Jue May 16, 2024
16 mayo, 2024

Debate sobre Ucrania con el “Buró Político de la IV Internacional” y Gilbert Achcar

El derecho de la resistencia ucraniana de exigir armamento a todos los gobiernos 

Recientemente, el “Buró Político de la IV Internacional” (nombre actual de la corriente conocida como SU-Secretariado Unificado) ha publicado una declaración sobre la guerra en Ucrania. En ella definen la invasión del ejército ruso ordenada por el régimen de Vladimir Putin como una “agresión” y apoyan la resistencia ucraniana en su lucha por la autodeterminación y la independencia del país y que el “mejor escenario posible” sería “La derrota del invasor ruso a manos del pueblo ucraniano”. [1]

 Alejandro Iturbe

Incluso, algunas figuras públicas de ese espacio político realizaron un viaje de solidaridad a Ucrania (entre ellos, el ex candidato presidencial del NPA francés, Olivier Besancenot), como parte de la Red Europea de Solidaridad con Ucrania y contra la guerra[2], pocos días después de la realización del Convoy de Apoyo a la Resistencia Ucraniana del que participaron sindicalistas y activistas de varios países: Brasil, Francia, Italia, Polonia, Lituania y Austria (entre ellos, militantes de la LIT-CI), así como de la resistencia en Ucrania[3].

Saludamos la posición de esta organización internacional ya que nos ubica en el mismo campo ante esta guerra (el de la resistencia del pueblo ucraniano), diferenciándonos de aquellas organizaciones de izquierda que apoyan la agresión de Putin o de aquellas que “no tienen lado” en este conflicto[4].

 En el marco de esta coincidencia central, queremos desarrollar fraternalmente, por un lado, un debate sobre la caracterización del contexto internacional en que se produce esta guerra y, por el otro, sobre las contradicciones, ambigüedades y omisiones que presenta la declaración cuando debe plantear la cuestión del armamento para la resistencia, un tema central en una guerra.

 ¿Qué es hoy la Rusia de Putin?

 La declaración define que el contexto de la guerra es la disputa entre dos polos imperialistas (la OTAN y Rusia) que si bien hasta ahora “han evitado cualquier confrontación directa que pudiera derivar en una guerra inter-imperialista”, tal guerra “podría ser el resultado de una espiral incontrolada”. Más adelante retomaremos la cuestión de esta hipotética guerra. En este tema, queremos partir del debate sobre qué ubicación tiene actualmente Rusia en la “jerarquía de naciones” de la que hablaba Lenin en su libro El imperialismo, fase superior del capitalismo y del papel del régimen de Putin en ese contexto.

 Durante la Segunda Posguerra, la ex URSS llegó a ser la segunda potencia económica mundial, con una gran base industrial. Luego de la restauración del capitalismo y la disolución de la URSS, gran parte de la base industrial rusa fue desmantelada (solo permaneció intacto el “complejo industrial-militar”). Rusia se transformó en un gran exportador de gas y petróleo y, en menor medida, de cereales y minerales. Por eso, el New York Times definía este país como “una gran gasolinera”[5]. El núcleo de oligarcas burgueses que expresa el régimen de Putin es el gran beneficiario nacional de este modelo de acumulación capitalista.

Un modelo que tiene una completa dependencia financiera del imperialismo europeo (en especial de Alemania). Sin el flujo de fondos desde la UE, la economía rusa se pararía. Por ejemplo, la principal empresa del país, la estatal exportadora de gas Gazprom está endeudada por encima de su valor de capital (al igual que otras empresas de gran importancia)[6]. Es decir, Rusia no es un Estado imperialista sino un país capitalista muy dependiente del imperialismo. No es casual que las sanciones económicas aplicadas por la invasión, sin ir realmente a fondo, están golpeando duramente la economía rusa.

Al mismo tiempo, el régimen dictatorial de Putin tiene una autonomía política relativa y, fundamentalmente, autonomía militar. Por eso, siendo un agente de la dependencia financiera de Rusia con el imperialismo y parte del campo contrarrevolucionario junto con este, el régimen de Putin y los sectores burgueses que expresa aspiran a mantener un “área propia de influencia” en las repúblicas de la ex Unión Soviética y en algunas del ex Bloque del Este, como Serbia, en las que quiere ser el intermediario del proceso de profundización del dominio imperialista.

Sin embargo, la Rusia actual no tiene la potencia económica necesaria para hacerlo “por las buenas”. Por eso, de modo creciente, Putin debe apelar a la represión de los regímenes aliados y a las acciones militares. Por ejemplo, debió intervenir para salvar los regímenes de Belarus y Kazajistán de los procesos revolucionarios que los enfrentaban.

La invasión a Ucrania (un Estado en disputa) se encuadra en la misma necesidad. En un sentido, continúa la respuesta que tuvo luego que la revolución democrática de Maidán (2013/2014) derribase el régimen aliado de Víktor Yanukovich e instalase un régimen democrático burgués. Es decir, la anexión de Crimea y la creación de las artificiales “repúblicas” de Lugansk y Donetsk.

Reiteramos que consideramos que Rusia no es un país imperialista y no vemos que Putin cuestione su papel en la división mundial del trabajo sino que lo que hace es defender su espacio propio como intermediario del dominio imperialista. Pero lo que fue tolerado y aceptado por los imperialismos estadounidense y europeos en el caso de Belarus y Kazajistán ya no lo es en el caso de Ucrania, y puede resultarle suicida.

¿Y si la OTAN ataca a Rusia?

Como vimos, esta diferencia sobre la caracterización de Rusia no nos impide tener una posición común sobre la actual guerra (apoyo a la resistencia ucraniana), porque ambas organizaciones tenemos la caracterización de que hay un país opresor/agresor (Rusia) y un país oprimido/agredido (Ucrania). Sin embargo, tomaría una importancia central si la guerra cambiase su carácter y se transformase en un enfrentamiento directo entre la OTAN y Rusia y, en ese contexto, esa alianza militar atacase a este país.

Para nosotros, en esta situación, habría que defender a Rusia, porque significaría la agresión de la OTAN imperialista contra un país más débil y dependiente (Rusia). Es decir, estaríamos por la derrota de la OTAN. Por el contrario, como la caracterización de la declaración del “Buró Político de la IV Internacional” es que esta sería “una guerra inter-imperialista”, la posición debería ser el “derrotismo revolucionario” en ambos lados, impulsado por Lenin frente a la Primera Guerra Mundial. Es decir, “la derrota del propio imperialismo es el mal menor” y orientaba al partido bolchevique ruso a “transformar la guerra interimperialista en guerra revolucionaria de clases”[7].

La declaración se opone “a cualquier escalada que pueda transformar esta guerra en un enfrentamiento inter-imperialista directo”. Esta posición es correcta, en el marco de la caracterización que maneja y en el momento actual de la guerra de Ucrania. Sin embargo, omite fijar una posición revolucionaria clara si esa hipotética guerra se produjese.

Un tema clave: el armamento

En todo caso, esto es algo que solo tendría importancia en un futuro. Por eso, creemos que mucho más importante es otra ausencia en la declaración: la falta de respuesta a cómo debe obtener armas la resistencia ucraniana, un tema clave en una guerra en la que queremos que triunfe.

Por un lado, la declaración plantea correctamente:“Apoyamos su derecho a resistir, incluso militarmente, y nos solidarizamos con su decisión de hacerlo. Defendemos su derecho a armarse y, por tanto, a recibir las armas necesarias para resistir contra un ejército mucho más poderoso”.

La pregunta que surge de inmediato es de quiénes la resistencia ucraniana tiene “el derecho de recibir armas” o, lo que es lo mismo, a quiénes tiene derecho a exigirle que se las entreguen. Íntimamente ligado a este tema, ¿cuál debe ser la política de las organizaciones revolucionarias frente a los gobiernos que pueden suministrar esas armas?

En este punto, el “Buró Político de la IV Internacional” entra en una profunda contradicción. Por un lado, señala que la resistencia ucraniana “ha recibido envíos de armas, ayuda humanitaria e inteligencia de países de la UE y la OTAN”, que esa ayuda ha contribuido a “Los primeros éxitos de esta resistencia” y ha aumentado “las esperanzas ucranianas de derrotar al agresor ruso”. Por el otro, al mismo tiempo, denuncia“el objetivo evidente de los dirigentes de Estados Unidos y de la UE de transformar la guerra en función de sus propios intereses […] Pretenden utilizar el campo de batalla de Ucrania para la realización de sus objetivos geopolíticos”.

Esta forma de enfocar el tema del armamento acaba poniendo a esta organización en un callejón sin salida: ¿cómo apoyar el derecho de la resistencia ucraniana a armarse si al mismo tiempo, los gobiernos de los países que pueden suministrarle esas armas (integrantes de la OTAN) pretenden utilizar esa resistencia para sus “objetivos geopolíticos” imperialistas?

La repuesta de la declaración es guardar silencio. Por eso, en la parte en que propone las tareas para los trabajadores y las masas de los otros países por fuera de Ucrania y Rusia (en especial aquellos pertenecientes a la UE y a la OTAN, donde el “Buró Político de la IV Internacional” tiene sus mayores fuerzas) no dice una palabra sobre la cuestión del armamento para la resistencia ucraniana. Expresa el “apoyo a la resistencia armada” y a todas“las iniciativas que contribuyan a reforzarla” pero, insistimos, ni una palabra sobre cómo obtener el armamento necesario para ello.    

Si en la declaración predomina el silencio sobre este tema clave, Gilbert Achcar (uno de los referentes de esta organización en temas de política internacional) expresa con mucha mayor claridad la posición subyacente detrás de esta ausencia. En un artículo de reciente publicación, él expresa:El pueblo ucraniano libra una guerra justa contra una invasión imperialista y por tanto merece nuestro apoyo”. Sin embargo, a continuación agrega que ese pueblo “No tiene derecho a implicar directamente a otros países en su defensa nacional: no tiene derecho a exigir a la OTAN… que le envíe armas y equipos susceptibles de ampliar el alcance de la guerra. Merece nuestro apoyo, pero esta no es más que una obligación moral”.[8] (Destacado nuestro)

De esta forma, Achcar elimina la contradicción que analizamos antes: la resistencia ucraniana es justa pero no tiene el derecho de exigir armas a los gobiernos de otros países para equilibrar la gran desigualdad militar que tiene frente al ejército ruso. Por eso, el apoyo que brinda Achcar es solo “moral”. Es decir, apenas de palabra o limitado a manifestaciones en los otros países o al envío de delegaciones solidarias. Con respecto al tema clave del armamento, el mensaje es que lo central ya no es el triunfo de la resistencia ucraniana sino que ha pasado a ser evitar que se “amplíe el alcance de la guerra”.

¿Cuál debe ser una posición revolucionaria frente al tema del armamento?

Nuestro razonamiento político y sus conclusiones son muy diferentes. Partimos de la consideración de que se trata de una guerra en la cual apoyamos si dudar uno de los lados: la resistencia de un pueblo que combate a su enemigo en gran desigualdad de condiciones. Entonces, a fuerza de ser reiterativos, la cuestión del armamento y de los suministros militares pasa a ser una cuestión central para concretar ese apoyo.

Por eso, tal como expresan diversas declaraciones de la LIT-CI, apoyamos activamente los esfuerzos de los ucranianos para obtener armas y suministros para defenderse. En ese marco, creemos que es totalmente correcto movilizarse para exigir a todos los gobiernos (incluidos los de los países integrantes de la OTAN) que entreguen a la resistencia ucraniana las armas y todos los materiales necesarios (municiones, alimentación, medicamentos), de modo directo y sin ninguna condición.

Queremos evitar falsas polémicas; estamos totalmente en contra de la entrada de la OTAN en el conflicto, exigimos su disolución y denunciamos la “carrera armamentista” que están desarrollando varios de sus Estados miembros, como Alemania. Lo que decimos es que hay que exigirles a esos gobiernos que, en lugar de fortalecer crecientemente esa herramienta militar imperialista, entreguen las armas a la resistencia ucraniana directa e incondicionalmente.

En las actuales condiciones, opinamos que esta es una tarea clave para plantear en el resto del mundo y, especialmente, en los países imperialistas miembros de la UE y de la OTAN. Es la forma concreta no solo de apoyar a la resistencia ucraniana en su lucha contra la invasión rusa, sino también de combatir profundamente a la OTAN. Por el contrario, la posición del “Buró Político de la IV Internacional” y de Gilbert Achcar, por un lado acaba favoreciendo la superioridad militar rusa y, por el otro, coloca el combate contra la OTAN en un plano totalmente abstracto (“moral”, diría Achcar).

La tradición del trotskismo

Al adoptar esta posición del derecho de la resistencia ucraniana de exigir armas a gobiernos de otros países, por un lado, y la obligación de los revolucionarios de esos países de apoyar esa exigencia, por el otro, no hacemos más que seguir una tradición del trotskismo, una vez que hemos definido que se libra una “guerra justa”.

Durante la Guerra Civil Española, es muy conocido el hecho de que Trotsky elogió la decisión del gobierno mexicano de Lázaro Cárdenas de enviar armas para el gobierno republicano que luchaba contra las fuerzas de Francisco Franco (fue el único país del mundo, por fuera de la URSS, en hacerlo)[9]. En esos mismos años, en un debate contra una corriente del Partido Socialista de EE.UU., que se negaba a apoyar la lucha del campo republicano contra Franco, Trotsky utilizaba el ejemplo de dos hipotéticos barcos que saliesen, desde EE.UU. o desde Francia, con armas para España: uno de ellos destinado al gobierno republicano y el otro a las fuerzas franquistas. “¿Cuál debería ser la actitud de los trabajadores [de esos países imperialistas]?”, se preguntaba. Su respuesta es muy clara: boicotear el destinado a Franco y dejar pasar el destinado al gobierno republicano[10].

Siguiendo con la Guerra Civil Española, Trotsky elogia “un excelente artículo” de uno de sus secretarios, Rudolf Klement, «Principios y tácticas en la guerra» (que ayudó a editar en su versión final). En este artículo se expresa: «En los países imperialistas, que están aliados con los países que están librando guerras progresivas y revolucionarias, todo se reduce a esto: que el proletariado luche con medios revolucionarios por un apoyo militar directo, efectivo, controlado por este, hacia la causa progresiva (‘¡Aviones para España!’ gritaban los obreros franceses). En todo caso, este debe promover y controlar un apoyo militar directo realmente garantizado (el envío de armas, municiones, alimentos, especialistas, etc.), incluso al costo de una “excepción” de la lucha de clases directa»[11].

La cuestión queda muy clara: en “guerras progresivas” es válido que los trabajadores de los países imperialistas exijan “apoyo militar directo y efectivo… hacia la causa progresiva…”. En ese marco, se trata de luchar “con medios revolucionarios” para que el proletariado pueda controlar el proceso. La política que nos proponen el “Buró Político de la IV Internacional” y Gilbert Achcar no tiene nada que ver con la que formulan Klement-Trotsky.

Sobre la “ampliación del alcance de la guerra”

En los hechos, ellos han cambiado el eje de su política desde un verdadero apoyo a la resistencia ucraniana al de evitar que se “amplíe el alcance de la guerra”. ¿Qué significa este concepto? Imaginamos que esto no significa que estén en contra de que la resistencia ucraniana realice ataques fuera de su territorio sobre bases de suministro y apoyo del ejército invasor, ubicadas en territorio ruso, o que ataque el sistema de misiles apuntando a Ucrania que Putin instaló en Bielorrusia[12].

Interpretamos que se refiere a un cambio del carácter de la guerra en el propio territorio ucraniano. Es decir, que deje de ser una guerra justa de liberación, para transformarse en un episodio de una guerra interimperialista entre la OTAN y Rusia. La idea subyacente en el texto de Achcar es que, con el envío de armas a la resistencia ucraniana por parte de los gobiernos de los países integrantes de la OTAN, este cambio ya se estaría produciendo y, por eso, hay que oponerse a ello (o, como mínimo, no apoyarlo).

Ya hemos visto cuál era el criterio de Klement-Trotsky sobre este tema del armamento. Pero hay un debate muy similar a este en el que la IV Internacional (ya muerto Trotsky) fijó una posición: la guerra chino-japonesa. Este conflicto bélico comenzó antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1937, cuando el ejército japonés había invadido y ocupado varios territorios chinos. La invasión comenzó a enfrentar la resistencia nacional china expresada en dos vertientes diferentes: la del ejército del gobierno republicano burgués encabezado por el general Chiang Kai-shek y la del ejército comunista de campesinos, liderado por Mao Zedong.  La superioridad del armamento japonés era muy grande. En esos momentos, Trotsky escribió: “Si existe en el mundo una guerra justa, esa es la guerra del pueblo chino contra sus opresores”[13]. 

En 1939, se inició la Segunda Guerra Mundial. Luego del ataque a la base estadounidense de Pearl Harbor, en Hawái (7 de diciembre de 1941), Estados Unidos y Gran Bretaña le declararon la guerra al imperio japonés y el gobierno chino se incorporó a los Aliados. La realidad combinó la guerra de liberación de los territorios chinos con la guerra interimperialista del Pacífico oriental[14]. Estados Unidos comenzó a mandar armamento y suministros, y a entrenar oficiales del ejército de Chiang Kai-shek, lo que mejoró su capacidad militar y le permitió comenzar a lanzar algunas ofensivas. Además, tropas chinas participaron de la recuperación de Birmania junto a las fuerzas británicas y estadounidenses.

En ese marco, en EE.UU., se desarrolló un debate entre el SWP (Socialist Workers Party, sección de la IV Internacional) y algunos dirigentes que habían roto con el partido unos años atrás. Estos sostenían que, desde que el gobierno burgués de Chiang se había integrado a los Aliados y estos lo apoyaban militarmente, ya no se trataba de una guerra justa de liberación sino de un frente más de la guerra interimperialista y, por lo tanto, en China, había que proponer el “derrotismo revolucionario”.

Un extenso artículo de John G. Wright (miembro del Comité Nacional del SWP), publicado en la revista Fourth International (en abril de 1942) responde a esta posición. Luego de analizar por qué, sobre la base de las posiciones de Lenin, Trotsky y los trotskistas habían apoyados a China, Wright aborda los criterios para considerar si la guerra había cambiado su carácter con el apoyo de EE.UU a China:

“Cualquiera que se oponga al apoyo de la guerra de China contra Japón primero debe demostrar que el elemento nacionalista en la guerra de China contra Japón no tiene un significado serio en comparación con la intervención directa de los ‘Aliados’ imperialistas de China. […] Sin embargo, para plantear la cuestión de un cambio en el carácter de la guerra de China, en primer lugar es necesario demostrar que la relación de fuerzas se ha inclinado incuestionablemente a favor de los imperialistas. Este es el quid de todo el asunto”[15].

Frente a estos criterios, la posición de Wright, el SWP y la IV Internacional es muy clara: el hecho de que un gobierno imperialista envíe armas y suministros (incluso instructores y apoyo logístico) a las fuerzas chinas no cambiaba el carácter de guerra justa de resistencia nacional. Ni siquiera lo cambiaba el que esa guerra se diese de modo combinado con la guerra interimperialista del Pacífico oriental. El “Buró Político” puede utilizar el nombre de IV Internacional y reivindicarse como su continuidad, pero lo cierto es que, desde hace muchos años, abandonó sus bases teóricas, políticas y programáticas.

La verdadera política de los países de la OTAN y sus contradicciones

En realidad, el “Buró Político” y Achcar ni siquiera caracterizan correctamente la política de EE.UU. y los países imperialistas de Europa en esta guerra y, en ese marco, sus contradicciones (entre EE.UU-Gran Bretaña, por un lado, y Alemania-Francia, por el otro).

Después de la restauración del capitalismo en Europa del Este, el imperialismo estadounidense aceptó que las potencias europeas (comandadas por Alemania y Francia) fueran las principales beneficiarias de su semicolonización y que tuvieran una “coexistencia pacífica” con Putin, que las proveía de parte importante del gas y el petróleo que necesitaban.

Joe Biden cambia profundamente esta política: en su discurso de asunción, ubicó el enfrentamiento con el régimen de Putin como su segundo objetivo internacional, luego de China. Tras la invasión a Ucrania, declaró que el presidente ruso “no podía seguir en el poder”[16]. Esta es una respuesta al hecho de que Putin pateó el tablero de la coexistencia pacífica. Pero creemos que también expresa una cuestión mucho más profunda: un sector de la burguesía imperialista estadounidense quiere entrar directamente en la semicolonización de Ucrania y también de Rusia, sin la mediación de Alemania y la UE y, menos aún, de Putin.

Esto generó importantes contradicciones con los imperialismos europeos, que la guerra en Ucrania mostró con mayor claridad. Si bien hubo pleno acuerdo en la no intervención directa de la OTAN surgieron diferencias tanto en el tema de las sanciones económicas como en el suministro de armas a la resistencia, especialmente con Alemania[17]. Reflejaban tanto el disgusto con la política de Biden de entrar directamente en la semicolonización de Europa del Este como la dependencia de la UE del suministro de gas ruso.

En ese marco, la acción de Putin obligó a Alemania a acercarse cada vez más a la posición de Biden-Boris Johnson. Pero la política del sector más duro de las potencias imperialistas no es “ampliar el alcance de la guerra”, sino, por un lado suministrar armas a la resistencia ucraniana, de modo limitado, para extenderla duración de la guerra y, por el otro, aplicar sanciones económicas más duras, que desgasten a Putin.

Ellos no quieren un triunfo categórico de la resistencia ucraniana, que provocaría una crisis agudísima en el régimen de Putin y su posible caída. Se abriría el riesgo de procesos revolucionarios no solo en Ucrania sino también en Rusia sin que el imperialismo tenga tiempo de un recambio controlado. Estos procesos impactarían sobre toda Europa del Este y también en el Occidente del continente.

Esa es la perspectiva por la que luchamos desde la LIT-CI y en la que enmarcamos nuestra política. Por eso, siguiendo los criterios de Klement-Trotsky, en EE.UU y en los países imperialistas de Europa, decimos “más y mejores armas para la resistencia ucraniana”. Por el contrario, el “Buró Político de la IV Internacional”, aunque afirma que el “mejor escenario posible” seríala derrota del invasor ruso a manos del pueblo ucraniano”, nos propone una política que conspira contra esta posibilidad.

El pueblo ucraniano lucha heroicamente contra la invasión ordenada por el régimen de Putin y las atrocidades que está llevando a cabo. Ya le ha infligido derrotas significativas. Ha demostrado que la máquina de guerra rusa puede ser derrotada y, con ello, derrotar a un importante colaborador de la contrarrevolución en el mundo. Por eso, la lucha del pueblo ucraniano no es solo por su país: una derrota del régimen de Putin en esta invasión daría un gran impulso a la lucha de los trabajadores y las masas en la región y en todo el mundo. Esta es hoy la lucha de todos los trabajadores del mundo.

[1] https://fourth.international/es/566/europa/447

[2] https://vientosur.info/olivier-besancenot-sobre-la-guerra-en-ucrania-en-la-izquierda-opera-una-especie-de-paralisis-politica/

[3] https://litci.org/es/csp-conlutas-va-a-ucrania-con-convoy-obrero-internacional-y-entrega-donaciones/

[4] https://litci.org/es/sobre-la-consigna-no-a-la-guerra-en-ucrania/

[5] https://www.nytimes.com/es/2022/02/23/espanol/rusia-ucrania-economia.html

[6] Sobre este tema, recomendamos leer El endeudamiento externo de Rusia: dinámica, estructura y riesgos en las condiciones de las sanciones económicas de los países de occidente, de Tatiana Sidorenko en: https://www.redalyc.org/journal/599/59947016001/

[7] Ver LENIN, V.I., El socialismo y la guerra (1915) en https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/1915sogu.htm

[8] ACHCAR, Gilbert, “La diferencia entre ayudar a Ucrania a defenderse y practicar una política belicista”. Tomado de la versión en español publicada por Viento Sur en https://vientosur.info/ (16/05/2022).

[9] Sobre este hecho, ver https://elpais.com/diario/2005/05/29/domingo/1117338759_850215.html

[10] Sobre este ejemplo ver el artículo “Contra el ‘derrotismo’ en España” del 14/9/1937 en https://ceip.org.ar/Contra-el-derrotismo-en-Espana

[11] Rudolf Klement (1937): Principios y tácticas en la guerra (marxists.org)

[12] https://www.dw.com/es/ucrania-rusia-emplaza-sistema-de-misiles-en-bielorrusia/a-61324471

[13] Ouevres, 14, 30/07/1937, p. 216.

[14] Sobre este tema, recomendamos leer https://litci.org/es/la-naturaleza-de-la-segunda-guerra-mundial-iii/

[15] WRIGHT, John G., “Why we defend China?”, en: https://www.marxists.org/history/etol/writers/wright/1942/04/china.htm (original en inglés, traducción nuestra)

[16] El Kremlin responde: Quien gobierne Rusia no es decisión de Biden | Video | CNN

[17] https://noticias-do-brasil.com/internacional/2022/04/25/alemanha-promete-decisao-rapida-sobre-envio-de-armas-pesadas-para-a-ucrania.html

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