Vie Abr 26, 2024
26 abril, 2024

Una nueva rebelión de masas sacude Haití

            Haití vive una nueva rebelión social de gran magnitud. Huelgas, barricadas, manifestaciones, saqueos y grupos criminales se cruzan en la enorme crisis económica, social y política que vive el país.

Por David Espinosa

La actual crisis ha escalado a partir del anuncio de alza de los precios de los combustibles realizado el 11 de septiembre por el primer ministro Ariel Henry. Dos días después, el gobierno anunció que el precio del galón de gasolina pasaría de 250 a 570 gourdes (de 2 a 4,7 dólares). La situación de la mayoría de la población haitiana es dramática. La moneda haitiana, el gourde, se ha desvalorizado fuertemente en los últimos meses. La inflación ha aumentado drásticamente, alcanzando un alza de 30% anual en julio de 2022, con los alimentos a la cabeza (32%). Los productos más básicos consumidos por la enorme mayoría de la población han tenido una variación de más de 40%, como el arroz, la carne de pollo, aceite vegetal (91%), etc.[1] Esto ya sería terrible en cualquier país del mundo, pero estamos hablando de un país donde más de 52% de la población sobrevive con menos de 3 dólares diarios.[2]

            Para entender las actuales protestas, debemos volver un poco en el tiempo, ya que Haití ha vivido una fuerte inestabilidad social en los últimos años.

El último ciclo de crisis

            Este último ciclo de crisis y protestas en Haití empezó en marzo de 2018, también a partir del anuncio del aumento de precios de los combustibles realizado por el gobierno de Jovenel Moïse, entonces presidente del país, después de la paralización de las exportaciones venezolanas de petroleo a Haití. Unos meses antes, se había destapado un enorme caso de corrupción con fondos del programa de importación de petróleo PetroCaribe, que involucraba a personajes de varios gobiernos, principalmente de los dos últimos, de Michel Martelly y Jovenel Moïse. Esto contribuyó aún más al aumento de la rabia del pueblo trabajador.

            Con el rápido empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría de la población, estallaron las protestas ya en 2018, exigiendo la renuncia de Moïse. Las protestas fueron duramente reprimidas, pero siguieron y se masificaron en 2019, transformándose en una verdadera rebelión popular que dejó un saldo de más de 40 muertos. En 2020 se profundizó aún más la crisis del gobierno y del Estado. El Parlamento, incapaz de convocar a nuevas elecciones, se disuelve. Moïse pasa a gobernar a través de decretos e intervenir directamente en la Justicia. Su violenta represión también tuvo el apoyo de sectores paramilitares, como el G9, asociación de bandas criminales dirigida por el ex policía Jimmy Chérizier, acusado de realizar la peor masacre de Haití de las últimas décadas, donde murieron más de 50 personas.[3]

            En 2021 las manifestaciones volvieron a estallar con fuerza. Se realizaron enormes marchas y huelgas generales, lo que profundizó la crisis del gobierno. En julio, un grupo de mercenarios invade la casa de Moïse y lo asesina brutalmente. Las investigaciones hasta ahora han demostrado la participación de más de 20 paramilitares colombianos, muchos de ellos ex militares, sin embargo, todavía está abierta la investigación para determinar quiénes fueron los mandantes del crimen.

            Con la muerte de Moïse la crisis se profundizó aún más. El cargo de presidente quedó vacante y después de una fuerte crisis en los pasillos del poder, asume el gobierno Ariel Henry, nombrado Primer Ministro por Moïse dos días antes de su muerte.

Las nuevas protestas

            A partir del anuncio de Ariel Henry de aumentar el precio de los combustibles, la población haitiana empezó a salir a las calles en varias ciudades y armar barricadas. Ya el 13 de septiembre, el periódico burgués más antiguo del país, Le Nouvelliste, anunciaba que Puerto Principe estaba completamente paralizada debido a las barricadas y que una radio había sido atacada por los manifestantes. Las manifestaciones en otras ciudades (algunas de ellas que ya venían movilizadas) aumentaron. En Gonaïve, una gran marcha con barricadas exige la renuncia de Henry y la disminución del precio de los combustibles. Las sedes de Caritas y del Programa Mundial de Alimentación (PAM) son saqueadas.[4] En la ciudad de les Cayes, la sede de la PAM es obligadas a abrir sus depósitos y entregar la comida a la población.

            En los días siguientes aumentan las protestas, que se extienden a todo el país, con saqueos a locales comerciales, bancos, supermercados y ataques a casas de políticos. En Gonaïve la población incendia edificios del Ministerio de Economía y Finanzas.

            En Puerto Príncipe, la población bloquea el principal terminal de productos petroleros del país, el Terminal Varreaux, responsable por la distribución de más de 70% de los combustibles que entran a Haití. Algunos días después el líder de la principal banda criminal del país, el ya citado Jimmy Chérizir, reivindicará el bloqueo del Terminal (que se mantiene bloqueado hasta el momento en que escribimos este texto). Con la escasez de combustibles, casi todo el país se va paralizando. En varias ciudades los hospitales empiezan a tener problemas de abastecimiento. En la ciudad de Cabaret, grupos armados invaden la cárcel y liberan a un gran número de presos.

            El principal centro industrial del país, en la ciudad de Caracol, cierra sus puertas debido a la falta de combustibles.[5] El 23 de septiembre la ONU anuncia que todo su personal no indispensable debe volver a sus países y en ello es seguida por distintas Embajadas.

            El 26 se realiza una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para discutir Haití.[6] En esa reunión, el Ministro de Relaciones Exteriores de Haití, Jean Victor Généus afirma que “con excepción de casos aislados, el país se encuentra bajo control”. Tal afirmación genera la indignación de las organizaciones patronales, que publican una carta en repudio a las declaraciones del Ministro, donde describen la caótica situación del país y exigen al Ministro que diga la verdad sobre la situación de Haití al consejo de Seguridad de la ONU.[7]

            El 27, los sindicatos de Transporte de Puerto Príncipe convocan a una huelga general, que nuevamente paraliza toda la ciudad. El 29, los obreros de CODEVI, uno de los principales parques industriales del país, en la ciudad de Ouanaminthe, realizan “disturbios” al interior de la empresa y obligan al cierre del parque industrial. Mientras escribimos las manifestaciones siguen fuertes por todo el país, también con una dura represión por parte del gobierno y un saldo de varios muertos.

¿Qué dice el imperialismo?

            Haití estuvo bajo ocupación militar de la ONU durante 13 años. La MINUSTAH, dirigida por Brasil bajo órdenes de Estados Unidos, estuvo presente entre 2004 y 2017 (con el apoyo de todos los gobiernos “progresistas” de Latinoamérica, como Lula, Evo Morales, Bachelet, Mujica, etc). Terminada la MINUSTAH, otra Misión de la ONU se quedó en el país, la MINUJUSTH[8], con menor presencia militar y con el objetivo principal de garantizar la gobernabilidad y entrenar a la policía haitiana. Esta última Misión terminó en 2019 y fue reemplazada por la BINUH[9], con presencia solamente en Puerto Príncipe y los mismos objetivos de la MINUJUSTH: fortalecer el Estado haitiano, las policías y el aparato judicial y penitenciario del país. Al lado de la BINUH actúa el llamado “Core Group”, compuesto por representantes de la ONU, OEA y las Embajadas de EEUU, Alemania, Francia, Brasil, Canada, España y Unión Europea. El “Core Group” también interviene directamente en la política haitiana.[10]

            En la última reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, el 26 de septiembre, fue leída una carta de la responsable de la BINUH, Helen Meagher La Lime, donde describe la compleja situación del país y sus esfuerzos para buscar un camino para la solución de la crisis con los distintos actores políticos y empresariales realizando nuevas elecciones. En su carta, Lime también planteó la necesidad de fortalecer el “Basket Fund”, fundo de financiamiento de la Policía Nacional para que esta pueda controlar la situación. Por último, Lime demanda que el Consejo de Seguridad de la ONU actúe de manera urgente.

            Por otro lado, varias voces del imperialismo ya empiezan a defender una nueva ocupación militar, bajo un lenguaje disfrazado de garantizar la seguridad y combatir a los grupos criminales, como  es el caso de Pamela A. White, ex-embajadora de Estados Unidos en Haití entre 2012 y 2015.[11]

            De ninguna manera podemos descartar una nueva intervención de la ONU o directamente de una coalición dirigida por Estados Unidos, como ocurrió en la crisis de los años 2000 antes de la formación de la MINUSTAH. La profundización de la crisis en Haití pondría en riesgo los intereses imperialistas en el país (principalmente en las zonas francas industriales), profundizaría la diáspora haitiana hacia Estados Unidos y otros países y podría contaminar a toda la región, empezando por la vecina República Dominicana, una semicolonia norteamericana. Las Fuerzas Armadas haitianas son prácticamente inexistentes, ya que fueron disueltas en 1994 y hace pocos años volvieron a ser reconstruidas, pero siguen muy debilitadas. La Policía Haitiana, a pesar de su extrema violencia, no puede controlar la situación, ya que sus efectivos son pequeños, precarios y corruptos. La descomposición del Estado haitiano es enorme, lo que dificulta la dominación burguesa y plantea como una real alternativa al imperialismo una nueva ocupación militar extranjera.

            Haití hoy es uno de los países más pobres del mundo, pero también uno de los más rebeldes. El pueblo haitiano tiene una larga tradición de lucha, desde la revolución de independencia hasta los días de hoy.

Es necesario solidarizar con el pueblo haitiano

            Las trabajadoras y trabajadores de todo el mundo, principalmente de Latinoamérica, tenemos el deber de solidarizar con la lucha del pueblo haitiano. Mientras su situación de miseria se profundiza, existe un verdadero bloqueo comunicacional sobre la situación haitiana, que casi no es noticiada en ninguna parte del mundo. Por ello, es fundamental que las y los trabajadores difundamos noticias sobre la situación del país y comunicados de las organizaciones obreras y populares. La crisis económica también impone a nuestras organizaciones la necesidad de recolectar dinero para fortalecer las organizaciones revolucionarias haitianas, como el Batay Ouvriyé, importante organización con presencia en los sectores industriales.

            Además de la violencia estatal contra el pueblo, la descomposición del Estado haitiano abre el espacio para que bandas criminales como el G9 impongan su agenda y ataquen a los sectores organizados de la clase trabajadora. La clase obrera haitiana, fuertemente concentrada en los parques industriales, es la única que puede dar una salida organizada a la profunda crisis social del país. Es fundamental que la clase obrera forje una alianza con los sectores populares y campesinos que están luchando contra Henry. La disputa de la tropa de las Fuerzas Armadas y de la Policía bajo la dirección de la clase obrera es fundamental para enfrentar a una posible intervención militar extranjera y a los grupos armados como el G9 y construir un verdadero poder de la clase trabajadora y el pueblo.

¡Abajo el gobierno de Ariel Henry!

¡Disminución inmediata del precio de los combustibles!

¡Por la estatización, bajo control de los trabajadores y sin indemnización, de toda la Banca, los parques industriales y las grandes empresas productoras, exportadoras e importadoras de alimentos!

¡Por la expropiación de los grandes latifundios y distribución de la tierra a los campesinos pobres!

¡Fuera ONU y el imperialismo de Haití!

¡Por el armamento general de la clase trabajadora y el pueblo haitianos para enfrentar el Estado y las bandas criminales!

¡Por la organización de consejos obreros, campesinos y populares para determinar los rumbos de la lucha!

¡Todo el poder a la clase trabajadora y el pueblo haitiano!


[1]     https://lenouvelliste.com/journal/lenouvelliste/2022-09-06/2561

[2]     https://www.worldbank.org/en/country/haiti/overview

[3]     https://insightcrime.org/caribbean-organized-crime-news/jimmy-cherizier-alias-barbecue/

[4]     https://lenouvelliste.com/journal/lenouvelliste/2022-09-17/2575

[5]     https://lenouvelliste.com/journal/lenouvelliste/2022-09-28/2583

[6]     https://www.securitycouncilreport.org/whatsinblue/2022/09/haiti-briefing-and-consultations-3.php

[7]     https://lenouvelliste.com/article/238323/des-associations-patronales-profondement-surprises-par-les-propos-irresponsables-du-ministre-geneus-a-lonu

[8]     https://minujusth.unmissions.org/en

[9]     https://binuh.unmissions.org/en/mandate

[10]   https://binuh.unmissions.org/fr/communiqu%C3%A9-du-core-group-4

[11]   https://lenouvelliste.com/article/238353/pamela-awhite-la-diplomatie-normale-ne-fonctionnera-pas-en-haiti-il-faut-des-bottes-sur-le-terrain-des-maintenant

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