Sáb Jul 27, 2024
27 julio, 2024

No hay justicia climática en el genocidio del pueblo palestino

Por: Soraya Misleh

A medida que el Estado terrorista de Israel avanza con el genocidio en Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania, también pone en acción el greenwashing [marketing verde], encubriendo sus crímenes contra la humanidad con el “lavado verde”. Participa de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 28) para, como anunció oficialmente en su sitio web, “presentar la innovación climática israelí, toda vez que la mayor contribución de Israel a la crisis climática global está en el suministro de tecnologías y soluciones prácticas”.

Un escarnio que no pasó impune. Activistas en solidaridad con el pueblo palestino han realizado protestas en la COP 28, exigiendo un alto el fuego inmediato y el fin del apartheid y la colonización sionistas. Durante las manifestaciones también leyeron los nombres de las víctimas del genocidio y denunciaron la contaminación del agua en Gaza.

Tras una breve pausa en la matanza, más de 21.000 palestinos han sido masacrados en los últimos 60 días, entre ellos aproximadamente 11.000 niños.

Y, desde hace mucho tiempo, el pueblo palestino vive en la piel las contribuciones de Israel a la vida y el medio ambiente. El envenenamiento de las tierras y la contaminación provocada por los bombardeos asesinos dejarán un rastro de destrucción que se prolongará por muchos años e incluso matará a muchos de los palestinos que logren sobrevivir al genocidio directo que actualmente está en curso.

Econormalización

La presencia oficial sionista, más aún en medio de esta nueva fase de la continua Nakba –catástrofe palestina, cuya piedra angular es la formación del racista y colonial Estado de Israel, el 15 de mayo de 1948, mediante limpieza étnica planificada–, corona la vergonzosa conferencia que, no en vano, ha sido apodada “COP del Petróleo”, presidida por un magnate del sector: Sultan Al-Jaber, CEO de la Adnoc, la petrolera estatal de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), que fue sede del evento en su capital, Dubai.

El ultraje va más allá de esta hipocresía: los Emiratos Árabes Unidos desempeñaron un papel clave en el proceso de normalización de los Estados árabes con Israel, en los llamados “Acuerdos de Abraham”. Firmados en setiembre de 2020, bajo la mediación del imperialismo estadounidense, estos incluyen una serie de memorandos de entendimiento para la realización de proyectos conjuntos en energía renovable, agronegocio y agua.

La econormalización refuerza el papel del greenwashing israelí como máquina de hacer dinero para las empresas israelíes, al tiempo que socava la democracia energética y la soberanía alimentaria palestinas, indisolublemente ligadas a la lucha palestina por la autodeterminación.

Esta reflexión aparece en un artículo de un grupo de investigadores y activistas: la palestina Manal Shqair, el argelino Hamza Hamouchene y la periodista tunecina Hafawa Rebhi. Cabe recordar que se descubrió gas natural en la costa mediterránea, llegando también a Gaza, y el genocida primer ministro sionista Benjamin Netanyahu concedió, el 30 de octubre, en medio de los bombardeos en Gaza, 12 licencias para la exploración de gas natural en la región a seis empresas, entre ellas la British Petroleum y la italiana Eni.

Negociaciones fósiles

La presencia sionista en la COP puede tener el objetivo oculto de negociar con las petroleras, pero también forma parte de esta “econormalización”, como denunciaron los ambientalistas palestinos, que se negaron a participar de la conferencia. “¿Cómo podemos pedir justicia ambiental cuando el mundo guarda silencio sobre lo que está sucediendo?” dijo uno de ellos, Abeer Butmeh, en una entrevista al portal Middle East Eye.

Butmeh también habló con Middle East Eye sobre las startups israelíes presentes en la COP 28, que se prolongará hasta el 12 de diciembre: “Se promoverrán como empresas profesionales en reciclaje, energía limpia y gestión de agua, así como en agricultura sostenible y la construcción ecológica. Pero, a decir verdad… vengan y vean lo que está sucediendo en Palestina”.

Crimen ambiental y limpieza étnica

El exterminio del futuro en Gaza, con la muerte mayoritaria de niños y mujeres, profundiza la dramática crisis humanitaria que ya se enfrentaba en la estrecha franja, bajo cerco criminal sionista hace más de 15 años.

El reconocimiento de este trágico escenario para sus 2,4 millones de habitantes provino de un anuncio de la ONU en 2015 de que Gaza se volvería inhabitable en cinco años. Israel ya venía envenenando las tierras agrícolas de los palestinos, que, incluso antes de principios de octubre de este año, tenían 96% de su agua no apta para el consumo humano.

Más de la mitad de la población, la mayoría originalmente refugiados de la Nakba de 1948 , tienen menos de 18 años y ya han sufrido otros cinco bombardeos masivos en los últimos 15 años, además de frecuentes bombardeos a cuentagotas, incluso en 2023, antes del inicio de octubre.

“Solución final” y destrucción ambiental

Ahora que Israel se ha sentido a voluntad para avanzar hacia su “solución final”, la crisis del agua se ha exacerbado. Los habitantes de Gaza beben agua contaminada con aguas residuales desde el comienzo de este genocidio el 7 de octubre.

“Cualquiera sea el destino político que le depare el futuro a Gaza, las consecuencias a largo plazo para el medio ambiente en el territorio son claras: la contaminación de una guerra que dura semanas, procedente de la metralla de bombas de los aviones de combate y de los barriles de los tanques, durará años y tal vez toda la vida”, señala un reportaje del The New Arab del 5 de diciembre.

El 20 de noviembre, la agencia de noticias turca TRT World publicó el alerta de los especialistas sobre las consecuencias ambientales que enfrentarán los palestinos en Gaza cuando las bombas sionistas finalmente dejen de caer sobre sus cabezas.

Destacaron cómo el uso incesante de municiones y explosivos en Gaza ha liberado partículas tóxicas al aire y el agua, con potencial para envenenar a los habitantes de Gaza en los próximos años, o incluso décadas, causando cáncer, enfermedades respiratorias y cardiovasculares, entre otras.

Edificios residenciales, escuelas, mezquitas e incluso hospitales quedaron transformados en una mezcla de polvo y metal retorcido. Para los cientos de miles de desplazados internos, el aire se ha vuelto irrespirable, el agua está contaminada y faltan alimentos, lo que los expone a diversas enfermedades”, continúa el informe.

Bombardeos indiscriminados como los llevados a cabo por Israel liberan a la atmósfera grandes volúmenes de gases de efecto invernadero. «Las estimaciones basadas en las informaciones disponibles muestran sustanciales emisiones de dióxido de carbono, que representan graves riesgos para la salud», continúa el informe.

Armas químicas arrojadas por Israel

Para completar, Israel también ha arrojado sobre los palestinos de Gaza armas químicas, como fósforo blanco, que, también según el artículo de TRT World, cuando se expone a la atmósfera, “quema las temperaturas extremadamente elevadas –altas lo suficiente para quemar metales y huesos– y muchas veces provoca incendios”.

El mismo informe incluso revela: “La Agencia para Registro de Sustancias Tóxicas y Enfermedades, de Estados Unidos, afirma que el fósforo blanco puede acumularse lentamente en los cuerpos de los peces que viven en lagos o arroyos contaminados”. Es decir, si antes los pescadores de Gaza no podían garantizar su subsistencia porque Israel les reducía cada vez más las millas para poder pescar, con el alto el fuego no tendrán ni siquiera peces para alimentar a sus familias.

Los impactos ambientales profundizan la catástrofe y ya son perceptibles. Los palestinos han sufrido infecciones y ya ha habido una epidemia de hepatitis en una escuela donde se albergan refugiados. El ochenta por ciento de los 2,4 millones de palestinos de Gaza han sido desplazados internamente en los últimos 60 días.

Nakba ambiental promovida por el sionismo

La catástrofe ambiental no se limita a Gaza. En Cisjordania, donde avanza la limpieza étnica, donde Israel ya ha matado, sólo en los últimos 60 días, a más de 260 palestinos y ha herido a unos 3.000, el Estado sionista practica el apartheid climático contra el pueblo palestino, habiendo transferido las industrias más contaminantes allí e instalado basurales sobre acuíferos que abastecen a familias palestinas.

Además, usurpa recursos naturales y desde 1967 ha talado más de 800.000 olivares, el equivalente a 33 parques, afectando la subsistencia de miles de familias.

El genocidio en curso en Gaza y el salto en la limpieza étnica en Cisjordania son una nueva fase en la continua Nakba, que, durante más de 75 años también ha sido ambiental.

Una de las organizaciones fundadoras del proyecto colonial sionista, el Fondo Nacional Judaico, fue responsable por transformar el paisaje nativo en uno similar al europeo. En el proceso, taló miles de árboles, destruyó bosques nativos, lagos y ríos, mientras afirmaba cínicamente haber hecho “florecer el desierto”, en uno de los mitos sionistas vendidos al mundo en la limpieza étnica de 1948.

Como enfatizó la activista Greta Thunberg, una de las voces que ha denunciado la actual masacre en curso contra el pueblo palestino, “no hay justicia climática en la ocupación”. No hay justicia climática en el genocidio.

Artículo publicado en www.opiniaosocialista.com.br, 6/12/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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