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Brasil

A propósito del aniversario del golpe, tenemos que decir: ¡Dictadura nunca más!

abril 4, 2018

Hace 53 años los militares promovieron en Brasil el golpe que derrocó al entonces presidente João Goulart. Actualmente, todos saben que el golpe fue orquestado por el embajador de los Estados Unidos, junto con empresarios y políticos del Congreso Nacional.

Por Vera, pre-candidata a presidente por el PSTU, Brasil

Hoy es importante desenmascarar la falsa imagen que algunas personas quieren pasar sobre la dictadura militar, como si hubiese sido un régimen de defensa de la patria, incorruptible, de paz, orden y tranquilidad. El régimen instaurado por el golpe de 1964 se caracterizó desde el comienzo por una represión generalizada. Líderes sindicales, campesinos y estudiantiles fueron arrestados, torturados y asesinados. Cerca de 10 mil brasileños fueron forzados a dejar el país y tuvieron que vivir en el exilio en algún momento.

En los años anteriores a 1964, crecían en Brasil la organización y la lucha de los trabajadores por mejores salarios y condiciones de trabajo. Los campesinos luchaban por la reforma agraria y los estudiantes reivindicaban más presupuesto para la educación. Había también muchos militares, como los marineros, que luchaban por derechos democráticos dentro de las Fuerzas Armadas. El golpe patrocinado por los Estados Unidos tenía como objetivo acabar con todas esas movilizaciones.

Una de las principales justificaciones para el golpe de 1964 era acabar con la corrupción. Pero la dictadura, que tuvo como objetivo garantizar los lucros de los grandes grupos capitalistas, promovió uno de los períodos más corruptos de nuestra historia. De aquella época salió gente, como Maluf, Collor, Antônio Carlos Magalhães, Delfim Netto y tantos otros, que se transformó en corruptos notorios. Fue época de fiesta para las empresas contratistas, ya que la dictadura promovía obras faraónicas por todas partes, que se tornaron fuentes inagotables de sobornos y sobrefacturaciones. La diferencia es que la censura de la prensa y la represión impedían que la corrupción saliese a la luz y fuese noticiada. Quien osase hacerlo podría ser asesinado. La Comisión Nacional de la Verdad identificó 434 muertos y desaparecidos.

La dictadura nunca fue nacionalista, como decía. Al contrario, con mucha represión contra los trabajadores, garantizó “paz social” y altas tasas de lucros, sobretodo, para las multinacionales. Los militares favorecieron a las multinacionales, las montadoras de vehículos, la remesa de lucros para el exterior y la deuda externa con los grandes bancos extranjeros. Fue esa represión la que mantuvo el tal “milagro económico”. Pero, a fines de los años 1970, la economía del país entró en crisis y la deuda externa estalló, así como la inflación. La clase obrera, los estudiantes y los campesinos retomaron la lucha contra el régimen. Quien vivió aquella época sabe muy bien lo que fue la carestía, el desempleo y la inflación galopante. Luchar contra eso no era fácil, porque el peso de la represión era brutal.

Pero hoy hay mucho político oportunista mintiendo sobre aquel período. Por ejemplo, Jair Bolsonaro, que defiende el golpe de 1964 y las torturas llevadas a cabo por el régimen. Bolsonaro habla alto con los oprimidos y los pobres. Con los ricos es educadito y cortés. Por eso quiere acabar con las leyes laborales. Dice que va a privatizarlo todo si lo eligen y ataca a los LGBT’s, a las mujeres, a los negros y a los indígenas. Dice que es valiente, pero defiende a torturadores del régimen militar. La policía política (DOPS) y los órganos de seguridad de las Fuerzas Armadas (DOIs-CODIs, entre otros) adoptaron la tortura como método sistemático. No hay nada más cobarde que defender a esa gente que golpeaba, violaba y mataba a persona vulnerables, que no podían ofrecer resistencia, porque estaban amarradas en paus-de-arara[1] o en la cadeira do dragão[2], por solo mencionar algunos instrumentos de tortura, usados por los torturadores.

¡Dictadura nunca más! Recordar para que nunca más nos olvidemos de las atrocidades cometidas por los militares.

Traducción:  Janys

Notas:

[1] Consistía en una barra de hierro, que se le atravesaba a las personas entre los puños amarrados y las rodillas. El conjunto se colocaba entre dos mesas, dejando el cuerpo del torturado colgado a 20 o 30 cm del suelo.

[2] Era una especie de silla eléctrica, con asiento, apoyo de brazos y espaldar de metal, donde se colocaba y amarraba por los puños y con cintas de cuero a las personas, que recibían violentos choques eléctricos. También se les amarraban cables en las orejas, la lengua, los genitales, los dedos de los pies y los senos (en el caso de las mujeres).

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