Jue Mar 28, 2024
28 marzo, 2024

La verdad sobre las muertes por Covid en la India

Un escándalo comenzó cuando un diario local de Gujarat informó que el número real de muertes en el Estado estaba siendo ocultado, y que probablemente era muchas veces mayor que el oficialmente divulgado[1]. Muchos indianos sospechaban que la verdadera escalada de la pandemia estaba siendo escondida, ya que los hospitales, los médicos y otros trabajadores de la línea de frente de la salud (como los ASHAs, semejantes a agentes comunitarios de salud) estaban sobrecargados con los números crecientes de muertes.

Por: Adhiraj Bose

Enseguida después, varios especialistas comenzaron a desconfiar de un tasa de mortalidad mayor que la oficial, especialmente el Dr. Jha[2], que estimó una mortalidad diaria de hasta 25.000 indianos. Y, ahora, hasta el New York Time relata esa posibilidad; en su edición del 25 de mayo de 2021, el diario causó un revuelo al informar que el conteo real de muertos por Covid en la India ¡puede sobrepasar 4,2 millones de personas! Eso sería mucho más que la mortalidad global de la pandemia [informada] hasta ahora. El gobierno, naturalmente, lo niega, pero sin ninguna prueba sustancial ni ninguna refutación de datos de pesquisa que los estadistas citados por el NYT utilizaron. Eran datos de una pesquisa del propio gobierno[3].

Si hay algo de verdad en esa historia, y todo indica que la hay, este será el peor y más letal episodio de la historia del Sur de Asia desde la guerra de liberación de Bangladés, en la que por lo menos 300.000 (y tal vez hasta tres millones) de bangladesíes fueron asesinados por el ejército de Paquistán. La responsabilidad de este desastre es principalmente del actual gobierno.

Narendra Modi dirige la “farmacia” del mundo, con la mayor capacidad de pesquisa y producción de vacunas, un enorme ejército de trabajadores de la salud entrenados, y un presupuesto anual de más de 3.000 millones de dólares[4], e incluso así dejó el país por el piso y causó un desastre humanitario. El gobierno tiene que ser responsabilizado por su crueldad, incompetencia y arrogancia, por la forma en que trató a los pueblos de la India.

Aunque la segunda ola esté comenzando a disminuir, con los casos relatados cayendo para los niveles de la primera ola (62.226 casos nuevos y 1.470 muertes el 15 de junio, por los datos oficiales), el daño infligido durante la primera y la segunda olas de la pandemia está lejos de haber terminado. Lamentablemente, el gobierno dirigido por el BJP [partido de derecha nacionalista que comanda el gobierno indiano] ya comenzó a darse aires y a hacer maniobras para intentar posicionarse como responsable por ese éxito, que se debe enteramente a los abnegados trabajadores de la salud de la India, y no a los desastrosos y arrogantes gobernantes.

Incluso usando los datos oficiales, 380.000 muertes ocurrieron en la India, de las cuales 200.000 fueron solo en la segunda ola. Los lockdowns causaron un caos en la economía y hundieron el país en la primera recesión en cuarenta años, con decenas de millones de despidos. Pero ese desastre no ocurrió de un día para otro. El gobierno comenzó a errar ya en el inicio de la primera ola.

La primera ola y los lockdowns

El enfrentamiento a la primera ola fue catastrófico. Como describimos en un artículo anterior[5], a pesar de saber del virus desde diciembre [de 2019] y de haber sido avisado de su potencial de contaminación, el gobierno despreció la amenaza y no impuso ninguna restricción a la entrada y salida del país hasta que fue demasiado tarde. No hubo ninguna preparación para un posible brote en la India, y al contrario, el gobierno organizó eventos enormes como el “Hello Trump” en Gujarat [febrero de 2020]. Nadie fue sorprendido cuando Gujarat se tornó uno de los Estados más afectados de la India.

Cuando el gobierno por fin actuó, su falta de preparativos se hizo evidente en la prisa con la cual hubo un lockdown nacional. Millones de personas perdieron el empleo, y trabajadores migrantes y que viven de lo que ganan en el día a día se quedaron sin tener cómo sobrevivir. No hubo un plan de contingencia, ninguna medida para minimizar su sufrimiento, y sí una suspensión cruel e insensible de la vida económica que hirió profundamente a la India por muchos y muchos meses. El lockdown fue suspendido cuando se tornó insoportable para todos ver a trabajadores arrastrándose por las calles y lamiendo la leche derramada para intentar enfrentar el hambre. Solo después de revueltas de los trabajadores en Gujarat y Maharashtra el gobierno comenzó a permitir que los trenes funcionasen para que los migrantes volviesen a sus casas. El lockdown terminó enseguida después, y la primera ola mostró ahí su cara más violenta, con decenas de millares de nuevos contaminados y más de 1.000 muertos por día.

La primera ola fue un desastre, pero no llegó ni cerca de la tragedia de errores que fue la forma como el gobierno Modi lidió con la segunda ola de la pandemia, que aún nos está afectando. Después de mucho esfuerzo, la primera ola fue amenizada, con los casos nuevos cayendo de cerca de 100.000 para menos de 9.000 por día. Pero fue ahí que todo comenzó a dar errado. La pandemia había disminuido pero no acabado, y no solo la cantidad de testes cayó como nada fue hecho para fortalecer la ya notoriamente precaria infraestructura de salud pública indiana. El gobierno no estaba sin dinero, ya que bancó un nuevo edificio para el Parlamento y autorizó el proyecto de la Vista Central que costó 20.000 crores[6]. Ese fue un proyecto monomaníaco narcisista desvergonzado, contra el cual toda la oposición se manifestó, pero el gobierno, incluso así, lo impuso. No obstante, la principal prioridad del gobierno era ganar las elecciones en Bengala Occidental, Assam, Tamil Nadu, Kerala y Pondicherry.

Preludio de la segunda ola

El BJP tiene dos preocupaciones que sobrepone a todo el resto: llegar y mantenerse en el poder, a través de los medios que fueren posibles, y usar ese poder para implementar un programa neoliberal reaccionario que legitime el Hindutva y destruya el sector público de la India. A ellos nos les importa si la clase trabajadora indiana vive o muere, ellos odian a las minorías de la India, y odian a los dalits: solo les importa la casta superior y están siendo cada vez más y más abiertos con sus preconceptos.

Yogi Adityanath, el ministro jefe de Uttar Pradesh, es el mayor reflejo de eso[7]. Para sorpresa de absolutamente nadie, durante la pandemia, su Estado, junto con Gujarat, Bihar y Madhya Pradesh, fueron los que tuvieron peores tasas de mortalidad por Covid. Fue aún menos sorprendente, entonces, que el BJP utilizase los recursos e instituciones de gobierno para ganar en esos cinco Estados, de los cuales el más importante es Bengala Occidental, que tradicionalmente fue un bastión de oposición contra el gobierno central. La campaña electoral tuvo comicios enormes, grandes esfuerzos de propaganda, ningún distanciamiento social y ninguna preocupación con que el virus se extendiese. Para mejorar las credenciales “Hindutva” del partido, el ministro jefe de Uttarakhand, un Estado gobernado por el BJP, fue destituido y apuntaron a uno más derechista. ¿El motivo? El destituido quería imponer restricciones al festival Kumbh, en que millones se aglomeraron para un baño sagrado en el Ganges.

El Kumbh es un festival anual de gran importancia para los hinduistas, y para BJP, naturalmente, era necesario que ocurriese para que no perder su núcleo duro electoral en los cinco Estados. La consecuencia de ese movimiento fue la creación del mayor evento súper diseminador de la dolencia en el mundo, ya que millones se juntaron para entrar en el Ganges y fueron expuestos a la infección[8]. Las elecciones fueron la preocupación central del gobierno y, entonces, cuando la segunda ola estaba dando señales en el horizonte, el gobierno fingió que estaba todo bien y continuó la campaña. La India ni siquiera se había recuperado del desastroso lockdown de la primera ola, y de las monumentales pérdidas de empleos que vinieron con este, cuando la segunda ola estalló con todo.

No demoró para que la pandemia se saliese de control. Los casos fueron catapultados de 9.000 para 40.000 por día en menos de un mes, la mortalidad sobrepasó los 1.000 por día y llegó a 4.000 en mayo. Y esos eran los números oficiales, pero la India es famosa por tener registros pésimos y sistemas municipales separados, que garantizan que la realidad quede oculta bajo la burocracia y la ineficiencia. Los datos de pesquisa inmunológica, junto con las muertes relatadas por crematorios sobrecargados, sugieren una imagen mucho más grave que la oficial.

Era común encontrar crematorios y a sus trabajadores absolutamente soterrados con los nuevos cadáveres todos los días. Surgieron crematorios improvisados en estacionamientos, y la imagen más macabra vino de Uttar Pradesh, en que cuerpos flotaban en el Ganges debajo de las docas, simplemente abandonados allí para esconder la verdadera escala de la tragedia. El gobierno de Uttar Pradesh prohibió fotografías en los crematorios en la época, en un nítido intento de censura.

El sistema de salud de la India colapsó

En el transcurso de esa historia de horror, acabaron los insumos médicos básicos, especialmente el oxígeno. A esa altura, el gobierno había abandonado la situación, y Modi apareció en red nacional para decir a los ciudadanos, básicamente, que cuidasen de sí mismos. Durante esos días, muchos jóvenes en todo el país formaron comités de ayuda a través de las redes sociales, mientras jóvenes trabajadores de los partidos comunistas ayudaban a localizar camas para pacientes en hospitales. Las redes sociales cumplieron un papel esencial en encontrar esas camas, así como en informar la falta de materiales en los hospitales. En algunos casos, el gobierno censuró tweets y amenazó, con la policía, a quien divulgara esas informaciones. El BJP estaba más preocupado con manchar su imagen que con salvar vidas. Esa actitud también quedó obvia en la confusa política de vacunación del gobierno.

La India era, y aún es, conocida como la “farmacia del mundo”, en parte por causa de la gran industria de medicamentos genéricos exportados a todo el mundo. África es particularmente dependiente de las exportaciones farmacéuticas de la india. La alta capacidad de vacunación del país ayudó a enfrentar y erradicar la poliomielitis en el pasado. Cuando comenzó a disminuir la primera ola, el gobierno, arrogantemente, decidió que era una buena hora para aumentar la influencia de la India en el mundo y comenzó lo que los medios llaman “diplomacia de la vacuna”, en que grandes economías compiten para vender vacunas para diversos países y ganar influencia y “buena voluntad”. China y Rusia lo hicieron con la Sinovac y la Sputinik, el Occidente lo hizo con la Pfizer, y la India intentó participar. Lamentablemente, el BJP no contaba con que la segunda ola fuese tan mortífera como fue, tal vez porque el orgullo cegó al gobierno mientras este decía que había “vencido” al virus. El gobierno exportó 66 millones de dosis de vacunas, como parte de un programa de las Naciones Unidas, que podrían haber salvado la vida de indianos; en lugar de eso tenemos faltas críticas de inmunizantes en nuestro país.

La respuesta del BJP fue crear su propia versión de discriminación con la vacuna. Estados gobernados por el partido recibieron muchas más dosis que los Estados gobernados por la oposición. Eso fue expuesto por el Estado de Maharashtra, y dejó al descubierto la actuación de dos caras del gobierno y su obsesión monomaníaca de mantenerse en el poder[9]. La situación jamás fue resuelta y creó una desigualdad entre Estados con mayores y menores tasas de vacunación. La situación empeoró con un sistema de precios triplicados para las vacunas. En la mayor parte del mundo se implementó vacunación universal y gratuita, pero la India bajo el BJP fue para atrás e ¡implementó un sistema de precios por niveles!

Muchos trabajadores de los sectores medios, que ya estaban a las puertas de la pobreza, no consiguieron asumir los costos, y la falta de vacunas garantizó que muchos de los que podrían tomar la vacuna gratis no tuviesen ninguna dosis disponible.

El resultado de todo esto es una mortalidad que probablemente sea la mayor del mundo, y, en la mejor de las hipótesis, está en el nivel de los Estados Unidos, con como mínimo 600.000 muertes (el mismo número citado por el NYT).

Conclusiones

La pandemia, en la India, fue un desastre humanitario de proporciones épicas. No encaramos una crisis de salud de ese nivel desde el brote de la gripe española, que mató a más de 17 millones. Los gobernantes capitalistas de país fueron incapaces de crear una infraestructura de salud que cuidase de sus 1.300 millones de ciudadanos, incluso teniendo potencial para eso. La “farmacia del mundo” no tiene médicos por millón, o lechos por mil millones, en número suficiente para cuidar de sus enfermos, ni en situaciones normales. La pandemia expuso la fragilidad de nuestro sistema, que es uno de los más privatizados del mundo.

Los hospitales públicos son tratados con desdén, y cualquiera que pueda pagar un hospital particular lo hace, a grandes costos. El gobierno no sostiene nuestros hospitales y, como resultado, no solo falta lo esencial y básico como nuestros trabajadores de la línea de frente, de enfermería, residentes, e incluso médicos más antiguos, son sobrecargados y mal pagos. No es por nada que médicos y enfermeros residentes frecuentemente protestan contra el gobierno.

En el transcurso de la pandemia, cerca de 1.000 médicos ya perdieron sus vidas cuidando de los enfermos, haciendo guardias de 24 horas en hospitales superpoblados, trabajando en un ambiente en que hay amenazas muy reales para sus vidas por parte de parientes desesperados de los pacientes. Ataques a los profesionales son cosa común en la India, pero el gobierno no mueve un dedo para enfrentar el problema, porque la salud no es prioridad. No era una prioridad para el INC y no los es para el BJP.

En esa encrucijada crítica, precisamos discutir un sistema de salud público y universal, con financiamiento y presupuesto adecuados, para garantizar tratamiento para toda la población. No faltan trabajadores de la salud comprometidos en la India, y ya tenemos uno de los sectores farmacéuticos más productivos del mundo, con recursos para mejorarlo. Lo que falta es la voluntad política por parte del gobierno. Las luchas de los trabajadores de la salud precisan salir de su perspectiva inmediata y evolucionar hacia un movimiento que conquiste un sistema socializado de salud para todos.

El Reino Unido, donde nació el capitalismo y fue desarrollado hasta el máximo, consiguió construir un sistema nacional de salud de altísimo nivel. Ese mismo National Health Service [NHS – el sistema británico de salud] salvó al país de lo que podría haber sido una pandemia mucho peor en parte gracias a la dirección de Boris Johnson. A pesar de todos los ataques que sufrió en los últimos años, de Thatcher a Johnson, el NHS sobrevivió porque la clase trabajadora del Reino Unido luchó para defenderlo. Si los británicos consiguieron construir un sistema nacional de salud, ¡nosotros también podemos! ¡Y precisamos luchar por él!

¡Por un Sistema Nacional de Salud!

¡Todo apoyo a los ASHAs!

¡Todo apoyo a los trabajadores y residentes de la salud!

¡Abajo el gobierno de Narendra Modi!

¡Abajo la salud capitalista!

Notas:

[1]  https://scroll.in/latest/994906/gujarat-is-undercounting-covid-19-deaths-shows-divya-bhaskar-report

[2] https://www.thequint.com/coronavirus/you-cant-ignore-the-dead-dr-ashish-jha-on-covid-deaths-in-india

[3] https://www.nytimes.com/interactive/2021/05/25/world/asia/india-covid-death-estimates.html

[4] https://prsindia.org/budgets/parliament/union-budget-2019-20-analysis#:~:text=Total%20Expenditure%3A%20The%20government%20is,revised%20estimate%20of%202018%2D19. El gasto total llega a $379.000 millones.

[5] https://litci.org/en/the-lockdown-and-the-brutal-face-of-proletarianization-in-india/

[6] https://www.aljazeera.com/news/2021/5/17/central-vista-indias-modi-slammed-for-vanity-project-amid-covid 1 crore = 10 millones; 20,000 crore es un poco menos de $3.000 millones.

[7] Yogi Adityanath es uno de los dirigentes más reaccionarios del BJP en la historia reciente. Está transformando a Uttar Pradesh en un Estado policial, en el que la violencia y la discriminación contra musulmanes y dalits es prácticamente una ley informal.

[8] https://www.theweek.in/news/india/2021/05/10/kumbh-mela-was-super-spreader-event-in-india-report.html

[9]  https://economictimes.indiatimes.com/news/india/maha-alleges-discrimination-in-vax-supply/articleshow/81977039.cms?from=mdr

Artículo original en inglés, traducido al portugués por Miki Sayoko; y del portugués al castellano por Natalia Estrada.

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