Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

Sobre la reducción de las horas de trabajo semanales

La reducción del máximo legal de horas de trabajo semanales está en el “orden del día” de los debates en varios países del mundo. Por un lado, figura en la pauta de reclamos de la huelga desarrollada por el sindicato UAW (United Auto Workers) en EEUU[1]. Por el otro, el gobierno burgués peronista ha presentado al Parlamento argentino un proyecto de ley en este sentido, con el apoyo de la burocracia sindical[2]. ¿Cómo se explica esta “extraña coincidencia”? ¿Cuál debe ser la posición de los socialistas revolucionarios en este tema?

Por Alejandro Iturbe

Para entender el fondo del tema, es necesario partir de la teoría del valor-trabajo formulada por Marx en su obra El Capital. En ella, él expone que el objetivo del capitalismo al invertir en la producción de bienes destinados a ser vendidos en el mercado (mercancías) es obtener ganancias que aumenten el capital inicial. Él analiza que estas inversiones de capital deben dividirse en dos sectores: por un lado, lo que llama capital constante (Cc), básicamente maquinarias y tecnología; por el otro, el capital variable (Cv), o los salarios destinados a la compra de fuerza de trabajo que van a ejecutar la producción de esas mercancías (el tiempo de los trabajadores).

Dado que el valor final de las mercancías es mayor que el capital total que se invirtió en la producción, en este proceso se ha incorporado un plusvalor o plusvalía del que los capitalistas se apropian y que es la base de sus ganancias. A través de un agudo análisis, Marx demuestra que esa plusvalía o valor adicional ha sido creado por la fuerza de trabajo, porque los factores que integran Cc (capital constante) se limitan a restituir el valor que ya traían sin incorporar, por sí mismos, ningún valor nuevo.

La conclusión es que, como la ganancia capitalista se basa en la plusvalía extraída en la producción, ella se origina en la diferencia entre el total de nuevo valor producido y el valor pagado por los salarios (la compra de fuerza de trabajo). Cuanto mayor sea esa diferencia, mayor será la ganancia.

En esta ecuación, entra a jugar un elemento esencial: la productividad. Es decir cuánto valor produce la fuerza de trabajo en determinada unidad de tiempo (por ejemplo, una hora). Podemos hablar de un rendimiento o productividad social media queva a estar determinada por tres factores: a) el desarrollo de la técnica existente en esos momentos, b) el grado de destreza medio de los trabajadores y c) la intensidad o ritmos de trabajo que imperan en esa sociedad o país.

La gran contradicción del capitalismo

Entre Cc y Cv se establece una proporcionalidad (Marx la denomina composición orgánica del capital)que ha idovariando con el tiempo,ya quela tendencia histórica es que Cc aumenta más rápidamente que Cv.La composición orgánica del capital tiende a reflejar el grado de desarrollo técnico de una sociedad o de una rama de la producción, ya que las maquinarias y herramientas que permite el empleo de la técnica son el principal componente del capital constante.

Para que se entienda esta proporcionalidad, veamos las declaraciones del presidente de la UAW, Shawn Fain, quien señaló que “el coste de la mano de obra para las Tres Grandes (Ford, GM y Chrysler, nda.es de alrededor del 4-5 por ciento del total de las operaciones”. Es decir, una composición orgánica cercana a 20Cc/1Cv. En 1990, un informe del conjunto de la industria argentina señalaba que, en promedio, se destinaba 10% de los costos al pago de salarios. Esto significaba una composición orgánica de 9Cc/1Cv.

Esta tendencia a aumentar la composición orgánica del capital es consecuencia de la competencia entre capitalistas por los mercados y la necesidad de producir más y más barato para ganar esa competencia y así aumentar sus ganancias. De ese modo, introduce de forma creciente avances tecnológicos (como la telemática, la robótica y ahora la Inteligencia Artificial[3]). Todos estos avances permiten aumentar la productividad de la fuerza de trabajo; es decir, disminuir el tiempo necesario para producir cada mercancía y, en ese sentido, aumentar la masa de plusvalía extraída.

Sin embargo, al mismo tiempo, al disminuir proporcionalmente la parte de la inversión de capital destinada a salarios (compra de fuerza de trabajo) se reduce la base que crea la plusvalía. Se produce así lo que Marx denomina Ley de la Baja Tendencial de la Tasa de Ganancia. Esta tasa se calcula dividiendo la plusvalía extraída en la producción por el total de capital invertido (generalmente se presenta como porcentaje).

No es un proceso lineal sino complejo, resultado de la combinación de procesos que operan en sentidos contrarios (por eso, Marx habla de Ley Tendencial). Sin embargo, el resultado va a ser una contradicción sin salida para el capitalismo: cuanto más invierte en Cc (es decir, aumenta la composición orgánica del capital), más se acentúa la tendencia histórica a la baja de la tasa de ganancia y la necesidad del capitalismo de recomponerla o, como mínimo, de atenuar su caída.

La necesidad de ataques constantes a la clase trabajadora

Al comenzar a caer la tasa de ganancia, los capitalistas responden de dos maneras. En primer lugar, frenan sus inversiones y luego las disminuyen, iniciando así lo que Marx denominaba “crisis cíclicas” inevitables en el modo de producción capitalista. En segundo lugar, comienzan a atacar el nivel de empleo (desocupación), el valor real del salario, a empeorar las condiciones laborales y eliminar conquistas, a deteriorar los servicios como la salud y la educación públicas (que pueden considerarse como un “salario indirecto”) y también los sistemas jubilatorios. Ataques que, como necesidad del capitalismo, han dejado de ser “cíclicos” para pasar a ser constantes y generalizados en nivel mundial

Una forma de atacar el salario es no actualizarlo de acuerdo con los índices reales de inflación, lo que deteriora cada vez más su poder adquisitivo (es decir, la cantidad y calidad de productos que se pueden comprar con él). Esto obliga a muchos trabajadores a tener que trabajar varias horas extras (a veces de modo obligatorio) para poder obtener un salario que les permita cubrir las necesidades básicas de sus familias. Este deterioro del poder adquisitivo del salario explica por qué, en países como Argentina, en 2023, mientras el índice oficial de desempleo es de 6,2%[4], la pobreza afecta a 40% de la población del país, con 60% de pobreza infantil[5].

Ese deterioro salarial se da en todo el mundo, incluso en los países imperialistas como EEUU[6]. En este país, mientras el índice oficial de desempleo en 2023 era 3,5%[7], la pobreza afectaba a 12,4% de la población[8]. En magnitudes diferentes, el fenómeno es el mismo: la caída del poder adquisitivo del salario es tan grande que incluso una parte de las familias que tienen trabajo y un ingreso fijo no pueden cubrir sus necesidades básicas y caen por debajo de la línea de pobreza.   

En la práctica, en muchos puestos de trabajo se ha eliminado la jornada laboral de 8 horas y se ha impuesto una de 10 o 12 horas. En China y otros países de Asia ya es común el 6×12 (semana laboral de 72 horas). Es lo que Marx llamaría un brutal aumento de la extracción de plusvalía absoluta. Algo que sucede no solo en las industrias de trabajo intensivo, como alimentación o textil, sino también en las industrias de tecnologías de punta. “Aquellos que no estén dispuestos a aceptar turnos de 12 horas no deberían ingresar a la industria de los chips”, expresó Mark Liu, CEO de la empresa taiwanesa TSMC[9].    

Al mismo tiempo, se han deteriorado las condiciones laborales y de estabilidad en los empleos a través de múltiples formas de contratos temporarios, trabajo por agencia y el empleo “en negro”. Lo cierto es que el nivel de empleo necesario para lograr un determinado volumen de producción disminuye y, con ello, la cantidad de trabajadores que contratan las empresas productivas. En otras palabras, producen lo mismo o más con menos trabajadores.

Los capitalistas y sus gobiernos ejercen una presión constante sobre la clase trabajadora para aumentar la productividad. Una presión que se redobla en momentos de crisis económica e incluso de catástrofes que golpean a los trabajadores, como la reciente pandemia. Un estudio de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), de 2021, nos informa:

El impacto de la pandemia de COVID-19 en la economía mundial y en el mercado laboral dio lugar a una evolución sin precedentes de la productividad del trabajo. La producción mundial por hora trabajada aumentó un 4,9% en 2020, más del doble de la tasa media anual a largo plazo del 2,4% registrada entre 2005 y 2019. Se trata del crecimiento mundial más rápido de la productividad por hora observado desde que se dispone de datos”[10].

Una vez terminada la pandemia, e incluso después de dos años de cierta recuperación de la economía mundial, los capitalistas no están dispuestos a restituir el terreno conquistado ni a mejorar las condiciones de vida de la clase obrera. Por el contrario, continúan sus ataques al salario y a esas condiciones de vida.

La máxima expresión de estos ataques es lo que sucede en el sector de aplicativos de delivery y transporte, en el que sus trabajadores ni siquiera son reconocidos como tales, ya que legalmente son “prestadores de servicios”, lo que los obliga a extensísimas jornadas de trabajo para obtener un ingreso mínimo. Es lo que se ha llamado “uberización del trabajo”, que algunos sectores burgueses quieren aplicar de modo generalizado[11]

Es necesario aclarar que estos ataques no son resultado solo de los gobiernos y los sectores burgueses llamados neoliberales (la derecha burguesa clásica) o la nueva ultraderecha que se autodenomina  “libertaria” (es decir, total “libertad” del capitalismo para superexplotar a los trabajadores sin trabas legales). También atacan muy duro los gobiernos centristas, como el de Macron en Francia, o “nacionales y populares” como el del peronismo en Argentina. Los primeros pretenderían un avance más rápido y global. Los segundos optan por ataques parciales y más graduales por temor a un choque frontal con la clase obrera, como le ocurrió a Macron en Francia con el proyecto de aumento de la edad para jubilarse[12]

Por eso, la reducción de las horas trabajadas con el mismo salario real va totalmente en contra de las necesidades actuales del capitalismo en el mundo y de la política que vienen aplicando empresas y gobiernos.   

En algunos pocos países imperialistas y en algunas pocas empresas, el aumento de la productividad ha sido tan grande que las empresas pueden darse el lujo de otorgar legalmente esa reducción de días trabajados y “quedar en paz” con los trabajadores. Lo más común es una estructura de 4 días x 10 horas (a veces 9) en los que se cubre la producción equivalente a 5 días.[13]

Pero, como vimos, la regla y la necesidad general del capitalismo es la opuesta: aumentar, por distintas vías, la cantidad de horas de trabajo. Por eso, para lograr una reducción de la cantidad de horas diarias y semanales trabajadas, favorable a los trabajadores, será necesario desarrollar durísimas luchas obreras.

Argentina: demagogia electoral

Por eso, la propuesta legislativa del gobierno peronista es pura demagogia electoral, destinada a retener y recuperar votos para su candidato presidencial Sergio Massa (actual ministro de Economía). Muchos trabajadores tuvieron expectativas en este gobierno y ahora están decepcionados y con mucha bronca con un gobierno que los defraudó y cuya política burguesa deja como saldo para la clase obrera un gran deterioro de su salario y de su nivel de vida.

Es prácticamente imposible que el Parlamento argentino apruebe esta propuesta pero, además, los empresarios ya han dicho claramente que están en contra y que, incluso si se aprueba, no van a implementarla.

Una encuesta, realizada por una consultora especializada, entre CEOs y responsables de Recursos Humanos de varias empresas mostró que “un 62% dice que es posible implementar la reducción de la jornada laboral, sólo un 7% tiene pensado hacerlo”[14]. Luego agregaron que para “llevarla a cabo” habría que “reducir los salarios”. Otros exponentes empresariales reiteraron esta exigencia (reducir los salarios para reducir legalmente las horas de trabajo) y agregaron que, por el contrario, los trabajadores tienen que trabajar más.

Julio Cordero, representante de la UIA (Unión Industrial Argentina) expuso ante la Comisión de Legislación Laboral de la Cámara de Diputados su rechazo a “reducir la jornada sin ningún tipo de reducción salarial”[15]. En su favor, utilizó un insólito argumento: la obligación de trabajar es un “mandato religioso” desde que “el hombre fue expulsado del paraíso” (sic).

Sin entrar en temas bíblicos, Alfredo Cornejo, jefe del interbloque parlamentario de la coalición burguesa opositora Juntos por el Cambio (derecha clásica), declaró: “Los argentinos hoy necesitan trabajar más […] Con un sueldo no alcanza”[16]. Hay que reconocer que sus ideas burguesas son claras.

Más allá del tema de la reducción de la jornada, la necesidad más urgente para los trabajadores argentinos es luchar por un inmediato aumento salarial que logre un salario mínimo igual al costo de una canasta familiar y que sea actualizado mensualmente por la inflación, como propone el PSTU en ese país[17]. Un reclamo que los diferentes sectores de la burocracia sindical han dejado completamente de lado y que es claro que ni el gobierno peronista ni las empresas van a otorgar “por las buenas”.

La huelga de la UAW

La huelga de los trabajadores de las automotrices estadounidenses nos presenta un panorama muy diferente. Es una lucha de un sector de la clase obrera encabezada por una nueva dirección sindical que hace pocos meses desplazó a la vieja burocracia.

Expresa las aspiraciones y la disposición a la lucha de la base de ese sindicato. Por eso, su programa de reivindicaciones es mucho más completo[18]. Piden la reducción de la semana laboral de 40 a 32 horas, manteniendo el salario de 40 horas y un aumento salarial previo. Al mismo tiempo, exigen la vuelta del COLA (sigla en inglés de un sistema de ajuste salarial por costo de la vida, perdido hace años).

Otra reivindicación es la eliminación del sistema de “doble contrato” por el que los trabajadores contratados desde 2007 no tienen determinados beneficios. Ese sistema fue aplicado por primera vez en la GM, cuando el ex presidente Barack Obama “salvó” a la empresa de su quiebra y financió su “reestructuración”. Luego se extendió al conjunto del sector y también a muchas otras empresas industriales.

Por un lado, los salarios de los nuevos trabajadores son menores. Al mismo tiempo, no acceden a los beneficios de la “pensión de prestación definida y la asistencia sanitaria a los jubilados”. El nuevo presidente de la UAW, Shawn Fain, ha dicho en sus discursos que las empresas “pueden permitirse fácilmente conceder a los trabajadores del sector del automóvil estas demandas y otras más”.

¿Un punto de inflexión?

No es el objetivo de este artículo analizar la táctica de huelga utilizada por la dirección de la UAW. El artículo de los camaradas de la LIT-CI en EE.UU. nos informa que la base tiene mucho ánimo de lucha y disposición a extender y endurecer la huelga.

Para nosotros, no se trata de un hecho aislado. En 2021, se produjo una ola de huelgas en EE.UU. (parcial pero importante) que comenzaba a extenderse a los trabajadores industriales (que, por varias décadas, habían estado ausentes de la escena), de carácter muy combativo y, muchas veces, impuesta a las burocracias sindicales.

En ese marco, un artículo publicado en esta página planteó algunas hipótesis[19]. Una de ellas fue que la clase obrera industrial estadounidense podía estar iniciando un período de ascenso en sus luchas luego de décadas de bronca acumulada, sufriendo ataques a sus salarios y a sus condiciones laborales. Una bronca que se profundizó luego de comprobar que, terminada la pandemia (cuyo impacto sufrió con mucha dureza y en la que fue utilizada como “carne de cañón barata” por las empresas), no habría ninguna compensación por ese sacrificio.

En ese marco, la bronca comenzaba a explotar y expresarse en luchas. Tal como dijo en ese momento un mecánico de la fábrica Kellogs: “Los trabajadores están hartos y están preparados para luchar por cambios”. Todo indicaba que se estaba frente a un punto de inflexión en el estado de ánimo de la clase obrera estadounidense y su disposición a la lucha.

Que ese cambio y la actitud frenadora de la burocracia sindical abrían “la posibilidad del surgimiento de una camada de activistas y líderes antiburocráticos” y, en ese proceso, “la posibilidad de impulsar una corriente democrática y combativa en el sindicalismo estadounidense y trabajar una propuesta en este sentido”. Lo sucedido en la UAW indica que esa hipótesis se confirmó en la realidad.      

En ese artículo, recordábamos las grandes luchas que los trabajadores estadounidenses dieron en la década de 1930 frente a las durísimas consecuencias de la Depresión iniciada en 1929. Cómo en esas luchas había surgido una generación de activistas y dirigentes combativos, que en 1935 rompió con la tradicional y burocrática AFL (sigla en inglés de la Federación Americana del Trabajo) y formó el CIO (sigla en inglés del Congreso de Organizaciones Industriales).

No sabemos si Shawn Fein y la nueva dirección de la UAW van a avanzar en ese camino. Es interesante el hecho de que, en un video sobre la huelga, Shawn Fein reivindica como “las raíces” de la nueva dirección las huelgas de la década de 1930 y sus métodos[20].

Además de la cuestión de los sindicatos y centrales sindicales, creemos que esta situación de la clase obrera estadounidense también pone a la orden del día la necesidad de la construcción de una organización política propia de los trabajadores, por fuera del partido demócrata, al que tradicionalmente adhieren las direcciones sindicales. Shawn Fein está muy ligado a Bernie Sanders, la figura del ala izquierda de este partido de la burguesía imperialista y, en muchas ocasiones, aparece junto a él[21].

La propuesta del Programa de Transición

La referencia a las luchas de la década de 1930 y la formación de la CIO es muy importante para los trotskistas. Trotsky se asiló en México a inicios de 1937 y, hasta su asesinato en agosto de 1940, siguió muy de cerca este proceso y ayudó a James Cannon y la dirección del SWP a orientarse y construirse en él[22]. Esta experiencia le sería de gran utilidad a Trotsky para la redacción final de varias partes del Programa de Transición que, en setiembre de 1938, sería aprobado como el documento fundamental de fundación de la IV Internacional.

Uno de sus capítulos responde directamente a temas que hemos abordado en este artículo, como el desempleo, la jornada de trabajo y el deterioro del salario por la inflación. En él se analiza que, entre las muchas reivindicaciones parciales que surgen de las circunstancias concretas, hay“dos calamidades económicas fundamentales: la desocupación y la carestía de la vida, que exigen consignas y métodos generales de lucha”. La respuesta a estas calamidades es la lucha por la escala móvil de los salarios y la escala móvil de las horas trabajo.

Lo primero significa que, a partir de un salario con un mínimo estrictamente asegurado para cubrir las necesidades de consumo básicas, Los contratos colectivos de trabajo deben asegurar el aumento automático de los salarios correlativamente con la elevación del precio de los artículos de consumo”. Lo segundo, que “el trabajo existente es repartido entre todas las manos obreras existentes y es así como se determina la duración de la semana de trabajo”. Al mismo tiempo, Trotsky señalaba que esta reivindicación unía a los trabajadores empleados con los desocupados.

Para Trotsky, como vimos, no se trataba de una lucha parcial. No solo reivindicaba “el derecho al trabajo y una existencia digna para todos” sino que consideraba que lo que estaba en juego era la lucha para impedir que el capitalismo condenase a la clase obrera a una existencia cada vez más dura e inhumana. Una realidad similar a la que hoy estamos viviendo. Por eso, es muy interesante ver que las reivindicaciones de la huelga de la UAW avanzan en esa dirección, de “modo natural”, diríamos, al expresar los intereses y necesidades de un sector de trabajadores.

Trotsky alertaba que “Los propietarios y sus abogados (políticos burgueses, periodistas a sueldo, burócratas sindicales) demostrarán ‘la imposibilidad de realizar’ estas reivindicaciones”. Ante ello, respondía que “la ‘posibilidad’ o la‘imposibilidad’ de realizar las reivindicaciones es una cuestión de relación de fuerzas que sólo puede ser resuelta por la lucha”. Seguramente, recordaba la lucha que, a inicios del siglo XX, había obtenido la jornada de 8 horas, reclamo al que los empresarios también respondían que era “imposible”.

Una jornada de 8 horas que, como vimos, ha sido eliminada en los hechos por el capitalismo (al igual que muchas otras conquistas logradas en el pasado). Mientras subsista el capitalismo, toda conquista parcial será transitoria y, cada vez más, será atacada.

Por eso, al mismo tiempo que impulsaba la lucha por esas reivindicaciones, comprendía que era en esas luchas que podía avanzar la conciencia de los trabajadores: “Sobre la base de esta lucha, cualesquiera que sean los éxitos prácticos inmediatos, los obreros comprenderán, en la mejor forma, la necesidad de liquidar la esclavitud capitalista”.

Es decir, avanzar hacia la toma del poder y la liquidación de capitalismo para poder tener trabajo para todos, jornadas de trabajo humanas, y un salario digno.


[1] EEUU | Solidaridad con los huelguistas de la UAW – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[2] Impulsan reducción de jornada laboral en Argenticna (ecleconomista.com.mx)

[3] Sobre este tema, recomendamos leer: ChatGPT, valor y conocimiento – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org) y

Consideraciones sobre la Inteligencia Artificial – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org) 

[4] https://chequeado.com/el-explicador/la-desocupacion-fue-del-62-en-el-segundo-trimestre-de-2023-aunque-el-empleo-se-mantiene-y-cayo-el-numero-de-personas-que-buscan-trabajo/

[5] https://www.perfil.com/noticias/economia/pobreza-en-argentina-el-indec-difundira-el-dato-a-un-mes-de-las-elecciones.phtml

[6] La gente de Estados Unidos pierde poder adquisitivo: 10.9% entre las presidencias de Trump y Biden · Factchequeado.com

[7] https://www.vozdeamerica.com/a/eeuu-mercado-laboral-sigue-ajustado-desempleo-minimos-50-anos/7211646.html#:~:text=Pese%20a%20la%20moderaci%C3%B3n%20en,hace%20m%C3%A1s%20de%2050%20a%C3%B1os.

[8] https://exame.com/mundo/pobreza-piora-nos-eua-e-atinge-124-da-populacao/

[9] TSMC: «O aceptan largos turnos o no deberían entrar a trabajar aquí» (elchapuzasinformatico.com)

[10] https://ilostat.ilo.org/es/why-would-labour-productivity-surge-during-a-pandemic/

[11] El trabajador uberizado | El nuevo modelo laboral que impone el neoliberalismo | Página|12 (pagina12.com.ar)

[12] Macron no logra contener el estallido social – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[13] https://es.euronews.com/next/2023/03/02/semana-laboral-de-cuatro-dias-que-paises-la-han-adoptado

[14] Seis de cada diez empresas reconocen que podrían reducir la jornada laboral: qué pasaría con los salarios – Infobae

[15] https://www.minutouno.com/politica/uia/desde-la-contra-la-reduccion-la-jornada-laboral-trabajar-menos-que-n5831187

[16] https://www.cronista.com/economia-politica/la-campora-impulsa-una-reforma-laboral-para-reducir-la-jornada-los-detalles-del-proyecto-y-sus-chances/

[17] https://pstu.com.ar/es-posible-superar-la-inflacion/?fbclid=IwAR0zKa6tS63FR-RnWKIL8DUcX4aaP0pLWXQ7ccfHq1a8P5NfT70VtfZK0J4

[18] Ver artículo de la referencia 1

[19] Gran oleada de huelgas en Estados Unidos – Liga Internacional de los Trabajadores (litci.org)

[20] STAND UP. #StandUpUAW | Instagram

[21] https://www.youtube.com/watch?v=b9YyHCbPNkA

[22] Sobre este punto, recomendamos leer “Discusiones con León Trotsky sobre el Programa de Transición Cómo luchar por un Partido Obrero en los Estados Unidos” (abril de 1938) incluida como anexo en varias ediciones. Ver, por ejemplo: https://desarmandolacultura.files.wordpress.com/2018/04/programa-de-transicion-de-lec3b3n-trotski.pdf

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