Dom May 26, 2024
26 mayo, 2024

La popularidad de Lula Cae. Necesitamos unir las luchas y construir un nuevo proyecto de sociedad

Por: Redacción PSTU Brasil

Las encuestas que mostraron una caída en la popularidad de Lula tomaron por sorpresa al gobierno, debido a la mejora de algunos indicadores económicos. Sin embargo, el gobierno no se dio cuenta de que quienes celebran sus medidas son los distintos sectores burgueses que ven sus ganancias cuidadas, y que su popularidad ha caído de manera más significativa entre los sectores más pobres de la población, entre ellos muchos de los cuales votaron por Lula.

Mientras una parte de la burguesía celebra la reducción de la inflación en general, y el agronegocio conmemora las exportaciones récord, la inflación de los alimentos se ha disparado y los trabajadores tienen dificultades para comprar artículos básicos, como arroz, frijoles y verduras.

La ultraderecha bolsonarista dice que esto sucede porque el gobierno destruye y obstaculiza el agronegocio. De hecho, es todo lo contrario. El precio de los alimentos ha aumentado debido a cómo funciona el agronegocio brasileño, al servicio de las ganancias de sus dueños, la mayoría de los cuales son multinacionales. Y el gobierno creó el gigantesco “Plan Safra” para garantizar las ganancias del sector. Sin mencionar el papel del agronegocio en la deforestación y el agravamiento de las condiciones climáticas.

Ruptura de expectativas y reacción de los trabajadores

Lula reconoció que el “gobierno se está quedando corto” y que la gente tenía más expectativas. Lo explicó diciendo que el primer año del nuevo gobierno fue para corregir el rumbo del país, dada la desgracia que fue Bolsonaro. Es cierto que el gobierno anterior era una desgracia, pero es igualmente innegable que la sensación de las personas sobre que las cosas no van bien también tiene que ver con las acciones del propio gobierno actual.

Los hospitales federales están abandonados en medio de la más grave crisis de dengue que asola el país. La educación, por su parte, atraviesa una situación similar, al igual que todo el servicio público, con reajuste cero este año, en un momento en que los empleados públicos sufren años de desfasaje.

Sin embargo, los trabajadores y las trabajadoras empiezan a reaccionar, por ejemplo mediante la fuerte huelga de los empleados de las universidades e institutos federales o la movilización de los profesionales de la educación, que empieza a ganar fuerza en todo el país.

Empresarios celebran beneficios otorgados por el gobierno

El gobierno anunció miles de millones de dinero público para el nuevo Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC), pero estos recursos terminarán en los bolsillos de los empresarios. Las inversiones multimillonarias anunciadas por los fabricantes de automóviles multinacionales son muy celebradas por el gobierno, como prueba de que su proyecto de neoindustrialización estaría funcionando.

Pero los trabajadores de la Toyota, el mismo día que vieron el anuncio de la inversión, descubrieron que la fábrica de Indaiatuba (SP) sería cerrada. El mismo día que anunció inversiones por siete mil millones de reales, el vicepresidente de General Motors afirmó que los despidos que se estaban realizando “eran ajustes puntuales que dolían en el corazón”. Las inversiones de la BYD (la gigante china en la fabricación de coches eléctricos) se promueven con una montaña de exenciones y beneficios fiscales, convirtiéndose en una transferencia de recursos públicos.

Lula vive negociando todo con los empresarios, pero no dice nada sobre la estabilidad laboral y los aumentos salariales frente al aumento de los precios, ni sobre la garantía de derechos. Estas inversiones no cambian la tendencia de desindustrialización y decadencia del país.

Incluso pueden, en un principio, generar algunos empleos y crecimiento económico, pero quienes más se beneficiarán con esto son los dueños de estas grandes empresas multinacionales. Mientras tanto, Brasil quedará cada vez más dominado y subordinado a los países imperialistas y sus monopolios.

Pagando un precio por las alianzas

La caída de la popularidad del gobierno abrió un debate sobre los rumbos del país. A pesar de estar en graves problemas legales, los bolsonaristas continúan con gran peso. Los grandes medios de comunicación, por su vez, siempre al lado de determinados sectores de la burguesía, predican más ajustes fiscales en beneficio del mercado, y no se cansan de decir que el gobierno necesita hacer más guiños al Centrão y a los banqueros.

La verdad es que esto es todo lo que el gobierno Lula viene haciendo en estos 15 meses en el Planalto, basta ver los acuerdos con Lira, la composición de los ministerios y su política económica. Impidió la desconmemoración del golpe del 64 y, ahora, está cosiendo un gran acuerdo para restaurar la credibilidad de las Fuerzas Armadas.

El problema del gobierno Lula no es la falta de capitalismo. Los bolsonaristas empeoran aún más su imagen, culpando a un supuesto “socialismo” del gobierno del PT, que no existe.

El problema es precisamente que el gobierno Lula se limita a intentar administrar las contradicciones del capitalismo en los marcos del propio capitalismo. Esto, por supuesto, siempre beneficia a los multimillonarios capitalistas.

Si a esto le sumamos la conciliación con los golpistas, se da la receta que puede socavar la popularidad de Lula, desmoralizar a los trabajadores, y preparar la sobrevida de la ultraderecha bolsonarista.

Construir una alternativa socialista en las luchas y en las elecciones

La cosa está tan abierta que en las próximas elecciones municipales, en varias ciudades, el PT y los bolsonaristas apoyarán a los mismos candidatos. Es una prueba de que no tiene sentido apoyar el gobierno del PT ni siquiera para luchar contra la ultraderecha, y mucho menos para enfrentar a los multimillonarios capitalistas y luchar por los intereses de los trabajadores.

Es necesario rodear de apoyo las luchas en curso y defender su unificación, incluso porque inevitablemente se enfrentan a la política económica del gobierno Lula. Pero esto no es suficiente. Es necesario señalar otro camino, un proyecto socialista y revolucionario, que enfrente a los capitalistas y cambie, de hecho, la vida de la clase trabajadora y del pueblo.

En las elecciones municipales, aunque sea un juego de cartas marcadas dictado por el dinero, necesitamos presentar a la clase trabajadora otro programa, que parta de sus necesidades y rompa con el capitalismo. Sólo así podremos enfrentar a la ultraderecha, que de forma hipócrita se presenta como “antisistema” aunque representa la parte más podrida de este sistema.

Artículo editorial de Opinião Socialista, en www.opiniaosocialista.com.br, 21/3/2024.-

Traducción: Natalia Estrada.

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