Sáb May 11, 2024
11 mayo, 2024

Una perspectiva socialista y revolucionaria para la lucha contra la violencia hacia las mujeres.

El pasado 7 de agosto, la Ley Maria da Penha cumplió 15 años. Desafortunadamente, no tenemos mucho que celebrar. La fecha está marcada por el aumento de la violencia contra la mujer, especialmente en el contexto de la pandemia. En los últimos 12 meses, una de cada cuatro mujeres ha sufrido algún tipo de violencia, ocho mujeres fueron agredidas por minutos, lo que en números más absolutos significa 17 millones de mujeres y con un rango de edad y raza. Las mujeres jóvenes, entre 16 y 24 años, representaron el 35,2% de las denuncias y el 52,9% de las víctimas fueron mujeres negras. Además de que 32,8% de las mujeres por diversas razones no formalizaron denuncia, aumentando la no notificación.

Por Firminia Rodrigues, de la Secretaría Nacional Mujeres

Hubo un aumento de los casos de violencia dentro del hogar, en comparación con los que ocurrieron en la calle, así como las situaciones de violencia que involucran a novios, maridos y ex parejas. Solo en el primer semestre de 2021, se emitieron aproximadamente 200.000 medidas de protección de emergencia en Brasil, es decir, una medida cada dos minutos. Las mujeres lesbianas y trans también experimentan un aumento de la violencia en la pandemia, ya sea por muerte con ostentosas crueldades trans, o las violaciones correctivas. Violencia incluso aún menos denunciada, en las denuncias y en notificaciones.

En Minas Gerais, las cifras de violencia contra las mujeres también son estremecedoras. En Belo Horizonte, la violencia doméstica aumentó en un 7% entre 2018 y 2020. En enero de 2020 fueron registrados 1659 casos de violencia doméstica, en enero de 2021 este número fue de 2491. En los últimos 15 años hubo 1.142,478 casos procesados de la Ley María de Penha en el Estado, según el Sistema de Información Estratégica del Poder Judicial de Minas Gerais (SIJUD). Siendo la violencia doméstica el delito que más creció en el estado en el 2021. Para tener una idea, los casos iniciados por las Patrullas de Prevención de la Violencia Doméstica (PPVD) saltaron de 4.736 casos entre enero y mayo de 2020 a 6.307 en el mismo período de 2021. Los feminicidios ya consumado crecieron en un 11%. Además, en el primer semestre de este año se dictaron 17.548 medidas de protección, un aumento del 13,9% con respecto al año pasado, sin mencionar las múltiples medidas de protección que fueron solicitadas y denegadas por los jueces y juezas.

Todos los días vemos en las noticias intentos o feminicidios consumados, casos de violación, violencia de todo tipo, publicaciones en sitios web, televisión y redes sociales. Son cada vez más comunes casos como el de Lorenza de Pinho, que cobró repercusión en la prensa debido a que su esposo, el fiscal André Luis García Pinho, fue el principal sospechoso de su muerte o, más recientemente, la de la periodista Lyvia Prais, quien acusó su expareja Miguel Ângelo Andrade, presidente de PT Contagem, de violación, violencia doméstica y violencia psicológica. No obstante, es lamentable, que dirigentes de un partido que se reivindica de la clase trabajadora esté involucrado en denuncias de violencia contra las mujeres. Nos solidarizamos con las víctimas y que se realicen las investigaciones necesarias para que se responsabilicen los agresores, aunque sean militantes o funcionarios de la justicia, no se debe tolerar ninguna actitud de violencia contra las mujeres.

Falta de inversión en el combate de la violencia contra las mujeres

Hay varias posibilidades para que el Estado apoye a las mujeres víctimas de violencia: defensorías de las mujeres, solicitudes de denuncias, Casa da Mulher Brasileira, casa de albergues, sin embargo, no hay una inversión real en la lucha contra la violencia de las mujeres. El Ministerio de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos no utiliza su presupuesto, que ya es muy por debajo de las necesidades, mientras avanza el discurso de odio, machista, racista y LGBT-fóbico del gobierno de Bolsonaro, las acciones para evitar la muerte de millares de mujeres, negros / as y LGBTI en este país simplemente tampoco existen.

En estados y municipios, la situación es similar. En Minas Gerais, a pesar de que el gobierno de Zema se jacta de iniciativas como la APP Mulher, el número de comisarías de mujeres, especialmente las que abren las 24 horas, es ridículo. También faltan casas de abrigos o alberge, tribunales especializados y otros equipos para atender a las víctimas. En Belo Horizonte, el alcalde Alexandre Kalil tuvo el coraje de destruir una maternidad pública, prácticamente lista, con la justificación de construir un amplio dispositivo para las mujeres, pero que en la práctica solo destruyó la Maternidad Leonina Leonor y no concluyó nada en relación a dicho proyecto. Además, hay un plan para construir una Casa de Mujeres Brasileñas en Belo Horizonte, que desde 2015, no sale del papel.

La falta de voluntad política por parte de los gobiernos de turno no es casualidad. Ocurre que los capitalistas burgueses y sus gobiernos no les interesa combatir el machismo y todas sus expresiones, incluida la violencia, ya que, para este sistema, el mantener a las mujeres, negros, inmigrantes y otros sectores de la clase trabajadora en condiciones inferiores, es funcional para el mantenimiento del sistema. La sobreexplotación de las mujeres trabajadoras, por ejemplo, mediante el pago de salarios más bajos, la responsabilidad del trabajo doméstico no remunerado y el mantenimiento de un ejército especial de reserva, que retira e introduce a la mujer en el mercado laboral cuando la necesita; ayuda a incrementar las ganancias de los capitalistas y ahorrar gastos sociales. Es cierto que la opresión también afecta a las mujeres burguesas, pero para las trabajadoras, doblemente oprimidas y explotadas, la situación es mucho peor.

Los límites de la legislación en el enfrentamiento de la violencia contra las mujeres

En el mes de julio se aprobó la Ley 14.881 / 2021, que incluyó en el Código Penal la violencia psicológica como crimen contra la mujer. Este tipo de violencia muchas veces es difícil de identificar y, cuando se denuncia, generalmente no es tratada como una forma de violencia brutal contra las víctimas. Por lo tanto, es un logro para las mujeres tener una legislación garantizada al respecto, pero el tema de la violencia es mucho más complejo y requiere mucho más que leyes.

Para afrontar este problema de forma consecuente, es necesario un conjunto de acciones que envuelvan, además de las leyes y equipos para la aplicación de la legislación (comisarías y tribunales  especializados, casa abrigo, profesionales capacitados para atender a las víctimas, etc.), también otras medidas, como las campañas educativas en los medios de comunicación, escuelas y lugares de trabajo contra la violencia machista  y por la igualdad de la mujer muy diferente a lo que hace la ministra Damares Alves, defensora de los estereotipos de género que refuerzan el papel tradicional de la mujer como madre y sumisa al marido-; se necesitan empleo e ingresos para que las mujeres no dependan económicamente de sus agresores; se necesita garantizar guarderías y escuelas a tiempo completo, para que las madres trabajadoras tengan un lugar donde dejar a sus hijos de manera segura para que puedan trabajar; vivienda y garantía de todos los derechos para mantener una vida digna. Cualquier medida contra la violencia que no aborde estos aspectos será limitada.

Lamentablemente, lo único que hemos visto es la aprobación de leyes que no salen del papel por falta de inversión y ataques cada vez mayores a nuestros derechos sociales y laborales. Junto a esto, el fortalecimiento de la ideología machista que justifica la opresión de la mujer. En otras palabras, todo lo contrario de lo que en realidad tendría que ser aplicado si se quisiera realmente acabar con la violencia de género.

La importancia de las denuncias

El proceso de denuncia de las mujeres víctimas de violencia no siempre es rápido y fácil, principalmente porque muchas ellas, no se ven así misma violentadas y en otras ocasiones se necesita mucho tiempo para tener el coraje de denunciar. La vergüenza, la dependencia, el miedo son factores que pueden estar relacionados con un retroceso de las mujeres a la hora de denunciar tanto públicamente como ante la justicia. Por ello, es fundamental garantizar equipos que permitan que las denuncias formales sean realizadas, como comisarías especializadas, casas abrigos para mujeres víctimas de violencia y apoyo legal con base en la Ley Maria da Penha.

Con respecto a las comisarías especializadas en delitos contra las mujeres, los datos en Brasil muestran que existen en apenas un 7% de los municipios. De los 5.500 municipios brasileños, 427 cuentan con estas comisarías especializadas. En el 90,3% de los municipios brasileños no existe ningún tipo de servicio especializado para atender las víctimas de delitos sexuales. Minas Gerais cuenta con 71 comisarías especializadas en atención a la mujer, cuatro en Belo Horizonte y sesenta y siete en el interior, un número muy pequeño en relación a los 823 municipios que conforman el estado.

Para combatir la violencia es necesario derrumbar el capitalismo

La violencia contra las mujeres es consecuencia de la ideología machista, que es reproducida por el sistema porque ayuda a su mantenimiento. Es cierto que afecta a todas las mujeres, pero de forma desigual. Las mujeres burguesas, a pesar de la dependencia emocional y psicológica que viven, que no negamos; no tienen que someterse a relaciones abusivas por no tener trabajo, ganar poco, no tener dónde dejar a sus hijos para trabajar. Tenemos una cuestión práctica del capitalismo, que, para mantener sus ganancias, no le importa mantener un sector de su propia clase, las mujeres burguesas, sometidas a vivir con violencia.

Otro aspecto es que las opresiones mantienen a la clase dividida, y por eso la lucha contra el machismo debe ser acogida por toda la clase obrera y sus organizaciones: sindicatos, movimientos sociales, organizaciones vecinales, etc. Si es cierto que todas las mujeres están oprimidas, también es verdad que son las trabajadoras y las pobres las que más sufren la falta de protección del Estado y la falta de efectividad de la ley Maria da Penha porque carece de financiamiento. Si la clase obrera, en su conjunto, no toma la bandera de la lucha contra el machismo y la violencia; si sus organizaciones no están a la vanguardia en la defensa de las mujeres y en la educación de la clase y de los hombres trabajadores para que estos odien la opresión, estarán actuando para mantener la clase dividida y fortalecer el sistema que nos oprime y explota.

Las mujeres han luchado y luchan todos los días por mejorar sus condiciones de vida y la organización de las mujeres trabajadoras para el combate de la violencia, la opresión y la explotación es extremadamente necesaria. Pero esta no es una tarea solo de las mujeres, sino del conjunto de la clase trabajadora.  La lucha contra la opresión, el machismo y la violencia debe ser parte de las demandas y del programa de la clase trabajadora en la lucha contra el capitalismo. Por otro lado, además de exigir demandas inmediatas, las mujeres trabajadoras deben luchar para derrotar al capitalismo, que de hecho es la base material de toda opresión en este sistema.

De lo contrario, no estaremos siendo consecuente en la lucha contra la violencia de género. Todo  programa y organización que no combine la lucha contra la opresión a la lucha contra la derrota del sistema capitalista; que defienda que la lucha es de género y no de clase como hacen las feministas radicales, burguesas y reformistas; o que predique que la lucha es de clases pero defiende organizarse junto a las mujeres burguesas en movimientos policlasistas; o que limite las luchas de las mujeres a estrategias electorales o de representación; les estará mintiendo a las mujeres  trabajadoras de que es posible acabar con el machismo dentro del capitalismo, cuando en verdad no lo es, ya que el machismo es funcional al propio sistema y la burguesía.

La lucha contra el machismo y la violencia solo puede ser victoriosa si fuese combinada con la lucha para acabar con el sistema que es la fuente de toda desigualdad, opresión y explotación de las mujeres trabajadoras. Junto al conjunto de los trabajadores, nuestra tarea es derrumbar este sistema capitalista y construir el socialismo, donde podamos ser verdaderamente libres. La lucha contra la opresión y el machismo se inserta en este contexto, pues es fundamental para unir a la clase tener una perspectiva socialista y revolucionaria.

 

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