Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

Sobre las protestas contra el apagón en Cuba

A finales de setiembre pasado, cientos de personas salieron a protestar en varios distritos y barrios de La Habana (capital de Cuba) y en otras ciudades del país, contra un apagón generalizado de varios días, en toda la Isla. A poco más de un año de las manifestaciones del 11 de julio de 2021 (11J), ¿cuál es el significado de estas nuevas protestas?

Por Alejandro Iturbe

En primer lugar, veamos los hechos recientes. Desde el 23 de setiembre pasado, Cuba se vio atravesada por el huracán Ian que asoló el país y luego afectó el Estado de Florida, en EE.UU. Las plantas productoras y la red de distribución de electricidad dejaron de funcionar y hubo un apagón total durante un día. Según una información de la agencia oficial británica: En los días siguientes, algunas de las plantas eléctricas distribuidas por toda la isla comenzaron a funcionar de nuevo y se fue restableciendo poco a poco el suministro en algunas zonas. Sin embargo, la mayoría de los 11,1 millones de cubanos aún no tiene electricidad o solo recibe corriente durante unas pocas horas al día”[1]. El gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel atribuyó totalmente la situación de la continuidad de cortes de energía a los efectos del huracán e “hizo un inusual pedido de ayuda a la Casa Blanca por la emergencia que vive la isla tras el paso del huracán Ian”.

Es evidente que la acción de esta catástrofe natural tuvo su impacto, pero la explicación del gobierno cubano sobre las restricciones permanentes al suministro de energía niega la realidad de que esos cortes ya existían habitualmente antes del huracán Ian. Una noticia de julio pasado, de la misma agencia británica, informaba: “Los apagones se han convertido en un problema diario para millones de cubanos, que observan resignados cómo la corriente se va cada vez más a menudo y durante más horas”[2].

Esta situación se debe a que “El sistema eléctrico cubano se enfrenta a dos problemas fundamentales: la falta de combustible y las cada vez más frecuentes averías. La mayoría de las plantas eléctricas cubanas funcionan con petróleo, que escasea en el país. Por otro lado, el deterioro de las centrales eléctricas es cada vez más difícil de revertir debido a la falta de recursos para reparar las averías y adquirir nuevas piezas” (destacado en el original)[3]. Es decir, los cortes de energía que sufre el pueblo cubano evidencian un problema mucho más estructural y profundo, que el gobierno cubano se niega a reconocer.

Movilizaciones espontáneas y justas

Al mismo tiempo, ya en julio pasado se habían producido reacciones populares contra los cortes: “Los vecinos de Los Palacios, una población de unos 38.000 habitantes en la provincia de Pinar del Río, en el oeste del país, protestaron con un cacerolazo la noche del jueves. ‘Aquí hay niños sin comer porque no hay corriente’, exclamaba una de las participantes de la protesta espontánea, en uno de los videos difundidos ampliamente en las redes” (destacado en el original)[4].

Esas “protestas espontáneas” ahora se expresaron en La Habana y otras ciudades del país. Son protestas justas porque expresan el cansancio cada vez mayor del pueblo cubano contra una realidad que agudiza el deterioro de las condiciones de vida y aumenta las penurias cotidianas que sufre gran parte del pueblo cubano para asegurar su supervivencia, en especial los sectores más empobrecidos. Realidad que el gobierno de Díaz-Canel no solo la niega, sino que, lejos de trabajar para mejorarla, la agrava cada vez más. El grito más expresado en las recientes protestas, con centenares de participantes golpeando cacerolas en cada una de ellas, fue “¡Queremos luz!”. Muchas de ellas se realizaron “en barrios de bajos recursos de la capital”[5]. Por ese carácter de expresión justa de bronca del pueblo cubano, expresamos nuestro apoyo a esas protestas. 

(Photo by Yamil LAGE / AFP)

Por su parte, la respuesta del gobierno de Díaz-Canel fue, en primer lugar, negar su responsabilidad en la cuestión de los cortes de energía. En segundo lugar, mostró su carácter represivo ya que, una vez iniciada las protestas “poco después llegaron agentes de la policía que rodearon a los manifestantes”.  Según las informaciones que han trascendido, la represión no llegó al nivel del 11J, que dejó como saldo cientos de manifestantes detenidos, enjuiciados y condenados. Muchos de ellos permanecen presos en las cárceles cubanas, por lo hemos desarrollado una campaña permanente por su liberación[6]. Lo que sí repitió fueron las restricciones parciales al uso de las redes de internet al interior de Cuba y un bloqueo total para comunicaciones al exterior.

¿Qué es Cuba hoy?

Cuando damos nuestro apoyo a estas movilizaciones, expresamos que es responsabilidad del régimen cubano la situación que las genera, y repudiamos su represión, de modo inevitable se reabren los debates que existen en la izquierda mundial sobre el carácter y el significado de estas movilizaciones, la definición de qué es Cuba hoy, y, en ese marco, qué papel juega el régimen castrista.

En trazos generales, en la izquierda se presentan tres análisis y caracterizaciones diferentes sobre qué es Cuba, y de estos se derivan tres políticas distintas frente a este tipo de movilizaciones. Un debate que se ve cruzado por el inmenso impacto que tuvo la Revolución Cubana iniciada en 1959 en la izquierda mundial y, especialmente, latinoamericana, y la gran influencia y prestigio que ganaron sus principales líderes (Fidel Castro y el Che Guevara).

El primero de estos análisis es presentado por la corriente que hemos llamado “castro-chavismo”, heredera de las posiciones del estalinismo. Esta posición parte de la definición que Cuba es “el último bastión del socialismo”, una “fortaleza sitiada y agredida” por el imperialismo estadounidense y la burguesía cubana “gusana” que huyó a Miami luego de la revolución. El principal instrumento de esta agresión es el boicot comercial y financiero contra Cuba, establecido desde 1960. Para esta posición, todas las penurias que sufre el pueblo cubano son consecuencia de este boicot. Al mismo tiempo, las protestas populares contra esas penurias (o por la exigencia de libertades democráticas), aunque tengan algún motivo justo en su origen, acaban siendo un instrumento reaccionario en manos del imperialismo estadounidense y de la burguesía “gusana”, en la perspectiva de derrocar al régimen castrista que “defiende el socialismo”. En ese marco, hay que repudiarlas y apoyar la represión contra ellas. En numerosos artículos, la LIT-CI abordó el debate contra esta posición[7].

La segunda posición es presentada por algunas organizaciones que se reivindican trotskistas, como la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FTCI), encabezada por el PTS de Argentina. Para esta corriente, Cuba sigue siendo un Estado obrero burocratizado que vive dos procesos o presiones para restaurar el capitalismo. Internamente, esta política restauracionista es impulsada por el propio régimen castrista; externamente, por el imperialismo estadounidense y la burguesía “gusana” de Miami. Son peligros o enemigos equivalentes a los que hay que combatir de modo simultáneo. En ese marco, las protestas contra el régimen castrista tendrían un “carácter contradictorio”. Por un lado, son “justas” porque expresan la lucha de los trabajadores y el pueblo cubano contra uno de los enemigos y las consecuencias de su plan restauracionista; pero, por el otro, son “reaccionarias” porque favorecen al “otro enemigo”. A partir de esa visión, adoptan una posición “ni-ni” frente a estas protestas (“ni las apoyamos ni las repudiamos”) e, incluso, llegan a guardar silencio sobre los presos políticos que ha generado la represión. También hemos debatido con esta posición[8].

El régimen castrista restauró el capitalismo en la década de 1990

La posición de la LIT-CI (y de algunas pocas organizaciones en la izquierda) parte de una caracterización completamente diferente: el propio castrismo, que había encabezado la revolución en 1959, fue el que restauró el capitalismo en los años 1990, durante el llamado “período especial”, a través de diversas medidas claves[9].

Aunque el régimen castrista siguiera en el poder y continuara mostrando las banderas rojas, Cuba había dejado de ser “un bastión del socialismo” o, según la terminología trotskista, un Estado obrero burocratizado. Al igual que había sucedido en China a partir de 1979 con Deng Xiaoping, las medidas del “período especial” destruyeron la economía central planificada y la reemplazaron por el criterio capitalista de la ganancia. Cuba se había transformado en un Estado capitalista. Al mismo tiempo, dado que se mantenía la falta de libertades democráticas del período del Estado obrero burocratizado, el régimen castrista pasaba a ser una dictadura capitalista “vestida de rojo”.

La restauración capitalista trajo profundas consecuencias en la estructura económico-social del país. Por un lado, por la “apertura” y las facilidades otorgadas a las inversiones extranjeras, comenzó a perder aceleradamente la independencia lograda durante la existencia del Estado obrero. Quienes aprovecharon a fondo estas “oportunidades de negocios” fueron los imperialismos europeos (en especial, el español) y canadiense, que pasaron a controlar el turismo extranjero, un sector clave de la nueva economía capitalista cubana. Vaya como ejemplo, la cadena española de hoteles Meliá.

Pero el imperialismo también empezó a invertir y asociarse en otros rubros, como los servicios médicos o de bebidas. Por ejemplo, la mundialmente famosa marca de ron Bacardi que hoy pertenece a “Una multinacional con sede en Bermudas que sigue siendo casi enteramente propiedad de la familia. Su actual presidente es Facundo Bacardí, tartaranieto del fundador, nacido en EE.UU., y que se considera más norteamericano que cubano”[10].

La contradicción del imperialismo estadounidense

El proyecto del régimen castrista es que estas “oportunidades de negocios” (a pocas millas de la costa de Miami) sean ampliamente aprovechadas por el imperialismo estadounidense. Sin embargo, frente a esta “oferta”, el imperialismo estadounidense tiene una profunda contradicción de intereses que lo dividen.  

Por un lado, está la burguesía gusana anticastrista residente en Miami, con fuertes lazos y mucho peso dentro del Partido Republicano, que pone dos condiciones para reanudar relaciones con Cuba (y liberar el comercio y las inversiones): la caída del régimen castrista y la garantía de devolución de las propiedades expropiadas por la Revolución. Son los que insisten (y logran mantener) el boicot y las restricciones contra Cuba.

Por el otro lado, tal como mostró la visita del entonces presidente Barack Obama a Cuba en 2016, diversos sectores, mayormente ligados a los demócratas, pero también con expresión dentro de los republicanos (como el senador de origen cubano Mark Rubio que participó de la visita), veían cómo se desaprovechaban excelentes posibilidades de negocios en un país tan cercano geográficamente, en áreas como turismo, finanzas, producción agraria, venta de productos industriales, etc.  De hecho, algunas empresas estadounidenses ya “hacían trampa” a la legislación vigente en EE.UU. y realizaban inversiones “camuflados” detrás de empresas canadienses. La política de Obama era avanzar en eliminar todas las restricciones y facilitar el “flujo inversor” imperialista sin cuestionar el régimen castrista[11].

Esa era la realidad y la dinámica en 2016. Pero el gobierno del republicano Donald Trump, en función de mantener la alianza con la burguesía gusana anticastrista, dio marcha atrás con la política impulsada por Obama… y todo se congeló. El gobierno de Joe Biden ha mantenido esencialmente la misma política de Trump.

Surge una burguesía cubana

Un segundo cambio es que, en el marco de la restauración capitalista, en la cúpula castrista (con los altos mandos del Ejército y la propia familia Castro en su centro) surge una nueva burguesía cubana, a partir de usufructuar el control y la dirección que las Fuerzas Armadas cubanas ejercen sobre GAESA (Grupo de Actividades Empresariales Sociedad Anónima).

GAESA controla empresas “que van desde el sector hotelero hasta las tiendas minoristas de ventas de productos en divisas, pasando por las aduanas y los puertos, entre muchos otras”[12]. A partir de allí, controla también un alto porcentaje del PIB cubano.

El régimen castrista es hoy la expresión de esta nueva burguesía cubana, que se ofrece como socia menor y subordinada de la semicolonización imperialista: la europea y la canadiense, ya existente, y la estadounidense que aspira a que llegue.

Ajustes permanentes

En ese marco el régimen castrista se ve obligado a aplicar permanentes planes de ajuste que liquidan las conquistas logradas en el pasado por la revolución y, ante cada dificultad que presenta la situación económica del país, profundiza los ataques.

Por ejemplo, en 2011 comenzó la aplicación de un plan de despidos masivos de empleados del Estado: en esos momentos, se estimó que podría alcanzar a 1.300.000 personas[13]. Desde hace varios años se viene restringiendo la cantidad de beneficiarios de la llamada “libreta de abastecimiento”, por la que muchos cubanos adquirían productos básicos a precios subvencionados. Productos que, sin la libreta, solo podrían adquirir en el mercado negro a precios mucho más altos.

El último de estos planes de ajuste fue el plan llamado “día cero” (lanzado en enero de 2021) que unificó las dos monedas existentes en el país: el peso no convertible y el peso convertible que, hasta entonces, se cambiaba 1 x 1 con el dólar (en los hechos, la verdadera moneda utilizada en Cuba), a un cambio de 24 pesos cada dólar. Una feroz devaluación, típica de un país capitalista semicolonial frente al estrangulamiento del ingreso de divisas a partir de la caída del turismo extranjero que provocó la pandemia[14]. Claramente, quién pagó los costos de esta megadevaluación fueron la clase obrera y el pueblo cubanos.

La crisis energética

Con todo este contexto, veamos ahora el tema de la crisis energética que vive el país. Ella obedece a dos razones. La primera es el envejecimiento estructural de las usinas, que desde hace décadas no reciben inversiones. Podrá decirse que, en última instancia, es una consecuencia de la falta de divisas extranjeras. Pero esto es solo parte de la verdad.

En 2013-2014, el régimen castrista inició la construcción de la Zona Especial de Desarrollo Mariel. La ZED Mariel está destinada a recibir inversiones extranjeras para producción y comercio, a las que se les da completa liberación impositiva y de cumplimiento de obligaciones laborales[15]. La obra fue realizada por la empresa brasileña Odebrecht (que contó con financiamiento del banco estatal brasileño BNDES) junto con empresas cubanas[16]. Es decir, en sus planes de inversión en infraestructura, el régimen cubano privilegió aquellas destinadas a facilitar la entrega al capital extranjero y no las que atenderían las necesidades de los trabajadores y el pueblo cubanos, como la renovación de la red eléctrica.

Lo mismo pasa con la escasez de divisas que ingresan por el turismo extranjero, imprescindibles para importar el petróleo que necesitan las usinas cubanas y las piezas que hay que reponer en ellas. Este ingreso de divisas viene mejorando después del bajón provocado por la pandemia. Sobre este tema, el propio ministro de Turismo cubano, Juan Carlos García Granda, declaró, en mayo pasado: “el turismo en Cuba muestra signos de recuperación, de lo cual es una muestra que en los primeros cuatro meses del año la cifra de visitantes crece, respecto a igual periodo del año anterior”, por el mayor ingreso de turistas europeos, especialmente británicos[17]. En otras palabras, en Cuba ingresan más dólares, euros y libras esterlinas.

Pero, la “parte del león” de esos mayores ingresos se la quedan las empresas extranjeras y algunas de GAESA, como los hoteles y tiendas dolarizadas que posee. Nuevamente, la prioridad del régimen cubano no es atender las necesidades urgentes de los trabajadores y el pueblo (importar petróleo y piezas para las usinas) sino garantizar las ganancias de las empresas imperialistas y las de GAESA.    

Algunas conclusiones

Es totalmente comprensible entonces que, de modo periódico, exploten protestas de los trabajadores y el pueblo contra esta realidad cada vez más insoportable (al mismo tiempo que los altos representantes del régimen exhiben su enriquecimiento). Es lógico también que en esas protestas se manifieste el reclamo de libertades democráticas contra el régimen dictatorial y su represión permanente. En las últimas protestas, el grito de “¡Queremos luz!” fue acompañado por el de” ¡Libertad!”.

No es un grito vacío de contenido ya que, además de eludir su responsabilidad en esas penurias que viven cotidianamente los cubanos, el régimen dictatorial aumenta y recrudece su represión permanente con las protestas[18]. Así lo hizo con el 11J: muchos de sus participantes e impulsores debieron optar entre la emigración forzada[19] o ver su salud deteriorada en la cárcel[20].

Por eso, afirmamos que un programa revolucionario para Cuba debe contener, entre sus elementos centrales, el apoyo a estas protestas y manifestaciones de los trabajadores y el pueblo, el repudio a la represión del régimen burgués dictatorial del castrismo, y la exigencia de la libertad de los presos políticos. Estos puntos se dan el marco de la necesidad de derrocar este régimen a través de la lucha obrera y popular. Estas propuestas deben combinarse con la necesidad de luchar contra los planes de ajuste que aplica este régimen, y la semicolonización imperialista de la que es agente, en la perspectiva de una nueva revolución socialista en Cuba. En el pasado, esa lucha contra el imperialismo y por el socialismo fue encabezada por el castrismo; actualmente, aunque les duela a muchos viejos luchadores de izquierda, la realidad muestra que es una lucha contra el régimen castrista.        


[1] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-63097483

[2] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-62187814

[3] Ver nota 1.

[4] Ver nota 2.

[5] Ver nota 1.

[6] Ver, entre numerosos artículos y declaraciones: Cuba | El régimen cubano se ensaña con los presos políticos del 11J – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[7] Ver, por ejemplo: La polémica con el estalinismo sobre Cuba y el 15N – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[8] ¿Qué política debe tener el trotskismo ante el actual proceso cubano? – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[9] Sobre este tema, ver la transcripción del debate realizado en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, en 2001, entre la dirección de la LIT-CI y dirigentes cubanos en: https://litci.org/es/debate-de-la-lit-ci-con-los-dirigentes-cubanos-2001/

[10] Bacardí y el origen del ron cubano – BrandStocker

[11] https://litci.org/es/sobre-la-visita-de-obama-a-cuba/

[12] GAESA: el consorcio militar que controla la economía cubana | Aprender alemán con DW

[13] Comienzan en Cuba los despidos masivos | Internacional | EL PAÍS (elpais.com)

[14] Cuba: el significado del “día cero” – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[15] Zona Especial de Desarrollo Mariel | Una puerta abierta al mundo (zedmariel.com)

[16] Odebrecht en Mariel – Últimas noticias de Cuba, fotos y videos – Cubanos por el Mundo

 

[18] Ver Un año de las protestas del 11J en Cuba – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[19] «Es un Mariel silencioso»: los miles de cubanos que usan Nicaragua como ruta para llegar a Estados Unidos – BBC News Mundo

[20] «Patria y vida»: Maikel Osorbo, el rapero cubano que ganó dos Grammy desde la cárcel y en un «delicado estado de salud» – BBC News Mundo

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