Convergencia Socialista: 12 años de militancia en el PT

Durante 12 años, Convergencia Socialista [CS] militó dentro del PT, Partido de los Trabajadores, surgido en Brasil en 1980. En el auge de la movilización contra el gobierno de Collor, en 1992, la burocracia que dirige el PT expulsó a CS. Dejó así definitivamente claro, para la vanguardia de los trabajadores, el antagonismo entre los dos proyectos políticos.
Por: Martín Hernández
Fueron doce años ricos en experiencias, errores y aciertos, de los cuales se [deben] extraer todas las lecciones. Ellas servirán tanto para su construcción de aquí en adelante como para intentar ayudar a los compañeros de otros países que hoy inician el difícil camino de intervenir en la construcción de partidos obreros de este tipo.
Al contrario de lo que pensábamos al comienzo y de lo que muchos piensan hoy, nuestra experiencia demostró que la construcción de este tipo de partido no nos coloca frente a una única hipótesis: la de que el trotskismo dé un gran salto adelante en su construcción. También hay otra: la de que el partido obrero destruya al trotskismo.
El proceso brasileño demostró que la segunda hipótesis no es tan improbable. Basta recordar el destino de más de 10 corrientes de izquierda que formaron parte del PT. Prácticamente desaparecieron. La mayoría se disolvió y las que sobreviven sólo están formalmente «organizadas» y completamente subordinadas a la disciplina impuesta [por] la burocracia dirigente y, como ella, integradas al régimen.
Además de CS, una de las pocas corrientes nacionales que mantuvo la independencia fue el lambertismo. Y, asimismo, limitada. Cuando entraron en el PT, los lambertistas eran muy dinámicos. Su organización tenía mucho peso en el movimiento estudiantil y más de mil militantes. Hoy es una organización muy pequeña (no más de 200 militantes), que publica un periódico mensual de reducidísima circulación y que perdió la mayor parte de sus cuadros en el aparato de la burocracia.
Con CS fue diferente. Esta comenzó a trabajar en el PT siendo aún una organización muy joven, con 5 años de existencia y poco más de 300 militantes, la mayoría estudiantes. Además de eso, acababa de salir de una ruptura y una fuerte crisis. Doce años después, CS es la segunda o tercera corriente del movimiento obrero, está en la dirección de más de 100 sindicatos y tiene aproximadamente 1.500 militantes, la mayoría trabajadores. Hoy CS es plenamente consciente de que fue posible evitar su destrucción y, más aún, dar un gran salto en su construcción, porque esa experiencia con el PT fue hecha en los marcos de una organización internacional, la LIT, que fue capaz de contrarrestar las presiones recibidas a partir del aparato del PT.
El origen de los partidos obreros
El surgimiento del PT brasileño y el hecho de estar haciéndose experiencias de ese tipo en otros países no tiene nada de inédito. Varios partidos obreros fueron construidos a partir de la Primera Guerra Mundial. El más conocido es el Partido Laborista inglés.
Los partidos surgen porque los sindicatos son incapaces de mantener las conquistas de los trabajadores y obliga [a estos] a lanzarse a la acción política. Refiriéndose al Partido Laborista inglés, Trotsky decía:
En Inglaterra, después de siglos de existencia y de luchas, los sindicatos fueron obligados a construir un partido político. ¿Cuáles fueron las razones de ese cambio? Fue la completa decadencia del capitalismo inglés, que empezó muy bruscamente (…) Los sindicatos quedaron imposibilitados de mejorar la situación de los trabajadores y fueron empujados a la acción política, porque la acción política es la generalización de la acción económica. (Los movimientos obreros en los Estados Unidos y Europa: una comparación, 31/5/30).
En general, las corrientes de izquierda en Brasil hacen ese mismo análisis para explicar el surgimiento del PT. Pero ninguna de ellas, ni aun las que se reivindican trotskistas toman en cuenta la segunda razón que Trotsky da para el surgimiento de partidos obreros: la ausencia o debilidad del partido revolucionario.
En el artículo «El problema del partido obrero», de abril de 1938, Trotsky dice: «… podríamos haber esperado que el partido revolucionario, esto es, el partido bolchevique, se desarrollara en los Estados Unidos paralelamente a la radicalización de la clase obrera y que con el tiempo la encabezara. En esas condiciones hubiera sido absurdo dedicarse a una propaganda abstracta en favor de un partido obrero sin antecedentes». Más adelante dice:
El SWP, sección de la IV Internacional, comprende claramente el hecho de que en virtud de razones históricas desfavorables, su propio desarrollo fue menor que la radicalización de amplias camadas del proletariado americano; y precisamente por eso el problema de crear un partido obrero se puso a la orden del día…
En su artículo ya citado, «Los movimientos obreros en los Estados Unidos y Europa», Trotsky insiste: «En Minneapolis no podemos decir a los sindicatos que deben adherir al SWP. Sería una broma, inclusive en Minneapolis. ¿Por qué? Porque la decadencia del capitalismo avanza de diez a cien veces más rápido que nuestro partido. (…) La necesidad de un partido político para los obreros es dada por las condiciones objetivas, pero nuestro partido es muy pequeño, con poquísima autoridad para organizar a los obreros en sus propias filas. Por eso, debemos decir a los obreros, a las masas: ustedes tienen que tener un partido. Pero no podemos decirles inmediatamente: entren a nuestro partido.”
Para Trotsky, el partido obrero, o más específicamente nuestro trabajo a favor del partido obrero, surge de una combinación de dos elementos: la radicalización de las masas trabajadoras, que precisan una acción política, y la debilidad del partido revolucionario, que le impide de inmediato expresar directamente esa radicalización. Por eso, y sólo por eso, es correcto que el partido revolucionario proponga o sea parte del proceso de construcción del partido obrero.
El partido obrero no es el camino directo y, por lo tanto, «ideal» para llegar a las masas. Pero, siendo una mediación, es el camino que muchas veces somos obligados a transitar para construir el partido revolucionario. La intervención en el partido obrero es un problema táctico. Importante, pero táctico. Es válido en la medida, y solamente en la medida, en que nos sirva para construir el partido revolucionario.
Trotsky dice en «El problema del partido obrero»: «La cuestión del partido obrero nunca fue una cuestión de principios para los marxistas revolucionarios». Y nosotros decimos: depende de una determinada relación de fuerzas. Si el partido fuera suficientemente fuerte para acompañar la radicalización de las masas y ofrecer un polo con sólida implantación capaz de atraerla, sería un absurdo proponer la construcción de otro partido. Serían cien pasos atrás.
Si, por el contrario, el partido revolucionario es débil y existe un movimiento objetivo a favor de un partido obrero, debemos trabajar por esa propuesta porque, como dice Trotsky: «Una organización revolucionaria que adopta en relación a ese movimiento progresivo una posición negativa o neutramente expectante se condena al aislamiento y la degeneración sectaria» (El problema del partido obrero).
La dirección del PT
Moreno nos enseña que no se puede proponer a una corriente construir un partido obrero si no se tiene de ella una caracterización precisa. Y mucho menos se puede entrar en un partido obrero si no se tiene una caracterización de ese partido y su dirección.
En Brasil, cuando CS comenzó su relación con el PT tenía una caracterización equivocada de la corriente de Lula. Sostenía confusamente que era una corriente sindical «clasista» y trataba de ayudarla a avanzar, ganarla para su programa. Después, con la ayuda de la Internacional, los compañeros vieron que estaban equivocados tanto en la caracterización como en la política. En realidad se trataba de una corriente burocrática y por lo tanto irremediablemente dependiente del Estado, al principio por vía de los sindicatos, e irrecuperable para la revolución socialista. Concluyeron así que con esa corriente sólo había un acuerdo político, un gran acuerdo: construir el PT. Y nada más. Porque Lula y CS tenían para el PT dos proyectos antagónicos.
Desde el comienzo la corriente lulista fue construyendo un partido oportunista. Tuvo, desde el principio, el proyecto de hacer del PT un partido electoral y no de lucha, y colocarlo, en el mejor de los casos, en los marcos de la oposición burguesa, a la dictadura primero y a los gobiernos democrático-burgueses después.
CS definió a la corriente de Lula como una «burocracia de izquierda», o sea, una corriente que desde el punto de vista social era parte de la burocracia y en eso no se diferenciaba de los pelegos, los burócratas de derecha. Pero, desde el punto de vista político, se diferenciaba de ellos al no enfrentarse con el ascenso. Se colocaba al frente para dirigirlo y desviarlo.
Esta caracterización generó mucha polémica, especialmente con el lambertismo, con quien CS estaba en proceso de unificación en 1981. Estos compañeros decían que la corriente de Lula no tenía ningún punto en común con los pelegos, y que no podíamos descartar la posibilidad de ganarla para la IV Internacional.
Sobre ese tema, Moreno, en una discusión con dirigentes de CS aclaró:
Una cuestión es la definición de clase y otra la definición del fenómeno político. (…) Primero viene la definición social. Si es un sector burocrático, jamás podrá dejar de serlo. De lo contrario, tendrán que explicar cómo. Allí cae por tierra el programa de la Cuarta. Caen por tierra todas las bases del trotskismo, porque el trotskismo se basa en un postulado fundamental de la lucha de clases: ningún sector social renuncia a sus privilegios. Ninguno. Individualmente sí. Pero como sector privilegiado, jamás. Eso es marxismo. Son los intereses materiales que mueven a la gente, principalmente a los grupos, y existen varias formas de mantener y fortalecer esos privilegios. Algunos se aproximan cada vez más al gobierno. Otros optan por la vía de la aproximación al movimiento de masas. Piensan: mejor que se fortalezca el movimiento de masas y, tal vez, consigamos diputados, ministros, etc.
Después viene el problema político: si son centristas. ¿Qué posiciones tenía el grupo de Lula antes y que posiciones tiene ahora? ¿Fueron o no para la izquierda? ¿Sí o no? … es una corriente centrista porque tiene posiciones que evolucionan a la izquierda, sin salir del oportunismo. Jamás van a salir del oportunismo… Lula, circunstancialmente, podrá tener posiciones positivas, pero su línea general será siempre oportunista. Por eso, digo que es un centrista cristalizado. No hay salida. Y no discutan si es centrista o no. (…) Es oportunista, oportunista, oportunista.
La dirección no va para la revolución porque refleja un grupo social específico, extraño a la clase obrera. Por eso, tienen que comenzar por el aspecto social, dejando de lado si es centrista o no. ¿Qué refleja Lula socialmente? Es muy importante la discusión política, porque la política es toda una esfera, fundamental para nuestra táctica, pero no para nuestra organización histórica y estructural. Para la caracterización histórica y estructural, lo fundamental es el aspecto social.
Fue esa caracterización de la dirección lulista la que permitió a CS armar su intervención estratégica y táctica en el PT. La corriente de Lula, confirmando esa caracterización, en todos esos años buscó relacionarse (y lo consiguió) con casi todos los aparatos contrarrevolucionarios del mundo. En eso fueron bien «democráticos». Coquetearon con el castrismo, la Iglesia, el sandinismo, el stalinismo, la socialdemocracia. Algunos episodios son tragicómicos. Por ejemplo, el día que las masas alemanas tomaron por asalto la sede de la policía política en Berlín, varios cuadros del PT tuvieron que salir corriendo por la puerta de atrás: ¡estaban allí participando de una escuela de cuadros!
Sin embargo, la principal evolución que la dirección del PT sufrió en su integración con los aparatos no fue en el campo internacional. Durante todos estos años, con la política de integración al régimen, o sea, a la reacción democrática, la dirección petista fue construyendo un aparato nacional de mucho peso. Es un aparato basado en el Parlamento y en las poderosas prefecturas (municipalidades) que el PT controla. Hoy, la burocracia petista ya no está tan subordinada al aparato sindical ni a los aparatos internacionales (con los que continúa manteniendo relaciones), sino fundamentalmente a un aparato nacional dependiente del Estado burgués e integrado a sus instituciones.
Qué es el PT
La construcción del PT fue una de las mayores conquistas de la clase obrera brasileña y, como se ve ahora, también de la clase obrera mundial. Los trabajadores brasileños, encabezados por sus direcciones más reconocidas, construyeron su propio partido.
Al comienzo fue apenas una vanguardia, pero con el paso de los años, en medio de una poderosa lucha de clases, los sectores más organizados sindicalmente fueron identificándose con el PT y considerándolo su partido.
Por eso, el PT es enormemente progresivo frente a todas las otras variantes. Frente a los partidos patronales y también frente al PCB (Partido Comunista Brasileño), que intenta siempre diluir a la clase en acuerdos permanentes con la burguesía.
Sin embargo, por la política de su dirección, el PT es hoy un partido electoral de clase, que colabora con la burguesía. Es un partido oportunista.
Sobre esta caracterización, CS tuvo una dura discusión nuevamente con los lambertistas en 1981. Ellos decían que lo fundamental era decir que el PT “es un partido independiente”. CS no concordaba, sosteniendo ya desde esa época que el PT era independiente en términos organizativos, pero no políticos. En términos políticos, el PT es un partido obrero oportunista, adaptado e integrado a las instituciones del Estado, estableciendo, vía parlamento, vínculos con la burguesía.
Como todo partido oportunista, el PT es un obstáculo para la revolución, el principal obstáculo en el seno del movimiento de masas.
Para que esta caracterización quede más clara todavía, es preciso ver qué es realmente el PT, es demoler los mitos que existen alrededor de él. Hace mucho tiempo la corriente de Lula se consolidó como dirección del partido. Al formarse como partido electoral, el PT no organiza en su estructura a los mejores activistas del movimiento sindical, estudiantil, popular y campesino. Los que entran al partido tienden a apartarse de la lucha de clases. Esos dos procesos dan enormes bases de sustentación a la dirección del partido.
Así, la dirección ganó para su proyecto oportunista al grueso de las corrientes de izquierda y de los militantes petistas.
Las instancias de discusión y resolución, como convenciones, encuentros y congresos, dan la impresión de que el PT es un partido muy democrático. Pero, en realidad, lo que existe es una democracia formal. Quien vota en las convenciones de base es la masa de afiliados, en general muy despolitizados, que son arrastrados por los candidatos en autos, ómnibus y camiones. Al final de ese «proceso democrático» se llega al Encuentro Nacional del partido donde el control del aparato es total.
Hoy el PT es el principal partido político de Brasil, controla las prefecturas de importantes ciudades, dirige la CUT, la principal central obrera, y Lula figura holgadamente en primer lugar en todas las encuestas de opinión para las próximas elecciones para presidente de la República.
Con todo este prestigio, el PT tiene una política de prioridad absoluta de los procesos electorales, de «moralización» de las instituciones del régimen, de hacer un «gobierno para todos» en sus prefecturas «y no un gobierno de los trabajadores», de integrarse a las tentativas de pacto social llamadas por el gobierno y los empresarios para frenar las huelgas. Y, de esa forma, prepararse para ser gobierno nacional a través de la política de construir un Frente Popular y ayudar a administrar la crisis capitalista.
En su último Congreso, el 8º Encuentro, la fracción lulista se dividió en dos. La mayoría de los lulistas (cerca de 70% de Articulación) evolucionó más claramente para posiciones teóricas, programáticas y políticas socialdemócratas. La minoría (cerca de 30% que se autodenominan «Hora de la Verdad»), al que se integra el MST (Movimiento de los Sin Tierra), que históricamente mantiene relaciones con los castristas, se unió al mandelismo y obtuvo una mayoría relativa en el nuevo Ejecutivo Nacional. Las dos fracciones lulistas, con la complicidad de DS (organización del SU) conducen el aparato del PT.Y crece el peso bonapartista de Lula.
Como CS actuó dentro del PT
¿No habrá sido un error haber impulsado la construcción de ese «monstruo oportunista»? Sobre eso, no deben quedar dudas. Había un proceso objetivo en dirección a un partido obrero, un proceso muy progresivo, que CS incentivó. Ese proceso dio origen a un partido obrero oportunista, sobre el cual CS no tiene ninguna responsabilidad, porque siempre combatió ese proyecto.
Trotsky se refirió con mucha precisión a este problema: «… si tuviésemos alguna opción real entre un partido reformista y un partido revolucionario diríamos: esta es vuestra dirección (refiriéndose al partido revolucionario). Pero un partido es absolutamente necesario. Para nosotros, es el único camino en esta situación. Decir que lucharemos contra el oportunismo (como obviamente haremos ahora y en el futuro, especialmente si el partido de la clase obrera se organiza) obstruyendo un paso progresivo que puede generar oportunismo es una política muy reaccionaria, y el sectarismo es, casi siempre, reaccionario, porque se opone a la actividad necesaria de la clase obrera» (Tres posibilidades para un partido obrero – julio de 1938).
En este sentido CS no sólo reivindica haber sido parte de ese proceso, sino que también se enorgullece de haber sido el primero en defender la construcción del PT. Pero, independientemente del curso que el PT tomó, ¿cuál fue la estrategia de CS dentro de él?
Trotsky, percibiendo el carácter extremadamente progresivo de esos partidos, pero también sus contradicciones, explicó cómo los revolucionarios deberían ubicarse frente a ellos. En su trabajo «El problema del partido obrero», dice:
«Al defender el partido obrero del ataque de la burguesía, el SWP, sin embargo, no asume ni asumirá ninguna responsabilidad por este partido. En relación con el partido obrero en todas las fases de su desarrollo, el SWP ocupa una posición crítica, apoya las tendencias progresivas contra las reaccionarias y, al mismo tiempo, critica irreconciliablemente el carácter intermedio de esas tendencias progresivas…»
Más adelante, Trotsky dice para qué sirve el trabajo dentro del partido obrero: «Para el SWP, el partido obrero debería convertirse, por un lado, en el terreno para reclutar los elementos revolucionarios; por otro, en un mecanismo de transmisión para influir círculos de obreros cada vez más amplios» (ídem).
CS, en un documento de 1981, siguiendo esa orientación decía: «Al definir como eje central de nuestra actividad el trabajo en el PT, definimos al mismo tiempo que nuestro objetivo central es construir en su interior una corriente revolucionaria, que no es otra cosa que nuestro partido, sus aspirantes y simpatizantes y su periferia política. Toda nuestra estrategia dentro de1 PT es ver de qué manera aumentamos nuestra influencia, defendemos nuestro programa, organizamos alrededor nuestro a los mejores militantes del PT, ganándolos para nuestras posiciones políticas y captándolos para el partido «. (Nuestra política dentro del PT- Junio de 1981- Documento elaborado en discusión con Moreno).
Con mayor o menor claridad, aciertos, y errores tácticos, esa fue siempre la estrategia de CS en todos estos años dentro del PT. Jamás CS levantó la hipótesis de disolverse dentro del PT. Como dice Trotsky en su trabajo «Cómo luchar por un partido obrero en los Estados Unidos»: «La disolución de nuestra organización está absolutamente excluida. Dejemos claro también que tenemos nuestra organización, nuestra prensa, etc». Trotsky vio la posibilidad de disolver nuestro partido dentro del partido obrero sólo y tan sólo [si] los trotskistas fueran mayoría y, por lo tanto, dirigieran el partido obrero. «Si en el partido obrero nos transformamos en la tendencia predominante, una tendencia revolucionaria, con nuestros líderes como dirigentes, con nuestras ideas como ideas, etc. Entonces, nos volveremos los defensores de la centralización de ese partido indefinido. Exigimos que los obreros eliminen a los farsantes, etc. Es el tercer tipo, el último nivel de la evolución, el nivel en que nuestro partido se disuelve en ese partido obrero de tal forma que determina el carácter del mismo» (Trotsky en «Tres posibilidades para un partido obrero», Julio de 1938).
En Brasil, al estar en minoría en un partido oportunista, CS, lejos de disolverse, fue centralizando cada vez más su organización al mismo tiempo que defendía justamente lo opuesto para el PT. Eso fue fundamental para desarrollar su estrategia. Al respecto, Moreno decía:
«Sería un error grave defender la centralización de la estructura interna del PT. Tenemos que ser los campeones de la defensa del centrismo en ese punto … lo más centristas posible, para que haya derecho de tendencias. Defendemos que todos tienen el derecho de expresarse dentro del partido, la extrema derecha … Si un sujeto aparece hablando de las tres etapas de la revolución también lo defendemos … Para nosotros, es extraordinariamente positivo un partido oportunista con esas características. Por eso, somos contradictorios. Somos los más honestos luchadores por la creación de ese tipo de partidos, con derecho a crítica, para crear nuestra fracción o tendencia, crear nuestro espacio político. Semejante a lo que hacemos con una revolución democrático- burguesa. Decimos: todo el mundo tiene derecho a publicar periódicos, a hablar en la radio, a aparecer en la televisión. Para que nosotros podamos hacer eso, defendiendo a muerte nuestra línea. Es dialéctico, damos derecho a la ultraderecha a hablar para que nosotros podamos publicar nuestro periódico, hablar en la radio, TV y organizarnos. Por eso tenemos que tener derecho a tendencia, fracción, etc.».
El PT, a pesar de las intenciones de su dirección, no logró restringir cualitativamente el funcionamiento de CS ni consiguió impedir que esta interviniera como petistas, directamente en la lucha de clases.
Así, viendo que el PT se construía cada vez más como partido electoral, CS fue dejando en segundo lugar su intervención en la estructura del partido y priorizando su intervención en las luchas, en las oposiciones sindicales y en la CUT, donde los mejores activistas y también gran parte de las masas se aproximaban políticamente al PT, aunque no se organizaran dentro de él.
Fue con esa orientación que CS pudo construir la organización que tiene hoy, sintetizando los procesos más ricos que ocurren en el movimiento de masas: las luchas, el surgimiento de miles de activistas sindicales, la construcción de la CUT paralelamente a la estructura interna del PT. De esta forma CS, por un lado, creció captando a centenas de activistas petistas y, por otro, evitó caer en la trampa de la reacción democrática, que consiguió a través de la política de Lula y su corriente sacar de la lucha de clases a miles de activistas, hoy convertidos en parásitos de las instituciones de la burguesía.
Fue esta política de Convergencia Socialista que le permitió estar siempre ligada a los sectores más progresivos del PT. Tanto es así que llegado el momento de su expulsión, que conmovió todo el PT, pudo encabezar todo un sector de activistas y organizaciones de vanguardia, sin el cual el movimiento pro-Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (MPSTU) no existiría.
Los números de Convergencia Socialista
El artículo sobre los doce años de militancia de CS en el PT dice que esa organización creció numéricamente, pasando de menos de 400 militantes en 1980 a más de mil, con influencia sobre millares de activistas en el momento de su expulsión. Sin embargo, ese crecimiento no fue tan sólo numérico.
A finales de 1980, la dirección de CS hizo un censo individual entre sus militantes y otro a mediados de 1992. Comparando los dos podemos percibir cómo CS evolucionó.
En el primer censo, 14% de sus miembros actuaban en el movimiento sindical y 71% en el movimiento estudiantil. Mientras que en el censo de 1992 los números se invierten: 19% de los militantes actuaban en el movimiento estudiantil y 76% en el movimiento sindical. Un proceso similar ocurre con el origen social de la militancia de CS. El censo de 1980 muestra que el 18,9% es de origen obrero, número que sube a 44% en el censo de 1992. ·
Este último censo muestra otros datos interesantes sobre CS. Uno de ellos es que 95% de la militancia ya participó y 79% ya dirigió alguna lucha. En relación a los gremios donde sus militantes actúan, el censo de 1992 muestra que 12% son docentes, 10% metalúrgicos, 8% bancarios; 8% trabajadores de la seguridad social y la salud, 8% trabajadores municipales, 3% empleados de universidades, 2% son obreros de la construcción, 2% obreros químicos y 2% trabajadores judiciales. En porcentajes menores, también hay militantes de CS en diversos gremios, como empleados de comercio, gráficos, telefónicos, ferroviarios, aeronáuticos, petroleros, del metro y otros.
Por otro lado, este último censo muestra que militantes y dirigentes de CS participan en la dirección de 94 sindicatos, 39 son dirigentes de centros estudiantiles secundarios y 41 de centros universitarios. CS publica el único periódico semanal de la izquierda brasileña. En la última Conferencia Nacional de CS, en octubre de 1993, la Comisión de Credenciales comprobó la existencia de cerca de 1.400 miembros, entre militantes y aspirantes.