Vie Mar 29, 2024
29 marzo, 2024

Lecciones de Grecia

Desde el inicio de los macabros “rescates” y memorandos, el pueblo trabajadorm griego ha demostrado su combatividad, espíritu de sacrificio y de lucha. Han dicho varias veces NO a la política de contrarreformas y a la espiral de pobreza y destrucción de todo un país.

Por: Ricardo Ayala

Desde las calles, en incontables manifestaciones y una treintena de huelgas generales, los trabajadores y el pueblo griegos han resistido a las medidas exigidas por el imperialismo y aplicadas por gobiernos cipayos.

Desde de enero de 2015, han dado su voto a Syriza, que prometió sin más demoras anular el Memorando firmado anteriormente con la Unión Europea (UE) que, según palabras de Tsipras, “convertía a Grecia en una colonia”. Con este voto, los trabajadores griegos creían que se cerraba la época de la sumisión y de los memorandos.

El gobierno Syriza, tras meses de interminables “negociaciones”, lo que escuchó del imperialismo, según el ex ministro Varoufakis fue: “Tienes razón, pero vamos a machacarte”. Convocado el referendo sobre el dictado de la UE, la combatividad, autorganización y movilización han infligido una derrota política sin precedentes a la Troika de Merkel, Hollande, Renzi y Rajoy. Este NO fue aún más sonoro y provocó una derrota del chantaje terrorista del imperialismo, que acabó completamente con la “financiación” de los bancos griegos, causando su cierre para sembrar el ambiente para que los partidos del SÍ y los medios repitieran sin cesar: “o nosotros o el abismo”.

Así, desde las barriadas obreras y con la juventud sin futuro, reluce el sonoro NO al dictado del imperialismo.

No obstante, como obra de un mago frente a los ojos de los asistentes, el NO se convierte en SÍ. Y, por si fuera poco, tamaña obra de magia hace aparecer un SÍ aún más robusto que el rechazado de forma perentoria por todo un pueblo. Una pregunta ronda la cabeza de todos los activistas, no solamente en Grecia sino en Europa: ¿cómo es posible que, tras las inequívocas demostraciones de voluntad de la mayoría explotada de un pueblo, se impongan ataques aún más profundos a los trabajadores y pensionistas? ¿Por qué Syriza, que hizo la promesa de “anular el memorando” se convierte en un instrumento de aplicación de las medidas de austeridad, cuando fue electo para hacer justamente lo opuesto?

Varoufakis y el supuesto “golpe de Estado”

Tras la aceptación por Tsipras del dictado imperialista, el ex ministro Varoufakis define lo ocurrido: “Sufrimos un golpe de Estado humillante”. En las entrelíneas, la declaración del ex ministro constata un hecho: la regla básica de la democracia burguesa debería ser el respeto al resultado de las urnas pero, puesto que se impone una política opuesta al resultado del referendo, resulta que, en palabras del ex negociador del gobierno Syriza, hubo un “golpe”.

La imagen de un “golpe” es igualmente difundida por Tsipras, [quien] tras anular el resultado del referendo y firmado el texto de compromiso con el imperialismo, alega que lo firmó con “una pistola en la sien”. Luego, en una entrevista en la TV pública griega, afirmó que ha evitado un “desastre para el país”. En otras palabras, el “desastre” sería la salida de Grecia del euro. Artículos y declaraciones por doquier, plantean que “no había otra alternativa” que firmar las condiciones del tercer memorando. Que la UE no ha respetado el resultado del referendo; por ello estaríamos ante un verdadero golpe.

¿Pero quién fue el artífice de este “golpe”? Ni Varoufakis ni la nota de la juventud de Syriza (que incansablemente luchó por el NO) indican a los artífices del supuesto golpe. El NPA de Francia sigue la misma línea en su nota contra el acuerdo. Más allá de la intransigencia de la UE, no menciona qué partidos y qué gobierno han cambiado el resultado del referendo. Y da alas a versión que dice que:

“En Grecia, la movilización comienza a organizarse, con manifestaciones contra el acuerdo y por el respeto de la opción democrática expresada por el “NO” en el referéndum. La juventud de Syriza manifestó su oposición a este acuerdo y llama a manifestarse contra este ‘golpe de Estado’.”[1]

Para los que han defendido y apoyado la estrategia de Syriza de negociar con el imperialismo la suavización de las medidas en el marco del euro como un principio infranqueable, la respuesta es obvia: la UE es el artífice del golpe.

En el Estado Español, la nota oficial de Podemos en cuanto Tsipras convocaba el referendo nos explica la trascendencia de los acontecimientos.

“Ante el ultimátum y el chantaje de los acreedores, el gobierno griego ha reaccionado de manera ejemplar: dándole la palabra a la ciudadanía para que decida de manera democrática y soberana su propio futuro.”[2] (Destacado nuestro.)

Según Podemos, en una actitud ejemplar, el gobierno Tsipras convoca al pueblo para decidir sobre su futuro, dándole la palabra. Pero cuando el pueblo habla, ¿qué dicen Syriza y Podemos? Tras la votación del dictado alemán en el Parlamento griego, el secretario político de Podemos, Iñigo Errejón, declaró:

“Es el acuerdo posible ante la intransigencia de los líderes europeos, la mejor solución alcanzable…” ¿Entonces? “Nosotros apoyaríamos lo que apoye el Parlamento griego…”.[3]

Podemos y Syriza agregan una pregunta que no estaba en la papeleta. Es decir, los griegos podrían votar sí o no al ultimato pero el “acuerdo posible” no fue plebiscitado. La paradoja va más allá de la aceptación del ultimato imperialista. Lo que inquieta a los que quieren pensar es: ¿por qué los defensores a la ultranza de la “democracia”, los que se dicen artífices de la “nueva política” y del respeto a la decisión de la “ciudadanía”, son los primeros en desconocer el resultado incuestionable, no solamente de un referendo convocado in extremis sino de unas elecciones, su propio programa y las manifestaciones y huelgas?

No hay otra forma para encubrir las palabras que se han dicho que torcer los hechos. Las palabras de Errejón, para adecuarlas a los hechos, deberían ser otras. No estarían distantes de la realidad si fueran estas:

“Como la soberanía del pueblo no encaja con mi programa, la solución no es hacer lo que ha decidido la ‘ciudadanía’ de forma soberana, sino adoptar el programa de la Troika”.

Por más artículos, entrevistas y declaraciones para explicar el supuesto “golpe”, o que no hay “relaciones de fuerzas para romper con el euro”, no se puede llegar a otra conclusión: ante la intransigencia de la Troika y la postura categórica del pueblo griego que ha dicho NO numerosas veces, Syriza (además de Podemos, el Bloco de Esquerda portugués, el Front Gauche francés, etc.) optaron sin miramientos por la “intransigencia” del imperialismo.

Esta actitud de Tsipras es coherente con la estrategia de alcanzar “el acuerdo posible” que, en palabras distintas, es lo mismo que decir el “acuerdo” que el imperialismo estaría dispuesto a aceptar. Por eso, Tsipras asume no solamente un memorando peor sino que incorpora, igualmente, la consigna de los partidos que hicieron la campaña por el SÍ: o el dictado de la UE o el “desastre”.

Ahora, Grecia camina hacia el tercer memorando, que dicta condiciones aún más duras que los anteriores, atacando a los trabajadores, los pensionistas, los agricultores y la pequeña propiedad. En otro terreno, el de la soberanía del país, es directamente un acuerdo colonial donde no resta ningún atisbo de soberanía para los griegos. Al mantenerse este cuadro, no se puede hacer otra afirmación: Syriza se convierte en un instrumento del imperialismo para aplicar todas las medidas que el PASOK, primero, y la Nueva Democracia (ND), después, han sido incapaces de aplicar a rajatabla por la resistencia de los trabajadores.

Pero, a diferencia de lo que afirma Varoufakis y los que divulgan de forma acrítica la versión del “golpe”, no estamos ante un aplastamiento de los trabajadores griegos. La imagen de la “pistola en la sien” de Tsipras es para decir: no había alternativa. En este caso, nuestra respuesta es: sí, hay una alternativa.

Estamos ante una profunda traición del partido que fue electo con la tarea de anular el Memorando y que se convierte en su opuesto. Nos es imposible predecir cuál será la reacción de los trabajadores griegos defraudados por su dirección. Pero es innegable que el rumbo de las luchas del porvenir contra las medidas del tercer memorando está directamente relacionado con las conclusiones que la vanguardia, en primer lugar, y la mayoría de los trabajadores saquen de la traición de Syriza.

Sin embargo, este debate no está en absoluto circunscrito a Grecia. El ajuste estructural impuesto por el imperialismo europeo (y estadounidense) a los trabajadores de todo el continente pone a prueba el programa de todas las clases y fracciones de clase en lucha. Plantea de forma inequívoca el debate sobre la estrategia de los gobiernos anti-austeridad defendida por los partidos agrupados en el PIE (Partidos de la Izquierda Europea[4]) en el parlamento europeo, defendido igualmente por organizaciones que se reivindican de la tradición marxista revolucionaria. ¿Por qué el primer gobierno anti-austeridad tras la crisis ha sido incapaz de cumplir con su programa?

La respuesta a esta pregunta pone otra vez sobre la mesa el análisis sobre el carácter de la UE y la estrategia de los revolucionarios frente a este engendro imperialista, tanto para los que defienden la lucha por la reforma de las instituciones de la UE como para los que, al reivindicar una salida revolucionaria, se niegan a plantear la necesidad de la ruptura/destrucción de la UE para no confundirse con la “derecha”. Por fin, pero no menos importante, en la medida en que la comprensión de los acontecimientos plantea tareas, ¿qué tipo de organización hace falta para llevarlas a cabo?

¿Gobiernos anti-austeridad?

El ascenso electoral de Syriza es la expresión distorsionada de la resistencia de los trabajadores al profundo ajuste estructural que el imperialismo les impone. Guardando las diferencias específicas en cuanto al origen, trayectoria y relación con las organizaciones de la clase obrera, el ascenso electoral de Podemos en el Estado Español integra el mismo fenómeno político.

Podemos gobierna desde las últimas elecciones el Ayuntamiento de Madrid (en un frente con otras organizaciones[5]). Los dos gobiernos “anti-austeridad” (Manuela Carmena y Alexis Tsipras) enfrentan el mismo dilema. En el caso de Carmena, debe llevar a cabo la principal promesa que hizo a los madrileños: devolver el Ayuntamiento a la “ciudadanía”, secuestrado por las constructoras y la mafia del Partido Popular (PP). Para ello, debe romper con las leyes que amarran la parcela del Estado que gobierna para los intereses de las empresas fallidas, tras la burbuja inmobiliaria.

“Por lo que hace a la política municipal, las ciudades “insumisas” enfrentadas a los recortes tienen una ley que o la incumplen, o se verán atados a esos recortes. La reforma de la ley de régimen local impone un férreo control de los presupuestos municipales por el Ministerio de Hacienda, y Rajoy el día anterior a la toma de posesión ya amenazó: ¡que nadie se pase en el control del déficit! Si los nuevos gobiernos municipales quieren llevar adelante sus programas anti-recortes no les va a quedar más remedio que ser coherentes, y saltarse esa ley y al Ministerio de Hacienda… De lo contrario serán ellos los que tendrán que aplicar ese control del déficit, y recortar… La ley impone que en caso de recuperación de un servicio, si hay ruptura de la concesión, se tendría que pagar una indemnización; o sea, que el empresario que gestiona el servicio gana siempre, si le mantienen la concesión y si se la quitan”.[6]

Más allá de la forma jurídica en que se presentan los problemas, hay que mirar su contenido: la ruptura unilateral de los contratos con las constructoras (es decir, enfrentar a la burguesía corrupta y parasitaria) es la única vía para cumplir el programa de la coalición que la eligió, puesto que toda la estructura jurídica erigida está al servicio de mantener la propiedad privada, y, además, en épocas de crisis, las ganancias de unos parásitos que han atracado el presupuesto público a plena luz del día.

Pero Carmena sigue la senda de Tsipras, y afirma que su programa “no es una Biblia… sino una lista de sugerencias[7], puesto que no se puede saltar el marco de las leyes, una tarea que –por supuesto– estaría en oposición con su oficio de jueza. Esta es la esencia del problema, que está siendo confirmada por los hechos, en Grecia y en Madrid.

No obstante, la mayoría absoluta de los trabajadores y activistas en Europa han sido convencidos de que la estrategia para esta etapa de la lucha de clases en el continente es la construcción de gobiernos anti-austeridad. La vaga expresión “gobiernos anti-austeridad” tiene un marco, es decir, gobiernos cuya tarea primera sería romper con la lógica de la austeridad: recortes en los presupuestos y contrarreformas, para que el continente pueda recuperar la senda del crecimiento económico y los trabajadores sus conquistas, en los marcos de la legalidad y las instituciones actuales. Es decir, sin rupturas de ninguna clase.

Esta “música” ha encantado a la mayoría de los activistas, a los luchadores contra los recortes y a amplias parcelas de los trabajadores. Pero esta “fórmula” de gobierno esconde lo esencial (el contenido de los gobiernos anti-austeridad): no se plantea la ruptura con la burguesía y, en los países dominados, tampoco con el imperialismo. Más bien lo contrario: la defensa a ultranza de la UE, como sinónimo de la integración de los pueblos europeos. Las alianzas estarían acordes con el programa: Syriza con ANEL, y Podemos con el PSOE, en varias regiones autónomas del Estado Español.

Ahora, esta fórmula de gobierno ya no se restringe a letras frías de un programa: se hizo realidad en Grecia y en las principales ciudades del Estado Español. El programa de los partidos defensores de esta estrategia (los integrantes del PIE y los partidos que integran el llamado Secretariado Unificado de la IV Internacional) se ha concretado: el gobierno de Syriza fue el primer gobierno anti-austeridad en Europa. Durante la campaña electoral, Tsipras dijo que bastaría con una ley en el parlamento griego para anular el memorando. En esta ocasión decía la verdad.

La pregunta que todos los activistas se están haciendo sobre los acontecimientos de Grecia es: ¿por qué Syriza, que tiene mayoría en el parlamento, no puede romper con la austeridad? Además, cuando la estrategia de “suavizar” el memorando entra en bancarrota y el NO al “acuerdo posible” es votado por 62% de los griegos, ¿por qué el gobierno Tsipras es incapaz de romper las negociaciones con la UE?

Algunas respuestas, de quienes se pretenden marxistas, atribuyen la supuesta incoherencia de Tsipras al hecho de que este abrió un proceso que no podía controlar y terminó por sucumbir al ala derecha de Syriza. Tras la insostenible explicación sobre el “golpe”, el esfuerzo por explicar la traición de Syriza por los enredos internos de sus fracciones, acaba por convertir las razones fundamentales de los acontecimientos en una descripción cercana al cotilleo.[8]

La explicación fundamental de los acontecimientos se debe buscar justo donde Syriza, Podemos, El Bloco de Esquerda y un largo etcétera la quieren ocultar: ¿a qué intereses de clase Syriza ha sucumbido? Aunque estas organizaciones y sus intelectuales de turno puedan borrar las clases sociales de sus libros y proclamas, sustituyéndolas por los intereses de la “ciudadanía”, no las pueden quitar de la realidad.

En todos los momentos decisivos de la lucha entre las clases, los partidos (y por supuesto sus alas internas) y las grandes organizaciones que representan los distintos intereses de clase, juegan un rol central.

No obstante, fijar la explicación de la abyecta capitulación de Syriza frente al imperialismo en las presiones de cada una de sus alas sobre el primer ministro conduce a un callejón sin salida. Ningún partido vive en una burbuja, aún menos los que gobiernan un país.

So pena de ser repetitivo, la pregunta que uno se hace es la clave de la respuesta: ¿a qué intereses de clase el conjunto del gobierno de Tsipras y Syriza (y no solo sus distintas fracciones internas) respondió cuando anuló el resultado del referendo? ¿Por qué su ala izquierda no logró sostener el resultado del referendo –puesto que tenía la mayoría del Comité Central (109 miembros sobre 201)– ante la votación en el Parlamento?

La respuesta puede ser larga, pero la cuestión se resume a un párrafo.

“Una vez más la cruel ironía del último paquete de la Troika es que el 90% del monumental € 82 mil millones de los fondos de rescate se utilizará para recapitalizar los bancos del sector privado griego en crisis; pagar el FMI, el BCE y otros acreedores. Solo € 8-12 mil millones estarán disponibles para financiar el déficit presupuestario del gobierno en tres años. Así, de un fondo de rescate de casi el 40% del PIB griego anual, solo el 4% se destinará al pueblo griego en tres años”.[9] (Destacado nuestro)

En otras palabras, para sostener el NO, Tsipras debería ir contra los bancos griegos. Pero, en aras de mantenerlos a flote, acepta las condiciones impuestas por el imperialismo para refinanciarlos. Este es el verdadero sentido del tercer rescate. La cuenta para salvar a los bancos griegos debe ser pagada por los trabajadores griegos. Esta es la razón fundamental de la capitulación de Syriza. Otra lectura de las palabras de Tsipras: expropiar a los bancos griegos sería el “desastre”, puesto que esta medida se impone ante una posible ruptura del euro.

La ideología “europeísta” de Syriza, es decir, mantenerse a todo coste en el euro, y la estrategia de negociación basada en imploraciones y protestas dirigidas a los ‘nobles valores’ de Europa, ante las cuales el Consejo Europeo no podía permanecer indiferente[10] reflejan lo que la mayoría de los análisis se niegan a afirmar: la naturaleza de clase de un gobierno que no ha negociado los intereses de los trabajadores sino los de la cobarde y sumisa burguesía griega. Por ello, el resultado del acuerdo es la sumisión más abyecta de un país a los dictados del imperialismo.

Desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores, el “europeísmo” de Syriza no tiene bases en la realidad, la mayoría del pueblo griego seguirá la senda del empobrecimiento y del saqueo del país. Entonces, por qué esta falsedad se mantiene en los discursos y proclamas, aun sin hallar cualquier relación con la vida en Grecia. La explicación es una: es un acuerdo sumiso para una burguesía sumisa.

El capital financiero griego, para trapichear con el euro, está dispuesto a entregar a los trabajadores y todo un país como carne de cañón, en tanto permanezca valiéndose del euro para sus negocios. Esta fue la frontera marcada por la “negociación” del gobierno Tsipras, en consonancia con los límites impuestos por la burguesía.

Tras el referendo, la proclama de Syriza con los partidos que han defendido los intereses del capital financiero griego (PASOK y Nueva Democracia) para anular el resultado de la consulta es todo un hito: el referendo demostró que los trabajadores griegos estaban dispuestos a enfrentar al imperialismo, pero el gobierno Tsipras, justo por eso, no se apoya en el proceso de movilización abierto. Al contrario, busca el respaldo de los partidos de la gran burguesía para cerrar la vía del enfrentamiento con el imperialismo y, por ende, con la burguesía griega.

Tras el ultimato de Alemania y el resultado del referendo, no restaba otra salida para preservar mínimamente los intereses de los trabajadores que la ruptura con el euro. Añadimos, para romper con el euro y no descargar esta ruptura en las espaldas de los trabajadores, los bancos griegos deben ser expropiados. Ocurre que para romper con el euro, Tsipras debería romper y atacar los intereses de la cobarde burguesía semicolonial griega, cuyos intereses están atados al imperialismo. El gobierno Syriza es un gobierno burgués porque responde a los intereses de la burguesía griega y, en particular, a los del capital financiero griego.

No haría falta gastar ni un solo euro siquiera para estatizarlos, puesto que las casas bancarias griegas no pasan de un título de propiedad otorgado por el Estado, que les da el sacrosanto derecho de parasitar todo un país. Asociados al capital financiero imperialista, estos parásitos cuadriplicaron sus ganancias en los años ’90. Pero, con el advenimiento de la crisis, el imperialismo presenta la cuenta… y no serán los banqueros quienes se la paguen.

Si los dos primeros “rescates” se destinaron a salvar la banca imperialista francesa y alemana de los títulos de la deuda griega (transfiriéndolos hacia los fondos de la UE, el BCE y el FMI), el tercer rescate tiene como uno de los objetivos fundamentales recapitalizar a los parásitos locales de los tiburones imperialistas: los bancos griegos, a expensas de ataques aún más profundos a los trabajadores y de la total entrega de la soberanía del país.[11]

Por eso la saña con la cual la UE ha tratado el tema. Cuando el imperialismo alemán dice estar dispuesto a “prescindir de Grecia” en la zona euro si esta no acepta sus órdenes, no es un bluf sino que refleja la esencia de lo que es la UE: el Estado imperialista alemán está dispuesto a rescatar sus bancos, pero no así a la banca griega. Y si lo hace, obligado por las circunstancias, el precio para ello será la profundización del saqueo.

La estrategia de los gobiernos anti-austeridad revela, por la vía de los hechos, lo que intenta ocultarse con un nombre grandilocuente: mantener intactos los intereses de la burguesía. Al eludir el enfrentamiento con las burguesías dentro de cada uno de los países dominados por el imperialismo, no se puede parar con los planes de austeridad. Así las cosas, Syriza y Podemos están condenados a hacer lo opuesto de lo que dijeron que harían. Aceptan los marcos y las reglas impuestas por un régimen y por instituciones hechas a la medida para preservar los intereses del imperialismo y de la gran burguesía.

Los intereses materiales de las clases determinan la política de los partidos. Las contradicciones que los sectores burgueses, pequeñoburgueses, y las clases medias tienen con la UE son relativas, mientras que los trabajadores son la única clase cuyos intereses son irremediablemente incompatibles con la dominación imperialista de la Unión Europea.

Desde la LIT-CI, hemos llamado al NO en el referendo griego y, tras su victoria, hemos planteado:

“No se puede tener ninguna confianza en este gobierno. Es necesario construir organismos de Frente Único que puedan en las calles y en los lugares de trabajo combatir los planes de la Troika y toda medida de austeridad. Construyendo así las bases para un verdadero gobierno de la clase obrera, sostenido en la movilización de los trabajadores/as y el pueblo y el apoyo internacional. Esa es la única vía para derrotar el ataque imperialista y construir una salida obrera para Grecia y Europa”.[12]

La UE es el verdadero desastre para los trabajadores

El ajuste estructural impuesto por el capital financiero europeo, es decir, las contrarreformas laborales, los recortes y un sinfín de medidas que trajo la espiral de pobreza y pérdida de conquistas, en definitiva, el nuevo estándar de explotación que el capital financiero quiere imponer a los trabajadores, es aplicado al unísono por los gobiernos europeos y por el instrumento creado por el capital financiero a fin de llevarlo a cabo: la Unión Europea.

La definición sobre el carácter y la política de los revolucionarios frente la UE se constituye en un divisor de aguas entre los partidos y organizaciones, así sea los que se reivindican de la tradición reformista o de la revolucionaria. La concreción del tercer memorando griego –que deberá ser aplicado por Syriza– debe generar un amplio debate sobre la política frente a la UE entre los activistas que integran o albergan sus esperanzas en el programa presentado por Podemos, el Bloco de Esquerda, y el primer gobierno que aplicó la estrategia de intentar romper con la austeridad pero dentro de los marcos de la UE.

Syriza y el PIE nos proponen un programa de “democratización de la UE y de su estructura institucional” porque, según estos partidos, está “en peligro la integración europea”[13] a partir de la crisis capitalista iniciada en 2007. Podemos, aunque no integra formalmente el PIE, presenta propuestas similares. En su programa incluye los siguientes ítems:

“La Conversión del BCE en una institución democrática para el desarrollo económico de los países; creación de un Comisariado de Participación en la Comisión Europea, propuesto y elegido por el Parlamento Europeo….; refundación de las instituciones de la Unión Europea (UE)”.[14]

El gran reto del primer gobierno anti-austeridad de los partidos del PIE debería entonces acercar las medidas de su programa a la defensa intransigente del Mercado Común, del euro y de la estructura institucional europea. Pues se trata de “rescatar” tales instituciones para los objetivos que fundamentan: la integración de los pueblos de Europa, y rechazarlas sería una “actitud antieuropea”.

La primera y fundamental discusión que se plantea: ¿es posible romper la política de austeridad en el interior de la UE? En la cabeza de todos los activistas el centro del problema hoy está en cómo “rescatar” las conquistas del Estado de Bienestar. Los partidos del PIE se apoyan en este hecho para decir que es posible logarlo sin romper con los intereses de las burguesías de cada uno de los países y, aún más, en el marco de la Unión Europea.

Esta perspectiva ha tropezado con algunas “barreras”. Identificarlas es uno de los grandes desafíos para la continuidad de la lucha. La primera, la inquebrantable alianza con las burguesías.

Sobrepasada por los EEUU desde los años ’20 del siglo pasado, la Europa imperialista, dividida entre sus distintos Estados, dejó de ser el centro de gravedad de la economía mundial. Las condiciones históricas particulares que permitieron el impulso del capitalismo europeo tras la Segunda Guerra Mundial (el “boom económico”) y su segundo aliento con la ampliación del Mercado Común hacia la actual UE fueron, ante todo, el resultado de un proceso fundamentalmente político, en el que fueron decisivas las traiciones de la socialdemocracia y del estalinismo… Así, la integración productiva bajo el capital financiero es lo opuesto a la “unidad” de Europa, pues dicha integración se basa en una división del trabajo que, volcada a maximizar las ganancias del capital financiero, resulta en el aumento del antagonismo entre los países.

El grado de integración económica logrado por el capital no ha impulsado la conformación de una estructura estatal europea que tenga como objetivo disminuir las desigualdades entre países sino todo lo contrario. Pues si bien las fronteras formales han sido, en parte, diluidas, las fronteras entre las economías dominantes y las dominadas han sido fuertemente reforzadas por la división del trabajo y las ganancias que de ello extrae el capital financiero. Y esta es una tendencia que, lejos de atenuarse, se profundiza: la semicolonización de Grecia y de Portugal; la incorporación de nuevos países semicoloniales como Croacia y Lituania, o la ofensiva imperialista hacia el Este –denominada “asociación oriental”–, cuyo objetivo es la integración de las ex repúblicas soviéticas, que entrarían directamente como países parias semicolonizados, suministradores de materias primas y reserva de mano de obra barata. Igualmente, el Mercado Común es el ariete para que los viejos imperios coloniales impongan tratados neocoloniales a sus ex colonias, sobre todo en África, ahondando el saqueo de sus riquezas.[15]

En nuestra opinión, estas son las barreras fundamentales que han hecho añicos el programa del PIE. Las conquistas materiales y las condiciones de existencia logradas por la clase obrera europea tras la Segunda Guerra Mundial no tienen parangón con sus hermanos asiáticos, latinos y/o africanos. Más allá del salario directo, la potestad de acceder a pensiones en la vejez, así como a la sanidad y la educación públicas, las vacaciones pagas, el subsidio al desempleo, etc., la diferencian de sus hermanos estadounidenses.

No obstante, estos logros no fueron el producto de la “era dorada del capitalismo” o de la política económica llamada keynesianismo. Fueron sí, producto de grandes revoluciones. Tras la derrota del nazi-fascismo en 1945, los partidos estalinistas, a cambio de no conducir a la clase obrera al poder (en Francia e Italia, entre otros países), fueron convertidos en “partidos del orden”. En otros países, como Inglaterra, las concesiones fueron la única forma de contener la ola de huelgas monumentales iniciada durante la guerra. Las burguesías de los principales países imperialistas fueron obligadas a estatizar empresas, crear los sistemas estatales de sanidad y educación públicas, programas habitacionales, etc., para detener la ola revolucionaria, ofreciendo a la socialdemocracia y al estalinismo el sebo para incorporar estos partidos a los regímenes, preservando lo esencial: la propiedad privada.

El Estado de Bienestar no es una “característica del capitalismo europeo”: fue un paréntesis histórico, y ahora el capital avanza para liquidarlo, ya que la competencia internacional entre el capital financiero tiene una sola regla: el aumento de las ganancias.[16]

Cuando Schäuble, ministro de las Finanzas de Alemania, afirma que los compromisos asumidos por Grecia con la UE no pueden depender de los gobiernos de turno, indica el sentido y el carácter de la lucha en curso. Para el capital financiero europeo, el ajuste estructural es innegociable, alcanza al proletariado de todo el continente y su carga tiene un efecto distinto según la localización de cada uno de los países en la cadena de dominación imperialista. Hollande sustituye a Sarkozy en Francia con la promesa de acabar con la austeridad, pero está realizando contrarreformas aún más profundas.

Como sea, como subproducto de sus luchas y de un período en que las ganancias de los monopolios imperialistas europeos crecían (por la construcción del Mercado Común y por la explotación de los pueblos del mundo), los trabajadores arrancaron de la burguesía una parcela de la riqueza creada por ellos mismos.

El régimen de “democracia burguesa” no tuvo más remedio que incorporar estas conquistas, convertirlas en leyes y administrarlas con la cooperación del estalinismo y la socialdemocracia.

Puesto que, a la sazón, estas conquistas merman las ganancias de los monopolios que producen en Europa, comparado con las condiciones de explotación en el resto del mundo, las instituciones que componen el régimen en los países (es decir, el aparato institucional del Estado) está al servicio de aplicar a rajatabla el ajuste estructural. No es casual que la socialdemocracia europea (cuando gobernaba Italia, Francia e Inglaterra) haya sido la impulsora del Tratado de Maastricht, que ata e inicia la carga del ajuste estructural para toda Europa.

Los trabajadores tienen en consideración su experiencia y sus conquistas, con una visión de la realidad que ya no corresponde a las condiciones de la lucha de hoy. Los partidos del PIE, cuando alientan que es posible “negociar” el ajuste en el marco de las instituciones (sea de los países o de la UE), conducen la lucha a un callejón sin salida. Pues, Schäuble ha dejado meridianamente claro que el ajuste no entiende de cambios de gobiernos: es un asunto de Estado. El capital financiero no aceptará de modo pasivo cambios llevados adelante por mayorías parlamentarias “circunstanciales”.

En lo que respecta a países como Grecia, Portugal y los países del Este, la carga del ajuste es más profunda porque son países dominados por el imperialismo. Los tratados de la UE y la debilidad estructural de sus burguesías conllevaron un cambio en la estructura del Estado, que pasa a responder directamente al imperialismo. Pues, como ya hemos mencionado anteriormente, la sumisión del país es la condición para que sus burguesías logren ganancias en euros.

Como sea, las muertes en las filas de los hospitales, el regreso de enfermedades típicas de la pobreza (que no existían desde hace medio siglo), la malnutrición de los hijos del proletariado, la destrucción de la educación y la sanidad públicas, y la rebaja en los salarios producen un cambio profundo en las condiciones de existencia del conjunto del proletariado y es una realidad en los países dominados, como Grecia, Portugal, Irlanda y los países del Este de Europa y los Balcanes.

Cualquier cambio real en la política económica de Grecia, como la que resultó en la construcción de los Estados de Bienestar, la estatización de empresas y ramas industriales, implica una ruptura con los tratados de la UE. Implicaría, asimismo, recuperar una soberanía que no interesa a la burguesía griega. Esta tarea interesa solamente al proletariado.

Artículo publicado en la revista Correo Internacional n.° 13, agosto de 2015.-

Notas:

[1] http://www.npa2009.org/communique/non-laccord-tsipras-ue-solidarite-avec-les-travailleurs-et-le-peuple-grecs.

[2] http://podemos.info/comunicado-de-podemos-ante-la-gravedad-de-la-situacion-que-vive-grecia/

[3] http://www.eldiario.es/politica/Podemos-respalda-Tsipras-Apoyamos-Parlamento_0_409809150.html

[4] Front de Gauche de Francia, Izquierda Unida de España, el Bloco d’Esquerda de Portugal, Die Linke de Alemania y Syriza.

[5] Manuela Carmena encabezó la lista de Podemos en las primarias del Frente electoral Ahora Madrid.

[6] http://www.corrienteroja.net/una-red-de-ciudades-insumisas/

[7] www.europapress.es/…/noticia-carmena-no-ve-necesario-crear-banco-pu…

[8] Stathis Kouvelakis (dirigente de la Plataforma de Izquierda de Syriza): La forma con la cual Tsipras lidió con la presión de Dragasakis es la razón por la cual la reunión del miércoles [después de convocar al referendo] fue tan importante. Fue porque él aceptó su línea y mandó una carta infame al Eurogrupo, y antes de esto, la carta pidiendo un nuevo préstamo. Esto abrió el camino para lo que vendría en la semana después del referendo. www.jacobinmag.com/2015/07/tsipras-varoufakis-kouvelakis-syriza-euro-debt/

[9] Michael Roberts. https://thenextrecession.wordpress.com/2015/07/19/the-euro-train-going-off-the-rails/

[10] Los dirigentes de Syriza no conseguían distinguir mentalmente entre la pertenencia a la zona del euro y a la UE, considerando que la salida de aquella equivalía a la expulsión de esta: la peor de las pesadillas para los buenos europeos que afirmaban ser… Los griegos guardaban por tanto un buen recuerdo del euro, que no relacionaban con la miseria actual. Más que tratar de explicar esa relación, Tsipras y sus colegas han venido repitiendo a quien quisiera entenderles que ni por asomo pensaban abandonar el euro. Perry Anderson, “El error de Tsipras”. http://www.vientosur.info/

[11] Las denuncias sobre el saqueo del país realizado por la burguesía griega e ingresados en cuentas suizas convierte el tercer rescate en una burla: Es imposible calcular cuánto dinero ha sido sustraído a las arcas públicas griegas en la masiva fuga de capitales… Esa hemorragia económica se ha producido en un paciente ya desangrado por una evasión fiscal desbocada: en 2009, un informe del Helvea Bank estimaba que 99% de los más de 23.000 millones de euros depositados por millonarios griegos en cuentas suizas nunca fueron declarados al Fisco. Y eso solo en depósitos bancarios, sin contar las otras múltiples formas de inversión en Suiza: acciones, bonos, inmuebles, fundaciones, trusts, fondos… C. H. Bayo (público.es).

[12] No es No. Ningún plan de austeridad. Declaración del Comité Ejecutivo de la LIT-CI, 7 de julio de 2015.

[13] Tesis del 2do. Congreso del PIE, 2007.

[14] http://podemos.info/wordpress/wpcontent/uploads/2014/05/Programa-Podemos.pdf

[15] “La Unión Europea y nuestra política”. XI Congreso Mundial de la Liga Internacional de los Trabajadores. Resoluciones y Documentos. Ediciones Marxismo Vivo, 2013. Para la polémica sobre la perspectiva de conformación de un Estado supranacional europeo, ver la revista Marxismo Vivo n.° 6.

[16] Nazareno Godeiro. “La actualidad de la teoría del imperialismo de Lenin”. www.litci.org

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