Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

29 de enero, Día de la Visibilidad Trans: ¿Qué visibilidad es esta en el capitalismo?

El 29 de enero es el día que marca la visibilidad trans, mientras tanto, vale la pena cuestionarse: ¿qué visibilidad es esta? Aquí procuramos evidenciar el escenario social, económico y político al que la población trans brasileña está sometida y, al analizar tal escenario, esbozaremos cuál es la relación de este escenario con la forma de organización social que vivimos, la sociedad capitalista. Y posteriormente, presentamos un programa político de emergencia dentro del bies socialista para la población trans brasileña, que es lumpenproletariada y proletaria.

Por: Nikaya Vidor, de la Secretaría LGBTI del PSTU Brasil

¿Igualdad e inclusión? Los derechos más básicos son negados a las personas trans

La población trans todavía encuentra dificultades inmensas para tener vivienda, empleo y, consecuentemente, su expectativa de vida es muy baja. En el Brasil, la expectativa de vida es de solo 35 años. Además, enfrenta los desafíos de la violencia social que es ser una persona trans, es decir, luchar por existir en esta forma de sociedad.

En pleno 2022, el Brasil, lamentablemente, continúa siendo el país que más mata personas trans en el mundo, como indicaron los números de asesinatos en 2021. Más de un tercio del total de las muertes de personas trans en el planeta, cuyas estadísticas consiguen detectar, ¡ocurre dentro del Brasil! Al mismo tiempo, es el país que más consume pornografía trans, lo que demuestra una asombrosa contradicción entre la aversión y la atracción.

De acuerdo con la ANTRA (Asociación Nacional de Travestis y Transexuales), 90% de las mujeres trans están en la prostitución, en función de no conseguir vender su fuerza de trabajo y adquirir un empleo formal en la sociedad capitalista. Además, la mayoría no tiene familias para acogerlas, pues son expulsadas de la casa muy temprano, lo que acarrea no solo problemas de inseguridad financiera, como también problemas de vivienda y violencia.

Sin la aceptación y el apoyo familiar, sin vivienda y sin empleo, se ven en las garras de la prostitución y pasan a vivir con sus “cafetinas” [meretrices], que cobran alquileres altísimos y viven de la explotación del trabajo de las trans. Además, quedan sometidas a la disputa de los puntos de prostitución con otras mujeres trans, siendo las más antiguas las que detentan ventaja. Tales conflictos envuelven violencia y peleas intensas, sin hablar que, muchas veces, para conseguir mantenerse prostituyendo, precisan pagar coima para policías corruptos, para no ser presas o violadas.

Pero la violencia no para por ahí. Además, todavía tienen los conflictos con los clientes, que muchas veces al consumir sus programas, las matan después, por vergüenza y temor a ser descubiertos. De acuerdo con la ANTRA, 51% de las mujeres trans que mueren en la prostitución, mueren en manos de los clientes hombres. Vale resaltar que 78% de las muertes de la población trans femenina son de mujeres trans negras.

La investigación incluso muestra que los hombres trans tampoco consiguen empleo formal, 85% de los hombres afirma que el mercado de trabajo solo les garantiza empleo si tienen una apariencia externamente masculina, esto es, si estuvieren dentro de los padrones de cisgeneridad.

E incluso entre las personas trans que consiguen escapar de la prostitución e insertarse en el mercado de trabajo, la situación no es de las mejores. Del 10% de mujeres trans que poseen empleo, dentro de lo que las estadísticas de la ANTRA consiguen detectar, apenas 4% tiene empleo formal, y otro 6% estaría en empleos informales extremadamente precarios.

A la violencia y el desempleo se suma la falta de acceso adecuado a los servicios públicos y privados, principalmente, a la salud y la educación, donde muchas veces son asediados, ridiculizados y incluso calumniados por estos servicios.

La propia condición educativa es un factor de violencia. Muchas personas trans no logran terminar la secundaria, dado el profundo prejuicio que se vive en la escuela, de toda la comunidad escolar.

Capitalismo: transfobia al servicio de la sobreexplotación

Muchos se preguntarían: ¿pero qué tiene que ver la población trans y sus dificultades con el capitalismo? ¡Todo! El capitalismo es una forma de organización social que prioriza el lujo y la riqueza de una clase a través de la explotación del trabajo de otra clase; y las relaciones que se establecen entre los grupos sociales y las personas están al servicio de garantizar el beneficio de la clase dominante, es decir, de los ricos, de la burguesía.

Para lucrar, la burguesía no tiene criterios: promueve la competencia entre los trabajadores, la destrucción del medio ambiente, fomenta las guerras y el genocidio en el planeta. Todo vale para garantizar que mantenga sus tasas de ganancia.

El desempleo generalizado es consecuencia de este modo de producción. Los avances científicos y tecnológicos, el aumento de la productividad, no están al servicio de la mejora de las condiciones de vida de toda la población, para la reducción de la jornada laboral y el pleno empleo, la salud y la educación y la vivienda para todos, sino para que un puñado de ricos pueda acumular capital. Este estado de cosas, sin embargo, genera enormes contradicciones; para ocultar las verdaderas causas de la miseria social que produce este sistema, la burguesía se vale de ideologías que justifican las desigualdades dentro del capitalismo.

Estos prejuicios son muy funcionales para la burguesía ya que ayudan a dividir a la clase trabajadora, conformando una capa de “ciudadanos de segunda categoría”, sin derechos o con derechos democráticos limitados, como mujeres, los negros, los inmigrantes, las LGBTIs, los pueblos originarios, sectores muchos de ellos marginados, invisibilizados, sometidos a la opresión y la violencia y, cuando pertenecen a la clase obrera, a la superexplotación burguesa.

La burguesía como clase es responsable de que, durante los últimos siglos, la población trans esté al margen de la sociedad, en la prostitución y en una situación de inmensa violencia, porque como clase se beneficia de la desigualdad social que genera el sistema capitalista.

La transfobia es mantenida y reproducida por la burguesía. Por un lado, la burguesía se aprovecha de estos prejuicios para explotar mejor, utilizando a la población trans para producir bienes que generen sus ganancias; por otro lado, para mantener la superexplotación de un sector de la clase, la burguesía también precisa reproducir estas falsas ideas (ideologías) en la mente de las personas, para que justifiquen la superexplotación.

Este mecanismo es evidente en el caso de la prostitución trans, que es “aceptada” en el mercado del sexo pues es fruto de lucro de un sector que, además de utilizar los cuerpos de estas mujeres, hace que muchas de ellas mueran antes de los 35 años. La pornografía trans sostiene la falsa idea de que las mujeres trans solo sirven para el sexo en el sigilo, como meros objetos de placer sexual para los hombres.

Toda esta forma de opresión gestada en la historia es causa y consecuencia del desempleo, de la penuria, de la violencia y de la cosificación de estas mujeres. Y el Estado es un agente de la persecución y la indiferencia ante esta situación.

Después de todo, vale la pena mencionar que el supuesto Estado democrático de derecho es el Estado capitalista que, en última instancia, siempre sirve a los intereses de la burguesía. Este Estado, durante muchos años, a través de la policía, de la salud y de la educación, persiguió a la población trans de manera abierta o encubierta.

Hoy, ya sea con gobiernos de extrema derecha al frente –como es el caso de Bolsonaro, que no oculta su transfobia; ya sea con los llamados gobiernos “progresistas”, que se muestran inclusivos y humanos con las personas trans, todavía se persigue, pero de manera informal, a los sectores oprimidos.

Los sectores reformistas, que predican la conquista de derechos sin denunciar el capitalismo, o que de palabra denuncian pero en su práctica cotidiana defienden la unidad con la burguesía, están en los límites de la lucha por la representatividad y por la ocupación de los espacios de poder y decisión. Así, no contribuyen a la liberación de los oprimidos porque no cuestionan y no tienen como centro la destrucción del sistema que es la base material de la opresión. El sujeto social de la liberación de todos los oprimidos y explotados es la clase obrera, con los trabajadores oprimidos como vanguardia.

Pero toda esta opresión que vive la población trans proviene de esta forma de sociedad en la que vivimos, cuya ganancia está por encima de la vida, y si es necesario discriminar y matar en nombre de la ganancia, ¡para la burguesía no hay impedimentos morales!

Evidentemente, la opresión engendra descontento y lucha. Hemos asistido a un enorme ascenso de sectores oprimidos, por derechos, lo que ha obligado a la burguesía a hacer concesiones a riesgo de que estas luchas se salgan de control. Por eso, al mismo tiempo que la burguesía sostiene la explotación y muerte de la población trans, está obligada a crear políticas públicas y empresariales de inclusión (lo que sin duda es muy importante), pero no con el objetivo de acabar con la opresión y la desigualdad, sino para controlar y desviar las luchas, encauzándolas hacia el interior del sistema. Incluso para lucrar, creando un mercado de pink money [dinero rosa], dirigido a un sector selecto, pero que, poco o casi nada, altera la condición general de la población trans en la sociedad capitalista.

Con esto no queremos decir que estemos en contra de las políticas inclusivas, la lucha por los derechos formales y democráticos, contra la violencia y por la visibilidad y representatividad trans, por el contrario, son imprescindibles, incluso como forma de desenmascarar la verdadera causa de la opresión, que es este sistema de opresión y explotación.

No es posible acabar con la transfobia y la opresión en el capitalismo

Como se dijo anteriormente, si discriminar y matar es lucrativo, ¿por qué la burguesía cambiará ese escenario social? Por lo tanto, no hay posibilidad alguna de que el capitalismo destruya la transfobia. Esta es económicamente funcional, ya que mejora la extracción de ganancias; ideológicamente funcional, porque aliena a la propia clase trabajadora; y funcional para la dominación política, ya que divide a la clase trabajadora a partir de la alienación, haciendo que los trabajadores cisgénero no vean a los trabajadores trans como aliados e incluso, muchas veces, vean a la población trans como su enemigo.

Es importante recalcar que la raíz de la marginalidad a que está sometida la población trans en el capitalismo, y que nos pone en la condición de lumpenproletarios y proletarios, es fruto del capitalismo.

De hecho, la solución completa y definitiva de nuestros problemas solo será posible de resolverse en una sociedad socialista. Sin embargo, la lucha por la revolución socialista solo se concretará si actuamos para ello, y actuar por eso significa materializar un programa político a través de acciones políticas y económicas que muevan a la clase trabajadora contra la burguesía.

Para eso, es necesario plantear propuestas concretas para tener igualdad de derechos, libertades y condiciones sociales para la clase trabajadora. Necesitamos incrustar en la lucha cotidiana la proyección de lo que sería una sociedad socialista, es decir, dentro de cada piquete, huelga y ocupación, educar a la clase para combatir las opresiones, uniendo a nuestra clase e integrándola en una lucha política contra la burguesía y por el poder, a través de una revolución socialista.

Esta proyección de lo que serían las condiciones sociales de la sociedad socialista ya se puede plantear como demandas en la lucha cotidiana y actual de la clase trabajadora, pero para ello es necesario crear un sentido crítico dentro de la clase y romper cualquier ideología (falsas conciencias) de creencia en el patrón y en el Estado.

Por lo tanto, necesitamos presentar el programa político no solo pensando en las necesidades de nuestra clase en general, sino también sus especificidades. La clase trabajadora es diversa y sufre explotación de forma específica cuando son trabajadoras trans.

La lucha cotidiana de la clase necesita construir este programa, enfrentar a la burguesía en cada lugar de trabajo, en cada enfrentamiento contra el gobierno y contra el Estado para conseguir materializar este programa y elevar estas demandas a sus necesidades históricas, a la expropiación de la propiedad burguesa, la conquista del poder político y el fin de la opresión y de la explotación.

Un programa para las necesidades de la población trans:

  • Empleo para toda la población trans y ampliación de servicios sociales y vivienda.

Por ello, defendemos la reducción de jornada para abrir más puestos de trabajo, sin reducción de salario; por el contrario, garantizar un aumento del salario real superior a la inflación;

  • Con estas vacantes de empleo creadas, establecer una cuota de empleo para la población trans en general, escalonando las cuotas para negros y negras;
  • Implementar un amplio plan de obras públicas, gestionado por la propia clase trabajadora, que amplíe los servicios sociales y construya viviendas para todos;
  • Expropiación de edificios existentes y ocupación de los mismos por parte de la clase trabajadora sin techo;
  • Salud y educación para todos;
  • Construcción de consejos obreros y populares en los puestos de salud, barrios y escuelas, cuya función sea una inmensa campaña política de unidad e integración de todos los vecinos y trabajadores, combatiendo toda forma de opresión y discriminación, valorando la unidad integral de la clase trabajadora;
  • Respeto al nombre social en todos los servicios;
  • Atención de salud universal y transversal que considere la totalidad de las necesidades de las personas trans y los procesos de transición de género;
  • Educación sexual en las escuelas, que valore el respeto a la diversidad de la clase trabajadora y la diversidad humana;
  • Combatir todas las formas de asedio, calumnias y persecución que sufra cualquier persona negra, negro, LGBTI, indígena, quilombola y mujer;
  • Por el fin de cualquier patologización que viva la población trans a través de medios institucionales o culturales. Estudio de la historia de la transexualidad en la humanidad para romper con la idea de que las personas trans son enfermas.
  • ¡Fuera Bolsonaro, Mourão, Damares y toda su pandilla!
  • ¡Por derechos plenos, libertad sexual e identidad de género! ¡Contra todos los gobiernos, sean de la derecha o los dichos progresistas, que mantienen este sistema de opresión y explotación!
  • ¡Basta de transfobia y sobreexplotación! ¡El capitalismo mata a las mujeres trans de clase trabajadora! ¡Por una sociedad socialista, construida por la clase trabajadora, en toda su diversidad sexual, de género, de raza y cultura!

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 29/1/2022.-
Traducción: Natalia Estrada.

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