Dom May 19, 2024
19 mayo, 2024

Para tener educación, salarios dignos y empleos decentes para los trabajadores, debemos enfrentar a los multimillonarios capitalistas

Por: Redacción PSTU Brasil

Este año, miles de estudiantes de escuelas públicas que llegaron a su primer día de clases se depararon con un caos total. Asignaturas sin profesores, profesores sin aulas y otros que tienen que desdopblarse para dar cuenta de varios grupos. En el país, la mayoría de los docentes de las escuelas públicas ya están contratados de manera precaria, sin derechos ni garantía de empleo, y, este año, ni siquiera han podido tomar horas.

En la prensa, sin embargo, leemos noticias sobre cómo “la educación avanzó en el primer año del gobierno Lula” . La diferencia entre lo que la clase trabajadora y la mayoría de la población vive a diario y lo que aparece en el Jornal Nacional, sin embargo, no termina ahí. A principios de marzo, el gobierno celebró lo que habría sido un enorme crecimiento económico en 2023.

¿Usted sintió que sus condiciones de vida tuvieron un gran cambio? Bueno, algunos pocos ciertamente sí: el grupo del agronegocio experimentó un crecimiento de 15% a principios de 2023, impulsado por la soja. ¿Y por qué dicen que la economía ha mejorado? El agro, principalmente, impulsó el Producto Interno Bruto (PIB), la cuenta cuyo resultado se refiere a todo lo que se produce en el país durante un año.

¿Crecimiento económico para quién? “El pibão de Lula”

Según las cifras divulgadas por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el país habría crecido 2,9%, lo que, para el gobierno, es una demostración de que estamos en el camino correcto. Pero este crecimiento se restringe a algunas áreas, como el agro y su producción de soja, que se destina a la exportación o se convierte en alimento para ganado.

Pero eso es bueno, ¿no? No. El campo no es como la telenovela “Renascer”. Son grandes monocultivos, cuya propiedad está en manos de grandes bancos y fondos financieros y cuya producción sirve a un puñado de oligopolios. Emplean a cada vez menos y se vuelven cada vez más ricos. Promueven la destrucción del medio ambiente y el genocidio indígena y quilombola, a menudo con la ayuda de la policía, como en Bahía.

Para que el proyecto del gobierno tenga éxito, el pueblo tiene que perder

Sin mencionar que este “crecimiento” es pequeño, incluso para los estándares capitalistas, y que la tasa de inversión, una especie de brújula para la dinámica de la economía en el futuro, ha retrocedido.

Pero sin mencionar, sobre todo, que los ingresos del trabajador medio permanecen estancados desde hace al menos 10 años. Y que, en 2024, 50 millones de brasileños ni siquiera tendrán saneamiento básico. Que las facturas de la luz sigan aumentando, y aumentarán aún más este año, haciendo que el pueblo pague las ganancias de las empresas que se llenan los bolsillos con la privatización de este servicio esencial.

¿Significa esto que el gobierno, la prensa y los institutos de investigación mienten? No necesariamente. La cuestión es que, en el proyecto capitalista que el gobierno de Lula se propone seguir, crecimiento significa más acumulación, más desigualdad y más dependencia del país.

No importan los niños sin clases, lo que importa son las ganancias de los grandes grupos privados que dominan la Educación. Los ingresos y los salarios no importan, pero el agronegocio está en auge. Para que el proyecto del gobierno tenga éxito, el pueblo tiene que perder.

Una expresión de esto es la regulación de los trabajadores de aplicaciones, una trampa que sienta un precedente para la precarización generalizada. O el Marco Fiscal, que llevará miles de millones de los servicios públicos para los banqueros, aun este año.

Los actos convocados por el PT no enfrentan a la ultraderecha

El gobierno, el PT y los sectores de la izquierda que forman parte del gobierno convocan a manifestaciones que, en principio, serían por la detención de Bolsonaro, pero que se convirtieron en actos “por la democracia”. Son actos que, en realidad, no enfrentarán a la ultraderecha, sino que defenderán esta democracia de los ricos en la que vivimos, que promueve el genocidio indígena, las masacres policiales, como en São Paulo, Río de janeiro y Bahía. Actos que, la verdad sea dicha, son para defender el gobierno y su proyecto.

Si realmente hubiese querido enfrentar el golpe, el gobierno de Lula no tendría a José Múcio al frente del Ministerio de Defensa y ya habría limpiado el alto comando de las Fuerzas Armadas. Lula no estaría diciendo, ahora, que nos olvidemos de los tiempos de la dictadura militar; sino, por el contrario, defendería el castigo a los torturadores, la apertura de archivos y la reparación a las víctimas. Y ninguna amnistía para los golpistas.

Además, si quisiera enfrentarse verdaderamente a la ultraderecha, el gobierno Lula no estaría imponiendo una política económica neoliberal, incluso en conjunto con gobiernos de extrema derecha, como el de Tarcísio de Freitas (Republicanos-SP), financiando la privatización de los servicios públicos e implementando un régimen de austeridad fiscal al servicio de los banqueros.

Políticas que, al final, empeorarán la vida de la gente y servirán de fermento para el crecimiento de esa extrema derecha. La única manera de derrotar a la extrema derecha es enfrentarse a multimillonarios y capitalistas.

Los trabajadores necesitan una alternativa independiente del gobierno y la burguesía

El gobierno y la izquierda que apoya el gobierno quieren poner a la clase en un dilema: o se defiende nuestro gobierno y su proyecto capitalista de privatización, austeridad, asociaciones público-privadas (PPP), rebajas a los empleados públicos, o la ultraderecha y los golpistas volverán. Es un falso dilema, porque uno retroalimenta el otro. Y mientras tanto, la vida de la clase trabajadora sigue como está: precarizada, endeudada, con sus hijos sin profesores y sin perspectivas de mejora.

Para cambiar esto realmente, es necesario convencer a la clase trabajadora de que ella tiene el poder, con sus propias fuerzas, luchar por derechos, contra este proyecto capitalista que nos está llevando a la barbarie, y enterrar a la ultraderecha de una vez por todas. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es un momento especial para que avancemos en este sentido. También debemos luchar contra el genocidio palestino, que mató a más de 30.000 personas, la mayoría mujeres y niños, exigiendo que el gobierno de Lula rompa inmediatamente con el Estado de Israel.

Para luchar por las demandas de los trabajadores y las trabajadoras, enfrentar a los capitalistas y derrotar a la ultraderecha, necesitamos una alternativa de los propios trabajadores, con independencia de clase. En otras palabras, no quedarnos a remolque de la burguesía.

Es necesario construir una oposición de izquierda y socialista al gobierno, verdaderamente antisistema, que ofrezca una verdadera alternativa de vida a la clase y al pueblo pobre, a las mujeres, a los hombres y mujeres negros, a las personas LGBTI+. Una alternativa que de verdad represente un cambio en esta vida infernal a la que nos relega el capitalismo.

Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 6/3/2024.-

Traducción: Natalia Estrada.

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