Dom May 19, 2024
19 mayo, 2024

Los evangélicos y el Estado de Israel

Desde el recrudecimiento de los ataques del Estado de Israel contra Gaza, el 7 de octubre, bajo la justificativa de represalias a la acción de resistencia armada contra la ocupación, llama la atención, incluso en el Brasil, la defensa del Estado sionista por amplios sectores evangélicos. ¿Por qué segmentos cristianos que, desde el punto de vista religioso, en teoría, comparten una visión más cercana al Islam (el Islam, a diferencia del judaísmo, reconoce y venera la figura de Jesucristo como profeta), se alinean tan incondicionalmente con el Estado de Israel?

Por:  Diego Cruz

Se trata de una historia que es a la vez antigua y reciente. Una construcción ideológica centenaria que cobró fuerza y ​​un nuevo cariz con el fortalecimiento de la extrema derecha en los últimos años. Y que de “espiritual”, como veremos, no tiene absolutamente nada.

Cristianismo y sionismo

La identificación entre protestantismo y lo que sería el sionismo, es decir, la idea de que el pueblo judío debería retornar a la Palestina histórica, se remonta a los primeros años de la Reforma Protestante. Un clérigo inglés del siglo XVI, Thomas Brightman, afirmaba que los judíos deberían “retornar a Jerusalén otra vez”, ya que “los profetas en todas partes lo confirman y hablan sobre eso”.

Detrás de esta idea había una peculiar lectura del evangelio, concretamente de la escatología cristiana, que preveía el retorno de los judíos a la tierra prometida, la reconstrucción del Templo de Salomón (destruido por babilonios y romanos), la preparación de la segunda venida de Cristo y, finalmente, la conversión de los judíos al cristianismo. Esta doctrina más tarde se llamaría “dispensacionalismo”. Se trata de una visión que presupone el abandono de la fe judaica para cumplir las profecías, lo que muchos judíos, no sin razón, llaman antisemitismo.

Esta idea se tornó una fuerza práctica en el siglo XIX con el movimiento Templo Alemán Pietista, que surgió del luteranismo. Dos clérigos alemanes, Christoph Hoffman y Georg David Hardegg, fundaron la Sociedad Templer en 1861, con la idea de colonizar a Palestina mediante asentamientos. Con el apoyo de la Corte de Prusia y de teólogos anglicanos de Gran Bretaña, establecieron el primer asentamiento en Haifa, en 1866, extendiéndose por toda la región. Por lo tanto, mucho antes de que Theodor Herzl lanzara el sionismo como corriente política e ideológica en el congreso de 1897.

Los “templadores”, que acabarían siendo expulsados ​​tras la fundación del Estado de Israel, en 1948, vieron imitados sus métodos de instalación de asentamientos de población en las aldeas por las primeras levas sionistas, entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, con fuerte apoyo británico. Para Inglaterra era estratégico fortalecer su posición en la región, todavía bajo dominio otomano.

Evidentemente, los primeros sionistas no estaban motivados por esta doctrina proveniente del protestantismo. De hecho, si el sionismo en el siglo XIX, como ideología que propugnaba la construcción de una nación judía, no era una fuerza mayoritaria entre los judíos –rivalizando con aquellos que defendían la integración completa de los judíos en sus respectivos países (aunque manteniendo ciertas tradiciones y religiosidad)–, incluso entre los sionistas tampoco predominaba el sionismo religioso que defendía el regreso a Jerusalén. Tanto es así que se barajaban regiones como Bariloche, en la Argentina, o Uganda, en África.

La elección de Palestina y la construcción del mito del retorno de los judíos a la tierra que les había sido prometida tuvo como objetivo cerrar filas con los Estados y atraer la simpatía y la defensa de amplios sectores religiosos cristianos de todo el mundo. Para lograrlo, se hizo imprescindible consolidar otro mito: que los judíos actuales descienden directamente del pueblo hebreo del Antiguo Testamento (o de la Torá).

Un mito funcional

Existen muchos estudios y debates sobre el origen de los pueblos que se autodenominan judíos, principalmente tras la publicación de la obra de Shlomo Sand, La invención del pueblo judío (2008). El autor retoma los estudios de Arthur Koestler que, en 1976, publicó el libro La decimotercera tribu, en el que afirma que los judíos son, en realidad, descendientes de los zares, del Cáucaso, convertidos en el siglo VIII. Esta versión es aceptada por muchos investigadores serios.

El historiador israelí Illan Pappé relativiza ese debate, afirmando que “los pueblos tienen derecho a inventarse, como hicieron tantos movimientos nacionales en su momento de concepción , pero advierte que “el problema se agrava cuando la narrativa de génesis engendra proyectos políticos como genocidio, limpieza étnica y opresión”.

Y eso es exactamente lo que pasó. Los diferentes segmentos del sionismo, desde el religioso hasta la “izquierda”, convergieron en esa interpretación bíblica de que los judíos (los actuales) serían los descendientes legítimos del antiguo pueblo hebreo. Esta autoridad histórica, moral y ancestral, garantizaría la justificación para ocupar Palestina y expulsar a los “invasores”, en este caso, los palestinos. Aunque irónicamente, no son pocos los que afirman que los palestinos actuales, los pueblos originarios de aquella tierra, llevan más ADN de los antiguos hebreos que los actuales judíos.

Sin embargo, para muchos sionistas, poco importa si esta justificación era falsa o no. Incluso porque fue utilizada por sionistas “socialistas”, ateos, etc. Lo importante era colonizar Palestina, expulsar a quienes vivían allí y establecer un Estado judío. Y hasta el día de hoy ese mito se utiliza para la creciente ocupación de Gaza y Cisjordania y para las masacres perpetradas por el Estado sionista hace siete décadas. Y principalmente para justificar el mantenimiento de Israel como un enclave militar, antes de Inglaterra, ahora de Estados Unidos, en una región estratégica.

Israel y la extrema derecha

Volvamos a los actuales evangélicos. ¿Qué tiene que ver esta tortuosa trayectoria con el pastor de la esquina de un barrio de periferia que convoca a sus fieles a una “vigilia por Israel” en el exacto momento en que el país lanza toneladas de misiles contra las cabezas de niños y bebés en Gaza?

El protestantismo tuvo un crecimiento significativo en el Brasil en el siglo pasado, principalmente a través de movimientos pentecostales, pero aún en el contexto de un Brasil mayoritariamente católico. La proliferación de iglesias neopentecostales, en un cuadro de crisis, abismal desigualdad social, y las promesas ofrecidas por la Teología de la Prosperidad, ha ido cambiando el panorama religioso en el país y, pronto, los evangélicos superarían a los católicos.

Siempre ha habido una asociación “natural” entre el protestantismo y los judíos, pero era esencialmente simbólica y religiosa. Jesús es el “León de la Tribu de Judá”, la “esperanza de Israel”. Pero, prácticamente había consenso en que “Israel” ya no se refería más a los antiguos judíos, sino a la totalidad de los fieles. La “ley” fue reemplazada por el sacrificio de Jesús en el Calvario. Algunos segmentos incluso caen en el antisemitismo, responsabilizando a los judíos de “haber matado a Jesús”.

Sin embargo, en los últimos años se ha notado un cambio profundo. Las referencias a Israel dejan de ser simbólicas y se vuelven casi literales. El milenarismo, aunque no se estudia en prácticamente ninguna iglesia, se asimila acríticamente. Las iglesias se van “judaizando” y los propios creyentes se identifican como parte de la diáspora judaica. Se volvió común el uso de banderas israelíes, los pastores que ministran cultos con kipás y, la mayor expresión de este proceso, el enorme Templo de Salomón construido por la Iglesia Universal en la capital paulista.

Se trata de un movimiento sincronizado con la radicalización del público evangélico hacia la extrema derecha y, más recientemente, con el bolsonarismo. Esta es la razón por la que muchos encuentran extraña la actual hipervaloración del Antiguo Testamento. Allí tenemos una deidad guerrera, que destruye sin piedad a sus enemigos, no acepta el culto de ninguna otra deidad, y se impone por la fuerza. Una narrativa que es más fácil de absorber y moldear a un proyecto político de dictadura y de persecución de opositores que lo sería, por ejemplo, una deidad que predicase el amor al prójimo, protegiese a las prostitutas y dijese que “es más fácil que un camello pase por el agujero de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”.

En este sentido, así como Bolsonaro y Trump serían hombres enviados por Dios para proteger los valores morales tradicionales (o la tan cacareada cultura judaico-cristiana), amenazados por el avance de los derechos de las mujeres, los negraos y LGBTI+, el Estado de Israel sería el Estado “ungido” para detener a los “salvajes islámicos” y el “terrorismo”. Una visión que no sólo es distorsionada, sino también profundamente racista y xenófoba.

Se añaden a esto intereses que pasan lejos de la ideología. Desde hace algunos años prolifera en Jerusalén una auténtica industria turística, liderada por pastores mediáticos y empresas dirigidas al público religioso. Irónicamente, los más pomposos intentan hacer una pasadita por el lujoso Dubai, que tiene tanto que ver con la Biblia como Osasco, aquí en São Paulo.

Masacre no tiene nada que ver con religión

Es común que pastores e iglesias presenten el tema como una especie de “batalla espiritual”. Sin embargo, lo que realmente ocurre es la acción de un Estado, creado artificialmente por el Imperio Británico y apoyado hoy por Estados Unidos, que lo tiene como su enclave militar. Los palestinos, por tanto, son un “problema” a ser eliminado. El discurso religioso es utilizado cínicamente para este propósito.

Muchos trabajadores son evangélicos, y respetamos sus creencias. Sin embargo, la lucha contra el genocidio palestino no es una lucha contra la religión, sino contra un proyecto de colonización, limpieza étnica y genocidio al servicio del imperialismo. Tanto es así que hay evangélicos que se posicionan contra esto, por ejemplo, numerosos grupos judíos antisionistas. Invitamos a los compañeros y las compañeras evangélicos a unirse a nosotros en esta lucha.

Artículo publicado en www.pstu.org.br, 25/10/2023.-

Traducción: Natalia Estrada.

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