Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Sobre el juicio a Trump

En estos momentos, se desarrolla en una corte de Manhattan (Nueva York) un juicio penal contra el ex presidente estadounidense Donald Trump por varios cargos relacionados con la “compra del silencio” de una exactriz porno con la que Trump habría mantenido una relación[1]. Este juicio se suma a otro de carácter civil (también en los tribunales de Nueva York) por “falsificación de declaraciones financieras”[2]. ¿Cuál es el contexto y el significado político de estos juicios?

Alejandro Iturbe

Lo primero que llama la atención es que, habiendo motivos de mucho mayor peso para procesarlo y encarcelarlo, Trump acabe siendo juzgado por causas que son, en última instancia, menores. Veamos.

En primer lugar, durante su presidencia, él abordó la pandemia de Covid 19 con una criminal política negacionista (comparándola con “una gripe”). Eso provocó que EE.UU., uno de los países con mayores recursos financieros y médicos para enfrentarla, tuviera los peores registros mundiales de contagios y muertes (el propio Trump se contagió)[3]. A pesar de las terribles consecuencias de su política criminal nunca fue juzgado por ello, aunque seguramente fue uno de los factores que más influyó en que perdiese la reelección.

En segundo lugar, una vez que había sido derrotado en las elecciones de diciembre de 2020, inició una campaña de que “lo habían robado” y fue el mentor ideológico de la movilización del 6 de enero de 2021 en Washington, de la que se desprendió un sector de organizaciones de extrema derecha que tomó el Capitolio e impidió la ceremonia de traspaso de mando a Joe Biden[4].

Es decir, rompió las reglas de juego del régimen democrático burgués. En este caso, sí fue sometido a un juicio político en el Parlamento pero que “encalló” en el Senado, donde finalmente fue absuelto. En otras palabras, el propio sistema político contra el que había atentado le garantizó la impunidad[5].

De la TV a la Casa Blanca

Recordemos brevemente la historia personal de Trump y su surgimiento como una de las figuras más importantes de la política estadounidense de la última década. Él era un poderoso empresario de la construcción y los negocios inmobiliarios. De personalidad arrogante, machista y egocéntrica, había ganado popularidad con el reality show The Apprentice (El Aprendiz), en el que doce personas disputaban un puesto en sus empresas. Hizo famosa la frase “you are fired” (estás despedido). En ese marco, aprovecha audazmente una combinación de factores y gana, de modo un tanto inesperado, las elecciones presidenciales de finales de 2016.

En primer lugar, aprovecha la profunda crisis y el desprestigio del partido republicano luego del fracaso y de la derrota del proyecto Bush. En 2015, se postula como precandidato republicano a la presidencia y gana con comodidad las elecciones primarias de este partido, con un estilo personalista y “fuera de la caja”, discurso populista de derecha que prometía recuperar la “grandeza” de EE.UU. frente a un mundo que “se aprovechaba” de esa “debilidad”, críticas a “los políticos de Washington” y a los “parásitos de Wall Street” que “no saben lo que es trabajar”, mientras mantenía su perfil machista, homofóbico y racista.

En las elecciones presidenciales, aprovecha el minoritario desgaste que habían sufrido los demócratas con Obama y su política de salvar los bancos y las grandes empresas, en la crisis de 2008. Si bien saca menos votos populares que Hillary Clinton, acaba siendo electo por el antidemocrático sistema del Colegio Electoral (elección indirecta), en el que obtuvo mayoría.

En el marco de la crisis que arrastraba, Trump “revive” el partido republicano ya que amplía su base: a sus votantes tradicionales de clase media urbana reaccionaria le suma una movilización electoral mucho mayor de los sectores agrarios bajos del “interior profundo” y, esencialmente, el apoyo de sectores de la vieja clase obrera blanca, castigados por la reducción de las industrias tradicionales. Al mismo tiempo, va “copando” cargos de gobernadores, alcaldes, senadores y diputados que se eligen por su arrastre electoral y que desplazan a la “vieja guardia republicana”; lo mismo ocurre con numerosos cargos del aparato del Estado y las cortes de Justicia. De esa forma, sentó las bases de una nueva corriente política: el trumpismo.

La presidencia y las elecciones de 2020

Trump no era el presidente que querían los sectores centrales de la burguesía estadounidense. Pero lo aceptan, buscan “domesticarlo”, y lo “aprovechan”. Fue el caso de la reforma impositiva aprobada en 2017, con una gran rebaja de impuestos a las empresas. Pero, “la estantería comenzó a caerse”: primero, con la dinámica de freno y recesión de la economía en 2019, que daría un salto muy grande con la pandemia, en 2020, y, luego, con un manejo desastroso de la propia pandemia.

Un elemento esencial de la dinámica de la situación fueron las rebeliones antirracistas que estallaron en todo el país tras el asesinato de George Floyd, que agudizaron la crisis del régimen[6]. En ese marco, los sectores centrales de la burguesía estadounidense ven la necesidad de producir un cambio de timón y, esencialmente, que es necesario “apagar el incendio” y canalizarlo hacia el proceso electoral[7].

La maniobra dio resultado: las elecciones de 2020 registran el más alto nivel de votantes de la historia del país. Inicialmente, Trump colaboró con esta tarea, atrayendo una gran cantidad de electores republicanos. Pero, en la medida en que las encuestas lo daban como perdedor contra Joe Biden y Kamala Harris, comenzó a “descarrilar” con denuncias sobre el “fraude” que se estaba preparando contra él. Al mantener la posición de que “le estaban robando” durante el escrutinio, comenzó a generar la ruptura masiva de la burguesía con él. Porque la política central era recomponer el régimen democrático burgués a través de la confianza en las elecciones y Trump estaba “bombardeando” esta confianza. La toma del Capitolio fue “la gota que rebalsó el vaso” y el fin del trumpismo como corriente política “seria” de la burguesía imperialista estadounidense.

El trumpismo y el partido republicano

Hemos dicho que Trump ha quedado aislado en su relación con los sectores centrales de la burguesía imperialista estadounidense, que han roto con él. Sin embargo, si consideramos la sociedad estadounidense de conjunto, no está tan solo. Él ha creado, objetivamente, una nueva corriente política (llamémosle trumpismo) con un peso social importante y que tiene continuidad luego de su derrota electoral e incluso luego de los hechos del Capitolio.

Se estima que esa corriente tendría el respaldo de 45.000.000 de personas, cerca de 30% del electorado del país. Un respaldo minoritario para volver a ser presidente pero suficiente para tener un peso decisivo dentro del partido republicano. A los sectores que integran el trumpismo que ya mencionamos, cabría agregar otros grupos conservadores, en especial los grupos religiosos que, a través de esa corriente, expresan sus aspiraciones, como la de eliminar (o reducir el mínimo) el derecho al aborto.

Aquí es necesaria una observación: esta corriente trumpista es muy reaccionaria y se basa en los sectores sociales que hemos analizado. Pero no es fascista, por lo menos por ahora, aunque en su extrema derecha se ubiquen organizaciones, hasta hoy muy minoritarias, que sí pueden ser un embrión de movimiento fascista.

Entre las corrientes “no trumpistas” del partido republicano está la “vieja guardia”, la que fue desplazada de la dirección con el ascenso de Trump. Este sector estaría de acuerdo en “sacarse a Trump de encima” y, con ello, recuperar el control del partido y volver a transformarlo en una “herramienta útil” para el régimen burgués bipartidista. Pero un número importante de gobernadores, alcaldes, senadores y diputados republicanos necesitan del apoyo de Trump y del trumpismo para elegirse o reelegirse. Entonces, no entran en esa línea, o retroceden si la habían apoyado. Por eso, la “vieja guardia” sigue siendo minoritaria y hasta hora, se muestra incapaz de dar un combate serio contra el trumpismo dentro del partido.

La principal apuesta republicana para reemplazar a Trump como principal figura del partido es Ron DeSantis (un abogado de 45 años), gobernador del Estado de Florida, que ha sido reelecto por amplio margen sobre su adversario demócrata. Desde el punto de vista de su perfil ideológico, DeSantis no tiene casi diferencias con Trump y sus posiciones ultra-reaccionarias[8].

Incluso, el inicio de su carrera en la “política grande” (cuando fue electo representante legislativo por Florida, en 2016) se dio como parte del trumpismo y, en el Parlamento, fue uno de los grandes defensores de las políticas del entonces presidente. En ese marco, tiene algunas notorias ventajas sobre Trump: es un político joven y en ascenso, con una vida personal y familiar mucho más “limpia” y tradicional (un elemento de peso para los sectores conservadores de EE.UU.).

Sin embargo, este recambio no está decidido. DeSantis aún no definió públicamente que será precandidato presidencial en las primarias republicanas, en las que, tal vez, deba enfrentarse al propio Trump, y eso deja en la ambigüedad el perfil que adopta públicamente. Según un estudio, la mitad de la base que lo respalda quiere que sea claramente el hombre que desplace a Trump y sus métodos, mientras que la otra mitad defiende al ex presidente y reacciona negativamente a cualquier ataque contra él[9]. En este marco, DeSantis eligió caminar “sobre el filo de la navaja” en esa ambigüedad tan común en la política burguesa y, en especial, en EE.UU.

Frente a los juicios, Trump se presenta como “víctima de un ataque injusto” instrumentado por tribunales que estarían “al servicio de los demócratas”. Su objetivo parece ser utilizar el peso político que conserva para negociar su impunidad, no solo en el terreno político sino también para la fortuna que acumuló en varias décadas y así poder dejar una herencia política y empresarial para sus hijos. ¿Negociará su futuro político a cambio de conservar la fortuna? Es algo que sabremos en los próximos meses.

El gobierno de Biden

En el campo de los demócratas, la situación es un poco más tranquila pero tampoco es fácil. El gobierno de Joe Biden comenzó su mandato con dos triunfos. El primero fue consolidar el desmonte del proceso de rebeliones antirracistas con una política que combinó la cooptación de la dirección del movimiento BLM con la condena judicial del policía que había asesinado a George Floyd[10]. El segundo fue terminar con el período más agudo de la pandemia de Covid 19 a través de la vacunación masiva.

Fue en el terreno económico en el que enfrentó los mayores problemas. Los “paquetes” aprobados por el gobierno consiguieron ayudar a salir de la gran caída provocada por las medidas contra la pandemia y limar los aspectos más explosivos de la situación social derivada. Pero no lograron mucho más: apenas impulsaron una recuperación “anémica” y con muchos problemas, en especial una alta inflación[11].

Esta alta inflación generó incluso una incipiente oleada de huelgas, incluso durante la propia pandemia[12]. Si bien esta oleada no se generalizó, ha mantenido una continuidad y se expresó en huelgas docentes y ferroviarias[13]. Una muestra de la insatisfacción subyacente de la clase obrera estadounidense con la situación actual. Ahora se suma una tendencia cada vez más recesiva y persistente de la economía y, al mismo tiempo, una incipiente crisis bancaria iniciada en bancos ligados a empresas de “nuevas tecnologías”, como el SVB de California.

En otro ámbito de cosas, Biden debió asumir el costo político de firmar la derrota en la guerra de Afganistán[14]. Al mismo tiempo, su gobierno dejó correr la ofensiva legislativa y judicial para restringir el derecho al aborto, que fue respondida con importantes movilizaciones[15].

Todo esto provocó un desgaste electoral de los demócratas que, en las elecciones de “medio término” de 2021, amenazaba con provocar una fuerte derrota ante los republicanos. Sin embargo, los demócratas consiguieron “contornar la tormenta” y el resultado fue una especie de “empate’, valorado con “satisfacción”.

El “mejor enemigo”

En un año que estará marcado por el largo proceso de las elecciones presidenciales, los demócratas han “picado en punta” y Joe Biden (80 años) ha anunciado “extraoficialmente” que se postulará para su reelección[16]. Una forma de evitar un complejo proceso de elecciones primarias por su sucesión y mantener unido el partido.

En este contexto, los juicios a Trump aparecen como una jugada para desgastar su figura (y al partido republicano en general) y obligarlo a negociar su futuro. Sin embargo, si se mira el conjunto del cuadro, Trump sería el “mejor enemigo” electoral que los demócratas podrían enfrentar (Biden en particular).

Por un lado, porque, con sus 76 años, Trump ayuda a disimular la edad del propio Biden (y la inevitable decadencia de su envejecimiento). Pero lo esencial es que el perfil de Trump es el mejor para plantear nuevamente que la tarea central es “derrotar el trumpismo” y todo lo que representa. De esa forma, se eludirían (o postergarían) las profundas contradicciones de la coalición demócrata entre su ala derecha y conservadora y sus sectores más radicalizados, que expresan diversas minorías (negros, inmigrantes, jóvenes y mujeres, etc.) y que, en su momento, tomaron como referencia a Bernie Sanders. Volverán a decir: “Ahora es todos juntos contra Trump”, como presión para que se mantengan dentro del partido,

Para los socialistas revolucionarios, el conjunto de la situación abre importantes posibilidades de acumular fuerzas en su construcción. Por un lado, por la comprobación cada vez más clara de que “el sueño americano” ha muerto (aquel que prometía el progreso constante con “trabajo duro y honesto”)[17]. Una realidad que se expresa en permanentes ataques a sus conquistas y nivel de vida y que, como respuesta, genera luchas obreras y populares en diversos sectores. Son todas luchas que debemos impulsar e intervenir activamente en ellas.

El propio proceso electoral abre grandes posibilidades de dialogar con todos esas franjas obreras y populares que aún confían en los demócratas. Es necesario explicar pacientemente cómo este partido burgués es un camino sin salida que, de modo inevitable, lleva a figuras conservadoras como Joe Biden, y antes a Hillary Clinton. Que, por ello, es necesario romper con él e iniciar la construcción de una nueva organización obrera y popular, independiente del partido demócrata y su dirección burguesa, que luche consecuentemente por las reivindicaciones y necesidades de estos sectores. Y que, tras la “muerte del sueño americano”, proponga claramente una salida socialista.


[1] Trump: la acusación sin precedentes contra el expresidente por falsificar información para ocultar delitos – BBC News Mundo

[2] Trump declara en juicio civil de Nueva York sobre su imperio empresarial (cnn.com)

[3] Covid-19: Trump es el sepulturero de los Estados Unidos – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[4] ¿Adónde va Estados Unidos? [Parte 1] – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[5] El expresidente Donald Trump es absuelto en el juicio político (cnn.com)

[6]  https://litci.org/es/un-proceso-revolucionario-sacude-estados-unidos/

[7] https://litci.org/es/estados-unidos-entre-la-rebelion-negra-y-las-elecciones/

[8] ¿Quién es Ron DeSantis, el gobernador de Florida? (cnn.com)

[9] Enigma en la base DeSantis: a favor y en contra de Trump (eltiempolatino.com)

[10] EEUU | El veredicto de culpable al policía asesino es una victoria como una gota de agua dulce en el océano – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[11] Economía mundial: recuperación anémica y con muchos problemas – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[12] Gran oleada de huelgas en Estados Unidos – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[13] ¡Solidaridad con los ferroviarios! ¡No a los ataques de Biden y del Congreso a la huelga! – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[14] Afganistán: La consumación de la derrota del imperialismo – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[15] EEUU | Tomemos las calles para defender el derecho al aborto – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[16] EEUU: Joe Biden confirmó que irá por la reelección (ambito.com)

[17] El “sueño americano” ha muerto – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

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