Vie Abr 19, 2024
19 abril, 2024

Mientras se mantenga el capitalismo, no habrá liberación de la mujer. Un debate sobre feminismo

En este 8 de marzo, nos volvemos a encontrar con brutales ataques contra las mujeres, no sólo la violencia machista sigue e incluso ha aumentado – en lo que va del año se ha registrado un impresionante aumento de los feminicidios en todo el mundo –, como se mantienen las prácticas discriminatorias a nivel del salario, en los despidos[1], las políticas reaccionarias en relación al aborto en la mayoría de los países, la doble jornada y la sobrecarga doméstica.

Por Alicia Sagra

También en este 8 de marzo, desde Ucrania hasta Perú, desde Palestina hasta Irán, las mujeres trabajadoras, negras, indígenas, pobres, inmigrantes, LGBTI, siguen protagonizando y encabezando importantes combates, mostrando su fuerza y disposición para la lucha.

Esa realidad, plantea a la clase obrera de conjunto, la necesidad de encarar un combate (en unidad de acción con todos los que se dispongan a luchar) en contra del machismo y por la liberación de la mujer.

Para los revolucionarios esa es una cuestión de principios. No sólo porque tiene que ver con la defensa de elementales derechos democráticos de más de la mitad de la población mundial, sino porque el machismo divide a la clase obrera, y la debilita en su lucha contra el capitalismo.

En medio a la participación en esos procesos de lucha, queremos desarrollar un debate sobre estrategia, mostrando, por un lado, la falacia de teorías como la del empoderamiento, que apunta salidas individuales o por dentro del capitalismo para la superación de la opresión, y por otro lado, desenmascarando las corrientes del feminismo burgués y reformista que abogan que la unidad estratégica para la liberación de la mujer es la unidad de todas las mujeres sin distinción de clase.

Primeramente, queremos hacer dos aclaraciones. Primero que cuando hablamos del feminismo no nos estamos refiriendo a las mujeres que se reivindican feministas porque están en contra del machismo y a favor de los derechos de las mujeres, con la cual tenemos no solo acuerdo como somos parte de esa misma lucha. Nos referimos a las organizaciones, que tienen un programa y una propuesta estratégica para la liberación de la mujer, que arranca de una determinada visión de mundo. Segundo, en el campo del feminismo hay muchas organizaciones y vertientes teóricas, que tienen profundas diferencias entre ellas. Hay desde el feminismo radical que incluso se niega a admitir la participación de las mujeres trans en el movimiento; a las que reconocen la existencia de las clases sociales, se reivindican feministas socialistas y se definen contra el capitalismo. Acá nos vamos a referir a los puntos que tienen en común todas ellas, lo que las unifica en cuanto teoría y estrategia feminista.

No solo el machismo divide a la clase obrera.

En las últimas décadas, las mujeres vienen conquistando cada vez más espacios de poder y representación. En varias partes del mundo tenemos mujeres al frente de los gobiernos, incluso en EEUU la vicepresidenta es una mujer no blanca.

Hay mujeres en los ministerios, en los parlamentos, en la justicia, al frente de organismos internacionales del imperialismo… Todo eso, sin duda es un avance y una expresión de la lucha contra el machismo, sin embrago, eso no ha significado de hecho, un cambio cualitativo en la situación de las mujeres trabajadoras, en especial si son inmigrantes, negras, indígenas, LGBTI.

En la lucha por la liberación de la mujer, enfrentamos al machismo. Y en ese enfrentamiento coincidimos con diferentes organizaciones feministas, que juegan un papel progresivo al impulsar esas luchas, muchas de la cuales, incluso están en la dirección de esos procesos, como fue el caso de la lucha por la legalización del aborto en Argentina o las movilizaciones en EE.UU. contra la limitación de ese derecho.

Pero creemos que ese papel progresivo se pierde, en la medida que encaminan esas batallas exclusivamente hacia salidas parlamentarias o las limitan a los marcos del sistema burgués capitalista.  Traicionan el propio movimiento que dicen representar, una vez que, para que la liberación de la mujer sea verdaderamente conquistada, es necesario poner fin a las relaciones de producción que fomentan y reproducen todas las opresiones. En otras palabras, hay que poner fin al sistema capitalista de explotación y opresión, responsable por todas las desigualdades y opresiones.

Peor aún es cuando, en vez de llamar la unidad de la clase contra las opresiones, profundizan la división instalada por el machismo, cuando por ejemplo impiden la participación de los hombres en manifestaciones de mujeres o niegan su apoyo (como ya pasó en Argentina en muchas oportunidades en los “Encuentros de la Mujer” donde los hombres que van apoyar sus compañeras fueron expulsados de las marchas y de los alojamientos y existe una permanente negativa a que las conclusiones de esos Encuentros, que se realizan hace más de 30 años, sean llevadas a los sindicatos para impulsar una lucha del conjunto de los trabajadores por las reivindicaciones de las mujeres); o aun cuando hacen llamados de “huelga de mujeres”, al contrario de llamar a la huelga del conjunto de la clase obrera en apoyo a las mujeres.

Otro ejemplo de ese accionar, que acaba por acentuar la división de clase por el machismo, se dio el 8 de marzo de 2020 en Chile. En medio de la fuerza de la revolución, un Encuentro de Mujeres, realizado días antes del 8 de marzo, cambió su consigna de “Huelga de Mujeres”, por la exigencia a una “Huelga General”. Sin embargo, una vez terminado el Encuentro, la dirección mayoritaria del mismo, formada por organizaciones feministas radicales y/o influenciadas por el feminismo posmoderno, volvieron a propagandizar la “Huelga de Mujeres” y el día de la marcha, que fue multitudinaria, sectores del feminismo radical impusieron la consigna “fuera los pololos[2]”, con casos de enfrentamientos físicos contra jóvenes que participaban de la marcha. Así se perdió la posibilidad, de que esa impresionante marcha realizara una fuerte presión sobre la burocracia sindical con la exigencia de la Huelga General contra el machismo, el gobierno y el régimen, lo que sin duda fortalecería no solo la lucha inmediata de las mujeres contra la violencia y por derechos, como daría un impulso a la revolución y consecuentemente a la lucha estratégica por la liberación de la clase y de la mujer. En todos estos casos, estas organizaciones juegan fundamentalmente, un papel reaccionario.

¿Por qué pasa eso? Tiene que ver con la visión del mundo que tienen esas organizaciones.

¿Cuál es la concepción del mundo de estas organizaciones feministas?

Antes que todo, es importante aclarar que, para el marxismo, la relación entre las clases sociales es la relación que condiciona todas las demás relaciones en el sistema capitalista. O sea mientras el capitalismo exista, la humanidad estará dividida por las clases sociales, dos de las cuales opuestas y antagónicas: la clase de los propietarios capitalistas burgueses explotadores, dueña de los medios de producción y de cambio (las fábricas,  las tierras, los bancos, los grandes comercios, los grandes medios de comunicación) que domina el sistema y oprime a las otras clases, y el proletariado (la clase obrera, los trabajadores, los miserables de las ciudades y el campo), la clase explotada. La única posibilidad de acabar con la opresión y la explotación es acabando con el poder de esa clase explotadora y reemplazar ese poder por el poder de los trabajadores, hasta llegar, a nivel mundial, a una sociedad sin explotadores ni explotados, sin opresores ni oprimidos, a la sociedad comunista, al reino de la libertad del que hablaba Marx. Para eso es necesarios la más ampla unidad de clase, para que, a través de la lucha del conjunto de la clase obrera, (compuesta por mujeres, hombres, negros y no negros, jóvenes, inmigrantes, LGBTIs, etc.), encabezando a sus aliados, puedan destruir el aparato del Estado y construir otro, al servicio de sus propios intereses. Pero, para que esta unidad se concretice es necesario un combate sin treguas contra las opresiones que dividen la clase, antes, durante y después de la revolución. Para que los trabajadores y sus organizaciones tomen las banderas de los oprimidos y sean vanguardia en la lucha contra la opresión, por la igualdad y por los derechos, entendiendo esas luchas como parte de la lucha estratégica por la toma del poder y el socialismo. Por eso, encaramos la lucha contra la opresión, combinándola con propuestas anticapitalistas, como parte de un programa que tiene la estrategia de la revolución socialista.

En contrapartida, ¿cuál es la concepción que comparten las organizaciones feministas?

Que la división central en la sociedad actual, que condiciona todas las demás, nos es la de clase, sino la de género, o sea, que el mundo está divido, centralmente, entre hombres y mujeres, siendo que, las otras opresiones (de clase, raza, etc.) están subordinadas o, en el mejor de los casos, se cruzan con esa opresión central. En este contexto, todos los hombres son los opresores que dominan a la sociedad y todas las mujeres las oprimidas. Hablan de los hombres en general y de las mujeres en general y consecuente con esa visión, para esas organizaciones, el sujeto de cambio, quien liberará a las mujeres, serán las mujeres, sin distinción de clase.

Como dijimos, hay diferencias entre las organizaciones feministas, pero casi todas coinciden con ese aspecto general. Por eso toman el concepto de “sororidad”, es decir de hermandad de las mujeres. Concepto con el cual diferimos totalmente, pues, la “hermandad de las mujeres” solo es posible subordinando los intereses de clases de las mujeres trabajadoras a las mujeres burguesas, lo que en última instancia significa mantener el sistema de dominación y opresión de clases, la cual es necesario destruir para liberar la mujer trabajadora. No puede haber hermandad entre la Merkel y las trabajadoras alemanas. No puede haber hermandad entre Cristina Kirchner o Dilma Rousseff y las trabajadoras argentinas y brasileras. Tampoco puede haber “hermandad” entre las parlamentarias de los partidos burgueses y las de los partidos obreros, porque las primeras representan los intereses de los exploradores y las segundas el interese de las clases explotadas. El de la “sororidad” es un planteo reaccionario, tendiente a que las trabajadoras, las mujeres pobres, confíen en que las mujeres representantes de partidos burgueses, que ocupan determinados puestos de poder puedan resolver sus problemas y liberarlas.

Otra consecuencia de esa visión de mundo es la “teoría del patriarcado”. Esa teoría surgió del llamado “feminismo radical”, pero hoy en día es levantada por la mayoría de las organizaciones feministas. Por eso se han generalizado las expresiones “sociedad patriarcal”, “estado patriarcal”, “justicia patriarcal”, etc.  Incluso, el término “patriarcado” es usado por gran cantidad de activistas como sinónimo de opresión machista.

La sociedad patriarcal existió, surgió poco antes de que se consolidara la sociedad de clases, en donde la familia era la unidad económica y todo el poder estaba concentrado en el jefe de familia, el patriarca, las mujeres habían perdido su peso en la sociedad, pasando a ser propiedad de los hombres. Esos rasgos patriarcales se mantuvieron a lo largo de distintas sociedades.  Y, con diferentes grados, eso se mantuvo hasta el surgimiento de la gran industria. Marx plantea que ese surgimiento marca el inicio del fin del patriarcado, porque el poder que tenía el padre pasa a ser ejercido por el capitalista. En la actualidad, hablar de la existencia del patriarcado no tiene ningún fundamento.

Si bien, en las diferentes organizaciones, hay distintas interpretaciones de lo que es el “patriarcado”, todas ellas parten de concebir una sociedad en donde la división fundamental está dada entre mujeres y hombres, donde los hombres opresores detentan todo el poder. Es decir, parten de la concepción del mundo que, como venimos diciendo, unifica a los diferentes feminismos.  La mayoría de las que se reivindican “feministas socialistas” o “feministas marxistas”, aceptan la existencia de las clases sociales, planteando que hay dos sistemas que coexisten: el capitalista y el patriarcal, siendo que el más abarcante es el patriarcal.

En consecuencia, definiciones como “sociedad patriarcal”, “estado patriarcal” o “justicia patriarcal” no son correctas porque esconden que la sociedad que existe, el estado que existe, la justicia que existe, y a las que hay que enfrentar, son la sociedad capitalista, el estado capitalista, la justicia capitalista.

Cómo se expresa, esa concepción del mundo en la política

Las organizaciones feministas son policlasistas. Algunas son directamente burguesas y defienden un programa liberal, como las mujeres organizadas en el Partido Demócrata de EE.UU.  La mayor parte de las que intervienen en los movimientos, están integradas por diferentes sectores de la pequeña burguesía, profesionales liberales, periodistas, intelectuales, también algunas trabajadoras y algún sector burgués, como es el caso de Ni una Menos de Argentina.

Estos sectores, aunque tengan pocas, o ninguna, mujer burguesa en su interior, tienen un programa burgués, de reformas sin salir del sistema capitalista. Llevan todas las reivindicaciones centralmente al parlamento, despertando la confianza en que por dentro de las instituciones burguesas la mujer se puede liberar y frenan, como se vio en Argentina en la lucha por la legalización del aborto, toda posibilidad de desborde extraparlamentario.

Es decir, esas organizaciones hacen parte del reformismo y como tal sus propuestas organizativas son de alianza de clases. Propuesta que rechazamos totalmente ya que como plantea la Declaración de la LIT-CI, hacemos unidad de acción con quienes estén dispuestos a luchar contra la opresión, golpeamos juntos, pero marchamos separados. Como marxistas, encaramos la lucha con total independencia de clase.

La importancia de este debate

No hay dudas de que la opresión machista divide a la clase obrera. Y vimos que, en muchas oportunidades, las propuestas levantadas por la mayor parte de las organizaciones feministas profundizan esta división. Pero eso no quiere decir que machismo y feminismo son iguales. Hacemos unidad de acción con el feminismo para enfrentar al machismo, pero al contrario nunca. Y eso es así, porque el machismo es una de las principales ideologías que utiliza, la burguesía para aumentar la explotación, para aumentar sus ganancias y para dividir a quien la puede derrotar, el proletariado.

Pero consideramos muy importante el debate y la delimitación programática e ideológica con estas organizaciones del feminismo, burguesas y reformistas. Porque en momentos en que crecen los elementos de barbarie que se expresan en los feminicidios y todo tipo de violencia contra las mujeres, y cuando también crecen las luchas y movilizaciones para enfrentar esos ataques, sus propuestas tienen eco en amplios sectores de activistas y sus planteos equivocados, lejos de liberar las mujeres, llevarán el movimiento a un callejón sin salida, pues aunque puedan obtener conquistas, estas serán siempre provisorias, parciales y distorsionadas.

Tienen eco porque parten del “sentido común”: “los hombres son los que oprimen, son los violentos, por lo tanto, la lucha es contra los hombres”. Por eso son tomadas masivamente propuestas que acentúan la división de la clase como “fuera los hombres de las marchas del 8 M”. Es cierto que los hombres son los opresores y que hay que luchar contra la opresión machista en todos lados, en la sociedad, en la familia, en las fábricas, los sindicatos, los colegios, en los partidos… Pero lo que los planteos de la gran mayoría de las organizaciones feministas no dejan ver, es que no todas las luchas tienen el mismo objetivo. La lucha contra la opresión en la sociedad es parte de la lucha por acabar con esta sociedad de opresión y de explotación. La lucha contra el dueño de la fábrica es parte de lo mismo, es para liquidarlo como opresor y explotador y sólo se puede dar con el conjunto de la clase obrera. Pero la lucha que debemos dar dentro de la clase obrera y de los diferentes lugares de trabajo, tiene un objetivo diferente, ahí tenemos que enfrentar el machismo que existe para ganar a los trabajadores para una lucha en común contra la opresión, para hacerles ver que el machismo nos debilita a todos en el enfrentamiento a la patronal y en la lucha por una nueva sociedad.

De la misma manera es necesario, como dicen la Tesis de la Tercera Internacional[3], que hagamos todos los esfuerzos para apartar a las trabajadoras de la influencia de las mujeres burguesas (y de las propuestas burguesas), que les crean ilusiones en el capitalismo y las alejan de la revolución. Y las propuestas que arrancan de la teoría feminista que aboga que la unidad estratégica para la liberación de la mujer es la unidad de todas las mujeres sin distinción de clase se convierten en un obstáculo para hacer avanzar la lucha de las mujeres trabajadoras en el camino de su liberación, en el camino de la revolución socialista.

Como afirmamos en el título: Mientas se mantenga el capitalismo, no habrá liberación de la mujer. Porque, tal como dicen la Tesis mencionadas: “La igualdad no formal, sino real de la mujer no es posible más que bajo un régimen donde la mujer de la clase obrera será la dueña de sus instrumentos de producción y de distribución, tomando parte en su administración y teniendo la obligación del trabajo en las mismas condiciones que todos los miembros de la sociedad trabajadora; en otros términos, esta igualdad sólo es realizable después de la destrucción del sistema capitalista y su reemplazo por las formas económicas comunistas.”


[1] En los despidos masivos de la llamada industria Tech, el 56% son mujeres

[2] Pololos es como se llama en Chile a los novios o enamorados.

[3] Tesis sobre la propaganda entre las mujeres, redactadas por Clara Zetkin en discusión con Lenin, y aprobadas en el III Congreso de la Internacional Comunista, en 1921

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