Dom Jun 02, 2024
2 junio, 2024

Violencia machista y femicidios estallan, mientras Lula recorta fondos para el combate a la violencia contra las mujeres

Por: Érika Andreassy

El mismo 11 de noviembre, mientras el empresario Alexandre Correia atacaba violentamente a su esposa y madre de su hijo, la modelo y presentadora Ana Hickman, en su casa, en Itu (SP), no lejos de allí, en Taboão da Serra, otro hombre, Ezequiel Ferreira Mendes, confesaba el femicidio de su exnovia, María Stela Vega Rodrigues.

En otro rincón del país, el cuerpo de Patrícia Almeida da Silva, desaparecida nueve días antes, fue encontrado en una finca, en la zona rural de Imperatriz (MA), con un tiro en la cabeza. El sospechoso de femicidio, Daniel da Costa, exmarido de Patrícia y contra quien ella tenía una medida de protección por amenazas y agresiones, sigue prófugo.

Aún el día 11, en Serra (ES), la travesti Bruna (23) también fue encontrada muerta, frente a un quiosco en la playa de Castelândia, con 3 disparos (uno en la nuca, uno en el pie y otro en la barriga). No hay pistas sobre el asesino.

Explosión de violencia, femicidios y transfobia

Ellas no son una excepción. Brasil es testigo de una explosión de violencia machista y femicidios. En el primer semestre de 2023 se registraron 722 femicidios, 2,6% más que en el mismo período del año pasado. Una estadística que crece ininterrumpidamente desde la aprobación de la Ley de Femicidio en 2015. 61% de las víctimas son mujeres negras.

Este aumento corre paralelo al crecimiento de los casos de agresión y otros tipos de violencia contra las mujeres. En 2022, hubo más de 18 millones de registros de violencia machista, más de 50 mil por día, equivalente a la capacidad del Estadio Beira Rio, en Porto Alegre. Más de un tercio de las mujeres brasileñas mayores de 16 años relatan haber sufrido violencia física y/o sexual, cometidas por sus parejas o ex parejas.

El país también sigue liderando el ranking de transfemicidio (131 casos en 2022). Solo Brasil acumula 37,5% de todos los casos catalogados en el mundo. México ocupa el segundo lugar, con 14%, seguido de Estados Unidos, con 8%.

El Gobierno recorta fondos para el combate a la violencia contra las mujeres

Si depende de la buena voluntad de Lula/Haddad para invertir en el combate a la violencia contra las mujeres, la tendencia es a empeorar. La propuesta de presupuesto del Ministerio de las Mujeres para 2024 (89,5 millones de reales) es inferior en 30,5 millones de reales a la de 2023.

Incluso considerando los 45 millones de reales del Ministerio de Justicia, para la implementación de políticas de combate a la violencia de género, el total previsto representa poco más de la mitad del presupuesto ejecutado hace 10 años, en 2014, que fue de 232,4 millones de reales.

Si dividimos los R$ 112,8 millones previstos sólo para las acciones de enfrentamiento a la violencia (R$ 67,8 millones del Ministerio de las Mujeres más R$ 45 millones del Ministerio de Justicia) entre la población femenina del país (104.548.325, según el censo del IBGE) , lo que el gobierno pretende gastar en acciones de este tipo en 2024, representa un mísero real por mujer.

El proyecto del Plan Plurianual 2024-2027, cuyas cinco agendas transversales deben orientar la definición de políticas públicas en el país, incluye, entre ellas, la propuesta de reducir la tasa de femicidios en 16% y la diferencia salarial entre hombres y mujeres en 10% para 2027.

Para ello, se reservaron R$ 306,4 millones para acciones exclusivas. Con este monto, sin embargo, sería posible destinar apenas R$ 10 por año a cada mujer en situación en el país. ¿Alguien cree que esto es suficiente?

Un programa de clase para acabar con la violencia y los femicidios

La cuestión de los femicidios debe ser enfrentada por el conjunto de la clase trabajadora y sus organizaciones, ya que somos nosotras, las mujeres trabajadoras y los pobres, quienes estamos siendo asesinadas por el machismo.

Necesitamos organizar, desde ya, una campaña nacional de emergencia contra la violencia a las mujeres y por el derecho a la autodefensa, desde el lugar de trabajo, de estudio y de vivienda, los sindicatos y asociaciones, y a través de los medios de comunicación y las redes sociales, y esto debe ser parte de la agenda de los sindicatos y movimientos sociales.

Debemos exigir que los planes de estudios escolares incorporen el combate a la discriminación y la violencia de género y reivindicar la ampliación de los servicios de prevención y protección a las mujeres víctimas (Comisarías de la Mujer 24 horas, centros de referencia, albergues, juzgados especializados, entre otros), además a un castigo ejemplar a los agresores.

El combate contra el machismo es una tarea de la clase trabajadora

No podemos esperar que los gobernantes inviertan en el enfrentamiento a la violencia, ya que todos ellos (ya sean de derecha o “progresistas”) gobiernan para la burguesía, que necesita reproducir la opresión y el machismo para seguir dividiendo a la clase y sobreexplotando a las mujeres trabajadoras.

Esto no significa renunciar a seguir exigiendo de estos gobiernos medidas para combatir la violencia y denunciar su ineficiencia para resolver este problema, pero es necesario, junto con ello, demostrar a las mujeres trabajadoras que sólo por medio de una organización independiente y de la combinación de las luchas contra la explotación y la opresión podemos, efectivamente, poner fin a la violencia machista y liberar a las mujeres trabajadoras.

Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 22/11/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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