes nacionales” y mantendrán la lucha antirracista en el marco de la democracia de los ricos, limitándose a exaltar el empoderamiento negro, exigiendo más negros en el Parlamento, en la clase media y en las estructuras de poder. Mientras, en la quebrada, la sangre negra no gotea…, fluye.

Pero, también habrá quienes en la ultraderecha seguirán con sus narrativas reaccionarias, defendiendo que Palmares no era más que un reducto de bandidos, que Zumbi fue un gran asesino, que el racismo es “mimimi”, que “bandido bueno es bandido muerto” y que los redentores de los negros fueron personas como la princesa Isabel.

Un grupo que se siente fortalecido por la elección de Trump, en Estados Unidos, y que no escatimará esfuerzos para utilizar el racismo como arma política de opresión de los hombres y mujeres negros y de división de los trabajadores y las trabajadoras.

Nosotros, por el contrario, reivindicamos a Palmares y todos los quilombos[1], pero en su esencia histórica, política y estratégica. A la luz de la saga palmarina, podemos extraer importantes lecciones para la lucha antirracista en el Brasil.

Palmares: negación de la esclavitud y del capitalismo

La esclavitud fue una hecatombe y Brasil fue el centro de este infierno. Fuimos el país que más hombres y mujeres africanos recibió como esclavos. La esperanza de vida de nuestros antepasados, cuando desembarcaron en nuestras tierras, era de siete años, lo que garantizaba la peremnidad del tráfico negrero.

Eran los traficantes de esclavos, los hombres más poderosos del Brasil. Los esclavizados representaban una clase que se convirtió en el núcleo central de la lucha contra la esclavitud. Palmares era su mayor bastión.

No era un simple refugio para negros fugitivos, sino una fortaleza antiesclavista, la más importante de las Américas. En un principio, un terreno fundado por un núcleo de 40 africanos procedentes de Guinea de Porto Calvo. Unas décadas después, una República Negra, con más de 30.000 rebeldes.

El pico de su explosión demográfica se produjo durante la guerra entre las tropas holandesas y luso-españolas (1630-1635). Ambos prometían conceder la libertad a los esclavos si se unían a sus respectivos ejércitos, pero casi todos los negros y negras prefirieron atacar a sus señores, liberar a sus hermanos de clase, incendiar las “senzalas”[2] de esclavos y huir a Palmares.

Según los registros de la época, en las viviendas de esclavos sólo vivían ancianos y niños. Esta fue la primera gran lección que nos legó Palmares: la independencia de clase. La enseñanza de que, a pesar de las diferencias puntuales y temporarias entre los miembros de la clase dominante, todos ellos son, por excelencia, nuestros enemigos estratégicos.

Historia: la libertad palmarina como una utopía concreta en plena esclavitud

A menudo, cuando hablamos de socialismo, esto parece sonar a idealismo y no a necesidad. Porque, en la época de Palmares, pensar en africanos libres o en trabajo libre para estos hombres y mujeres equivaldría a “insultar a Dios en un día de misa”. La esclavitud africana era santificada por la iglesia católica. Pero, en Palmares, el trabajo libre era la regla general.

No sólo el trabajo, sino también la organización de la economía. Mientras la economía colonial era de monocultivo, terrateniente y esclavista, en Palmares la economía era de policultivo-comunitario, volcada a satisfacer las necesidades de sus habitantes y comercializar los excedentes con productos que no podían producir en el propio quilombo. Esto debió tener un gran impacto en la conciencia de todos los que vivían sofocados en una Colonia inmersa en una economía cerrada, rígida y de permanente escasez.

Además, las mujeres africanas, que en las Casas Grandes[3] eran las criadas, concubinas, cocineras, los “objetos sexuales” de los señores y sus hijos, en Palmares eran matriarcas, como lo fue Acotirene, la gran consejera en asuntos familiares y político-militares; Dandara, responsable por la defensa militar del quilombo; o Aqualtune, la líder quilombola al frente de uno de los 11 mocambos (las comunidades/ciudadelas que, de conjunto, formaban Palmares y cuyos dirigentes electos asumían la dirección de la República Palmarina).

Incluso existía en Palmares la poliandria, en la que una mujer tenía más de una pareja. Algunos intentan atribuir esta forma de organización familiar a la tradición africana, pero esto también tenía más que ver con una necesidad: la escasez de mujeres negras en la sociedad colonial, y también en Palmares.

El hecho es que, con todas las adversidades de la época, Palmares se convirtió en lo que parecía imposible de existir: una utopía concreta.

Un clasismo pluriétnico indigesto para la burguesía

Palmares era un territorio de africanas y africanos rebeldes. Pero, también, para todos los marginados de la sociedad de la época. Incluso en épocas de alta producción, en la colonia prevalecían la escasez de productos y la penuria. Por estas y otras razones, Palmares se convirtió en un polo de atracción para los oprimidos de Pernambuco y de otras provincias, como Alagoas, Bahia, Sergipe, etc.

Los historiadores burgueses, al enterarse de que en Palmares se encontraban objetos elaborados por indígenas, intentaron atribuirlo a la práctica de la esclavitud entre los palmarinos. Ahora, resulta que en Palmares todos trabajaban: “Entre ellos, todo es de todos y nada es de nadie”, así lo relató el holandés Rodolfo Baro, quien guerreó contra Palmares.

Si los esclavos se rebelaron en las senzalas, ¿por qué no se rebelarían dentro de un quilombo que vivía en permanente enfrentamiento con las tropas colonizadoras? Si hubiera habido esclavitud en Palmares, este quilombo, que duró más de 70 años, no habría durado siete meses.

No te olvido, mi pueblo: “Si Palmares ya no vive, haremos Palmares de nuevo”

Esta frase está compuesta por versos del poema “Notícias” (1983), de José Carlos Limeira, que han sido recitados muchas veces en eventos de movimientos negros: “Por poco que cuente la Historia / No te olvido, mi pueblo / Si Palmares no vive más / Haremos Palmares de nuevo”.

Nosotros la reivindicamos. No porque creamos que la historia deba repetirse, sino por su legado. Durante décadas, la burguesía excluyó a Palmares de los libros escolares o lo presentó como una caricatura, un lugar de bandidos y asesinos. Hasta hoy, la ultraderecha enloquece cuando oye el nombre de Zumbi y Palmares. Y, si depende de nosotros, seguirá enloqueciendo.

Como ejemplo del pensamiento de esta ultraderecha, cabe mencionar el artículo publicado el 13 de mayo de 2020 por la profesora Mayalu Felix, del Departamento de Letras de la Universidad Estadual del Maranhão (UEM), con el título “¿Zumbi fue un héroe?”, en el que “denuncia” que los palmarinos “saqueaban, saqueaban e incendiaban ingenios cercanos”.

Ciertamente, la citada profesora no entendió que la esclavitud colonial estuvo atravesada, de punta a punta, por la violencia de clase. Violencia que, en sí misma, debe entenderse como una categoría económica, en razón de la cantidad de capital que necesitaba mover la burguesía portuguesa para mantener este tipo de dominación.

Por eso, resulta hasta gracioso que esta misma profesora, para hacer valer sus relatos de meritocracia, reivindique a Luiz Gama, “olvidando” su célebre frase, pronunciada ante un jurado en los años 1870: “Todo esclavo que mata el señor, cualesquiera que sean las circunstancias, mata en legítima defensa”.

Un foco de desgaste del capitalismo

También están aquellas organizaciones gubernamentales que crearon otra versión romántica de Palmares, de Zumbi y de Dandara, vaciada de su contenido de clase, revolucionario y no conciliador. Palmares no era sólo la negación de la esclavitud, sino también del capitalismo, ya que, al erosionar la esclavitud, se convirtió en un verdadero obstáculo para la acumulación de capital en Europa.

En varias ocasiones, los palmarinos se negaron a aceptar acuerdos que garantizaban la libertad sólo de los esclavos nacidos en Palmares, además de otras promesas. ¡Ganga-Zumba aceptó; Zumbi y la mayoría de los palmarinos, no! El proyecto palmarino era la liberación de todos los hombres y mujeres negros, lo que implicaba la destrucción de la esclavitud en su totalidad.

No se alinearon con ningún bloque esclavista, ni con Holanda ni con las fuerzas luso-españolas. Sus aliados estratégicos eran los propios esclavos, los indígenas y los blancos pobres, marginados por el sistema. Palmares cayó de pie, no en una guerra ciega, por un ideal pequeñoburgués, sino por un proyecto estratégico, subordinado a una necesidad inherente a todo ser humano explotado y oprimido: la libertad plena.

Para volver a hacer Palmares es necesario luchar por el socialismo

La continuidad de la lucha palmarina hoy se manifiesta en la titulación de los territorios quilombolas, en la demarcación de las tierras indígenas, en la generación de empleos, en la desmilitarización de la Policía Militar y en el fin de la violencia policial contra el pueblo negro y pobre. Y, combinado con todo eso, en la lucha por el socialismo.

Por eso, la ultraderecha niega a Palmares, como niega la política de reparaciones históricas. Pero, así como Pedro negó tres veces a Jesús, Lula también está en su tercera negación a las reparaciones históricas, pues ya está en su tercer gobierno y no ha presentado más que promesas vacías.

Hacer de nuevo Palmares, más allá de la retórica, significa, por un lado, ser oposición de izquierda y socialista al gobierno de Lula y, por el otro, enfrentar a la ultraderecha golpista y autoritaria.

Artículo publicado en www.opiniaosociallista.com.br, 14/11/2024.-

Traducción: Natalia Estrada.


[1] Comunidades estrechamente unidas de grupos africanos y afrodescendientes que huían de la esclavitud y resistían la recaptura ocupando tierras fuera de las plantaciones, que eran difíciles de alcanzar, ndt.

[2] Senzalas era el nombre de los lugares de hacinamiento que se destinaban como vivienda para los esclavos de los ingenious y estancias del Brasil colonial durante el dominio del Imperio portugués, ndt.

[3] Casa Grande era la casa señorial de los terratenientes, en la que ciudades enteras eran poseídas y dirigidas por un solo capataz, ndt.

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