Dom May 26, 2024
26 mayo, 2024

Los sirios se levantan nuevamente

Desde el 20 de agosto, la población siria hace protestas contra el aumento de 170% en el precio de la gasolina y del diésel, en particular, y contra la pobreza y la carestía, en general. En algunas protestas, el pueblo exigió la caída del régimen. Hay también mucha insatisfacción contra la presencia de las milicias iraníes y rusas que ocupan el país.

Hubo protestas relámpago en Damasco y en Ghouta. Pero las principales protestas fueron en el sur del país, en Deera y Suweida, donde se concentra la población sirio-drusa. En Deir Az-Zour, en el este del país, también hubo protestas.

El régimen sirio reprimió las protestas. En Latakia, una ciudad con gran presencia alauita en el litoral del país, activistas fueron presos. En Nawa, la policía tiró contra los manifestantes. El dictador Bashar al-Assad sabe que esas protestas pueden rápidamente transformarse en una revolución contra el régimen. Los manifestantes saben que el régimen recurrirá a la violencia, pero no hay otra salida.

La economía siria está arrasada. Los bombardeos de aviones sirios y rusos y la acción del ejército sirio y de las milicias iraníes arrasaron aldeas y ciudades en todo el país. Doce millones de sirios tuvieron que salir de sus casas, la mitad de ellos se volvieron refugiados en el exterior. La fuerza aérea sionista realiza bombardeos semanales contra Siria, con la complicidad de Rusia. Cerca de 27% del territorio nacional está bajo control de las milicias kurdas PYD, con apoyo del imperialismo norteamericano. Las provincias de Idlib y Afrin están bajo control turco.

La única fuerza social que puede reconstruir el país es la clase trabajadora, los campesinos y el pueblo pobre, con el apoyo de los millones de refugiados que están en el exterior. Esa reconstrucción pasa necesariamente por la expulsión de todas las fuerzas extranjeras del país y el derrocamiento del régimen sirio.

A 10 años de la masacre de Ghouta Oriental

 El 21 de agosto de 2013, el régimen sirio lanzó un ataque con armas químicas en Ghouta Oriental (Ain Tarma, Zamalka, Irbin, Saqba, Kafr Batna, entre otros), en el que murieron 1.729 personas.

La activista de izquierda Razan Zaitouneh relató: “Jamás vi tanta muerte en toda mi vida. Las personas yacían en el suelo, en los zanjones, a la orilla de las carreteras, por centenas. No había personal médico suficiente para tratarlos. No había medicamentos suficientes. Cabía solo elegir a quién medicar, pues no había remedios para todos. (…) En los cementerios que visité, las víctimas fueron enterradas en fosas comunes, 15 o más cadáveres en cada fosa, debido al alto índice de muertos. También había pánico. Las familias buscaban a sus niños en cada ciudad de Ghouta. Los niños que estaban en las bases médicas lloraban y llamaban a sus padres. Era increíble”. (País en llamas – Sirios en la revolución y en la guerra, de Leila al-Shami y Robin Yassin-Kassab, Editora Sundermann, p. 154).

El dictador Bashar al-Assad decidió lanzar el ataque porque grupos de la oposición siria consiguieron establecerse en Jobar y en la Plaza Abbassiyeen, desde donde podían lanzar ataques en la capital, además de los ataques a Latakia.

El presidente de EE.UU., que prometiera que Assad sufriría represalias en caso de usar armas químicas, se limitó a hacer el juego de escena, con el dictador ruso Vladimir Putin, de retirada de armas químicas. Enseguida, se realizaron nuevos ataques del régimen contra la población, con armas químicas. La población siria percibió que ningún apoyo vendría del imperialismo occidental.

Este ataque con armas químicas fue el mayor contra la población civil en Medio Oriente desde los ataques realizados por Saddam Hussein contra la población de la ciudad kurda de Halabja, en el norte del país, el 16 de marzo de 1988, en el que murieron cerca de 5.000 personas. En el mundo, los campeones en el uso de armas químicas fueron los Estados Unidos durante la guerra de Vietnam (1954-1974).

Esta masacre en Ghouta Oriental ocurrió pocos días después de la masacre de Rabaa al-Adawiya, en la cual el régimen del dictador egipcio Al-Sisi asesinó a más de 1.000 manifestantes, el 14 de agosto de 2013.

Cabe, entonces, a la clase trabajadora luchar por el juicio y castigo de todos los responsables por estos crímenes contra el pueblo.

Traducción: Natalia Estrada.

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