Perú: La lucha contra los proyectos mineros abre una perspectiva
El reinicio de los conflictos contra la gran minería, en respuesta a la definición del gobierno de impulsar la ejecución de proyectos ampliamente rechazados por la población, cómo Conga o Tía María, abre la posibilidad de asestar una derrota a Boluarte y compañía en el terreno de la lucha de clases y modificar la correlación de fuerzas en favor de la clase obrera y el pueblo pobre.
Por Víctor Montes
Respondiendo a las demandas las grandes mineras, y en busca de su apoyo, el gobierno de Dina Boluarte ha manifestado a los cuatro vientos su decisión de “destrabar” la cartera de inversiones mineras, comenzando por reactivar proyectos mineros ampliamente repudiados, como el Proyecto minero aurífero «Conga» (Región Cajamarca) o el Proyecto minero cuprífero Tía María (Región Arequipa), y con esto aprovechar el contexto de alza del precio del cobre.
Esta vocación, es una declaración de guerra contra las comunidades que vienen enfrentando la explotación minera en las cabeceras de las cuenca o nacientes de los ríos, y cerca a valles de importante producción agropecuaria, como el Valle de Tambo en Arequipa.
Por eso, estas mismas comunidades, organizadas en sus frentes de defensa1, han salido a responder sin dilaciones las declaraciones del gobierno, anunciando su disposición de salir inmediatamente a la pelea.
Cajamarca al frente: ¡Colpayoc no va!
Cajamarca tiene una amplia tradición de lucha contra la afectación minera. Desde que en 1992, la dictadura fujimorista concesionó la actual mina de oro Yanacocha (la más importante del país), las comunidades afectadas por la contaminación del agua iniciaron su movilización convirtiéndose en referentes de esta lucha.
No resulta extraño, entonces, que sea justamente el pueblo cajamarquino el que salga de inmediato a repudiar las declaraciones del gobierno y a enfrentar a las mineras.
El pasado 10 de junio, miles de comuneros del distrito de Chetilla (provincia de Cajamarca en Cajamarca), residentes de distintos puntos aledaños al proyecto minero aurífero de Colpayoc, se movilizaron hasta la zona donde la minera viene realizando actividades de exploración (Cerro Colpayoc, en el caserío de Majadaspampa), intentando quemar la maquinaria con la que se hacen excavaciones para determinar la calidad del mineral que hay en la zona. En abril, una movilización similar ya se había enfrentado a quienes llevaban adelante las operaciones de exploración.
Las comunidades del distrito de Chetilla, denuncian que el proyecto se encuentra en la cabecera de las cuencas de los ríos Ronquillo, Chonta y Cushunga. Las que a su vez están relacionadas con los ríos Mashcón y luego al Río Cajarmarquino. Razón por la cual el proyecto contaminará sus principales fuentes hídricas, tal como ha sucedido con el Río Grande, que alimenta de aguas ácidas a la histórica ciudad de Cajamarca.
Los comuneros se mantienen en pie de lucha. Por eso, los frentes de defensa de los distritos de Chetilla, Ronquillo y Cajamarca se pronunciaron públicamente en repudio al ministro de energía y minas, Rómulo Mucho, que anunció su llegada a Cajamarca para “impulsar los proyectos mineros” para el pasado 21 de junio pasado, y a quien declararon ‘enemigo del desarrollo sostenible’.
Rememorando la consigna que encabezó la lucha del pueblo cajamarquino contra el proyecto minero Conga, durante el gobierno de Ollanta Humala («¡Conga no va!«), los comuneros de Chetillo han levantado a viva voz ¡Colpayoc no va!
El Valle de Tambo vuelve a la lucha
Por su parte, la población del Valle de Tambo rápidamente realizó una multitudinaria asamblea con delegaciones de agricultores, comerciantes y ciudadanos en general de los distritos de Cocachacra, Punta de Bombón, Dean Valdivia y Mollendo, en la que definieron reiniciar su lucha y proyectaron una acción para el 19 de julio.
La lucha del Valle de Tambo viene de 2009, y es uno de los símbolos de la lucha contra el despojo de las grandes mineras. Con su acción recurrente, la población del Valle de Tambo ha repelido una y otra vez los intentos de sucesivos gobiernos (Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuzsynski y Vizcarra) por dar pase al proyecto de propiedad de la transnacional Southern Peru Cooper Corporation, que opera en el Perú desde finales de la década de 1950.
La posibilidad del reinicio de las acciones del pueblo podría convertirse en la prueba de fuego del gobierno asesino de Boluarte. Todas las veces que un gobierno ha pretendido impulsar Tía María, se ha encontrado con la férrea resistencia del pueblo del Valle de Tambo y ha tenido que retroceder.
¿Qué debemos hacer los trabajadores y trabajadoras?
Para todos los trabajadores y trabajadoras del país el reinicio de los conflictos mineros y la posibilidad de que estos derroten la intentona entreguista del gobierno de Boluarte abre una enorme posibilidad para cambiar la dinámica de la lucha de clases, que después de la feroz represión con la que se impuso el gobierno a principios de 2023, asesinando salvajemente a 49 luchadores, ha sufrido un claro retroceso.
Los trabajadores y trabajadoras debemos, por eso, apoyar solidariamente y activamente esa lucha y movilizarnos contra la represión que el gobierno pueda desatar en Cajamarca, Arequipa, y donde sea que pretenda imponer el saqueo de nuestros recursos.
Sin embargo la movilización no puede tener solo un carácter solidario. La lucha de las comunidades campesinas e indígenas contra la explotación minera tiene un poderoso trasfondo: la lucha contra el dominio imperialista de nuestros recursos, amparados en el modelo económico neoliberal, y la lucha contra la destrucción de los ecosistemas que permiten su subsistencia. Por eso, para la clase obrera, estas luchas plantean el enorme reto de tomar las banderas de las poblaciones afectadas, campesinas e indígenas, como propias y luchar codo a codo. Comenzando por exigir el respeto irrestricto a la consulta previa, de carácter vinculante, de las comunidades que se verán afectadas por la acción minera, petrolera y forestal.
Solo desde esta posición, es posible que la clase obrera se convierta en dirección de todo el proceso para encaminarlo a la única salida de fondo con la que podemos garantizar las exigencias de esas mismas comunidades: conformar un gobierno de los trabajadores y trabajadoras, campesinos, pueblos indígenas y todo el pueblo pobre.
Como ya dijimos, la lucha de las poblaciones contra la minería es la expresión de la lucha del pueblo contra el saqueo imperialista que solo deja miseria y destrucción del ambiente, lo que hace imposible a las comunidades campesinas e indígenas a retomar su actividad económica fundamental una vez concluida la extracción minera.
Por eso, en lo fundamental tanto las comunidades que se oponen al inicio de nuevos proyectos mineros, sobre todo aquellos que afectan la producción agraria, y los trabajadores y pueblo pobre de la ciudad, enfrentamos al mismo enemigo. Un enemigo que tiene en el gobierno de Dina Boluarte a su principal agente, dispuesta a imponer a sangre y fuego la continuidad del saqueo de nuestros recursos.
Por eso, junto a la paralización de los proyectos mineros en cuestión, es imprescindible luchar por la expropiación sin pago de las mineras que ya están operando, para ponerla bajo control de sus trabajadores y trabajadoras, y así, de la mano con las comunidades, poner esos recursos a su servicio y planificar la mitigación del impacto de las actividades mineras. Resulta por esto imprescindible que junto a las demandas de la clase trabajadora y la lucha contra el avance reaccionario de las leyes que aprueba el Congreso, la lucha contra el inicio del proyecto Tía María, la lucha contra la exploración en Colpayoc, contra Michiquillay y el proyecto Conga, se convierta en la lucha nacional, de todos los trabajadores y trabajadoras del país, por la derrota de Boluarte, el Congreso y contra el imperialismo.
- Organismos de frente único en el que diversas organizaciones populares construyen sus plataformas reivindicativas para movilizarse de manera unitaria. En el Perú tienen una historia de entre 40 y 50 años. ↩︎