Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

¿Qué significa ser militante hoy?

“Sí, nuestro partido nos toma por entero. Pero en compensación nos da la mayor de las felicidades, la conciencia de participar en la construcción de un futuro mejor, de llevar sobre nuestras espaldas una partícula del destino de la humanidad y de no vivir en vano (…) El partido nos exige una entrega total y completa. Que los filisteos sigan buscando su individualidad en el vacío; para un revolucionario darse enteramente al partido significa encontrarse…”

León Trotsky, dirigente de la Revolución Rusa de 1917. Discurso de Fundación de la IV Internacional, 1938.

Pareciera que hoy, al leer las palabras de Trotsky de finales de los años 30, estuviéramos leyendo un discurso que puede calar solo en los sentidos de un fanático revolucionario. Muchas veces, como trabajadores no tenemos tiempo para tales preocupaciones.

Por Camila Ruz

La vida laboral, los turnos que agotan, los problemas de salud, tener que sostener a nuestras familias y/o seres queridos, los problemas cotidianos, son los que invaden nuestro tiempo y nos hunde en una sobrevivencia. Sin embargo, lamentablemente, la realidad actual de la decadencia capitalista nos pone en una encrucijada ya bastante conocida: o avanzamos conscientemente a la revolución socialista, (que nada tiene que ver con el falso socialismo de Maduro y Díaz-Canel, por ejemplo) o seguiremos rumbo a la barbarie.

El capitalismo nos sigue llevando a la destrucción. Y nosotros ¿qué?

Cuatro días después de que las fuerzas armadas rusas cruzaran la frontera ucraniana, el nuevo informe del IPCC sobre las consecuencias del calentamiento global del planeta afirma que «las olas de calor, las sequías y las inundaciones ya han sobrepasado los límites de la tolerancia… creando impactos cada vez más difíciles de controlar».

De acuerdo a un reciente estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se prevé que en 2030 habrá una catástrofe natural por día en el mundo. Hasta ahora, los desastres naturales han tenido consecuencias impactantes: la OMS calcula que el calor extremo ha causado la muerte de unas 15.000 personas sólo en Europa en 2022; inundaciones torrenciales han sumergido un tercio de Pakistán; los últimos ocho años fueron los más cálidos de la historia; el Informe Planeta Vivo 2022 de WWF publicó que Latinoamérica y Caribe lideraron la pérdida de biodiversidad con un 94% (entre 1970 y 2018, el promedio general fue de 69%).

Esta destrucción medioambiental no es producida por el “ser humano” en general, sino por la burguesía mundial. Ya conocemos el rol contaminante de las grandes empresas que utilizan combustibles fósiles, del agronegocio, etc. Recientemente se publicó un estudio que denuncia que un multimillonario emite un millón de veces más gases de efecto invernadero que una persona corriente que pertenezca al 90% de la población menos rica del planeta, debido a sus inversiones¹, en ese mismo estudio ubican al magnate chileno Luksic como uno de los grupos económicos más contaminantes. Otro análisis de la organización “Carbon Brief” indicó que EEUU es el país que más ha contaminado históricamente, aunque hoy las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de China más que duplican a las de EEUU.

Esta destrucción medioambiental nos deja más propensos a nuevas pandemias (por la liberación de virus debido al impacto de su hábitat natural). La pandemia de Covid19 produjo más de 18 millones de muertos según la revista científica Lancet (las cifras oficiales hablan de 6 millones), sin contar las secuelas físicas y psicológicas de los infectados.

A la par de la destrucción medioambiental, se desarrolla la destrucción humana como consecuencia. El informe sobre la Desigualdad Mundial (World Inequality Lab) afirma que la mitad de la población más pobre del planeta recibe menos de lo que recibía en 1820, cuando la mayoría de los países eran todavía colonias de los imperios capitalistas, lo que revela que el retroceso en las condiciones de vida de la clase trabajadora es paralelo al aumento de la subordinación imperialista de los pueblos del planeta.

Hemos visto las terribles consecuencias de la guerra que impuso Putin en Ucrania, pero también no debemos olvidar las consecuencias de las invasiones del imperialismo a distintos países (Afganistán, Palestina, etc.). 

Esta situación general empeora bajo países en dictaduras o en donde se oprimen más a las mujeres, a la población LGBTI, negros, etc. Es por esto que estallaron las protestas en Irán, donde el régimen responde con una brutal represión: según organizaciones de derechos humanos, en el lapso de más de un mes de continuas protestas ya han muerto más de 300 personas en diferentes ciudades iraníes. Además, el parlamento sacó un comunicado pidiendo pena de muerte para los presos políticos, firmado por 227 de los 290 diputados, en él tilda a los manifestantes de ‘mohareb’ (equivalente a guerrero, pero también a ‘enemigo de Dios’) lo que acarrea la pena de muerte en Irán.

Ante este escenario global, como dijimos, la pandemia y la guerra son factores que incrementan el retroceso en todos los aspectos de la vida, en los salarios de las y los trabajadores, pero también en las propias conquistas democráticas de los oprimidos.

No podemos decir que, ante tal avance de la barbarie, la humanidad y la clase trabajadora no responden. Pues respondemos, han existido revoluciones y revueltas: procesos revolucionarios en Latinoamérica, (Ecuador en el 2000, Argentina 2001, Venezuela 2002, Bolivia 2003 y 2005); multitudinarias movilizaciones de las masas europeas contra la guerra en 2003; la reciente rebelión en EEUU tras el asesinato de George Floyd; los estallidos en El Líbano, Hong Kong, Colombia y Chile, etc. Sin embargo, sentimos impotencia, debido a la falta de un partido revolucionario mundial que hubiese podido encaminar esas luchas al triunfo total, hacia un enfrentamiento unificado contra el imperialismo y hacia la pelea por el poder en diferentes países.

Es que el capitalismo ya no sirve, pues estamos en una espiral de decadencia. Esto es intrínseco a ese sistema, eso no se puede reformar. Necesitamos destruir el capitalismo en aras de la vida, de la humanidad. Por eso Lenin, dirigente de la Revolución Rusa de 1917, hablaba de que estamos en una época revolucionaria tras el comienzo de la Primera Guerra Mundial, pues este sistema demuestra que para poder revitalizarse necesita de la destrucción humana, de la destrucción de las fuerzas productivas. Pero no podemos echar abajo el capitalismo sin pensar otra alternativa de sociedad. Tampoco podemos hacerlo sin organizarnos seriamente.

¿Por qué un partido? ¿No bastan las asambleas, sindicatos, juntas de vecinos o movimientos sociales?

Para mantener este estado de las cosas, a lo largo de la historia, los empresarios han creado y usado sus herramientas para organizar sus ideas y dominar toda la sociedad. Tienen sus partidos. Todas las instituciones y gobiernos están a su servicio. La diferencia entre los partidos es de máscara. Los de derecha y los de “izquierda”, siguen las órdenes del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM), que imponen los planes de ajuste para resguardar las ganancias de las transnacionales. Así, todos los partidos actúan como una sola poderosa herramienta para que los explotadores sigan siendo la clase dominante, a pesar de ser una ínfima minoría. En cada país estos partidos reflejan a distintos sectores del empresariado: en Brasil el empresariado del agronegocio está más vinculado a Bolsonaro; en Chile los partidos de izquierda o derecha trabajan a la par con la CPC (Confederación de Producción y Comercio); etc.

Para enfrentar este orden de las cosas, las personas se organizan de muchas formas: asambleas, sindicatos, agrupaciones medioambientales, juntas de vecinos, organizaciones por los derechos humanos, agrupaciones de mujeres, colectivos de negros, de LGBTI, movimientos sociales, etc. Cada uno tiene su bandera de lucha contra el capital. Aunque en muchos casos, varias de estas agrupaciones dan sus peleas en los marcos del sistema capitalista. Pero aún no tenemos una organización que defienda la totalidad de los problemas de la clase trabajadora, que tenga una visión general y no gremial, para superar este espiral de decadencia.

Las y los trabajadores necesitamos la fuerza de una organización exclusivamente de nuestra clase, para hacer frente a los empresarios y torcer el juego donde ellos tienen todo a su favor.  Si no destinamos un tiempo de nuestras vidas a construir una herramienta seria, disciplinada, para defender nuestros derechos y la sociedad que queremos, las cosas seguirán igual y peor.

Cuando se fundó la LIT-CI, en 1982, lo manifestábamos de la siguiente manera: “La mayor necesidad material, objetiva, de la humanidad, la revolución socialista mundial, tiene un correlato subjetivo: una dirección revolucionaria mundial. Sin esta, aquella es imposible. Así, la crisis de la humanidad se agudiza día a día sin solución. Afirmamos que, más de seis décadas de revoluciones y contrarrevoluciones prueban inapelablemente que con direcciones burocráticas, sin dirección revolucionaria internacional, hasta los más grandes triunfos del proletariado, los más grandes avances en el camino de la revolución socialista mundial, se trasforman en sus contrarios. La necesidad absoluta objetiva de la revolución socialista mundial se concreta y se encarna en la necesidad absoluta subjetiva de una dirección revolucionaria –no burocrática– internacional.

¿Qué tipo de partido y por qué?

  • Un partido para la revolución: que combata los engaños de los partidos empresariales y reformistas. Trotsky lo decía así en el discurso de Fundación de la IV Internacional: “Queridos amigos, no somos un partido igual a los demás. No ambicionamos solamente tener más afiliados, más periódicos, más dinero, más diputados. Todo eso hace falta, pero no es más que un medio. Nuestro objetivo es la total liberación, material y espiritual, de los trabajadores y de los explotados por medio de la revolución socialista. Si no la hacemos nosotros, nadie la preparará ni la dirigirá.”
  • Un partido que refleje principalmente a la base obrera: Hoy la clase obrera a nivel mundial es más grande que en los tiempos de la Revolución Rusa (ha crecido en países como China e India), está más explotada y tiene un potencial más revolucionario. Es por eso, que reafirmamos lo que decíamos en la fundación de la LITCI en 1982: la necesidad de “que el partido revolucionario debe reflejar a la base obrera, en especial a los sectores más explotados de la clase. Eso significa reflejar no solamente los intereses históricos de la única clase que puede destruir a la burguesía imperialista mundial, sino también los intereses inmediatos de este sector. Pero el partido revolucionario sólo podrá hacerlo si, por su composición, refleja a esta base obrera.” Esto va de la mano con construir el partido en sectores populares y otros.
  • Un partido Internacional: El Partido se construye a nivel internacional o no habrá triunfo que se pueda sostener. Nahuel Moreno (fundador de nuestra internacional, la LIT-CI), en su artículo “Ser Trotskista hoy” lo manifestaba así: “Si la economía es mundial tiene que haber una política mundial y una organización mundial de los trabajadores para que toda revolución, todo país que hace su revolución, la extienda a escala mundial, por un lado. El socialismo no puede ser nada más que mundial. Todos los intentos de hacer socialismo nacional han fracasado, porque la economía es mundial y no puede haber solución económico-social de los problemas dentro de las estrechas fronteras nacionales de un país.

Esta gran tarea de preparar la revolución socialista triunfante, es la más difícil que hemos conocido. Es que militar en una organización revolucionaria requiere seriedad y disciplina. Por eso nosotros somos claros en diferenciar dos niveles de relación con el partido: los militantes y los simpatizantes. La militancia es bienvenida para todo activista que así lo desee, pero se deben establecer reglas claras para ser parte de la vida interna y la toma de decisiones.

Primero, un militante, debe saber que la preparación de la revolución no es un “hobby” ni algo secundario en nuestras vidas, sino que lo vemos como una necesidad humana. Trotsky, en un debate con un “dirigente” militante de Francia, el abogado Paz, lo plantea así: Después de obser­varlos muy de cerca, me dije que los camaradas que son capaces de asumir esa iniciativa y ese sacrificio perso­nal son revolucionarios, o pueden convertirse en revo­lucionarios; porque es así, camarada Paz, cómo se forman los revolucionarios. Hay revolucionarios sabios y otros ignorantes, los hay inteligentes y los hay mediocres. Pero no es revolucionario el que no está dispuesto a destruir obstáculos, el que carece de abnegación y espíritu de sacrificio.. Y luego continúa: “Soy perfectamente capaz de comprender a una persona que simpatiza con la causa comunista sin abandonar su medio. Ese tipo de ayuda nos puede resultar muy valiosa, pero es la ayuda de un simpatizante. Me referí a esta cues­tión en una carta a mis amigos norteamericanos…se autotitula “compañero de ruta”, afirma que no aspira a ocupar ningún cargo de dirección en el movimiento de la Oposición y se conten­ta con ayudarla… ¿por qué? Porque no se puede brindar por entero al movimiento. Y actúa correctamente. En conclusión. Sus cartas (camarada Paz) y sobre todo su actitud política me demuestran que para usted el comunismo es una idea sincera más que la convicción que guía su vida” ².

Trotsky es claro entre diferenciar al militante del simpatizante, tiene que ver centralmente con su comprensión y entrega a la revolución (para el simpatizante es adherir a una idea sincera y para el militante revolucionario es una convicción que guía su vida). Pero al mismo tiempo, deja claro que los simpatizantes son valiosos.

El militante debe participar cotidianamente de reuniones; realizar un trabajo político en sus lugares de trabajo, en sus barrios u otro, con el objetivo de difundir y explicar siempre la política que vota el partido; y también hacer los esfuerzos para contribuir económicamente para la sustentación de la organización, ya que al tener como objetivo la revolución, no se depende de donaciones de empresas o de instituciones gubernamentales. Un simpatizante puede realizar alguna de esas tareas, o varias, pero de un modo inorgánico. Es necesario diferenciar entre militantes y simpatizantes, pues no necesitamos construir un partido de afiliados en los cuales la persona firma una vez, vota y luego considera eso como militar, no necesitamos construir un proyecto, así como el de los partidos reformistas o empresariales, pues nuestro objetivo es mil veces más ambicioso, por lo tanto, más difícil.

Si no construimos esta militancia revolucionaria, más llano le dejaremos el camino a la decadencia capitalista. Acá retomamos la frase de Trotsky (quien perdió a varios de sus hijos a causa de la represión) en el discurso de Fundación de la IV Internacional con respecto a esto: “Sí, nuestro partido nos toma por entero. Pero en compensación nos da la mayor de las felicidades, la conciencia de participar en la construcción de un futuro mejor, de llevar sobre nuestras espaldas una partícula del destino de la humanidad y de no vivir en vano.”

El ejemplo de la Revolución Rusa y el camino a retomar

Todas las características anteriores del tipo de partido a construir, no las inventamos acá nosotros. Es un modelo general que se basa en el partido Bolchevique, el único partido capaz de organizar una revolución triunfante con la clase obrera a la cabeza, la Revolución Rusa. La existencia de ese partido fue el elemento central para la victoria de la Revolución Rusa y la constitución de un estado obrero basado en la democracia de los Soviets.

El Partido Bolchevique se construyó como un partido obrero, de combate, altamente centralizado, cuya columna vertebral era formada por revolucionarios profesionales. Los bolcheviques lucharon por más de 20 años contra diferentes corrientes oportunistas: la “economicista”, que defendía que el proletariado se limitase a las reivindicaciones económicas; los mencheviques, que querían que el proletariado se subordinase a la burguesía liberal; los liquidacionistas, que luchaban contra el partido³.

Esa combinación de elementos llevó a los bolcheviques a construir un partido para hacer la revolución y tomar el poder. Así, estaban preparados para los acontecimientos revolucionarios de 1917.

La conquista más importante de la Revolución Rusa de Octubre fue la fundación de la III Internacional Comunista. Fue la primera tentativa de formar una dirección revolucionaria mundial, esto es, una organización centralizada de partidos revolucionarios para desarrollar la revolución socialista y tomar el poder en todos los países del mundo. Así, el Partido Bolchevique, coherente con su objetivo de utilizar la Revolución Rusa para impulsar la revolución internacional, fundó la III Internacional en enero de 1919. La III Internacional tuvo un rápido crecimiento, pero fue afectada por la derrota de la revolución europea y por el surgimiento del estalinismo en la URSS, que burocratizó, sofocó y terminó por disolver la III Internacional en 1943. Es por eso, que luego de años y años intentando recuperar la III Internacional, Trotsky llega a la conclusión de que no se puede recuperar y llama a fundar la IV Internacional en 1938. La Cuarta nació para defender los principios del marxismo y del leninismo – el internacionalismo, la democracia obrera y el poder obrero – y para dar una política ofensiva para enfrentar al nazismo y a la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, la IV Internacional tras la muerte de Trotsky también se disgregó, debido a la capitulación de varios partidos a los gobiernos burgueses⁴. Hay una batalla pendiente por recuperar el sentido original y reconstruir la IV Internacional.

En esta larga y difícil batalla por construir la IV Internacional, desde la LIT-CI tuvimos algunos aciertos y muchos errores. Pero aprendiendo de esos errores y viendo la realidad de decadencia del capitalismo, insistimos en hacer un llamado a retomar la gran tarea de la reconstrucción de un partido internacional, teniendo como hilo histórico la Revolución Rusa, y los orígenes de la IV Internacional. Si como clase trabajadora no avanzamos en esta tarea, cualquier revolución que estalle puede ser desviada, traicionada o reventada, como ha ocurrido hasta ahora. El antipartidismo o espontaneísmo que proponen algunas corrientes filo anarquistas o autonomistas, aunque con buenas intenciones, no hacen más que favorecer la prevalencia del empresariado.

Probablemente varios de nosotros están entregando lo máximo de sí por la revolución, cada uno en su lugar, pero la tarea es unificar esos esfuerzos en un proyecto internacionalista y consciente, que no solo haga trabajo político, sino que además estudie las revoluciones anteriores, saque los aprendizajes, para preparar un mejor porvenir.

Referencias:

  1. Los multimillonarios emiten un millón de veces más gases de efecto invernadero que el ciudadano promedio, encuentra un estudio (https://cnnespanol.cnn.com/2022/11/07/multimillonarios-millon-gases-efecto-invernadero-trax/); Familia Luksic aparece en el listado de los millonarios más contaminantes (https://www.eldesconcierto.cl/bienes-comunes/2022/11/09/familia-luksic-aparece-en-el-listado-de-los-millonarios-mas-contaminantes.html)
  2. Cómo se forman los revolucionarios. León Trotsky (https://ceip.org.ar/Como-se-forman-los-revolucionarios)
  3. El Partido Bolchevique y la Tercera Internacional. Bernardo Cerdeira. (https://litci.org/es/el-partido-bolchevique-y-la-tercera-internacional/)
  4. Por la reconstrucción de la IV Internacional. Alejandro Iturbe. (https://litci.org/es/la-reconstruccion-la-iv-internacional/)

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