El callejón sin salida de la deuda externa venezolana

En medio de una gran incertidumbre, de “anuncios” que no anuncian nada, la crisis avanza sobre la economía de los trabajadores y sectores populares.
El Banco Central de Venezuela (BCV) informó algo que todos sabíamos: la economía entró en recesión ya que decreció tres trimestres seguidos (desde junio hasta diciembre 4.8, 4.9 y 2.3, respectivamente) y la inflación anualizada está por encima de 63%. Por su parte, Nicolás Maduro anunció un “Plan para recuperar la economía”, que nadie sabe muy bien de qué se trata, aunque una de las medidas sería sincerar el control de cambios, que de hecho significará una nueva devaluación.
La Asamblea Nacional aprobó un presupuesto para 2015 de 741.708 MM de bolívares. El presupuesto, comparándolo con el del año que pasó, contempla aproximadamente 50% menos de gastos, por lo que se estima que los créditos adicionales podrían llegar a más de 500 MM de bolívares. La mayor parte de ese presupuesto está sustentado en el cobro del IVA, y el cobro de otros impuestos (más de 500 MM de bolívares). Sólo 20% de los ingresos es por petróleo. ¿Adónde han ido a parar entonces los miles de millones de dólares por exportación de petróleo? Una gran porción a engordar las cuentas en el extranjero de los bancos, boliburgueses y multinacionales. Otra tan importante como esa, al gran negocio del dólar barato para “importar”. Y otra también no poco importante a los negociados bastante oscuros con diferentes gobiernos de la región. Por eso, Venezuela se ha tenido que endeudar en el exterior para garantizar esos “negocios”.
Venezuela tiene que pagar una deuda de alrededor de 167.000 millones de dólares, contabilizando la deuda de PDVSA y la del Estado, de los cuales cerca de 11.000 millones los deberá desembolsar este año. El 34% del presupuesto va al pago de la deuda.
¿Cómo pagaremos semejante deuda externa (e interna)? Una pista la da el nuevo Presupuesto Nacional aprobado: hay una reducción de gastos en salud, educación, vivienda, misiones, entre otros rubros. Además de reducción de gastos de salarios y personal del Estado.
¿Cuáles serán las medidas que tomará el gobierno para “recuperar la economía”?
La baja del precio del petróleo, principal fuente de dólares al país, es un nuevo ingrediente para la ya prolongada crisis de Venezuela. Pero el desabastecimiento ya existía antes de la baja del petróleo. Los bajos salarios, los contratos vencidos, la inflación, vienen de larga data.
El aumento del precio de la gasolina lo vienen anunciando desde el año pasado, y ya han liberado los precios de algunos productos; las reformas en el régimen cambiario en la práctica han sido sendas devaluaciones y como mencionamos se anuncia una nueva; todo esto en el marco del “ajuste” y del ir hacia una “nueva economía”. Es parte de los acuerdos con FEDECAMARAS, la “boliburguesía”, los bancos y buitres como el Bank of América (compradores de parte de la deuda venezolana) y las empresas multinacionales que operan en el país.
La derecha organizada fundamentalmente en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) no tiene ningún plan diferente al ajuste chavista. El discurso “populista” de no hacerle pagar al pueblo la crisis es otro de los engaños electoralistas. Por eso sus voceros, como Capriles y otros, solo atinan a exigir terminar con el “control de cambios” con una brutal devaluación, poniendo el dólar en su “precio justo” de libre mercado. Ellos son parte del gran acuerdo burgués para que seamos los trabajadores y el pueblo, y no ellos, los que paguemos la crisis.
Esos acuerdos no son ni serán gratuitos para los trabajadores y el pueblo de Venezuela.
Todos ellos, los “ganadores”, los que hicieron el gran negocio con los dólares baratos que se llevaron a las cuentas bancarias en el extranjero, ahora continuarán el negocio quedándose con más porciones de petróleo, minerales y también con sectores o con todas las empresas básicas. No es otro el resultado de la “gira” del Presidente Maduro a China y otros países en busca de dólares. Los 20.000 millones de dólares que los chinos “invertirán” en el país no serán para ser utilizados en las necesidades más importantes del pueblo, como alimentos. Serán para quedarse con la porción mayor de la torta del petróleo y los minerales.
De esta manera, el gobierno nos está llevando al callejón sin salida de endeudarnos cada vez más para pagar una deuda fraudulenta que beneficia a la burguesía, boliburguesía, bancos y multinacionales.
Ahora, algunos analistas financieros extranjeros hablan de un posible “default”, o sea, una cesación de pagos por parte de Venezuela por falta de divisas. Ante esa posibilidad hay dos caminos. Argentina, en 2001 declaró una cesación de pagos y negoció con sus acreedores un futuro pago que en los hechos significó un terrible endeudamiento, pagó más de 160.000 millones de dólares y ahora debe mucho más que antes. En lugar de continuar con las investigaciones que demostraban que era una deuda fraudulenta producto de la corrupción, optó por seguir pagando. El país está embargado por varias generaciones.
El otro camino es suspender los pagos, investigar cuál deuda es real y cuál está en los bolsillos y cuentas en el extranjero, producto de la corrupción, y la repatriación de esos capitales. Eso significa en los hechos la ruptura con el imperialismo, porque está comprobado que la mayoría de los dólares baratos se los llevaron las multinacionales, al igual que la sobrefacturación. Porque el otro paso deberá ser la expropiación de todas las empresas que fraguaron facturas, importaciones con sobreprecios y se quedaron con dólares baratos.
El camino de pagar a como dé lugar, endeudándonos para pagar la deuda, significa mayor escasez, ajuste y más ajuste. Es perder cada vez más soberanía y entregarse a los bancos y buitres del Fondo Monetario Internacional (FMI) o al Banco Mundial.
El otro camino, el de suspender los pagos para recuperar nuestros dólares, solo será posible con la lucha de los trabajadores y los sectores populares. En realidad, es el único camino posible si queremos tener un futuro.