Lun Jun 17, 2024
17 junio, 2024

La crisis de la vivienda en San José: una amenaza para la clase trabajadora

La crisis de la vivienda en San José: expansión capitalista y aburguesamiento del espacio urbano

La ciudad de San José, localizada al sur de la Bahía de San Francisco, es descrita por autoridades locales como el centro urbano, económico y político de Sillicon Valley. “Rodeada de playas y bosques de secuoyas”, la ciudad se presenta como una fuente de desarrollo económico, avance tecnológico e innovación. El condado de Santa Clara, dónde San José está localizado, es una de las áreas dentro de los Estados Unidos con el mayor incremento de empleos asociados a los sectores de servicios especializados de información, internet y software.

Por: La voz de los trabajadores/ Workers´ Voice – Octubre 1, 2017

Entre 2010 y 2015, en este condado se crearon 171.000 nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, solo 29.000 nuevas viviendas fueron construidas. La escasez de viviendas ha sido aprovechada por los propietarios para subir los precios de la renta, los cuales se han incrementado un 75% durante los últimos cinco años[1].

Así las cosas, los únicos que pueden pagar la renta son los trabajadores especializados de las empresas de tecnología. La clase trabajadora más pobre, es decir, aquella que recibe menos de 40.000 dólares al año y es predominantemente latina, asiática y negra, es la más afectada por este aumento. La situación de San José es similar a la de otras zonas del área de la Bahía de San Francisco.

Un informe reciente estableció que cerca de 30% de los habitantes de la Bahía, aproximadamente 1.45 millones de personas no tienen la capacidad de pagar sus viviendas[2]. La cara más visible de esta crisis son las cerca de 10.000[3] personas sin techo (también llamadas homeless) deambulando cada noche por las calles de San José. Cabe aclarar que esta cifra no incluye los “sin techo invisibilizados por las estadísticas”, es decir, aquellas familias que no duermen en la calle, pero que sí lo hacen en sus carros, en garajes y en sofás de amigos.

La crisis de vivienda es presentada como un efecto colateral y “no planeado” del boom económico de la zona. La Voz de los Trabajadores no está de acuerdo con este análisis, pues este poco examina cómo se produce la riqueza en la zona, quiénes la tienen y cómo hacen para acumularla.

El crecimiento económico del sector de tecnología en San José tiene características bien particulares: no ha sido un crecimiento para todos. Así como a unos les han aumentado notoriamente sus salarios, a otros, por el contrario, se les hace cada vez más difícil ganar lo suficiente para sobrevivir. En la zona, el desarrollo tecnológico ha venido de la mano del incremento de la brecha entre ricos y pobres. Ni aún en San José, uno de los lugares más ricos del planeta, la expansión capitalista del sector de tecnología ha conseguido beneficiar a todos.

¿Adónde va todo el dinero que producen las empresas de tecnología? En su mayoría, ese dinero es acumulado por los dueños de las empresas y otra parte se destina al pago de sus empleados especializados. La parte de esa riqueza que se entrega a las autoridades municipales bajo la forma de impuestos se usa exclusivamente para mejorar la infraestructura urbana de los barrios donde viven los ricos y los empleados de las empresas de tecnología, al igual que para “optimizar” áreas urbanas con el fin de seguir atrayendo esos negocios.

La optimización, que no es otra cosa que el aburguesamiento del espacio urbano, consiste en el acomodamiento de zonas urbanas solamente para los sectores más acaudalados de la sociedad, a expensas de los sectores más empobrecidos. El aburguesamiento del espacio de las ciudades es desplazamiento urbano forzado, pues el argumento de fondo de esos procesos de optimización es que el desarrollo tecnológico es más importante que las vidas de las familias trabajadoras de la zona.

Es la clase trabajadora de San José, de ingresos medio y bajo, la que tienen que vender sus casas o negocios, acosados por la llegada de nuevos proyectos urbanos, o la que se ha visto obligada a mudarse constantemente cuando los precios de la renta, los servicios públicos y los alimentos se vuelven imposibles de pagar. La gentrificación es un proceso constante frente al que hay que informarse y estar preparado para actuar de manera organizada.

Durante este año, la empresa de tecnología Google, uno de los gigantes empresariales que operan en el área, indicó que pondrá en marcha la creación de un extenso campus tecnológico en el corazón de San José. Este proyecto, planeado para convertirse en una súper villa tecnológica, generará 20.000 nuevos puestos de trabajo y será tres veces más grande que las oficinas de trabajo que Google tiene –llamadas Googleplex– en Mountain View. Recordemos que Googleplex es actualmente el mayor complejo empresarial de Estados Unidos.

Ahora bien, el aburguesamiento del espacio urbano ha sido fuertemente enfrentado en nivel local. Asociaciones comunitarias y juntas barriales se han unido en un movimiento social amplio que exige, por un lado, poner en marcha mecanismos de control de la renta y, por otro lado, frenar proyectos de innovación urbana que pasan por encima de las comunidades. La respuesta de las autoridades y políticos locales ha sido desastrosa.

Durante el pasado mes de julio de 2017[4], el periódico New York Times publicó un artículo reseñando el proyecto de ley que la bancada del partido demócrata quiere pasar en el Senado del Estado de California en relación con el problema de vivienda. La propuesta, liderada por el político Scott Weiner, busca restringir las capacidades de las organizaciones comunitarias para ponerle freno a los proyectos de infraestructura que buscan abalanzarse sobre sus barrios.

Varios líderes de organizaciones que defienden el acceso justo a la vivienda de calidad, como la Agencia para el Desarrollo Económico de la Misión o Calle 24-Distrito Cultural Latino, advirtieron que esta ley puede “exacerbar el ciclo de gentrificación y desplazamiento en barrios como la Misión en San Francisco. Además, autoridades locales, como el alcalde de Santa Bárbara, manifestaron que la ley podría beneficiar al sector de la construcción, al mismo tiempo que impediría que las comunidades pudieran expresar sus opiniones y desacuerdos con los proyectos de renovación urbana.

El aumento de los precios de la vivienda y los procesos de aburguesamiento urbano, es decir, las actividades de innovación urbana solo para unos sectores privilegiados a expensas del desplazamiento de las familias trabajadoras más pobres, que son principalmente comunidades de color, no se van a detener en el corto plazo. Por el contrario, aumentarán y provocarán que más familias estén obligadas a abandonar sus hogares y sus barrios.

Solo una acción colectiva organizada puede enfrentar esos procesos.¿Quiénes deben organizarse? La Voz de los Trabajadores considera que las familias trabajadoras son las que deben organizarse para enfrentar este problema de la vivienda de forma colectiva, puesto que detrás de la crisis de vivienda lo que hay es una crisis laboral.

Detrás de la crisis de la vivienda hay una crisis laboral

Se nos ha dicho tradicionalmente que los sin techo –los homeless– son personas sin empleo y en muchos casos con problemas de consumo de droga o graves desórdenes de salud mental. Aunque algunos lo son, lo cierto es que una buena parte de los sin techo que viven en el área de la Bahía de San Francisco son trabajadores. Apretujados en pequeños automóviles parqueados por las noches cerca de iglesias o centros de refugio, cientos de familias trabajadoras duermen en las calles sin acceso a una residencia permanente, a un lugar donde cocinar y acceder a servicios de baño. ¿Por qué si son familias donde uno o dos de sus miembros tienen empleo están durmiendo en la calle?, ¿por qué si son trabajadores sus sueldos no les alcanzan para pagar una renta mensual?

En un reciente artículo, el medio de comunicación The Nation[5] argumentó que uno de los principales factores detrás de la crisis de la vivienda en el área de la Bahía es una crisis laboral desconocida o, por lo menos, ocultada por los grandes medios de comunicación y por las autoridades de la ciudad.

La crisis laboral consiste en una variedad de procesos que desembocan en el desmejoramiento de las condiciones laborales de la clase trabajadora no especializada de San José. Esta clase trabajadora son hombres y mujeres de origen latino, asiático o negro que realizan los trabajos peor remunerados de la sociedad.

Aunque esta fuerza laboral mantiene las empresas funcionando y en últimas instancia son las personas claves para la producción de bienes y servicios básicos para el área, las y los trabajadores se ven condenados a un paulatino deterioro de sus condiciones de trabajo (jornadas de trabajo más prolongadas con salarios más bajos). A diferencia de quienes trabajan como diseñadores o ingenieros en las grandes empresas tecnológicas, los trabajadores no especializados (sin título universitario y con estudios secundarios y primarios incompletos) no reciben los frutos del boom económico: sus salarios son sobrepasados por un incesante incremento del costo de vida, tienen menos acceso a la educación, el transporte hacia sus sitios de trabajo empeora cada día, y sus barrios llegan a ser zonas con problemas de crimen, drogadicción e infraestructura en continuo deterioro.

Los estudios más recientes se refieren a este fenómeno como “el callejón sin salida” en el que por lo menos 500.000 personas –algo así como 10% de la población del área de la Bahía– se encuentran atrapadas.

El cambio en las condiciones de producción económica ha dejado a una parte de la población sin posibilidades de mejoras salariales. Sin oportunidades de educación gratuita, las generaciones más jóvenes de familias latinas, asiáticas y negras, no pueden acceder a los puestos de trabajo que ofrecen las compañías tecnológicas.

Esto no es un problema que se resuelva con “ganas de querer mejorar o progresar” sino, más bien, es un problema estructural. La falta de acceso a la educación y las estructuras racistas que definen los programas de reclutamiento laboral impiden que las familias trabajadoras puedan acceder a mejores puestos de trabajo y, por lo tanto, sus ingresos no mejoran. Según un estudio de Job Train, cerca de 50% de la población del área de la Bahía no tiene título universitario[6].

La imposibilidad que tienen los trabajadores no especializados de conseguir mejores puestos de trabajo no es el único elemento que contribuye a empeorar sus condiciones de vida; otro elemento importante son los procesos en los cuales los patrones convierten trabajos de tiempo completo en empleos de tiempo parcial (part-time). Esto incrementa la inestabilidad laboral sin que haya una ley que le ponga freno a estas prácticas patronales. Por ejemplo, recientemente, SaveMart y Lucky, dos conglomerados dedicados a la venta de alimentos y otros productos, redujeron la jornada de 8 hs a 5 hs para buena parte de sus trabajadores de la limpieza y de servicios generales. A las y los trabajadoras les redujeron sus salarios y les disminuyeron la cobertura de salud para ellos y sus familias. Además, es importante mencionar que se les está obligando a realizar en cinco horas lo que antes hacían en ocho.

Varias iniciativas comunitarias, como Sillicon Valley Rising, han denominado este fenómeno como subempleo y han argumentado que no se puede hablar en buenos términos del boom tecnológico cuando por cada empleo de un trabajador especializado (un tech-worker), cuatro trabajadores no especializados (low-cost workers) pierden la capacidad para sostener sus familias.

Este supuesto boom de prosperidad debe ser más que cuestionado cuando casi 60% de toda la fuerza de trabajo no especializada que vive en Sillicon Valley no tiene capacidad para pagar la renta mensual.

Es preocupante que los sectores más afectados por la crisis de la vivienda y la crisis laboral que alcanza el corazón de Sillicon Valley son sin duda las mujeres trabajadoras cabezas de familia y cualquier trabajador indocumentado. La clase trabajadora de San José está siendo atacada por varios flancos: la crisis de la vivienda, bajos salarios, redadas, discriminación y racismo.

¿Cómo nos organizamos frente a estas crisis de vivienda y laboral?

La solución para acabar con la crisis de vivienda no vendrá del partido demócrata que aboga y deja correr los proyectos urbanos que favorecen a los ricos y a los empleados de cuello blanco privilegiados, pues estos seguramente generarán más procesos de aburguesamiento de la ciudad y desplazamiento intraurbano. La solución es hacerle frente a la desigualdad social que está generando el desarrollo económico de las grandes empresas de tecnología.

¿Cómo lo hacemos? Lo primero es descartar de una vez por todas que la solución vendrá del gobierno federal. En marzo de este año, la administración Trump anunció que recortará en seis mil millones de dólares el presupuesto del Departamento para Vivienda y Desarrollo Urbano (U.S. Department of Housing and Urban Development)[7].

Lo segundo es que las organizaciones sindicales existentes deben tomar la decisión de poner recursos y toda clase de esfuerzos para promover la sindicalización del resto de la clase trabajadora, sobre todo de los sectores de ingresos más bajos, para luchar por un incremento de salarios y ponerle freno al aumento del costo de vida. La campana Fight for $15.00 y el proceso de organización sindical en TESLA son pasos correctos en esa dirección.

Tercero, los sindicatos, que tienen el poder de enfrentar a las grandes compañías, deben apoyar y promover la formación de organizaciones comunitarias de base en los barrios populares para hacer causa común con ellas y luchar por salarios dignos, soluciones reales a los problemas de vivienda, educación, y programas de capacitación, sin discriminación ni preferencias por género, raza o estatus social.

Algunos sindicatos, ONGs y políticos colaboradores del gobierno han venido levantando tímidas demandas contra las corporaciones de tecnología para lograr soluciones parciales a la crisis de vivienda que ya está generalizada en toda nuestra comunidad trabajadora.

A grandes problemas, grandes soluciones. No podemos irnos por las ramas y es necesario exigir a las grandes corporaciones multimillonarias una solución de fondo a la crisis de vivienda, una financiación seria al sistema educativo, y programas de capacitación a bajos costos para que la clase trabajadora no especializada pueda acceder a los puestos de trabajo especializados que ofrecen las grandes corporaciones. Los sindicatos deben tomar estas banderas de manera independiente, dejar de seguir la política pro-corporativa del partido demócrata y, en cambio, poner en marcha iniciativas para conformar un frente de la clase trabajadora que proteja las condiciones de vida de nuestras familias.

Notas:

[1] https://www.nytimes.com/2017/07/17/us/california-housing-crisis.html

[2] http://www.truth-out.org/news/item/38790-urban-gentrification-is-rippling-out-into-the-suburbs-a-dispatch-from-california

[3] https://www.sanjoseca.gov/DocumentCenter/View/44727

[4] https://www.nytimes.com/2017/07/17/us/california-housing-crisis.html

[5] https://www.thenation.com/article/silicon-valley-has-a-homelessness-crisis/

[6] http://www.jobtrainworks.org/wp-content/uploads/2016/11/The-Broken-Pathway-Overview-12.07.16.pdf

[7] http://www.nydailynews.com/news/politics/nycha-fears-trump-proposed-budget-slash-6b-hud-article-1.2993678

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