Colombia: Poder constituyente, obrero e independiente, para enfrentar el régimen político y la corrupción
Por Partido Socialista dse los Trabajadores – Colombia
Ha terminado el mes de mayo, quedando planteado otro capítulo del pulso entre el gobierno y la oposición. Indudablemente el primero de mayo significó un respiro para el gobierno. Tanto la masividad de la movilización como su propio discurso, parecían torcer a su favor el pulso contra la oposición burguesa de derecha. Pero más pronto que tarde las cosas se volvieron a complicar.
Los escándalos de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) que involucran a altos cargos del gobierno en apropiación de dineros públicos, sobornos y favorecimientos en contratación, muestran que la corrupción además de ser un cáncer inherente al capitalismo y a la práctica burguesa de la política en general; muestra ser un rasgo que ha acompañado al régimen político colombiano desde hace mucho tiempo. La cínica frase del expresidente Turbay de pretender “reducir la corrupción a sus justas proporciones” muestra la actitud de la burguesía tradicional en el poder.
Que bajo el gobierno de Petro continúe esta corrupción, no sólo muestra esta naturaleza corrupta burguesa, sino que muestra otro de los problemas de su política de conciliación con la burguesía, pues han sido los representantes de los viejos (y no tan viejos) partidos burgueses quienes aparecen salpicados por los escándalos. Es una más de las nefastas consecuencias de gobernar con la burguesía y sus políticos. Petro se lava las manos sin asumir la responsabilidad de entregar al clientelismo los cargos que les permitieron el acceso a los recursos a cambio de una efímera gobernabilidad.
Además, el proyecto central del gobierno, su paquete reformas, continúa mostrando sus límites. El nuevo modelo de salud del magisterio, que prometió superar los males del régimen especial, también se presentó como la “prueba piloto” de la reforma a la salud que no ha podido sacar en el Congreso. Pero de nuevo, el gobierno se estrella no solamente con la vieja corrupción, el sabotaje de quienes se han enriquecido a costa de la salud del magisterio; sino con la implementación improvisada que arrancó con varios cabos sueltos que no han logrado resolver sobre la marcha. Esto es particularmente grave para el gobierno, no sólo porque ha sido festín de los medios, que hoy aparecen muy “preocupados” por la salud del magisterio, sino que se extiende el descontento en un gremio que fue clave en su elección presidencial, y base del mayor sindicato del país.
Tanto la corrupción, la violencia y el poder de los privados muestran que la política reformista de Petro no logra hacer mella en la muralla del régimen autoritario y sanguinario colombiano. Ante esto, Petro viene invocando el llamado poder constituyente, es decir la voluntad del pueblo para ejercer según su voluntad el poder. Esto ha dado mucho de qué hablar en las últimas semanas, tanto de una convocatoria a Asamblea Constituyente, como rumores de cierre del congreso y reelección.
Pero así como ha invocado la movilización, el poder constituyente del que habla Petro, aparece como una nueva forma de llamar al apoyo popular a sus reformas y de disuadir a la derecha de aventurerismos golpistas. Durante su gobierno, los llamados a movilizaciones de respaldo, si bien ha logrado algunas manifestaciones importantes, como la del primero de mayo pasado, también muestra que hoy no logra despertar el entusiasmo y la determinación de lucha expresados durante el Paro Nacional del 2021.
Un llamado a desatar el “poder constituyente”, pero imponiendo los límites del apoyo a las reformas, mantiene al gobierno y a las masas presas del mismo problema: los límites que impone el régimen político reaccionario y los intereses de la propia burguesía, dentro y fuera del gobierno. Tampoco una constituyente amarrada a los acuerdos de paz con las FARC en 2016 desatará el problema de los obstáculos que impone el régimen y la burguesía a las reivindicaciones históricas democráticas y sociales en el país.
Convocar el “poder constituyente” y una Asamblea Nacional Constituyente coincide con la necesidad de destrabar la lucha y la organización de los trabajadores y las masas. Pero esta no debe estar amarrada al apoyo al gobierno y sus reformas, sino que debe plantearse clara y abiertamente la destrucción del régimen político autoritario y tomar en sus manos la reforma agraria radical, el no pago de la deuda externa, el desmonte de las privatizaciones y la expropiación de los grandes capitales, entre otras medidas estructurales necesarias.
En lo inmediato no basta con destituir a cada funcionario que se le va comprobando la corrupción, Petro mientras denuncia a la oligarquía sigue intentando conciliar con ellos y gobernar con ellos, como se dice coloquialmente “puso al ratón a cuidar el queso” y luego se sorprendió de que se lo haya comido. Desde luego los presidentes de Senado y Cámara así como todos los implicados deben renunciar. Pero más que eso, es necesaria la salida inmediata de todos los ministros de la burguesía, y en especial la salida de todos los funcionarios puestos como cuotas de partidos tradicionales -burgueses-, que están repartidos en todas las instituciones del Estado. Además de salir de toda esa maquinaria es necesario que en las empresas estatales e instituciones haya control por parte de los trabajadores y los usuarios, conformando comités de empresa y de usuarios, elegidos desde la base; de lo contrario estos casos de corrupción se seguirán repitiendo.
Comité Ejecutivo del Partido Socialista de los Trabajadores
5 de junio de 2024