Dom May 26, 2024
26 mayo, 2024

Meta fiscal: pequeños desacuerdos, grandes acuerdos

La polémica sobre la meta fiscal no quita el gran acuerdo que une a Lula, Haddad, Lira y banqueros en torno al Marco Fiscal

Por: Diego Cruz

El discurso del presidente Lula del día 27 causó cierto revuelo, al dar a entender que el gobierno no cumpliría la llamada “meta fiscal” para 2024, que él mismo hizo aprobar en el Congreso Nacional. Para ser honesto, él ni siquiera dijo que no lo cumpliría, sino que afirmó que “cualquier cosa que podamos hacer para cumplir la meta fiscal, lo haremos, lo que yo puedo decir es que esta no precisa ser cero”.

¿Qué es esta “meta fiscal”? Es el objetivo planteado por el gobierno para los próximos años, tanto en el Marco Fiscal (el nuevo Techo de Gastos que, como el techo de Temer, restringe los gastos públicos para pagar la deuda a los banqueros), como en el propio presupuesto de 2024.  Cerar el déficit significa “empatar” los ingresos con los gastos, excluyendo de esta cuenta el principal: los intereses de la deuda.

El propio mercado ya contaba con el incumplimiento del déficit cero. No por falta de empeño del gobierno, dígase, ya que hubo recortes en Salud, Educación y, más recientemente, en investigación a través del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq).

La cuestión es que, para lograrlo, el gobierno tendría que recaudar al menos 168 mil millones de reales más. Y lo que viene sucediendo es todo lo contrario, entre otros factores, por la desaceleración de China y el carácter dependiente de la economía brasileña.

Jugada ensayada

Frente a las cámaras, Lula se queja del mercado; pero, en la práctica, toda su política económica está volcada a los intereses de los grandes monopolios nacionales e internacionales. 

El Marco salió del despacho de Haddad, con el acuerdo de Lula y Arthur Lira, y con un objetivo considerado “ambicioso”, a fin de atender a este mismo mercado; o, dicho claramente, los banqueros, los grandes fondos de inversión –como la empresa norteamericana BlackRock, que hace una fortuna parasitando el país con altos intereses–. Y, para ello, liberó algo alrededor de 8.000 millones de reales del “presupuesto secreto” para comprar votos en el Congreso.

Se creó una imagen de crisis interna en el gobierno, en la que la llamada “ala política” presionaba por más gastos, mientras otra, el ala “económica”, encabezada por Haddad, estaría comprometida con el ajuste y el mercado. Este cliché del policía bueno y el policía malo apenas resiste a los hechos. Lula, Haddad, Arthur Lira y el Centrão, así como los banqueros y la burguesía en su conjunto, están unidos en torno al nuevo techo. 

Las diferencias se reducen a abrir un espacio mínimo en el presupuesto, en torno a 0,25%, para viabilizar algunas pocas obras de cara a las elecciones, pero que no representan ningún cambio significativo en el régimen de austeridad y el corte de gastos. Una redada alimentada también por las últimas encuestas, que ya revelan el desgaste del gobierno.

Avanza la privatización

Mientras resuelve la magnitud de la rebaja para los próximos años, el gobierno está avanzando con Asociaciones Público-Privadas (Parcerías Público-Privadas – PPP, en portugués) y las privatizaciones en prácticamente todos los sectores: desde el saneamiento básico, pasando por mantener la Eletrobras privada (estamos viendo los resultados de esto en São Paulo ), hasta los presidios.

Programa: derogar el Marco Fiscal y todos los techos de gastos

Para revertir el desmantelamiento de los servicios públicos, e impedir su profundización, es necesario revocar por completo el Marco Fiscal de Lula, y todos los mecanismos de ajuste fiscal, como la Ley de responsabilidad Fiscal (LRF), sustituyéndola por una Ley de Responsabilidad social. 

Es necesario dejar de pagar la deuda a los banqueros, redirigir este dinero a la Salud, la Educación, el empleo, la vivienda, el saneamiento y la reforma agraria, detener todas las privatizaciones, revocar las tercerizaciones y recuperar las empresas entregadas, bajo control de los trabajadores.

Privilegios: el sinsentido de la tasación a los superricos

A finales de octubre, la Cámara aprobó la tributación de los llamados “fondos exclusivos”, una especie de fondo que, apenas para ser abierto, requiere R$ 10 millones [ dos millones de dólares, aprox.]. Se estima que sólo 2.500 brasileños tienen este tipo de cuenta, que acumularía, en total, un monto de R$ 756.000 millones.

La existencia misma de estos fondos es una excrecencia, ya que sus rendimientos no están sujetos a tasación. El magnate sólo paga una comisión de 15% cuando ​​retira el dinero. Mientras um trabalhador, que recebe pouco mais de dois salários mínimos, é tasado en la fuente, por el Impuesto de Renta, y una familia de bajos ingresos deja gran parte de sus ingresos en impuestos sobre el consumo, estos súper ricos engordan sus fortunas sin pagar un centavo.

Presentazo de Navidad

¿Qué hace el proyecto presentado por el gobierno y modificado en la Cámara? Impone una tasación de 15% sobre los rendimientos cada seis meses, como con otros fondos. Bien, ¿no es así? El problema es que reduce esta tasa de retiro de 15% a ​​8%. 

Lo que sucederá, entonces, es que esta gente simplemente cambiará de fondo, por otro que continúa exento, como el fondo de inversión del agro, el Fiagro. Alguien que haya acumulado R$ 10 millones después de años de exenciones, podría quedarse con ese dinero dejando R$ 1,5 millones en impuestos. Ahora, sólo pagará R$ 800.000. Un regalo de Navidad para los súper ricos.

Desonerando a los ricos

No sorprende que la Medida Provisoria del gobierno de Lula fuera redactada durante el gobierno de Temer y defendida nada menos que por el propio Temer. En lugar de gravar a los ricos, los aliviará aún más, provocando una pérdida valorada en R$ 20.000 millones.

Artículo publicado en www.opiniaosociaista.com.br, 8/11/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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