Vie Jul 26, 2024
26 julio, 2024

Lenin, dirigente del Partido

Por Nazareno Godeiro

INTRODUCCIÓN: Donde se casa con Krúpskaia, termina su destierro en Siberia, se convierte en el editor principal de «Iskra», comienza la lucha contra Bernstein y los economicistas rusos y choca con Plejánov.

El cuarto volumen de las Obras Completas de Lenin reúne textos escritos entre 1898 y 1901. Se trata de su período de reclusión en Siberia, que fue de 1898 a 1900, cuando terminó su exilio, hasta abril de 1901 (parte de este tiempo viviendo cerca de Petrogrado y luego en el extranjero, durante el período de organización del periódico Iskra).

En el breve lapso de 1901, Lenin escribió, ya en el extranjero, los textos preparatorios del periódico Iskra (La Chispa) y de la revista teórica, literaria y científica Zariá (La Aurora).

Fue un período de dispersión, debido a la violenta represión que sufrió el grupo, que incluso llevó al arresto de toda la dirección elegida en el primer congreso del POSDR, celebrado en marzo de 1898, que incluía sólo a nueve socialdemócratas. El congreso creó el partido, pero no le proporcionó un programa y un estatuto, tareas que serían cumplidas por el II Congreso del partido, en 1903.

Durante este período también se presentaron nuevas corrientes de opinión que revisaron el marxismo, encabezadas por líderes jóvenes influenciados por la fuerza del movimiento obrero espontáneo, con sus huelgas masivas. La corriente pasó a ser conocida como “economista”.

En esos tres años, Lenin concluyó El desarrollo del capitalismo en Rusia (ver resumen en el volumen anterior) y se consolidó como el principal dirigente de la organización en Rusia, junto a Martov[1] y Potrésov (la nueva generación dirigente, surgida dentro de Rusia), ya que los principales líderes fundadores (Plejánov, Vera Zasúlich y Axelrod), que pertenecían a generaciones revolucionarias anteriores, se encontraban exiliados en el extranjero. Esta condición de liderazgo apareció en una carta a A. N. Potrésov, fechada el 27 de junio de 1899, cuando discutía:

“Lo que me dice sobre la reacción contra el marxismo que se ha iniciado en Petersburgo es para mí una novedad. Estoy perplejo. “Reacción”: ¿quiere decir que entre los marxistas? ¿Y cuáles? ¿Otra vez P. B.[Struve] ¿Es él y Cía. quienes fomentan la tendencia a unirse con los liberales? Espero sus aclaraciones con gran impaciencia. Coincido plenamente en que los “críticos” no hacen más que confundir a la gente, y no ofrecen absolutamente nada, y que será necesario librar una seria lucha contra ellos (sobre todo a propósito de Bernstein, sólo que, ¿habrá dónde luchar…?). Si P. B. “deja absolutamente de ser un camarada, tanto peor para él. Será una gran pérdida, por supuesto, para todos los camaradas, pues tiene mucho talento y grandes conocimientos, pero, por supuesto, “la amistad es la amistad y el deber es el deber”, y ello no elimina la necesidad de luchar. Comprendo perfectamente y comparto su “furia” (provocada por el epíteto “abominable” (sic!!!) respecto a Plejánov. ¿A qué se debe?, ¿al artículo en Neue Zeit?, ¿a la carta abierta a Kautsky sobre quién va a enterrar a quién?) y estoy deseando conocer su respuesta a la carta en que usted da rienda suelta a su furia (todavía no he visto el libro de Bernstein). La delimitación radical es necesaria, desde luego, pero no aparecerá ni puede aparecer en Náchalo o en Zhizn: allí sólo se publicarán artículos específicos contra los “críticos” del marxismo. Para ello se requiere una publicación marxista clandestina y una Plataforma (si le entendí bien a usted). Sólo entonces se separarán por fin los camaradas de los “jinetes” “ajenos” y sólo entonces ningún tipo de extravagancias personales o “sensacionales descubrimientos” teóricos podrán crear confusión y anarquía. ¡La culpa de todo la tiene la maldita desorganización de Rusia!”

En mayo de 1898, Nadejda Krúpskaia llegó, con su madre, al pueblo donde estaba exiliado Lenin. Tuvo que cumplir tres años de exilio y, al convertirse en la prometida de Lenin, se les permitió estar juntos en el exilio siberiano, siempre y cuando se casaran nada más llegar Krúpskaia a la región. La boda tuvo lugar en julio de 1898, ella tenía 29 años y él 28.

Fueron tres años muy importantes en la formación de Lenin como líder, ya que elaboró ​​las bases del programa del partido, discutió las tácticas y formas de organización del partido, especialmente la unificación del trabajo de construcción, agitación y propaganda, a partir de un periódico difundido por toda Rusia, e inició la lucha contra las tendencias internas que intentaban desviar el marxismo del camino revolucionario y socialista. Al mismo tiempo, se conectó con los dirigentes de la Internacional Socialista, especialmente con Kautsky, que luchaban contra la tendencia oportunista, encabezada por Bernstein, en el Partido Socialdemócrata Alemán (PSD).

En una carta a su hermano Dimitri, fechada el 20 de junio de 1899, Lenin escribió:

“En general, soy adversario cada vez más decidido de la nueva ‘orientación crítica’ en el marxismo, así como del neokantismo (que ha engendrado, dicho sea de paso, la idea de que las leyes sociológicas están separadas de las económicas). Tiene mucha razón el autor de los Ensayos sobre la historia del materialismo [Plejánov] cuando declara que el neokantismo es una teoría reaccionaria de la burguesía reaccionaria, y cuando se rebela contra Bernstein”.

Estábamos en un período de turbulencias para el marxismo que, al mismo tiempo que se afirmaba como la principal tendencia del movimiento obrero internacional, recibía presiones e influencias de todas las corrientes del socialismo internacional y presiones de la burguesía. Estábamos 15 años después de la muerte de Karl Marx, en 1883, y apenas tres años después de la muerte de Engels, en 1895.

En este tomo, Lenin continúa escribiendo materiales sobre la economía rusa y la controversia sobre el destino del capitalismo en el país. En esta condición escribió, en agosto de 1898, A propósito de nuestra estadística fabril:

El texto demostraba que la afirmación de Kárishev, un economista populista, de que había una disminución de fábricas y de trabajadores en Rusia era falsa, porque se basaba en datos completamente heterogéneos, de diferentes años y con diferentes metodologías. El autor mezcla datos de grandes fábricas con pequeños talleres, que en unos años se incluyen en otros, y en otros no. Por ello, Lenin afirmó que, a diferencia de Kárishev, hubo un aumento de fábricas (incluidas las grandes industrias mecanizadas) y de trabajadores.

También escribió, en mayo de 1899, “El capitalismo y la agricultura”, defendiendo el libro de Kautsky sobre la agricultura en el campo y polemizando con un intelectual vinculado a los marxistas legales que estaban “adaptando” el marxismo a los gustos de la burguesía liberal rusa.

El texto defendía las conclusiones fundamentales del libro de Kautsky , El problema agrario y desmantelaba las críticas hechas al texto por Bulgákov (un intelectual pequeño burgués “de izquierda”).

La primera controversia fue sobre la “ley” establecida por Marx según la cual el capital constante (es decir, las máquinas) crece a un ritmo mayor que el capital variable (los salarios) en la agricultura y la industria. Bulgákov dice que en el campo ocurre lo contrario: en la economía agrícola capitalista el uso de mano de obra está creciendo más que el de máquinas. Kautsky demostró con datos de Alemania, Inglaterra y Francia que era todo lo contrario. Lenin también confirma esto para Rusia, aunque dice que cuando Marx se refirió a la “ley general” no quiso decir que en todo momento y en todas partes prevalecería el aumento constante del capital en detrimento de los salarios. Sin embargo, hoy en pleno siglo XXI esto es incuestionable en todos los sectores, incluidas las pequeñas propiedades rurales, que también están utilizando en máquinas. Quienes impulsaron el progreso técnico (máquinas y técnicas agronómicas) fueron la burguesía rural y la agroindustria.

La segunda controversia versó sobre la separación del campesino de la tierra, donde Kautsky mostró el fenómeno de la separación del campesino de la tierra. Esto sucedió, en Europa, mediante la hipoteca de propiedades (deudas) o el arrendamiento.

Kautsky demostró la superioridad de la gran producción sobre la pequeña producción rural. La única ventaja de esto es que su dueño y su familia trabajan hasta 18 horas al día y consumen menos que un trabajador urbano o un jornalero. Sin embargo, estos dos hechos mostraron el atraso de las pequeñas propiedades, cuya ventaja no es la productividad por hectárea sino trabajar como burros de carga y comer como camellos. Kautsky también mostró que la asociación de los pequeños productores en asociaciones y cooperativas sólo demuestra la validez de la gran producción rural, hasta el punto de obligar a los pequeños productores a hacerse grandes (a través de una cooperativa). Sin embargo, estas cooperativas se convirtieron en grandes monopolios sectoriales y en la quiebra de la pequeña propiedad. Estas cooperativas llevaron al fortalecimiento del capitalismo en el campo, [pero] no del socialismo, de la gran producción comunal, colectivista (que es superior a la gran producción capitalista).

La superioridad de la gran producción capitalista sobre la pequeña producción individual se debió a que las primeras utilizaban la cooperación entre los trabajadores agrícolas y la división del trabajo entre ellos, además del uso de máquinas y técnicas agrícolas superiores.

“Ello sólo significa que si la producción campesina se mantiene al lado de la gran producción, no es por su mayor productividad, sino por sus menores demandas” (…) [y porque ejerce] ”… el trabajo excesivo y el consumo insuficiente en la pequeña producción«, dice Kautsky.

Kautsky desarrolla una de las ideas fundamentales de Marx, quien recalcaba de manera categórica el papel histórico progresivo del capitalismo agrario (la racionalización de la agricultura, la separación de la tierra del agricultor que la posee, la liberación de la población rural de las relaciones de dominación y esclavitud, etc.), y señalaba al propio tiempo, con no menos energía, el empobrecimiento y la opresión de los productores directos, la incompatibilidad del capitalismo con las necesidades de una agricultura racional”.

Esta última afirmación fue una idea central de Marx sobre el tema del campo que ahora, en pleno siglo XXI, está muy de actualidad, con la destrucción ambiental provocada por las multinacionales del agronegocio.

Lo que es importante señalar es la coincidencia de Lenin con todo el contenido del libro de Kautsky. Él mismo desarrolló todos estos análisis específicamente para el ámbito ruso. Ambos libros fueron escritos en paralelo, hacia 1900. La coincidencia es normal ya que ambos elaboraron la cuestión agraria a partir de la elaboración de Marx y Engels, aún que Lenin tenía algunas diferencias; por ejemplo, defendía la nacionalización de la tierra mientras Kautsky defendía que el sector privado en el campo era más progresista que el Estado.

Sin embargo, de manera concomitante con esta controversia teórico-programática, se comenzó a trabajar para reunir a grupos y dirigentes confinados en Siberia para crear un periódico que unificara a todos los grupos marxistas (que se autodenominaban “socialdemócratas” en ese momento).

Como dirigente de la organización dentro de Rusia, inició un enfrentamiento con una corriente de “jóvenes” revolucionarios socialdemócratas que abogaban por cambiar el centro de acción del Partido hacia las luchas económicas, dejando la lucha por las libertades políticas y el derrocamiento de la autocracia a la burguesía liberal. Esta corriente, conocida como “economista” (traducido al castellano sería “economicista”). Lenin se quejó de que el combate teórico contra esta corriente se retrasara:

Considero que es extremadamente perjudicial que esta polémica con los ultraeconomistas no se haya ventilado en forma total y completa en la prensa: habría sido el único medio serio de aclarar las cosas y establecer algunas tesis teóricas exactas de principio. ¡En cambio, ahora reina un caos completo![2]

En esta misma carta, Lenin continúa discutiendo el asunto con su compañero de dirección:

El artículo sobre él en Frankfurter Zeitung y en Zhizn… me convenció por completo de que no había comprendido bien los artículos sueltos de Bernstein y que es tanto lo que se ha enredado en mentiras que realmente merece ser enterrado, como lo manifestó Plejánov ([en]Ensayos sobre la historia del materialismo) en carta abierta a Kautsky. Los argumentos de Bernstein, que para mí son nuevos, contra la interpretación materialista de la historia, etc., son (según Zhizn) asombrosamente débiles. A propósito, ¿recuerda usted cómo Plejánov se burló de mí con maldad y me increpó duramente por haber calificado de “método” la concepción materialista de la historia? Y he aquí que también Kautsky, al emplear la misma palabra: “método”, incurre en el mismo grave pecado (Zhizn, enero, II, pág. 53..”

En septiembre de 1898, Lenin pidió a Plejánov que hablara en los periódicos rusos de izquierda.

¿Se fijó Usted en los artículos de N. G. en Rússkoe Bogatstvo (en los dos últimos números) contra “el materialismo y la lógica dialéctica”? Son interesantísimos desde un punto de vista negativo. Debo confesar que no soy competente para tratar los problemas que plantea el autor y me extraña sobremanera que Plejánov no haya dado su opinión en las publicaciones rusas, ni se manifieste resueltamente contra el neokantismo, permitiendo a Struve y Bulgákov polemizar sobre algunos aspectos de esta filosofía como si ya formara parte de los conceptos de los discípulos rusos”.[3]

En esta discusión, Lenin tuvo que estudiar filosofía para tomar posición tanto sobre la corriente populista como sobre los “marxistas legales”, que seguían las posiciones de Bernstein. En una carta a A. N. Potrésov, del 27 de junio de 1899 decía:

“Estoy cada vez más indignado con los “sensacionales descubrimientos” de los discípulos rusos y su neokantismo. Leí el artículo de Tugán-Baranovski en el núm. 5 de Naúchnoe Obozrenie… ¡Qué estupidez tan grande y qué pretenciosa absurdidad! Sin ningún estudio histórico de la doctrina de Marx, sin una nueva investigación, sobre la base de errores en los esquemas (modificación arbitraria de la norma de plusvalía), sobre la base de tomar como regla general un caso excepcional (aumento de la productividad del trabajo sin disminución del valor del producto: un absurdo si se lo toma por un fenómeno general), sobre la base de todo esto, hablar de una “nueva teoría”, del error de Marx, de la reconstrucción… No, no puedo dar crédito a su afirmación de que Tugán-Baranovski se vuelve cada vez más un camarada. Mijailovski tenía razón cuando lo llamó “hombre eco”: su articulejo en Mir Bozhi (“à la Béltov”, ¿recuerda?, en 1895) y este último artículo confirman el juicio severo de ese crítico parcial. Lo confirma también lo que usted y Nadia han dicho sobre sus cualidades personales. Desde luego, todo eso no basta para sacar una conclusión definitiva y es muy posible que esté equivocado. Me interesa conocer su opinión sobre el artículo.

Además, hay esta idea de hacer una diferenciación entre las categorías “sociológicas” y “económicas” que Struve echó a rodar (en el núm. 1 de Naúchnoe Obozrenie) y repitieron tanto P. Berlín (en Zhizn) como Tugán-Baranovski. En mi opinión, esto no promete otra cosa que un juego completamente insensato y escolástico [de] las definiciones, al que los kantianos dan el nombre retumbante de “crítica de conceptos” e incluso “gnoseología”. Sencillamente no puedo comprender ¿¿qué sentido tiene esa diferenciación??, ¿¿cómo puede existir algo económico fuera de lo social??

(…)

“A propósito del neokantismo. ¿Cuál es su posición? He leído y releído con gran placer Ensayos sobre la historia del materialismo, he leído los artículos del mismo autor [Plejánov] en Neue Zeit contra Bernstein y Konrad Schmidt (Neue Zeit, núm. 5, de 1898-1899: no he visto los números siguientes); he leído a Stammler (La economía y el derecho), a quien tanto elogiaron nuestros kantianos (P. Stammler, en particular, suscita mi indignación; no alcanzo a ver en él ni pizca de algo lozano y significativo…). ¡Pura Escolástica teórico-cognoscitiva! Tontas “definiciones” de un mediocre leguleyo, en el peor sentido de esta última palabra, y “conclusiones” no menos tontas extraídas de ellas. Después de Stammler, volví a leer los artículos de Struve y Bulgákov en Nóvoe Slovo y encontré que al neokantismo, efectivamente hay que ajustarle las cuentas muy en serio. No pude contenerme más y tanto en mi respuesta a Struve (Algo más sobre la teoría de la realización…) (…) Digo “no pude contenerme más”, porque tengo clara conciencia de mi falta de cultura filosófica y no me propongo escribir sobre esos temas hasta haber estudiado más. A eso precisamente me dedico ahora: comencé con Holbach y Helvecio y me propongo pasar a Kant. He conseguido las principales obras de los principales filósofos clásicos, pero no tengo los libros neokantianos (encargué sólo el de Lange). Comuníqueme, por favor, si usted o sus camaradas los tienen y si los pueden compartir conmigo.

A través de esta carta, podemos ver que la opinión de que Lenin sólo conoció a Hegel y profundizó el estudio del materialismo y la dialéctica después de la Primera Guerra Mundial es un error. Por este error Lenin “entró en crisis con la traición de la Segunda Internacional” y se encerró en una biblioteca a estudiar a Hegel, y sólo entonces comenzará a comprender la dialéctica porque, hasta entonces, no era más que un “materialista tosco”, cuya mayor expresión fue el libro Materialismo y empiriocriticismo. Analizaremos este error en su momento, sólo señalamos aquí que Lenin estaba leyendo a Hegel, entre otros filósofos, en 1899.

Lenin escribió el primer folleto para combatir teóricamente la corriente “economista”, que fue producto de la adaptación del joven partido a las grandes huelgas obreras y luchas económicas que estallaron en Rusia durante la segunda mitad de la década de 1890. El texto se llamó “Protesta de los socialdemócratas de Rusia”, fue escrito en agosto de 1899, en pleno confinamiento, y fue el primer texto de Lenin criticando la corriente revisionista del marxismo que se estaba formando en nivel internacional, pero que en Rusia tenía como expresión la corriente “economista”. Lenin presentó el texto en una reunión con 17 confinados en la misma región de Siberia. El texto fue enviado y publicado en los órganos de la socialdemocracia rusa en el extranjero y defendía los siguientes puntos de vista:

Texto del “Credo” que resume las posiciones de la corriente “economicista”:

“… crisis del marxismo… Es difícil imaginarse un curso más lógico de las cosas que el período de desarrollo del movimiento obrero desde el Manifiesto Comunista hasta la bernsteiniada, y el estudio atento de todo este proceso puede determinar, con exactitud astronómica, el desenlace de esta «crisis». No se trata aquí, claro está, de la derrota o la victoria de la bernsteiniada, cosa de poco interés; de lo que se trata es de un cambio radical de la actividad práctica, que desde hace ya mucho se viene realizando paulatinamente en el seno del Partido. Este cambio se efectuará no sólo en el sentido de sostener una lucha económica más enérgica, de consolidar las organizaciones de tipo económico, sino también, y esto es lo más esencial, en el sentido de modificar la actitud del Partido ante los demás partidos de oposición. El marxismo intolerante, el marxismo negador, el marxismo primitivo (que utiliza una concepción demasiado esquemática sobre la división de la sociedad en clases) cederá su puesto al marxismo democrático, y la situación social del Partido dentro de la sociedad moderna tendrá que cambiar profundamente. El Partido reconocerá a la sociedad. Sus tareas estrechamente corporativas, en la mayoría de los casos sectarias, serán ampliadas hasta convertirse en tareas sociales, y su afán de conquistar el poder se transformará en el afán de modificar, de reformar la sociedad moderna en un sentido democrático, adaptado al actual estado de cosas, a fin de poder defender del modo más feliz y completo los derechos (todos) de las clases trabajadoras. El contenido del concepto «política» se ampliará hasta adquirir un sentido verdaderamente social, y las reivindicaciones prácticas del momento adquirirán mayor peso, podrán contar con que se les preste mayor atención que hasta ahora”.

El núcleo de la táctica de los “economistas” fue:

“Los marxistas rusos tienen una sola salida: participar, es decir, ayudar a la lucha económica del proletariado y participar en la actividad liberal oposicionista. Los marxistas rusos empezaron muy temprano a ser «negadores”, y esta negación debilitó en ellos la parte de la energía que debe encauzarse hacia el radicalismo político”.

Lenin advirtió a los activistas del partido sobre el peligro que representaba esta corriente: desviarse de la estrategia de “la formación de un partido político obrero independiente, inseparable de la lucha de clases del proletariado y con la tarea inmediata de conquistar la libertad política”.

Luego, desmontó los dos principales argumentos de los “economistas”: el primero, sobre que el movimiento obrero no participaba en las revoluciones burguesas y la lucha política en general, y, el segundo, que el proletariado tendría como eje la lucha económica y participar en la lucha política de manera auxiliar a la burguesía liberal.

Lenin argumentó: “pero la cuestión general o de principio se plantea, también ahora, del mismo modo que fue planteada por el marxismo. La convicción de que la lucha de clase del proletariado es única y debe abarcar necesariamente la lucha política y la económica ha arraigado en la socialdemocracia internacional”.

Entonces, Lenin definió la estrategia votada en el Primer Congreso del Partido de 1898: “El proletariado debe aspirar a fundar partidos políticos obreros independientes cuyo principal objetivo sea la conquista del poder político por el proletariado, con el objetivo de organizar la sociedad socialista”. Acusó a los “economistas” de “empobrecer el marxismo revolucionario hasta reducirlo a una vulgar corriente reformista”. Explicó que el Congreso votó sobre tres principios fundamentales explicados en el Manifiesto:

  1. Primero, la socialdemocracia rusa «quiere ser y seguir siendo un movimiento de clase de las masas obreras organizadas», uniendo la lucha política con la económica, agitando las necesidades inmediatas del proletariado y combatiendo todas las expresiones de opresión, promoviendo el socialismo científico y la lucha por las ideas democráticas. “Al concentrar ahora todas sus fuerzas en la labor entre los obreros de las fábricas y de las minas, la socialdemocracia no debe olvidar que, al ampliarse el movimiento, deben incorporarse también a las filas de las masas obreras organizadas por ella los trabajadores domésticos, los artesanos, los obreros agrícolas y millones de campesinos arruinados y muertos de hambre”.
  2. Segundo: «La clase obrera rusa debe llevar y llevará sobre sus recios hombros la causa de la conquista de la libertad política». Un partido obrero independiente al frente de la lucha democrática es la condición para llegar a acuerdos prácticos temporales con los sectores verdaderamente revolucionarios de la burguesía y la pequeña burguesía.
  3. Tercero: «En su calidad de movimiento y corriente socialista, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia continúa la obra y las tradiciones de todo el movimiento revolucionario ruso que le ha precedido; y la socialdemocracia, que se plantea como tarea inmediata más importante de todo el Partido la conquista de la libertad política, marcha hacia el objetivo señalado ya con toda claridad por los gloriosos militantes de la vieja organización Voluntad del Pueblo”.

Lenin, en este texto de 1899, caracterizó la corriente revisionista encabezada por Bernstein: “La famosa “bernsteiniada”… Significa un intento de empobrecer la teoría del marxismo, un intento de transformar el partido obrero revolucionario en un partido reformista”.

Esta corriente economicista conectaba con la corriente revisionista que estaba surgiendo en el Partido Socialdemócrata Alemán, liderado por Eduard Bernstein.

Lenin abrió una guerra contra estas corrientes revisionistas del marxismo, afirmando el marxismo como una teoría y organización proletaria y revolucionaria.

Sobre este tema escribió cuatro artículos para el periódico Rabochaya Gazeta que, más tarde, serían la base del ¿Qué Hacer? y el proyecto de programa del partido.

Nuestro Programa”:

Para Lenin, en el cambio de siglo XIX al siglo XX, se estaba produciendo “un período de vacilación en el pensamiento”, que se expresaba en el surgimiento de una corriente revisionista internacional.

“Nosotros nos basamos íntegramente en la teoría de Marx, que convirtió por primera vez el socialismo de utopía en ciencia, asentó los sólidos cimientos de esta ciencia, y trazó el camino que debía seguirse para desarrollarla y elaborarla en todos sus aspectos”. El marxismo como cosmovisión, cuyo objetivo es dirigir una lucha de clases [para] la toma del poder político por parte del proletariado y construir el socialismo. Para él, este revisionismo no aportó nada nuevo al marxismo, tomó parches de las teorías premarxistas para “enmendar” el marxismo. Retroceder, en realidad. Aquí Lenin expresa, por primera vez, la famosa frase: “no puede haber un fuerte partido socialista sin una teoría revolucionaria…”. También afirma que no está en contra de desarrollar la teoría marxista de forma independiente en Rusia, porque el marxismo sólo formula directrices generales y cada país tiene sus especificidades. Por lo tanto, es necesario elaborar un programa para el país cuyo centro sea la conquista del poder para avanzar hacia el socialismo, la combinación de la lucha económica práctica con la lucha política, la clase obrera debe convertirse en vanguardia de la lucha por la democracia, etc.

Nuestra tarea inmediata”:

Después de un comienzo brillante, que culminó con la fundación del POSDR en 1889, se produjo un retroceso (debido a la represión) y un retorno al trabajo disperso. La tarea inmediata del partido, según Lenin, era lograr la unificación, buscando la forma adecuada. La dispersión y el trabajo artesanal no permitieron que la agitación y la propaganda unificadas elevaran la conciencia de la vanguardia proletaria: esto impidió que la lucha económica se convirtiera en una verdadera lucha de clases. “La lucha de los obreros contra los capitalistas se convierte necesariamente en lucha política, a medida que se convierte en lucha de clases”.

“La socialdemocracia no se reduce simplemente a servir al movimiento obrero, sino que es «la fusión del socialismo con el movimiento obrero» (según la definición de K. Kautsky que reproduce las ideas básicas del Manifiesto Comunista); su tarea es introducir en el movimiento obrero espontáneo determinados ideales socialistas, ligarlo con las convicciones socialistas, que deben corresponder al nivel de la ciencia contemporánea, ligarlo con una sistemática lucha política por la democracia, como medio para hacer realidad el socialismo; en una palabra, fusionar este movimiento espontáneo en un todo indivisible con la actividad del partido revolucionario”.

Sin embargo, la elaboración del programa y la organización del partido en Rusia forjaría sus propios medios, distintos de las organizaciones marxistas de Europa occidental. ¿Cómo combinar la libertad de actividad local con la acción centralizada en nivel nacional? ¿Cómo podemos combinar la lucha por un partido revolucionario para derrocar la autocracia y al mismo tiempo negarnos a utilizar métodos terroristas o complots secretos?

Lenin respondió a todo esto con una tarea más urgente: la organización de un periódico del partido, que aparecería regularmente y que unificaría el trabajo de todos los grupos locales, sin relegar a un segundo plano la agitación, las manifestaciones de masa, las huelgas, etc. Estas actividades en el movimiento son fundamentales para el partido, pero si no estuvieran unificadas a nivel nacional perderían su eficacia. Este periódico era vital para Rusia, que no disponía de actividades legales como otros partidos de Europa occidental, como actividad parlamentaria, sindicatos, participación en elecciones, etc.

“No creemos en las conspiraciones, renunciamos a derribar el gobierno mediante acciones revolucionarias aisladas; la consigna práctica de nuestro trabajo son las palabras del veterano de la socialdemocracia alemana, Liebknecht: estudiar, hacer propaganda, organizar, y el centro de esta actividad sólo puede y debe ser el órgano del Partido.”

Una cuestión urgente”:

“Aquí abordamos el problema urgente de nuestro movimiento, su punto neurálgico: la organización. Es una necesidad imperiosa mejorar la organización y la disciplina revolucionarias y perfeccionar la técnica del trabajo clandestino.”

Abogó por la formación de un partido con militantes activos, centralizado a partir de un periódico regular y dando importancia a la organización partidaria, la disciplina y la técnica de la acción clandestina y la distribución de tareas según la especialización individual de los militantes. Lenin decía que no faltaba gente para construir el partido en Rusia.

El periódico debe ser considerado como propio por cada activista. La distribución del periódico debía realizarse con regularidad y en grandes cantidades en los centros industriales y ciudades fabriles, en los barrios obreros, en los suburbios pobres, y el lanzamiento del partido ampliaría y profundizaría la propaganda y la agitación del partido.

Todavía en 1899, escribió “El proyecto de programa de nuestro partido”:

Lenin se opuso a la opinión de que, antes de elaborar un programa para el POSDR, era necesario fortalecer las organizaciones locales. Sostuvo, por el contrario, que el partido ya había dejado atrás el período de controversias teóricas con otras organizaciones revolucionarias y estaba superando el trabajo artesanal de los círculos regionales. Precisamente, estos dos elementos plantearon la necesidad de un programa que expresara los conceptos fundamentales, definiera las tareas políticas inmediatas, las consignas de agitación de conjunto, en nivel nacional. El partido ya había crecido mucho en su influencia y necesitaba un programa para solidificar este crecimiento. El programa era una necesidad de fusionar el movimiento espontáneo con el socialismo y la lucha política, para formar un partido revolucionario. Las diferencias que existían dentro de la socialdemocracia fueron un argumento más a favor de la redacción del programa.

Lenin habló del método de preparación del programa e incluso del método de afrontar debates polémicos dentro del partido:

“Por otra parte, para que la polémica no sea estéril, para que no degenere en pugnas personales, para que no conduzca a una confusión de conceptos y no nos haga tomar por camaradas a los enemigos y viceversa, para todo eso es preciso que la cuestión del programa figure en esa polémica. La polémica sólo puede ser útil en el caso de que aclare el verdadero contenido de las divergencias, de que muestre hasta qué grado son profundas, de que revele si se trata de divergencias de fondo o de cuestiones de detalle, de que ponga en claro si esas divergencias son o no un obstáculo para trabajar juntos en el seno de un mismo partido. La respuesta que con tanto apremio exigen todas esas cuestiones sólo podremos obtenerla en el caso de que el problema del programa figure en la polémica, en el caso de que las dos partes que polemizan expongan concretamente sus opiniones programáticas”.

Lenin comenzó analizando el proyecto de programa de 1895 del grupo Emancipación del Trabajo (predecesor del POSDR) y concluyó que estaba bastante actualizado:

“Comenzaremos, pues, examinando este proyecto. A pesar de haber sido editado hace casi 15 años, a nuestro entender cumple muy satisfactoriamente, en rasgos generales, su cometido y se halla a la altura de la teoría socialdemócrata moderna. El proyecto señala con exactitud la única clase capaz de desempeñar en Rusia (como en los demás países) el papel de luchador independiente por el socialismo: la clase obrera, el «proletariado industrial»; en él se indica cuál es el objetivo que debe perseguir esa clase: «la transformación en propiedad social de todos los medios y objetos de producción», «la supresión de la producción mercantil» y «su sustitución por un nuevo sistema, por un sistema de producción social», o sea, «la revolución comunista»; se señala «la condición previa e inexcusable» «de la reorganización de las relaciones sociales»: «la conquista del poder político por la clase obrera»; se señala la solidaridad internacional del proletariado y la necesidad de que «en los programas de los socialdemócratas de los distintos países haya diversidad, de acuerdo con las condiciones sociales de cada uno de ellos»; se señalan las peculiaridades de Rusia, «donde las masas trabajadoras se hallan sometidas al doble yugo del capitalismo en desarrollo y de la agonizante economía patriarcal»; se señala la relación existente entre el movimiento revolucionario ruso y el proceso de creación (por el capitalismo en desarrollo) de la «nueva clase del proletariado industrial, dotada de mayor capacidad de asimilación, con más libertad de movimiento y más culta»; se señala la necesidad de constituir «un partido obrero revolucionario» y que «la primera tarea política» de ese partido [sea] «el derrocamiento del absolutismo»; se señalan también «los medios con que ha de llevarse a cabo la lucha política» y se exponen las reivindicaciones fundamentales de esta lucha”.

Sin embargo, Lenin propuso algunas modificaciones:

  1. Modificar la estructura del programa, ya que el de 1875 era un programa de un grupo fundacional, con unas pocas decenas de militantes, y ahora (en 1900) era ya un partido de vanguardia, con cientos de militantes. La primera parte puede denominarse exposición de principios. Según él, es necesario enfatizar el desarrollo económico que proporciona la base material y espiritual para la socialdemocracia y la lucha de clases. Encabezar el programa con las características fundamentales y de desarrollo del régimen económico actual. Continuando con la tendencia fundamental del capitalismo a dividir la población entre burguesía y proletariado, y el aumento de la pobreza (teoría de la depauperación) de este último como subproducto de la acumulación de capital. Estas modificaciones tienen como objetivo acercar el programa del POSDR al programa del PSD alemán (programa de Erfurt). “Pero la imitación no puede convertirse de ninguna manera en simple copia. La imitación es plenamente legítima, por cuanto en Rusia observamos también los mismos procesos fundamentales en el desarrollo del capitalismo, las mismas tareas fundamentales de los socialistas y de la clase obrera, pero esto no debe hacernos olvidar en ningún caso las peculiaridades de Rusia, que deben estar plenamente reflejadas en las peculiaridades de nuestro Programa”. Estas peculiaridades tenían que ver principalmente con la lucha contra los restos feudales y la lucha contra la autocracia, introduciendo la cuestión campesina, que se reflejó en tareas políticas y tácticas de lucha, diferentes a las prevalecientes en Europa occidental. Aquí debe entrar la definición de la lucha de clases del proletariado, su objetivo final, la propiedad social, el carácter político de la lucha de clases y su objetivo inmediato: el derrocamiento de la autocracia. Lenin pensaba que no se debían introducir tácticas en el programa, excepto tácticas fundamentales, como las alianzas con otros partidos y clases, y la cuestión del terrorismo (que debían rechazarse en esta coyuntura en Rusia, pero no deberían rechazarse en principio).
  2. En la segunda parte del programa, la parte de Legislación, Lenin sugirió no seguir el programa de Erfurt y simplemente exigir una «constitución democrática».
  3. En la tercera parte (práctica) del programa, lo dividió en tres partes: transformaciones democráticas generales, medidas de protección para el proletariado, y medidas que benefician a los campesinos. Y pasa a desarrollar cada uno de ellos, especialmente un análisis detallado de las clases en el campo y de la situación del campesinado ruso.

Así, Lenin reseñó, a finales de 1899, el libro de Kautsky, Bernstein y el programa socialdemócrata. Una anticrítica”, que combatía la orientación de Bernstein:

“Kautsky comienza su anticrítica por el problema del método. Examina las objeciones de Bernstein sobre la comprensión materialista de la historia y demuestra que este confunde la noción de «determinismo» con la de «mecanismo» [mecanicismo], que confunde el libre albedrío con la libertad de acción, que identifica, sin ningún fundamento, la necesidad histórica con la situación desesperada y compulsiva de los hombres. La manoseada acusación de fatalismo, que Bernstein repite, ya ha sido refutada por las premisas mismas de la teoría histórica de Marx. No se puede reducir todo al desarrollo de las fuerzas productivas, dice Bernstein. También hay que «tener en cuenta» otros factores. Muy bien, responde Kautsky, pero eso es lo que debe hacer todo investigador, cualquiera que sea la comprensión de la historia que lo guíe. Quien pretenda obligarnos a renunciar al método de Marx, que tan brillantemente se ha justificado y se justifica en la práctica, debe elegir entre dos caminos: o bien renuncia por completo a la idea de la ley objetiva, de la necesidad del proceso histórico —y entonces arroja por la borda todas las tentativas de dar una base científica a la sociología—, o bien debe demostrar cómo, partiendo de otros factores (por ejemplo, de concepciones éticas), se puede deducir la necesidad del proceso histórico, debe demostrarlo por un análisis que sea capaz de resistir por lo menos una comparación remota con el análisis que hace Marx en El Capital”.

La diferenciación entre “determinación” (o condicionamiento) y “fatalismo” es muy importante: esta precisión es la que diferencia al marxismo científico del determinismo vulgar, que ve la realidad como producto de leyes mecánicas que se producen debido a mecanismos intrínsecos de la economía y que se reflejan automáticamente en la política. Este marxismo vulgar (llevado al extremo por el estalinismo) intentó ser confundido, muchas veces por la propia burguesía, con el marxismo.

A partir de aquí, Bernstein se rebeló contra “el dogma que aprisiona el pensamiento” y comenzó a derribar los fundamentos del pensamiento marxista: atacó una supuesta teoría de la “crisis capitalista general”, de que el capitalismo necesariamente caería como producto de una crisis económica final. Bernstein buscó datos que demostraran el crecimiento de la pequeña propiedad para mostrar que el capitalismo está en pleno desarrollo y no en crisis. Incluso colocó a los vendedores ambulantes como pequeños propietarios. Kautsky hace una observación importante (especialmente para el siglo XXI), donde el surgimiento de millones de “microempresarios” reveló más la existencia de un enorme ejército de desempleados y el aumento de la pobreza, que la vigencia del capitalismo. El surgimiento de las Sociedades Anónimas mostraría la democratización de la propiedad en lugar de la concentración capitalista. Bernstein cuestionó la “ley de la miseria creciente” en el capitalismo al ver una mejora en la sociedad en su conjunto, incluida la clase trabajadora. Con esto, cuestionó la ley de acumulación capitalista que engendra riqueza en un polo cada vez más pequeño mientras extiende la miseria a sectores cada vez más amplios de la sociedad. Bernstein se basó en una visión de la Alemania imperialista de principios del siglo XX. Hoy, 100 años después, la teoría marxista ha sido probada espectacularmente en la realidad global con un puñado de multimillonarios y un océano de miseria. Bernstein también vio el surgimiento de empleados administrativos, una clase media que tiene buenos ingresos, como prueba del error de la teoría marxista, como la vitalidad del capitalismo. De hecho, estas nuevas profesiones formaron un nuevo sector del proletariado (sector aristocrático o sectores medios del proletariado) que se confunden con la pequeña burguesía por sus condiciones de vida, que son muy diferentes a las del proletariado en general. Históricamente se ha confirmado la fragmentación de la pequeña propiedad en manos de la gran propiedad burguesa y la proletarización (o semiproletarización, empobrecimiento generalizado) de la pequeña burguesía. También creía que los cárteles empresariales podrían prevenir crisis económicas regulando la producción entre ellos.

Finalmente, Kautsky afirmó que “Bernstein erige las condiciones puramente temporales de una situación histórica dada en ley general”.

Y, siguiendo la lucha contra la corriente revisionista, Lenin escribió “Una tendencia retrógrada en la socialdemocracia rusa”, a finales de 1899:

El texto es una crítica de la corriente economicista que surgió en el POSDR a finales de 1800. Lenin cuenta la historia del surgimiento del POSDR, desde 1883 cuando Plejánov formó el grupo Emancipación del Trabajo y fusionó dos movimientos que estaban separados: la lucha socialista y la lucha obrera. El POSDR es la fusión del socialismo y el movimiento obrero. Según Lenin: “La orientación del socialismo hacia la fusión con el movimiento obrero es el principal mérito de K. Marx y F. Engels: crearon una teoría revolucionaria que explica la necesidad de esta fusión y plantea, como tarea de los socialistas, organizar la lucha de clase del proletariado”.

Aquí desarrolla su visión de la relación entre los trabajadores de vanguardia, los militantes del partido y los sectores atrasados ​​del proletariado. Estos terminan siguiendo a los proletarios conscientes, que supieron ganarse la confianza de los sectores atrasados.

La necesidad de fundar partidos políticos obreros independientes surge de la experiencia centenaria del movimiento obrero en Europa. Los economistas predicaron el programa propio del movimiento, basado en pequeñas reformas, limitándose a los intereses del momento. La socialdemocracia siempre ha actuado en una lucha espontánea para dirigirla contra la autocracia. Ahora los economistas querían mantener la lucha a nivel de las demandas de mejoras para los trabajadores.

La diferencia se fue ampliando porque los economistas pusieron la lucha política contra el absolutismo en manos de la burguesía y Lenin afirmó que la burguesía era contrarrevolucionaria y que, por lo tanto, no lucharía eficazmente contra el absolutismo.

El eje de pensamiento de los “economistas” podría resumirse en la siguiente frase: «¿Qué lucha de los obreros sería deseable?», pregunta R. M., y él mismo contesta: ¡¡¡sería deseable la lucha que es posible, y es posible aquella que los obreros «sostienen» en el «momento actual»!!! ¡Es difícil expresar en forma más patente ese oportunismo sin sentido ni principios de que padecen los redactores de Rabóchaya Misl, seducidos por el «bernsteinianismo» que está tan de moda! ¡Es deseable lo que es posible y es posible lo que se tiene en el momento actual!”.

Finalmente, Lenin intentó explicar el surgimiento de esta tendencia en la socialdemocracia rusa. ”Pero, ocurrió lo contrario: la difusión de la agitación puso a los socialdemócratas en contacto con los sectores inferiores, menos desarrollados del proletariado; la incorporación de estos exigió que el agitador supiera adaptarse al más bajo nivel de comprensión, acostumbraba a colocarle en primer plano «las reivindicaciones y los intereses del momento» y a postergar los amplios ideales del socialismo y de la lucha política.” (…) “En esa exageración desmesurada de un aspecto de la labor socialdemócrata vemos precisamente la causa fundamental del lamentable retroceso de los ideales de la socialdemocracia rusa”.

Lenin observó la verdadera relación que debería existir entre los trabajadores de vanguardia y las masas trabajadoras. Trabajó para formar una “intelectualidad trabajadora” que lideraría a las masas trabajadoras atrasadas. Incluso dijo que el periódico no sería entendido por todos los trabajadores, pero que no se debía bajar su nivel a nivel de los trabajadores atrasados, se debía elevar el nivel de los lectores y elevar a estos trabajadores atrasados ​​a ocupar un papel dirigente en la lucha revolucionaria y en el partido proletario. Para alcanzar el nivel de las masas trabajadoras, Lenin sugirió utilizar otras formas de agitación y propaganda, como folletos en un lenguaje popular, agitación oral, folletos dedicados a las luchas locales, etc. El partido podría incluso utilizar medios educativos legales (alfabetización de adultos, por ejemplo) para acercarse a este sector.

Y produjo otro texto controvertido, contra el programa “economista” a principios del siglo XX., “A propósito de la ‘Profesión de fe’”.

En este artículo, Lenin continuó su crítica a los “economistas” y su “profesión de fe” que comienza diciendo:

“Ya la primera frase de la Profession de foi provoca la más seria perplejidad: «Reconociendo que la lucha por los derechos políticos del proletariado es la tarea general inmediata del movimiento obrero en Rusia, el Comité no considera, sin embargo, que sea posible en el momento actual exhortar a la masa de obreros a la acción política, o, dicho de otra manera, realizar una agitación política, puesto que los obreros rusos, en general, no han madurado aún para la lucha política».

La primera crítica de Lenin fue que desde que el marxismo se consolidó en nivel mundial, a partir del Manifiesto Comunista, que consideraba toda lucha de clases como una lucha política y que el movimiento obrero, para superar su infancia, sólo se convertiría en movimiento de clases cuando comenzara a luchar políticamente, sólo se educaba cuando empezaba a librar una lucha política general.

Los economicistas criticaron a los marxistas y revolucionarios por liderar una lucha ininteligible para la mayoría de los trabajadores y Lenin respondió que el partido marxista, aunque lleve a cabo una agitación general sobre toda la clase obrera y la sociedad, siempre será el partido de los obreros de vanguardia y no de los obreros políticamente atrasados.

“La tarea de la socialdemocracia es desarrollar la conciencia política de las masas y no ir a remolque de una masa carente de derechos políticos; en segundo lugar —y esto es lo principal—, es falso que las masas no comprenderán la idea de la lucha política. Hasta el obrero más atrasado la comprenderá, a condición, naturalmente, de que el agitador o propagandista sepa abordarlo de modo que le transmita esa idea en un lenguaje inteligible y basándose en los hechos de la vida cotidiana conocidos por su interlocutor. Pero esta condición es también indispensable para hacer comprensible la lucha económica: tampoco en este terreno el obrero atrasado, el que pertenece a los sectores inferiores y medios de la masa, está capacitado para asimilar la idea general de la lucha económica; esta idea la asimila un pequeño número de obreros cultos a quienes la masa sigue, guiándose por su instinto y por sus intereses directos, inmediatos. Esto es válido también en el dominio político: la idea general de la lucha política sólo será asimilada, por supuesto, por el obrero culto, a quien seguirá la masa porque se da perfecta cuenta de su falta de derechos políticos (como lo reconoce en un pasaje la Profession de foi del Comité de Kíev), y porque sus intereses cotidianos más inmediatos la llevan constantemente a enfrentar toda suerte de manifestaciones de opresión política. En ningún movimiento político o social ni en ningún país hubo jamás, ni podía haberla, otra relación entre la masa de determinada clase o de determinado pueblo y el reducido número de sus representantes cultos que la siguiente: siempre y en todas partes los jefes de una clase determinada han sido sus representantes de vanguardia, sus representantes más cultos”.

Los marxistas, continuó Lenin, utilizan la lucha económica como base para organizar a los trabajadores, para desarrollar esta lucha espontánea en una lucha de clases contra el sistema capitalista. La lucha económica, en sí misma, no tiene nada de socialista. La tarea de los socialistas es contribuir a la fusión de la lucha económica con la lucha política en una única lucha de clases de las masas trabajadoras en su conjunto. Para lograr esto, el partido marxista debe llevar a cabo una amplia agitación económica y política sobre cada hecho importante de la realidad política del momento, para atraer trabajadores a unirse al partido revolucionario y socialista. La agitación es un medio importante para ampliar el conocimiento y la educación de la clase y promover formas más organizadas de lucha política.

En abril de 1900, saliendo de su confinamiento en Siberia, se fue a vivir a Pskov, región cercana a Petrogrado.

Como la represión seguía muy de cerca a Lenin, tuvo que exiliarse fuera de Rusia, donde se unió a la dirección general del grupo Emancipación del Trabajo.

Así, redactó propuestas para lanzar un periódico unificado Iskra (La chispa) y una revista teórica Zariá (Aurora), e inició un debate con la alta dirección de los fundadores. Iskra tenía, junto a su nombre, la siguiente frase: “De la chispa saldrá la llama”.

Escribió en abril de 1900, el “Proyecto de declaración de la redacción de Iskra y Zariá:

Lenin identificó el surgimiento de una situación prerrevolucionaria y notó un salto en el crecimiento de las ideas socialdemócratas entre la intelectualidad. Que este movimiento tiende a unirse con el movimiento obrero espontáneo. Esta situación obligó a los revolucionarios a superar los métodos artesanales de organización.

Lenin creía que estaban surgiendo matices de opinión dentro del movimiento y del partido, que creía que aún no había habido una cristalización de posiciones y esperaba que fuera posible trabajar junto con estas corrientes. Mostró una metodología de trabajo común con diferentes posiciones (dentro de un mismo programa marxista) y defendió el debate franco y la camaradería entre los polemistas. La creación de un periódico y de una revista teórica universalizaría la acción de cientos de círculos locales y pondría todos los matices y diferencias regionales al servicio de un todo único, que sería el POSDR reconstituido.

“Común también en el sentido de que una a todos los literatos de que disponemos y exprese todos los matices de opinión y puntos de vista existentes entre los socialdemócratas rusos no como activistas aislados, sino como camaradas unidos en las filas de una organización única por un programa y una lucha comunes.”

La propuesta era que estas organizaciones de prensa, al unificar todos los círculos locales, se convirtieran en una poderosa fuerza política en nivel nacional.

El programa de estos organismos proporcionaría un gran espacio para los problemas teóricos marxistas y la relación entre esta teoría y el movimiento obrero europeo. Los acontecimientos políticos nacionales e internacionales de la situación actual se reflejarían en la prensa.

La prensa iba a servir como medio para estudiar el movimiento social intelectual de la década de 1890 en Rusia y estudiar la situación de la clase trabajadora.

También debería servir como palanca para “La incorporación en amplia escala de las masas juveniles obreras e intelectuales al movimiento”.

El objetivo fundamental de esta prensa es que “todo obrero consciente se forme un criterio concreto sobre todos los problemas fundamentales: sin esa condición son imposibles una propaganda y una agitación amplias y sistemáticas.”

Por tanto, el objetivo era unir el socialismo marxista con el movimiento obrero espontáneo para lograr la reconstitución del POSDR. Según Lenin, basándose en la visión del Manifiesto Comunista, “la socialdemocracia consiste en unir el socialismo con el movimiento obrero”.

Luego, discutió los métodos de organización y disciplina, no como un fin en sí mismo, sino para obtener agitación y propaganda para amplias masas, por esto, el carácter del periódico era diferente del carácter de la revista teórica y servía a propósitos diferentes, e incluso eso en una unidad del partido:

“Los temas y problemas señalados por nosotros serán distribuidos entre la revista y el periódico de acuerdo únicamente con las diferencias de volumen y de carácter de ambas publicaciones: la revista debe servir primordialmente a la propaganda, y el periódico, a la agitación. Pero es necesario que tanto la revista como el periódico reflejen todos los aspectos del movimiento. Y desearíamos destacar de manera especial nuestra desaprobación del plan consistente en que el periódico obrero publique exclusivamente lo que afecta de modo directo e inmediato al movimiento obrero espontáneo, dejando para el órgano «destinado a los intelectuales» todo lo referente a la teoría del socialismo, la ciencia, la política, la organización del Partido, etc. Por el contrario, es indispensable precisamente unir todos los hechos concretos y manifestaciones del movimiento obrero con los problemas indicados, es indispensable enjuiciar a la luz de la teoría cada hecho parcial, es indispensable hacer propaganda entre las más vastas masas de la clase obrera de los problemas relacionados con la política y la organización del Partido e incluir esos problemas en la agitación.”

Sin embargo, al hablar del movimiento obrero no se podía olvidar que el partido representaba los intereses estratégicos de la clase trabajadora internacional. Se deben utilizar todas las tácticas, no debe haber veneración por ningún medio de lucha. Su apoyo a todos los sectores que luchan revolucionariamente contra la autocracia no puede hacer olvidar que el POSDR es el partido de la revolución social, un enemigo implacable de todas las clases explotadoras.

Insistió en definir el carácter de los órganos de prensa, aunque observando un criterio de unidad programática con las bases del marxismo.

“Pero al dar a nuestra labor literaria una orientación determinada, no nos proponemos en modo alguno presentar todas las particularidades de nuestras opiniones como la opinión de todos los socialdemócratas rusos; no nos proponemos en modo alguno negar, velar o relegar a un segundo plano las divergencias existentes. Al contrario, queremos que nuestros órganos de prensa sean órganos de discusión de todos los problemas por todos los socialdemócratas rusos, por muy distintos que sean los matices de sus opiniones. Lejos de rechazar la polémica entre camaradas en las páginas de nuestros órganos estamos dispuestos, por el contrario, a dedicarle muchísimo espacio. La polémica pública ante todos los socialdemócratas y obreros conscientes rusos es necesaria y deseable para poner en claro la profundidad de las discrepancias existentes, para discutir en todos sus aspectos las cuestiones litigiosas y para luchar contra los extremismos en que caen inevitablemente los representantes de distintas opiniones, los representantes de distintas localidades o de distintas «profesiones» del movimiento revolucionario. Consideramos incluso que uno de los defectos del movimiento actual es la falta de una polémica pública entre puntos de vista a todas luces discrepantes, es el afán de ocultar disensiones que atañen a problemas muy esenciales”.

En julio de 1900, Lenin fue vivir a Suiza para cumplir el plan de edición de Iskra y Zariá.

Además de las dificultades derivadas de la censura y de la clandestinidad para crear y llevar estos órganos de prensa a Rusia, todavía existían diferencias fundamentales en la propia redacción, que surgían no tanto de diferencias políticas (en el momento de la fundación), sino de diferentes métodos de trabajo entre generaciones de revolucionarios. La diferencia fundamental se dio entre los nuevos dirigentes (Lenin, Martov y Potrésov) y los fundadores (Plejánov, Vera Zásulich y Axelrod), ya que tenían una relación “familiar”, de “círculo”, de simpatías y antipatías personales en lugar de una relación partidista, profesional.

En el texto siguiente, Lenin informaba del choque de opiniones y del enfrentamiento entre los jóvenes dirigentes y Plejánov (en nombre de los viejos fundadores),“De como casi se extinguió ‘Iskra’ (La Chispa)”:

El texto es casi un diario de Lenin que relata el enfrentamiento entre él y Plejánov por la publicación de los órganos de prensa Iskra y Zariá. Fue el primer enfrentamiento que se produjo entre ambos y es uno de los textos más autobiográficos de Lenin, que escribió no para ser publicado, sino como recuerdo de la discusión.

Este choque entre Lenin y Plejánov reflejó las distintas generaciones que iban formando el POSDR, que acabó enfrentándose en la redacción de estos órganos de prensa, que estaba integrada por seis miembros: Plejánov (44 años), Vera Zásulich (51 años ), Axelrod (50 años) – estos tres fueron fundadores de la corriente marxista en Rusia y vivieron en el extranjero, sin contacto ni activismo práctico en Rusia– más Lenin (30 años), Martov (27 años) y Potrésov (31 años)– estos tres constituían la flor y nata de la nueva generación revolucionaria marxista en Rusia, acababa de salir de tres años de confinamiento en Siberia y, prácticamente, dirigía los intentos de organizar el POSDR. Estas dos generaciones se reunirán en Suiza para debatir el carácter de los órganos de prensa –ver la propuesta de Lenin en el texto anterior– y naturalmente hubo violentos enfrentamientos que aún no reflejaban diferencias políticas o teórico-programáticas, pero sí reflejaban la metodología de construcción del partido: los tres fundadores tenían una relación camarillesca, que funcionaba basada en simpatías y antipatías personales, mientras que Lenin quería establecer una relación política profesional en la dirección del partido, donde los editores dividían las tareas y eran ascendidos de acuerdo con su trabajo para el partido y no sobre la base de las estrellas clavadas en el pecho por el pasado militante. Una diferencia política latente se reflejó en cómo trabajar con la corriente “marxista legal”, dirigida por Struve. Lenin abogó por actuar juntos, pero haciendo crítica política, como ya había estado haciendo públicamente en Rusia. Plejánov guardó silencio al enfrentarse con esta corriente, pero apareció en esta reunión editorial como si hubiera recibido “órdenes” de no polemizar con Struve, cuando en realidad no quería polemizar con esta corriente que presentaba un marxismo al gusto de la burguesía liberal. Este debate “inocente” reflejaba una diferencia que se aclararía más adelante: Lenin criticó duramente a la burguesía rusa por su cobardía, mientras que Struve y Plejánov tendieron a otra táctica, una alianza estratégica con la burguesía liberal rusa. También hubo enfrentamientos sobre el carácter de los órganos: Plejánov estaba totalmente en contra de expresar diferencias (matices) en la revista teórica Zariá o en el periódico Iskra. Lenin estaba en contra de publicar cartas privadas en controversias públicas, algo que acababa de hacer Plejánov en la controversia con los “economistas”. Plejánov criticó la propuesta para la publicación de Iskra y Zariá (ver reseña anterior) diciendo que era “oportunista” porque los “nuevos” permitían la polémica entre los colaboradores y quería llevar la polémica de forma leal entre los compañeros, pero buscando la unificación en un Partido único socialdemócrata. Esta propuesta de los “nuevos” había sido presentada anteriormente a Plejánov y él no había dicho nada al respecto. De hecho, Plejánov tenía celos de la nueva generación que estaba asumiendo la dirección del partido que surgeia y esto era insoportable para él, que era el “fundador”, el “teórico”, y que tenía toda la razón en todo.

El Congreso se celebró entonces con tres viejos dirigentes de la Emancipación del Trabajo y tres dirigentes jóvenes (Martov llegaría más tarde). La actitud de Plejánov en el Congreso llevó a Lenin a caracterizarlo como “un dictador”. O aceptaba el mando dictatorial de Plejánov o abandonaba la redacción. Método de ultimato: “Esto demostró claramente que ya no existían entre él y nosotros relaciones normales”. Aquí tuvo lugar la primera ruptura de Lenin con Plejánov. Aunque se centró en el “método”, ya eran evidentes diferencias políticas de todo tipo, por ejemplo, las relaciones con el Bund (partido de los trabajadores judíos). El reflejo del choque generacional ya estaba ahí y el carácter “señorial” de Plejánov ya había trastocado las relaciones.

 “Mi «amor» por Plejánov también había desaparecido como por encanto; me sentía ofendido y amargado al extremo. Nunca, jamás en mi vida había experimentado por ningún hombre una estima y un respeto tan sinceros, tal vénération[4]; ante nadie me había comportado con tanta «humildad», y jamás había recibido tan brutal «puntapié».”

Este fue uno de los pocos textos autobiográficos de Lenin, en el que habla en primera persona, revelando sus sentimientos:

“Pero desde el momento en que un hombre con quien queremos colaborar para una obra común, entrando en las más estrechas relaciones, emplea respecto a sus camaradas semejantes maniobras, ya no cabe duda de que ese hombre es una mala persona, verdaderamente mala, dominada por móviles personales de amor propio mezquino y vanidad, que no es sincero. Este descubrimiento —¡para nosotros fue un verdadero descubrimiento!— nos causó el efecto de un rayo, porque hasta ese momento los dos adorábamos a Plejánov, y se lo perdonábamos todo, como se perdona a un ser querido; habíamos cerrado los ojos a todos sus defectos, tratábamos con todas nuestras fuerzas de persuadirnos de que esos defectos no existían, que eran pequeñeces a las que sólo daban importancia quienes no valoraban suficientemente los principios. Y, de pronto, nosotros mismos debimos convencernos con nuestros propios ojos de que esos «pequeños» defectos eran capaces de repeler a los amigos más devotos, y que la convicción de que él tenía razón en el plano teórico no podía hacer olvidar sus rasgos repelentes”.

“Era un verdadero drama, una ruptura total con lo que, como a un niño querido, yo había arrullado durante largos años; con lo que había unido indisolublemente el trabajo de toda mi vida”.

El conflito fue suavizado, pero las relaciones entre Lenin y Plejánov jamás volverían a ser las mismas de antes de ese episodio. Prevalecería, de ahí en adelante, el “amigo, amigos; negocios a parte” o “si quieres la paz, prepárate para la guerra”.[5]

Ya hemos identificado cinco diferencias importantes entre Lenin y Plejánov, en 1901:

  • la primera, sobre el materialismo (que discutimos en el episodio 4),
  • la segunda, sobre las relaciones del proletariado con la burguesía en la revolución democrática (que se reflejó en las relaciones con Struve).
  • la tercera, que vimos aquí, sobre el pueblo judío (que según Plejánov “todos los judíos son chovinistas y nacionalistas… que el partido debe ser exclusivamente ruso”, mientras que Lenin valoraba la participación de los judíos en las luchas revolucionarias más que la de los rusos y creía que el partido debe unir a todas las nacionalidades, sin privilegios nacionales),
  • También hubo diferencias entre el proyecto de programa elaborado por Plejánov y el de Lenin.
  • Por último, el método de construcción del partido.

Sin embargo, es necesario decir que Lenin valoraba mucho la posición de Plejánov, especialmente, en este momento, la feroz lucha contra el economicismo que amenazaba el partido ruso y el bernsteinismo, que avanzaba en el partido alemán, y que Plejánov tuvo un papel de vanguardia, incluso criticó en una carta abierta a Kautsky por su tibia confrontación con Bernstein.

Estamos en septiembre de 1900. En tres años, en el II Congreso, con la ruptura entre bolcheviques y mencheviques, este conflicto se politizó y, en 5 años (en la revolución de 1905), la ruptura teórico-programática-política y metodológica fue definitiva.

Después de este conflicto, Lenin escribió una propuesta de acuerdo y una declaración de la dirección de Iskra que definía a los “nuevos” como editores de Iskra y a los viejos como colaboradores. De los seis miembros de la redacción, Plejánov recibió dos votos, en caso de empate. Por otra parte, la redacción de Iskra permaneció en Munich, tal como deseaban los jóvenes dirigentes.

Krúpskaia escribió una breve opinión sobre este desacuerdo, que expresaba la esencia del problema:

“Nunca hemos experimentado el tipo de vida en la emigración que experimentó el grupo «Emancipación del Trabajo». Estábamos constantemente en estrecho contacto con Rusia y siempre venía gente de allí a vernos. Estábamos mejor informados que si hubiéramos vivido en alguna ciudad de provincias de la propia Rusia. No teníamos vida fuera de los intereses de nuestro trabajo ruso. Las cosas en Rusia estaban mejorando, el movimiento obrero estaba creciendo. El grupo «Emancipación del Trabajo» había estado aislado de Rusia, viviendo en el extranjero durante el peor período de reacción, cuando un estudiante llegado de Rusia era un acontecimiento. Los viajeros tenían miedo de visitar a Plejánov. Cuando Klasson y Korobko lo visitaron, a principios de los años 1900, tan pronto como regresaron, los llamó la policía y les preguntó por qué habían ido a ver a Plejánov”.

Plejánov representaba el pasado del grupo fundador y ya era un obstáculo para los nuevos dirigentes que asumían la tarea de pasar a una nueva etapa de construcción del partido, de vinculación con el movimiento obrero, de construcción de un partido marxista revolucionario, donde el libro ¿Qué hacer? expresaba las tareas del nuevo partido.

En noviembre de 1900, Lenin concluyó el año escribiendo: “Tareas urgentes de nuestro movimiento”, publicado como editorial en el número 1 de Iskra.

Lenin comenzó definiendo la tarea central del partido: derrocar la autocracia y lograr la libertad política. Criticó a los “economistas” que querían dar un papel preponderante a la lucha económica, dejando la política a los intelectuales burgueses. Definió este período como de vacilaciones, en el que ciertos revolucionarios querían separar el socialismo del movimiento obrero.

Las deficiencias del movimiento obrero ruso se debían, según Lenin, a tres cuestiones: la primera fue la inercia de realizar propaganda sólo en círculos reducidos, y cuando empezó a realizar agitación masiva cayó en otro extremo, agitativo. La segunda, al principio, fue una gran lucha contra los populistas, que veían la política como terrorismo individual, una acción divorciada del pueblo. Los socialdemócratas pasaron de un extremo a otro. Se acostumbraron a actuar aislados de los círculos locales y no dieron mucha importancia a la organización general del país. Esta visión dispersa en círculos se sumó a la defensa del predominio de la lucha económica.

Estas deficiencias llevaron a los “economistas” a transformar la estrechez economicista en una teoría general y a unirse con la teoría revisionista de Bernstein, que estaba prosperando en Alemania.

“La socialdemocracia es la unión del movimiento obrero con el socialismo. Su cometido no estriba en servir pasivamente al movimiento obrero en cada una de sus fases, sino en representar los intereses de todo el movimiento en su conjunto, señalar a este movimiento su objetivo final, sus tareas políticas y salvaguardar su independencia política e ideológica. Desligado de la socialdemocracia, el movimiento obrero se achica y adquiere por fuerza un carácter burgués: al sostener exclusivamente la lucha económica, la clase obrera pierde su independencia política, se convierte en un apéndice de otros partidos y traiciona el gran precepto: «La emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera».

El centro de actividades, según Lenin, era llevar las ideas socialistas y la conciencia política a las masas proletarias y organizar el partido revolucionario, indisolublemente ligado al movimiento obrero espontáneo.

Aquí formula por primera vez la visión del militante como miembro activo, punto que dividirá al partido en torno al punto 1 del Estatuto, que será discutido en el Tercer Congreso, de 1903:

 “Hay que preparar hombres que no consagren a la revolución sus tardes libres, sino toda su vida, hay que preparar una organización tan numerosa que pueda aplicar una rigurosa división del trabajo en los distintos aspectos de nuestra actividad”.

También expresó una lección fundamental para todo partido revolucionario:

“la socialdemocracia no se ata las manos, no limita su actividad a algún plan previamente preparado o a un solo procedimiento de lucha política, sino que admite todos los procedimientos de lucha con tal de que correspondan a las fuerzas reales del Partido y permitan lograr los mayores resultados posibles en unas condiciones dadas”. Es decir, el partido utiliza todas las tácticas en el movimiento obrero, sin embargo, no transforma ninguna táctica de estas en acción predominante (por ejemplo, el parlamentarismo, ni siquiera en momentos de legalidad partidaria).”

Y, finalmente, retomó su tema fundamental de análisis del campo y de las clases sociales rusas en marzo de 1901: E“l partido obrero y el campesinado”:

El texto es un resumen de toda la elaboración de Lenin y el partido sobre la cuestión del campo ruso. Comenzó con una caracterización de la reforma agraria de 1861, que en realidad representó una redistribución de la tierra a favor de los terratenientes. Las tierras campesinas fueron tomadas y distribuidas nuevamente, en peores condiciones y teniendo que pagar mucho por las tierras que eran de los propios campesinos. Pagaron tributo durante décadas, incluido el trabajo para los nobles feudales a cambio de rescatar la tierra. Esta reforma agraria se aplicó con bayonetas a cualquiera que rechazara sus draconianas condiciones. A esto se sumó la opresión de los capitalistas rurales. “Los cuarenta años transcurridos desde la abolición de la servidumbre son un proceso ininterrumpido de proletarización, de lenta y dolorosa extinción del campesinado. El campesino estaba reducido a un nivel de vida miserable: vivía con bestias, vestía harapos y se alimentaba de hierba”. Luego de esta caracterización, Lenin habló de la propuesta para el campo y los campesinos: invitar a los campesinos a unirse con los trabajadores de la ciudad para luchar por la socialización de los medios de producción. Lenin explicó que no se trataba de defender la pequeña propiedad de los campesinos, ya que esto representaba una lucha por el pasado y les daba a los campesinos la ilusión de que el bienestar es posible bajo el capitalismo. Defendió el fin de los pagos de rescate de tierras, la devolución de lo pagado, la superación de las barreras feudales, por ejemplo, el pago en forma de trabajo en lugar de trabajo asalariado. En definitiva, se trataba de llevar la lucha de clases al campo, desarrollar la conciencia política convocando una asamblea representativa, derrocando la autocracia. Para Lenin, no se trataba de llevar a los militantes a agitar en el campo, sino de que los trabajadores de la ciudad apoyaran la causa campesina y pidieran apoyo a la lucha entre los trabajadores de la ciudad, apoyo a la lucha por el socialismo. Los militantes debían concentrarse en las fábricas y los centros industriales porque el proletariado era la única clase que podía garantizar el derrocamiento de la autocracia, y el proletariado sólo podía llevar a cabo esta tarea si contaba con el apoyo del campesinado. Cuando se produjera la unión del proletariado urbano con los campesinos pobres, sería el fin de la autocracia.

En diciembre de 1901, Vladimir Ilich Ulianov escribió su primer artículo bajo el seudónimo de Lenin: “La cuestión agraria y las críticas a Marx”, en el número 2 de la revista Zariá.


[1] Al cabo de unos años se convertiría en el líder de los mencheviques, pero durante este período, en el exilio siberiano, fue, según Lenin, “el único que tomó todo esto [los intereses de la revista y del Partido] con energía y con gran sinceridad”.

[2] Obras Completas, tomo 46, Carta a A.N. Potrésov, 27 de abril de 1899.

[3] Obras Completas, tomo 46, Carta a A.N. Potrésov, 2 de setiembre de 1899.

[4] En francés, en el original.

[5] “Nosotros somos un grupo literario independiente. Queremos seguir siendo independientes. No creemos que sea posible seguir adelante sin fuerzas como Plejánov y el grupo Emancipación del Trabajo, pero nadie está autorizado a concluir de ello que renunciaremos a la menor partícula de nuestra independencia. Eso es todo cuanto podemos decir por el momento a las personas que quieren saber sobre todo cuál es nuestra actitud hacia el grupo Emancipación del Trabajo. (…) Preguntará usted: ¿qué clase de relaciones mantendrán ustedes con la Unión? Por el momento ninguna, porque nuestra decisión irrevocable es seguir siendo un grupo independiente y contar con la más estrecha colaboración del grupo Emancipación del Trabajo.” Carta a un destinatario no identificado, 5 de setiembre de 1900. Tomo 46, p. 45.

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