Por: Joana Salay
¿Es posible tener un programa revolucionario sin una postura consecuente sobre las opresiones?
El 15 de febrero, el parlamento griego votó a favor de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción para padres del mismo sexo, lo que convirtió a Grecia en el país número 37 del mundo, el 17 de la Unión Europea y el primer país cristiano ortodoxo en hacerlo.
A pesar de la fuerte oposición de la Iglesia Ortodoxa, la ley fue aprobada con 176 votos a favor, 76 en contra y 2 abstenciones. Nueva Democracia (ND), el partido de derecha que gobierna Grecia, quedó dividido en la votación. Una parte de los 158 diputados de ND votaron en contra, se abstuvieron o abandonaron la Cámara. Junto con los diputados de la derecha conservadora y de tres partidos de extrema derecha, los diputados del KKE, el Partido Comunista Griego, votaron en contra del proyecto. Este posicionamiento del KKE no es nuevo y, desde hace algún tiempo, se posiciona en contra de los derechos LGBTI, utilizando un argumento que puede confundirse con el discurso de los partidos de extrema derecha.
El KKE es identificado por la dirección del PCB-RR, en la propuesta de tesis presentada para su congreso extraordinario, como parte del sector revolucionario en el campo del llamado “Movimiento Comunista Internacional (MCI)” con el que deben emprender acciones y diálogos. Sin embargo, la posición del KKE sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo sacó a la luz las antiguas posiciones homofóbicas del partido y abrió una polémica en las tribunas de debate del PCB-RR sobre el carácter de este partido y qué postura adoptar frente a él.
En el texto “¿Qué MCI queremos?” el autor hace la siguiente pregunta:
Cabe analizar que la división en EIPCO (Encuentro Internacional de Partidos Comunistas y Obreros) se produce en dos bloques, un bloque de izquierda liderado por el KKE y un bloque de derecha liderado por el PCFR y hay, en general, consenso de que estamos en el bloque de izquierda. No obstante, con una declaración homofóbica y reaccionaria más del KKE en relación con la lucha LGBT, surge una pregunta central: ¿cuáles son las contradicciones dentro del bloque? ¿Y si son contradicciones antagónicas?
En el sentido del cuestionamiento planteado, en este artículo queremos debatir con nuestros camaradas el contenido y el origen de las posiciones del KKE y señalar sus contradicciones antagónicas con el programa revolucionario.
Después de todo, ¿qué llevó al KKE a votar en contra el casamiento homoafectivo?
La justificación presentada por el KKE en el texto del título “La posición del KKE sobre el matrimonio civil de parejas del mismo sexo y sus efectos en los derechos de los niños” es:
La primera razón principal por la que el KKE se niega a extender el matrimonio civil a parejas del mismo sexo, que consagra el cuidado parental conjunto, es la comercialización de la procreación y de la adopción. Una segunda razón, igualmente básica e interrelacionada, es que, en la práctica, los artículos del proyecto de ley ignoran el derecho social del niño a la relación madre-paternidad, como una relación biosocial en evolución. (…) La base de la posición del KKE son los derechos del niño, es decir, su necesidad social de tener lazos con su madre y su padre. Esta necesidad tiene una base objetiva: la relación bilateral maternidad-paternidad, resultante del papel complementario del hombre-mujer en el proceso de procreación. Las leyes promulgadas deben apoyar este derecho y no subvertirlo.
Así, partiendo de la premisa de que la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo afecta los derechos de los niños (!) afirman que: el KKE está en contra del matrimonio civil para parejas del mismo sexo, porque garantiza la paternidad a personas del mismo sexo y conduce a la exclusión de la maternidad o de la paternidad. Establece la doble maternidad parental o la doble paternidad parental, respectivamente. El concepto de doble parentalidad entre personas del mismo sexo separa esencialmente el concepto de responsabilidad parental de su base social y biológica objetiva. Por eso, en 2015 el KKE criticó, se opuso y votó en contra del acuerdo de cohabitación para parejas del mismo sexo, previendo que sería un preludio al matrimonio civil y a la procreación. En el caso de la procreación por una única persona –mujer u hombre y no pareja– la sustitución de la madre biológica o del padre biológico se produce ciertamente de forma unilateral y, por lo tanto, incompleta. Pero no conduce a la doble maternidad, a la doble paternidad o incluso a una paternidad triple o incluso múltiple: progenitor 1, progenitor 2, progenitor 3, etc. – lo que ya ocurre en algunos Estados.
Como afirma el propio KKE, en 2015 estaban en contra de la ley que autorizaba las uniones civiles entre personas del mismo sexo, articulada por Syriza en su primer año de gobierno. En este momento, el KKE publicó el artículo “Sobre el acuerdo de cohabitación” en el que busca argumentar su posición opuesta y donde está la base del argumento del texto de 2024. Cabe agregar que, en 2017, el KKE votó en contra de la ley transgénero junto con los grupos conservadores de Nueva Democracia, União de Centro y la organización fascista Aurora Dourada.
No es fácil acompañar el razonamiento de la argumentación del KKE, pero toda justificación gira en torno a la idea de que el casamiento en el capitalismo es para la reproducción, que sólo puede ocurrir entre un hombre y una mujer, y que la educación de los hijos debe hacerse por una pareja heterosexual, sumado a absurdos aún más homofóbicos que se asemejan al discurso de la derecha más reaccionaria.
Afirman que el origen biológico de la humanidad es el resultado de una relación sexual hombre-mujer que, como tal, interesa y es regulada por la sociedad. Objetivamente, un niño criado por una pareja del mismo sexo, desde los primeros años determinantes de su vida, adquiere una percepción distorsionada de la relación biológica entre los sexos. La correcta percepción de esta relación es ingrediente esencial para su buen desarrollo psicosomático y social.
Y a esto añaden: Esta conclusión no es perjudicada por el hecho de que en el matrimonio heterosexual puedan existir elementos reaccionarios, tales como la violencia doméstica y otros productos de la sociedad explotadora que pueden generar condiciones negativas para la crianza de los hijos. Sobre esta base, en cualquier caso, se produjeron relaciones desiguales de género, junto con comportamientos opresivos de los hombres hacia las mujeres, entre muchas otras cosas. Es un dato adquirido que los problemas sociales crónicos y los tipos de comportamiento tienen su raíz en la división de clases de la sociedad (y todo lo que esto implica en términos de relaciones y percepciones sociales). Este peligro no se evita incluso en el caso de padres del mismo sexo. Por el contrario, en este caso estos riesgos se ven reforzados por la percepción distorsionada de la relación biológica.
El KKE también defiende que la lucha contra las opresiones dividen a la clase trabajadora y que para algunos sectores oprimidos los logros económicos son suficientes: El KKE lucha por una serie de derechos sociales para la clase trabajadora y el pueblo (derechos laborales, seguridad social, pensiones, atención médica) sin sembrar divisiones según género, orientación sexual, raza, religión. Creemos que las demandas del movimiento obrero y popular cubren algunos de los problemas que enfrentan las parejas del mismo sexo, por ejemplo, cuestiones fiscales y beneficios sociales para los hijos independientemente del estado civil, pensiones para todos los mayores de 60 años.
La conclusión sería que, para la pareja LGBTI, además de negársele el derecho a tener hijos, tampoco hace ninguna diferencia tener los derechos que salvaguardan a las diferentes partes involucradas en un matrimonio, solo necesitan luchar por sus derechos laborales. La lucha histórica por los derechos civiles sería una demanda posmoderna que divide a la clase trabajadora.
Una concepción resultante de la degeneración de la burocracia soviética
Para intentar dar un contorno marxista revolucionario a sus posiciones, el KKE apela al legado de la URSS. Sin embargo, sus posiciones no son en absoluto coherentes con las medidas tomadas en Rusia después de que los bolcheviques tomaran el poder y de la formación del Estado obrero.
Citamos aquí algunos ejemplos destacados por la Secretaría Nacional LGBTI del PSTU en el artículo “A contramano del marxismo revolucionario, el estalinismo siempre ha tratado a las personas LGBTI como ‘enfermas’”, donde podemos ver cómo, poco después de la revolución de octubre de 1917, los bolcheviques derribaron todas las leyes prejuiciosas, fundamentalistas y opresivas del sistema zarista.
En su libro “Sexualidad y socialismo: historia, política y liberación LGBT” (2009), Sherry Wolf describe el impacto de la revolución en relación con la homosexualidad y la transexualidad.
En 1917, el nuevo gobierno revolucionario derogó todas las leyes contra la homosexualidad, junto con el resto del código criminal zarista. El sexo consensual fue declarado un asunto privado y no sólo los homosexuales eran libres de vivir como quisieran sin intervención del Estado, sino que las cortes soviéticas también aprobaron el casamiento entre homosexuales y, de forma extraordinaria, incluso se informaron operaciones para cambiar el sexo en los años 1920.
Con la degeneración burocrática, fruto del aislamiento de la URSS, la política contrarrevolucionaria de Stalin, negando la tradición leninista, se hizo sentir en todos los ámbitos de las conquistas de la revolución de 1917. Los derechos de los sectores oprimidos, incluida la población LGBTI, no quedaron inmunes. A partir de 1934, el Código Penal de la URSS pasó a criminalizar las relaciones sexuales consensuales entre hombres adultos y a considerar las prácticas no heterocisgéneras como signos de decadencia burguesa y perversión fascista. Esta visión represiva derivó en la persecución criminal de personas LGBTI, con alrededor de 60.000 condenas entre 1934 y 1980 sólo en la URSS.
El retroceso también estuvo en la imposición del retorno al hogar para las mujeres, la represión a las nacionalidades oprimidas y el abandono de la lucha antirracista. Por eso, afirmamos que el estalinismo representó una ruptura con los ideales de Marx, Engels y Lenin y exportó la contrarrevolución al conjunto de los PC.
En Italia, el PCI de mediados de los años ’40 formaba parte de un proyecto de defensa de la familia como fundamento de la nueva república, empeñado en evitar “cuestiones morales divisorias”, se oponía a la legalización del divorcio, afirmando que el país no tener madurez para “legislaciones tan avanzadas”.
En Francia, el PCF, que en los años 1920 fue parte importante de la lucha por el aborto a partir de los años 1930, comenzó a defender una política opuesta. En el artículo de L`Humanitté de 1935 titulado “Ayudar a la familia”, el PCF, tras afirmar que la decadencia capitalista y el imperialismo destruyen la familia, defiende que los comunistas quieren luchar para defender la familia francesa, el ideal de esterilidad es pequeñoburgués, anarquista e individualista. Ellos (los comunistas) quieren heredar un país fuerte y una raza numerosa.
En Portugal, la concepción estalinista llevó al extremo de que el PCP no defendiera a uno de sus principales dirigentes, Júlio Fogaça, detenido por la dictadura de Salazar en 1960 cuando se encontraba con su compañero. La detención de Fogaça se produjo en condiciones muy cuestionables por el hecho de que el partido sabía dónde se encontraba y por no haber registros del delator. A Fogaça le aumentaron la pena por el “crimen” de ser homosexual. No sólo a causa de la dictadura se agravó su condena, Fogaça además fue dejado atrás en la fuga llevada a cabo por el PCP en la prisión de Caxias y expulsado del partido por poner en riesgo la seguridad de la organización, una pena muy superior a la de otros casos similares. Su expulsión fue instrumental para la derrota definitiva de la llamada “desviación de derecha” en una de las diversas purgas encabezadas por Álvaro Cunhal, utilizando la homofobia y la represión de la dictadura de Salazar para consolidar su victoria. Así, no es casualidad que Cunhal se refiriera a la homosexualidad como “una cosa triste en la sociedad, incluso muy triste”.
Como podemos ver, las posiciones reaccionarias respecto de la familia y de las personas LGBTI no son exclusivas del KKE, sino una tradición de varios partidos comunistas, introducida en el movimiento comunista por la degeneración estalinista. Esta política reaccionaria, lejos de combatir el identitarismo, el policlasismo y el posmodernismo, acabó alentándolos. Carla Lonzi, una feminista radical italiana, dijo: Escribí “Sputiamo su Hegel” porque estaba muy preocupada al ver que casi todas las feministas italianas daban más crédito a la lucha de clases que a su opresión (…) Las propias mujeres aceptan ser consideradas ‘segundas’ si quien los convenció parecía merecer la estima del género humano: Marx, Lenin, Freud y todos los otros.
A partir de una concepción falsa, introducida por el estalinismo en el movimiento obrero y ampliamente aplicada por los PC en todo el mundo, que deturpaba la tradición marxista en el terreno de las opresiones, crecieron ideologías opuestas al marxismo, que hoy son también un problema para la lucha consecuente contra las opresiones. Como se afirma en las Tesis sobre las opresiones de la LIT-CI, la deturpación del marxismo por el estalinismo es responsable por el desarrollo de muchas teorías reformistas que nacieron criticando una supuesta incapacidad del ‘marxismo’ para responder a la cuestión de las opresiones.
Un programa sólo puede ser revolucionario si lucha consecuentemente contra las opresiones
El marxismo desnaturalizó las opresiones, mostrando que son construcciones históricas. Bajo el capitalismo, estas opresiones se perpetúan o surgen de las relaciones de producción características de ese sistema. Así, en el contexto capitalista, la opresión tiene sus raíces en las relaciones entre capital y trabajo, esenciales para el mantenimiento del actual sistema de explotación. La solución definitiva a la opresión sólo se logrará con la superación del capitalismo, el fin de la explotación y la instauración del socialismo. Pero esto de ninguna manera significa oponer la lucha democrática a la lucha por el socialismo. Como afirmaba Lenin en 1915:
Es absurdo oponer la revolución socialista y la lucha revolucionaria contra el capitalismo a uno de los problemas de la democracia (…). Debemos combinar la lucha revolucionaria contra el capitalismo con un programa y tácticas revolucionarias para todas las demandas democráticas: república, milicia, elección de funcionarios por el pueblo, igualdad jurídica de las mujeres, derecho de las naciones a la autodeterminación, etc. Mientras exista el capitalismo, todas estas demandas sólo podrán realizarse de manera excepcional, incompleta y distorsionada.
El marxismo revolucionario parte de la comprensión de que el capitalismo es un sistema de opresión y explotación, y que es parte de la tarea de los revolucionarios responder a los problemas de los oprimidos. Como decía Lenin, sobre la emancipación de las mujeres, si no están con nosotros, la contrarrevolución podrá llevarlas contra nosotros. Esta misma lógica debemos aplicarla a todos los sectores oprimidos, debemos estar a la vanguardia en la lucha contra las opresiones y postularnos en estas luchas de manera revolucionaria, combinándolas con la lucha por el socialismo. Sabiendo que la clase trabajadora es dividida por las opresiones, el programa revolucionario abarca la necesidad de “luchar contra las opresiones para unir a la clase en interés de la revolución”.
Por lo tanto, defender que las parejas homosexuales tengan acceso legal a los mismos derechos que las parejas heterosexuales, reconociendo sus derechos civiles, es parte del consecuente programa revolucionario que combina la lucha por los derechos democráticos con la lucha revolucionaria. No hay programa revolucionario sin la lucha consecuente contra las opresiones.
Volvemos entonces a la cuestión inicial de este artículo, las concepciones del KKE sobre la cuestión LGBTI son antagónicas con el programa revolucionario marxista; a diferencia de lo que afirma Ivan Pinheiro, no son meras desviaciones político-ideológicas, y sólo pueden entenderse si analizamos la evolución y la actruación de los PC sobre el tema de las opresiones.
No tenemos ninguna duda de que no existe un movimiento internacional revolucionario que abarque estas concepciones homofóbicas; sería importante que los compañeros del PCB-RR también hiciesen esta reflexión.
Artículo publicado por Opinião Socialista, 3/3/2024.-
Traducción: Natalia Estrada.