Giovanni Quintella Bezerra, anestesista, fue detenido in fraganti por violar a una gestante durante una cesárea en el Hospital de la Mujer de Vilar dos Teles, en São João de Meriti. Es una demostración categórica más del avance desenfrenado de la violencia machista en el Estado de Rio de Janeiro y en el Brasil. Giovanni aplicaba altas dosis de sedante a las parturientas, aumentando deliberadamente el riesgo de complicaciones asociadas con la anestesia, para violarlas durante la cirugía. El acto fue filmado por colegas que desconfiaron de la conducta del médico. El video es repugnante.
Por: Diana Curado, Secretaría de Mujeres del PSTU Brasil
La barbarie del hecho generó inmediatas declaraciones de repudio por parte del Consejo Regional de Medicina de Rio de Janeiro (CREMERJ), de la Fundación de Salud y de la Secretaría de Estado de Salud del Estado, pero no es un rayo en cielo azul. Ocurre en un contexto de violencia obstétrica cotidiana y de un aumento brutal de la violencia machista en el país, violencias que continúan produciéndose en la mayoría de los casos con impunidad.
La violencia obstétrica es cotidiana en el Sistema Único de Salud (SUS)
Las denuncias de abuso durante el parto son una constante, afectando principalmente a mujeres negras que dependen del SUS. Vale destacar que el grotesco caso del anestesista ocurrió precisamente en un hospital del SUS en la periferia de la capital.
Esta barbarie también se materializa, y categóricamente, en la mortalidad materna: en el Estado de Rio, por ejemplo, durante la pandemia, la tasa de mortalidad materna más que se duplicó, saltando de 73,5 en 2019, antes del Covid-19, a 155 en 2021. Pero este incremento fue aún más brutal en la periferia. En Duque de Caxias pasó de 97,9 a 267,5 en el mismo período, mientras que en São Gonçalo pasó de 67,1 a 213,1.[1] Para tener una idea, la tasa media de mortalidad materna en el continente europeo es de 13 muertes por cada 100.000 nacimientos. [2] El 65,9% de las muertes maternas en el Brasil ocurren entre mujeres negras, y en Rio ese porcentaje es aún mayor: 74%[3].
La criminalización del aborto y más aún el folleto de la gestante del SUS, que establece que “todo aborto es crimen”, a pesar de que la ley garantiza el derecho al aborto a las mujeres que son víctimas de violencia sexual, o cuyo embarazo pone en riesgo la vida de la madre, o en el caso de feto anencéfalo (sin cerebro), también es una expresión de la violencia obstétrica. Así como la orientación del Ministerio de Salud que limita el aborto a la semana 20 de gestación, aun cuando la ley no prevé límites para su realización en caso de violación, o incluso la ordenanza que instituyó la comunicación obligatoria a la policía en caso de violación (que luego fue derrocada por la presión de los movimientos sociales) son otras expresiones de la violencia obstétrica que es impuesta especialmente a las mujeres trabajadoras, negras y pobres.
La propia supresión del término “violencia obstétrica” de los materiales del Ministerio de Salud, así como la indicación de técnicas ya superadas por la medicina basada en evidencias, como la maniobra de Kristeller[4] o la episiotomía[5], demuestran que estamos ante un grave retroceso en la cuestión de la humanización del parto y de un ataque a las conquistas recientes de las mujeres en este terreno.
La violencia sexual en instituciones de salud como un “problema endémico”
Según una encuesta realizada por el sitio web The Intercept[6], solo en nueve Estados brasileños se registraron 1.734 casos de violencia sexual en unidades de salud entre 2014 y 2019; de estas, 16 violaciones ocurrieron en CTIs y UTIs. Es decir, en promedio, tres denuncias de violencia obstétrica cada dos días.
El uso de sedantes, como en el caso que acaba de salir a la luz, es denunciado con frecuencia: Un dossier con 21 relatos sobre abusos sexuales en servicios de salud brasileños, elaborado por la abogada Maira Pinheiro, menciona la inyección de sedantes como facilitadores de violaciones en más de 15 casos. En nueve informes de noticias internacionales, se mencionó el dopaje intencional en más de 60 casos. En otros nueve casos brasileños, los empleados se aprovecharon de la anestesia, de los sedantes o de otros medicamentos utilizados en los procedimientos médicos para cometer abusos.
Pero la impunidad es la regla, según el mismo informe, el Consejo Federal de Medicina se negó a dar información sobre la cantidad de denuncias recibidas y médicos retirados por ello. Solo el consejo regional de São Paulo respondió informando que entre 2014 y 2015 se recibieron 280 denuncias y se revocó el registro de 29 médicos.
Violencia sexual, la profundización de la barbarie en Rio
La violencia sexual en Rio sigue el mismo padrón, en 2020 se registraron 5.645 casos de violencia sexual, de los cuales 4.086 fueron violaciones. [7] El 67% de los casos de violación fueron de vulnerables y 58% de todas las víctimas fueron niñas/mujeres negras.
El Instituto de Seguridad Pública del Estado aún no ha dado a conocer los datos completos de 2021, pero sabemos que los casos de violación aumentaron 27,7% de enero a mayo. Solo en mayo se registraron 431 violaciones, contra 261 en 2020, un aumento de 65,1%. [8]
Recientemente, un reportaje de la Globo reveló otra cara grotesca de la violencia sexual en Rio; en total, 102 violaciones colectivas fueron registradas en Rio este año, involucrando a 243 agresores y 117 víctimas, 75% de las víctimas eran menores de edad, de estas, más de la mitad tenía menos de 11 años. [9] El 60% de las violaciones ocurrieron en la propia casa de la víctima.
Violencia machista: el gobierno de Bolsonaro y la barbarie capitalista
La violación cometida por el médico anestesista Giovanni Quintella Bezerra se denuncia en medio de una avalancha de noticias sobre otros casos de violencia contra las mujeres: una niña de 10 años, víctima de abuso sexual y embarazada, a quien se le impidió abortar; la actriz que fue expuesta por dar el bebé en adopción; la fiscal municipal golpeada brutalmente en el lugar de trabajo por un subordinado al que no le gustó que ella le llamara la atención por comportamientos machistas; las denuncias de las trabajadores de Caixa Econômica Federal [banco] que fueron víctimas de asedio sexual por el propio presidente de la institución, el bolsonarista Pedro Guimarães.
Como se afirma en el artículo “La violencia contra la mujer da un salto con Bolsonaro y expone la barbarie capitalista”: Todos estos casos bizarros salieron a la luz en un espacio de menos de 10 días y expresan una realidad cada vez más dramática para las mujeres: el aumento de la violencia machista, que ha sido objeto de denuncias durante mucho tiempo pero que en el último periodo dio un salto frente a la ofensiva de la ultraderecha y del gobierno misógino de Bolsonaro, tanto en el terreno ideológico como en el político, especialmente los ataques a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
La constante reproducción de ideas sexistas por parte del Presidente de la República y sus aliados amplía la percepción de que la mujer es un objeto, del cual los hombres son dueños. Por otro lado, la impunidad aumenta la percepción de los agresores de que pueden hacer lo que quieran sin temor a ser responsabilizados, como se vio en el caso de la fiscal municipal que fue golpeada, pero el agresor fue inicialmente liberado, y/o en el caso de las trabajadoras asediadas de la Caixa, cuyo caso fue encubierto por la alta cúpula del banco e incluso después de su exposición en los medios, Pedro Guimarães fue exonerado “a pedido” y no por iniciativa del gobierno.
La actitud “a voluntad” con la que Giovani violó a una mujer inconsciente en una sala de parto a menos de un metro de otros profesionales de la salud y su espanto cuando lo sorprendieron in fraganti demuestra categóricamente su creencia en la impunidad.
Pero esta realidad no es solo resultado del ascenso bolsonarista, a pesar de ser una de las expresiones más evidentes, sino esencialmente de la barbarie capitalista, y del empeoramiento de las condiciones de vida, especialmente de los sectores oprimidos de la clase trabajadora. Para el capitalismo es fundamental dividir a la clase y humillar, someter y oprimir a las mujeres, negros y negras, LGBTIs, indígenas, aumentando sus ganancias y socavando las posibilidades de lucha unificada de la clase.
Por otro lado, los llamados sectores progresistas adhieren a políticas de promoción de la diversidad también al servicio de incrementar sus ganancias y conquistar un nicho de mercado. Bajo el barniz de empresas comprometidas con la “responsabilidad social”, contratan a mujeres, negros, LGBTIs, inmigrantes, etc. como mano de obra barata, bajando el salario medio del conjunto de la clase. No es de extrañar que sectores como el comercio y los servicios, cuya mayoría de trabajadores son mujeres y negros, sean los que peor pagan a sus trabajadores. O que en un país donde 34,4% de los trabajadores ganan hasta un salario mínimo, dos tercios de estos sean mujeres y negros.
Es urgente, para ahora, una respuesta categórica del movimiento de mujeres a esta avalancha de casos de machismo, una respuesta en las calles, que derrote categóricamente a Bolsonaro y la extrema derecha. No podemos esperar hasta octubre. Mucho menos debemos confiar en la alianza con sectores burgueses que, a pesar de ser oprimidos, se benefician del machismo, el racismo y la LGTBIfobia. La estrategia electoral del PT, PSOL y Cía., que hegemonizan el movimiento de mujeres, apostando a la victoria de Lula y/o a la elección de distintas candidaturas como salida, no es la solución.
Nuestra respuesta debe ser ahora, pero, más aún, debe hacerse con independencia de clase. Si bien en ciertos momentos podemos luchar junto con sectores burgueses por ciertos lineamientos como el tema de la violencia obstétrica, que de forma generalizada afecta a las mujeres, ricas o pobres (como se evidenció en el caso de la influencer Shantal Verdelho y del médico obstetra Renato Kalil), en el caso de las mujeres pobres este tema no está desvinculado, por ejemplo, de la lucha en defensa de un sistema único de salud, público, gratuito y de calidad, y del control social del SUS.
Al mismo tiempo, debe tener como perspectiva ser una palanca para una lucha mayor, por el fin de la explotación, por el socialismo, una sociedad sin explotadores ni explotados, sin opresores y oprimidos, de lo contrario estaremos condenadas a luchar indefinidamente por nuestros derechos y muy probablemente en condiciones cada vez peores.
[1] https://saude.ig.com.br/2022-04-25/mortalidade-materna-estado-rio-de-janeiro-covid.html
[2] https://news.un.org/en/story/2022/03/1782632
[3] DossieCriolaJusticiaReproductiva.
[4] Técnica que consiste en presionar la parte superior del útero para facilitar (y acelerar) la salida del bebé, lo que puede causar lesiones graves, como desplazamiento de placenta, fractura de costillas y traumatismo craneoencefálico.
[5] Procedimiento quirúrgico durante el parto vaginal que consiste en una incisión en el perineo, el área entre el ano y la vagina, para facilitar el paso del bebé.
[6] https://theintercept.com/2019/04/28/estupros-servicios-saude/
[7] dossie mulher 2021 ISP
[8] https://agenciabrasil.ebc.com.br/geral/noticia/2021-06/casos-de-estupro-aumentam-27-no-rio-mostram-dados-do-isp
[9] https://oglobo.globo.com/rio/noticia/2022/06/estado-do-rio-registra-mais-de-cem-estupros-coletivos-em-2022-criancas-sao-o-principal -objetivo.ghtml
Artículo publicado en www.pstu.org.br, 21/7/2022.-
Traducción: Natalia Estrada.